domingo, 30 de diciembre de 2012

35 - Límites rotos



35
Límites rotos


Hace poco tiempo, el 14 de diciembre de 2012  una noticia más nos llegó de Estados Unidos en la que se decía que un joven ingresó a una escuela primaria y mató a 27 personas, entre ellas a su propia madre.  De esas 27 personas, 18 eran niños.
Recordé otros casos también sucedidos en ese país y busque en internet.  En lo que hallé me di cuenta que no solamente a mí me había llamado la atención lo reiterado del tema, descubrí que ya existían listas de homicidios.
De esos listados me llamó la atención que a partir de 2009se fueron incrementando. Mientras que en años anteriores a lo sumo se daban dos situaciones de este tipo, y en algunos años ninguna,  en el 2009 encontramos cuatro casos  con cuarenta y cuatro personas asesinadas, en 2010 un solo caso con ocho muertos, en 2011 dos casos con quince muertos, y en 2012, tres  situaciones violentas con un total de cuarenta y seis muertos.
Todos estos incidentes fueron premeditados, los lugares elegidos, las víctima totalmente indefensas por lo inesperado y sorpresivo del ataque. 




Las noticias en los diarios son simples letras negras, en la televisión imágenes que pasan y pronto se olvidan. Al encontrar estos listados de pronto me di cuenta de la magnitud de estos hechos y que cada uno de esos números  fue una persona, una vida humana con sus dolores e ilusiones.

He preparado un extracto de los casos a partir del 2009

10 de marzo de 2009: Un hombre mata a diez personas, entre ellas su madre, y se suicida.

29 de marzo de 2009: ocho personas son muertas en una residencia para ancianos, el agresor resultó herido por la policía.

 3 de abril de 2009: Un hombre abre fuego en un centro para inmigrantes asesinando a trece personas.

 5 de noviembre de 2009: Un psiquiatra militar  en una base militar mata a trece personas, hiere a cuarenta y dos.

 20 enero 2010: Un hombre asesina a ocho personas durante un tiroteo.

 3 agosto 2010: Un hombre que tenía problemas con sus empleadores mata a ocho compañeros en una empresa, antes de suicidarse.

7 de agosto de 2011: Un hombre mata a siete personas, entre ellos un niño de once años, antes de ser abatido por la policía.

 12 de octubre 2011: un hombre que tenía problemas con su ex esposa abre fuego en la peluquería donde ella trabajaba, dejando ocho muertos.

 2 de abril de 2012: Un hombre mata a siete personas en una universidad religiosa antes de entregarse.

 20 de julio de 2012: doce personas fueron asesinadas y unas cincuenta resultaron heridas en un tiroteo en una sala de cine, durante el estreno de una película de Batman.

 14 de diciembre de 2012: un joven mata a veintisiete personas, entre ellas dieciocho niños, en una escuela, y es abatido. 




Todo esto que parece sacado de una película es real, y nada dice que no volverá a repetirse.
Al principio eran francotiradores que disparaban contra cualquiera, últimamente los tiros están dirigidos a niños y en el ámbito escolar.

En este momento muchos expertos, y como sucede luego de cada uno de estos casos, trata de dilucidar si el homicida fue una persona enferma de esquizofrenia o de algún otro mal psiquiátrico, muy pocos se preguntan qué hay en esa sociedad que genera homicidas y no de cualquier víctima.
Es mucho más tranquilizador pensar, y que alguna persona con uno o varios títulos lo confirme, que esos actos son “demenciales” o sea producto de la alteración mental de una persona, es conveniente hurgar en su historia hasta encontrar traumas, enfermedades mentales,  disfunciones familiares, drogadependencia o cualquier cosa que pueda justificar la matanza y permitirnos sacar de nuestro centro de atención al mundo que hemos construido. Porque en la enfermedad nadie es responsable, nosotros mucho menos, pero si no es algo genético, o cerebral o psiquiátrico, ahí entonces nos vemos implicados, y todos y todas somos responsables. Y lo somos de formas diferentes y cambiantes, con el desinterés hacia el otro, con la aceptación de violencias varias, al votar a cualquiera porque nos cae simpático, simpática o porque nos hacen creer que ganará, porque aceptamos la desigualdad mientras no nos toque a nosotros, y muchas más cosas.
Seguramente en los homicidas encontramos un factor personal, no cualquiera es capaz de llevar adelante actos de este tipo, pero lo personal no debe ocultarnos lo social, porque esto pasa en una sociedad determinada y no en cualquier otra.

