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Amor romántico 2
¿Qué he sacado con la luna
que los dos miramos juntos?
¿Qué he sacado con los nombres
estampados en el muro?
Que he
sacado con todo esto si nuestro amor era “Para toda la vida , “incondicional”,
“te quiero más que a mi vida”, “sin vos me muero”, “te necesito”, “sufro si no
estas”
Estas frases se convierten en condiciones para el que ama,
es así que se impone el sacrificio, sino no sería amor; se piden o dan o
estamos atentos a las pruebas de amor; se espera la fusión con el otro
olvidando la propia vida pudiendo llegar
a la simbiosis en la que creemos que necesitamos del otro para vivir, respirar,
movernos, ser felices, formando así, entre ambos, un todo indisoluble; sostenemos la fantasía mágica de que existe un
ser absolutamente complementario (mi media naranja). Por esto el amor romántico
es uno de los modelos que fundamenta el matrimonio monogámico y las relaciones
de pareja estables.
Esta condición de sometimiento, de renuncia a uno mismo,
vuelven a este amor otro modo de la violencia.
Pensar de este modo nos lleva a falsas expectativas que
cuando no se dan en la realidad, producen frustración. Muchos y muchas
entonces, antes que darse cuenta que están en un error al buscar lo que no
existe, creen que su pareja es la que no funciona, y la dejan buscando otra
también ideal, la que también terminará en otra frustración.
Gran parte del dolor de descubrir que una relación no
funciona, del dolor de la aceptación de la separación, se debe a que pensamos
que el amor es para toda la vida, que
las parejas son hasta que la muerte nos separe, que esta es la única persona
para mí. Mucho más sencillo sería todo si entendiéramos que todo tiene un
tiempo, y en el comienzo ya esta escrito el final. Este tiempo quizá abarque
toda nuestra vida, no importa, igualmente tendrá un final.
En el caso de las mujeres esto todavía es mucho más doloroso
que en el de los hombres, porque ellas fueron educadas para ser esposas y
madres, para el sometimiento a la figura del marido y el servicio a los hijos,
aún cuando trabajen este sigue siendo su centro, y cuando este tambalea se
sienten tambalear también ellas y su mundo. Además de lo educativo acá tiene
que ver también lo diario, que la separación implica que ellas se van a quedar
con los hijos, van a tener que seguir trabajando y el marido les pasará un
dinero, cuando les pasa, que no alcanzará.
Durante siglos las
mujeres entregaron su vida personal, su formación y su desarrollo profesional
por amor a un hombre y la crianza de unos hijos. Durante siglos han aceptado
que las tareas de mando son de hombres y las de cuidado y limpieza de mujeres y
que por estas son por amor, no deben
recibir ningún pago, pero tampoco
prestigio ni reconocimiento social, salvo que sea el día de la madre.
Muchas de nuestras alteraciones
vienen por estas creencias, especialmente la disociación lo que implica que hay
personas que no pueden vivir el sentimiento y el sexo con la misma persona, sino
que viven un romance sentimental con
alguien y por otro lado satisfacen su deseo sexual con otra persona, principalmente cuando
se ha aprendido a vivir la sexualidad como algo sucio.
El amor romántico también es usado como una forma de control
social, de despolitización.
Se ha construido basado en el individualismo y la infantilización en una
relación en la que tienen cabida solamente dos personas y que por estar basado
en sentimientos, en lo íntimo, queda fuera de lo político.
Se ha buscado que nuestras vidas queden centradas en el
trabajo y el hogar, agotándose en ellas nuestra energía y capacidad y lo que
también es importante, nuestra sociabilidad. Nuestros hogares y trabajo se han
convertido en lugares de separación, con contactos rutinarios y establecidos,
siempre entre las mismas personas y de manera egoísta. Nos hemos burocratizado.
Trabajamos para sostener el hogar, sostenemos el hogar para
reunir fuerzas para trabajar y aportar nuevos trabajadores.
No quiero olvidarme de la parte económica de todo este tema,
la industria del casamiento.
Inmobiliarias, agencias de viajes, agencias de contactos,
Iglesias o cultos, hoteles, salones de boda, modistas, sastres, abogados para tratar acuerdos pre y
postmatrimoniales, casas de artículos para el hogar, psicólogos para tratar ‘el mal de amores’ o los problemas
de pareja, etc.
El amor, como vemos, va mucho más allá de ser un sentimiento
para ser también parte de esta sociedad de control y de consumo.
Concebir el amor de este modo romántico es fabricar
ilusiones, pompas de jabón que al menor contacto estallan y nos dejan con sabor
amargo, con la idea del fracaso y la frustración.
Cuesta entender que este amor de cuento, este amor con
violines, lunas y pimpollos no encaja con la realidad de las personas comunes que no somos perfectas
como tampoco nuestras relaciones.
Es irreal creer que mientras todos los días vivimos en la
rutina, el egoísmo, la incomunicación, de improviso, mágicamente, el amor nos
sacará de todo esto y nos llevará a un mundo maravilloso más allá del arco
iris. Es irreal y dañino pretender que alguien nos arrebate de sentimientos, nos
satisfaga sexualmente con plenitud, y nos ‘salve’ y nos ‘colme’ la existencia
por completo. Este es un excelente programa para la infelicidad, para la
frustración y la amargura.
No quiero que parezca que estoy en el polo opuesto, en creer
que las emociones no existen y todo se reduce a lo sexual. Al contrario, creo
que las emociones son parte de procesos muy complejos y que nos relacionan con
los otros de manera diferente a la intelectual o sexual. Por más individual que
parezca un sentimiento, siempre es producto de nuestra relación con alguien o
algo y en esto también radica su enorme importancia.
El amor nos hace protagonistas de nuestra propia novela, nos hace sentir especiales y nos lleva a un
punto muy distante del gris cotidiano en el que la vida cobra una intensidad inusitada. Nos
hace sentir que todo es posible y si no lo es, no nos importa. Nuestra energía
reaparece y nos lanzamos a un nuevo proyecto vital amoroso. Actúa como una droga natural para escapar de
la realidad.
Enamorarnos es sentir que estamos vivos.
Aceptemos esto, vivamos con intensidad estas alturas, este
entrelazarnos cuerpos pieles caricias sensaciones y sentimientos que hacen
escapar a los pensamientos, que
silencian las cabezas, y no pidamos más, que con esto ya tenemos mucho.
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