Un punto en que los analistas coinciden es en la violencia siempre presente en la sociedad estadounidense, que puede rastrearse de diferentes maneras y ópticas. Es un punto también común para relacionar la violencia individual con la social, reseñar las guerras o incidentes armados en que participó y participa este país, también valen sus intervenciones indirectas en distintas zonas del mundo.

Como dije cuando hablamos de los límites, la violencia es un mecanismo social, es una forma que se enseña de cómo enfrentar determinadas situaciones, de cómo relacionarse, por lo tanto es aprendida, y este es el lado esperanzador, si es aprendida puede ser modificada.
Los homicidios más que marcarnos una falla en el entramado social o en el desarrollo personal de alguien, nos hablan de una sociedad que al mismo tiempo que censura la violencia, la estimula y la premia.  Dice oponerse a que una persona mate a otra al mismo tiempo que crea y sostiene guerras, que sostiene la desigualdad social que condena a millones de humanos al hambre, que no abastece de medicamentos a quienes lo solicitan, en definitiva, que genera muertes.



Actualmente en Estados Unidos se discute si se debe prohibir la tenencia de armas de asalto, o sea que la cuestión no pasa por todas las armas sino por aquellas de más peligrosidad. Esto es poner el tema  en otro lado, dónde no está. Las armas son un medio, son solamente un trozo de metal, somos las personas las que las usamos, las que no tenemos límites o que llevamos nuestra frustración  e insatisfacción a las balas con las que suponemos la eliminaremos. Convertimos a esos niños, a esos hombres y mujeres desconocidos, en objetos de nuestro 
odio, de nuestro malestar, y los matamos, como también matamos a esos enemigos de otros países, a esos otros que suponemos vienen a destruirnos o a obstaculizar nuestros siempre mejores planes. También ellos representan esa parte de la sociedad que nos dañó y disparamos contra ellos como un modo fantasioso de terminar con la sociedad opresiva,  incapaz de tener en cuenta a los humanos que somos, una sociedad genocida porque en cada guerra se manda a la muerte a miles de nuestros compañeros de ruta, porque en el consumo se agota la energía de las gente, porque con la comida chatarra, los agrotóxicos, la minería contaminante, las drogas, la explotación, la trata de personas y la prostitución, el materialismo sin fin ni objetivo, con todo esto y muchas otras cosas, se violenta a la humanidad, se deja sin sentido nuestro paso por la tierra, se nos impide desarrollar y vivir lo mejor que tenemos.

Esta aparente libertad de elección, de poder consumir aquello que nuestra economía nos permita, de ingerir o hacer aún lo que nos hace daño, de pagar y pagar y pagar, es la forma más sutil de la esclavitud, del sometimiento, de la destrucción de la libertad misma.


Estos comentarios no tendrían ningún sentido si no nos hacen pensar, porque todo esto sucede allá, en el norte, pero también acá, cerca de nosotros. Recordemos que hace poco, en la provincia de Buenos Aires un empleado mató a balazos a los dos dueños de la firma en que trabajaba y a un compañero, y tras prender fuego unas oficinas se suicidó, o la masacre escolar de Carmen de Patagones dónde un alumno disparó contra sus compañeros de aula provocando tres muertos y cinco heridos.  Recordemos también que aunque de otro estilo,  tenemos en nuestro haber los atentados a la Amia y a la Embajada de Israel, los asesinatos de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán, por no decir los horrores cometidos durante la dictadura militar, estos son solamente unos pocos casos.

Esto nos debe ayudar a elaborar un claro rechazo a cualquier tipo de violencia, los humanos no somos descartables si no servimos a los proyectos de alguien, debemos comprender que la vida es realmente lo único nuestro hasta el final, y que no es material renovable, una vez rota ya no tiene reparación.





























La mayoría de las IMAGENES han sido tomadas desde la web, si algún autor no está de acuerdo en que aparezcan por favor enviar un correo a  alberto.b.ilieff@gmail.com y serán retiradas inmediatamente. Muchas gracias por la comprensión.
 






jueves, 27 de diciembre de 2012

34 - Límites



34
Límites


En Estados Unidos,  un tirador de 20 años ingresa a una escuela y mata 20 chicos y 7 adultos, entre ellos a su propia madre.  Este fenómeno que se repite cada vez más seguido, y no solamente allá, en el norte, llamó mi atención. Este evento tan desmesurado, tan ilógico y desproporcionado inmediatamente me hizo pensar en los límites y en la violencia, de eso vamos a hablar hoy.

¿Cómo es que estos asesinatos me trajeron a este tema?
Es así porque indudablemente es un acto de extrema violencia, y la violencia siempre es un límite que no existe o en todo caso que esta tan corrido que no me frena, que no me impide avanzar sobre la vida, sobre la integridad de otras personas.


Chile- represión a estudiantes


 La violencia, como cualquier otra conducta humana, es parte de la cultura y por lo tanto aprendida. Cuando digo aprendida significa que sobre la capacidad innata que todos tenemos de defendernos, de tener conductas agresivas para llegar a modificar el medio –para cortar un árbol, para matar para comer, para pescar, para el cirujano durante una operación-  se requiere capacidad de agresión.  Estas conductas son modeladas por la familia y por la sociedad mediante permisos, incentivos o límites que van fijando el carácter de cada persona y también de cada pueblo. Por esto un niño criado en un entorno violento es muy probable que también sea violento, del mismo modo podemos hablar de  barrios más o menos violentos o peligrosos, de pueblos pacíficos o agresivos.



Guernica, día después del bombardeo



Al violento se le enseñó a usar esta fuerza, esta capacidad como modo de resolver conflictos con otras personas o con él mismo, como modo de someter para obtener lo que quiere o para imponer sus ideas.

Vivir en comunidad siempre implica el interjuego entre  permisos y prohibiciones, a este punto siempre difuso, nunca estable, es a lo que llamamos límites.
Los límites, así  como las prohibiciones, tienen muy mala publicidad, son los malos de nuestras películas personales, los aguafiestas que vienen a cortar nuestras alegrías y placeres. Mientras que la libertad aparece como el dios a alcanzar, las prohibiciones, los límites, son como el demonio que nos aleja del paraíso.
Esto es parte de la ilusión de las palabras, que nos muestran como cosas diferentes, separadas, inconciliables, lo que en realidad es una misma situación vista desde ángulos distintos.
Solamente podemos saber qué es la luz porque existe la oscuridad, el pez que jamás sale del agua, que esta rodeado por todas partes por ella, que come y se mueve y reproduce y respira en y por el agua, no tiene conciencia de ella. Solamente podemos hablar de libertad si hay una no libertad, una zona que la limita, una restricción. Si no existiera tal zona, tampoco habría libertad. Es más, podemos decir que los límites y la libertad se crean y sostienen mutuamente.



Los límites conforman la realidad, la forman, la separan, la dividen y por eso podemos operar y vivir en ella. Los psicólogos sabemos que son indispensables para un desarrollo armónico, que es la diferencia entre la locura y la neurosis o esto que llamamos normalidad. Sabemos que el niño debe aprender a frustrarse, a no cumplir todo lo que quiere y cuando lo quiere y al modo como él lo quiere. Las rabietas infantiles son modos por los que se resiste a eso, por los que trata de manipular a los adultos para que le den lo que quiere. Si por desgracia el niño esta en un medio permisivo al punto de favorecerle la satisfacción de sus deseos más mínimos impidiéndole así ejercitar su capacidad de frustración, de autolimitación, es muy probable que se convierta en un adulto sumamente egoísta, incapaz de empatía, de reconocer el dolor y las necesidades de otro, centrado únicamente en sus caprichos y convencido de que el mundo debe permitirle cumplirlos. En general son personas muy violentas porque no pueden soportar un “no”, un límite, no obtener lo que quieren y reaccionan atacando al mundo, porque se siente atacados por él, imaginan que el mundo les impide ser felices, sin darse cuenta que es su propia falta de autolimitación, de autocontención lo que los daña. Esto es algo que se puede hallar en la base de las adicciones.




Donde miremos encontraremos límites, lo que implica, diferencias.
Por ejemplo, las palabras son limitaciones que nos imponemos y aceptamos, son limitaciones de significado, por eso mismo permiten que podamos compartir por ejemplo este tema. Si cada palabra fuera tan libre que pudiera significar todo, cualquier cosa, ninguna, no sería comunicación, sino solamente un lenguaje personal, como puede ser la lengua que algunos psicóticos inventan para sí, solamente ellos la entienden.

Los límites son parte del vivir, no solamente un hecho social. La piel es un límite que al mismo tiempo que me separa me une al mundo, es una funda elástica que contiene mi sangre, mis órganos, y da forma a mi cuerpo; el dolor  marca un límite, hasta donde puedo y es conveniente llegar, y me preserva indicándome qué es lo que me daña, a qué parte de mi cuerpo tengo que prestar atención, qué no anda bien.
Mis párpados al separarme de la luz externa me permiten dormir,  mi boca al cerrarse me protege de lo que puede ingresar a mi cuerpo. 


Libertad. Stinckwich


Siempre estamos jugando con esta línea, con la frontera, algunas veces aceptándola e imponiéndola a otras personas, otras, transgrediéndola. Una conducta u otra siempre originan consecuencia, no siempre sabemos cuáles, por ejemplo transgredir puede llevarnos a actos creativos, innovadores, a incorporar nuevas experiencias a nuestras vidas o a dañarnos a nosotros mismos y a otros. 

El violento raramente se reconoce como tal, y si lo hace, también se da razones suficientes, motivos de sobra  para justificar y sostener su modo de actuar. ¡Es increíble la lista de causas que podemos darnos los humanos para quedarnos muy tranquilos con nuestras conciencias!
Esto que digo en función de los simples mortales que somos, también o sobre todo es muy claro en los gobiernos: ellos guardan para sí lo que llaman el “ejercicio legítimo de la violencia” a través de sus militares, sus policías, sus gendarmes. Ellos mediante sus guerras nos muestran ese camino como modelo, se puede matar, se puede violar, se puede destruir y ser impune, hasta incluso recibir una medalla.
No olvidaré, y me prometo releerlo en cuanto pueda, ese magnífico libro que es “Crimen y castigo” del escritor ruso Fiodor  Dostoievski. Precisamente este es el tema que plantea, por qué algunos pueden y hasta tienen derecho de ser violentos, qué pasa en el interior de quien llega a matar a otros.

Esta sociedad ambivalente, contradictoria, ha dejado su huella en nuestro interior, por eso somos capaces de ser santos o demonios, constructores o destructores. La diferencia es una cuestión de límites, de hasta dónde nos permitimos llegar, y acá juega un papel muy importante la empatía, el reconocer a los otros seres humanos como vivientes o sea personas con sueños, sentimientos, deseos, amores y dolores.
Es reconocer aquello tan repetido del prójimo,  del hermano, de alguien a mi imagen y semejanza.
La violencia es posible porque este espejo esta roto, el prójimo pasa a ser aquello que esta para mi uso, para obtener lo que deseo, para mi satisfacción o es un obstáculo para obtener lo que deseo.
Cuando ese otro existe como una persona, como algo diverso a mí mismo, como un prójimo, se convierte en un límite. No porque quiera o se esfuerce en serlo, sino porque su simple existencia,  me esta mostrando que fuera de mí existe un universo que tiene su propio camino. Me indica que mis sentimientos, mis ideales, mis metas, mis deseos, no son los únicos, ni siquiera lo más importantes.




Quizá  este es uno de los motivos por los que nuestros antepasados contruyeron a los dioses, porque cuando nos enfrentamos a algo que nos trasciende y no podemos controlar, algo inasible, a lo infinito, es entonces que podemos dimensionarnos, podemos tomar conciencia de nuestra pequeñez y de que somos una chispa en la larga noche de los tiempos.
El oscuro cielo estrellado, la lejana vía láctea, en algún momento, cuando se los podía ver, también nos conducían a esta reflexión.


La mayoría de las IMAGENES han sido tomadas desde la web, si algún autor no está de acuerdo en que aparezcan por favor enviar un correo a  alberto.b.ilieff@gmail.com y serán retiradas inmediatamente. Muchas gracias por la comprensión.





miércoles, 26 de diciembre de 2012

33 - Nada personal



33
Nada personal



Nada personal
Soda Stereo

Comunicación sin emoción
una voz en off con expresión deforme
busco algo que me saque este mareo
busco calor en esa imagen de video
Nada, nada personal
nada, nada personal
Ella no puede pensar, esta aburrida
de tanto simular cayó dormida
busco en tv algún mensaje entre líneas
busco alguien que sacuda mi cabeza
y no encuentro nada, nada
Nada personal
nada, nada personal
nada especial
Sinceramente
sería tan bueno tocarte
pero es inútil, tu cuerpo es de látex
y no siento nada
Nada personal
nada, nada personal

Recuerdo haber leído en un libro de historia un párrafo en que alguien se quejaba de que la juventud había perdido las tradiciones y valores y añoraba una época anterior en que al parecer todo era distinto y mejor. Ese párrafo había sido escrito en Egipto muchísimo antes de la era cristiana. Los adultos siempre nos quejamos de las costumbres de los jóvenes y añoramos algún momento de nuestro pasado que adornamos y convertimos en ejemplar.
Yo no puedo decir cómo fue antes, ni siquiera estoy seguro de poder contarles cómo fue mi adolescencia y juventud porque solamente puedo verlas desde mi subjetividad, desde mis dolores, alegrías y frustraciones.
De todos modos, sí puedo decirles que no creo que haya sido mucho mejor,  sí que fue distinta, eso seguro. Era otro mundo, la sociedad muy distinta, hasta las palabras que se usaban eran otras. El mundo de mi niñez y adolescencia era muy estable, dios era dios, los buenos nosotros, la historia era la misma que habían aprendido nuestros padres, Sarmiento nunca faltó a la escuela, los españoles habían traído la cultura a América, el sexo era entre hombre y mujer y la máxima meta era tener hijos que algún día cuidarían de nosotros. Las mujeres se casaban a los veintiun años y los hombres ya eran adultos a los veinticinco.
Aunque sean tan cercanas en el tiempo, aquella época y esta, son tan diferentes que es inútil tratar de compararlas, porque los criterios para cada uno de estos momentos son también distintos; yo mismo en uno y otro momento soy otra persona. El recuerdo, la memoria, me hace creer que hay una continuidad, que soy el mismo, pero no es así, al tiempo que el mundo cambiaba yo también lo hacía, me iba rompiendo para reconstruirme.




Los vecinos eran esos conocidos, que tenían nombre, y costumbres a las que muchas veces mi familia criticaba, a los que también dábamos una mano si la necesitaban o ellos nos la brindaban a nosotros, eran los chicos de la cuadra, la vereda nuestro patio de juegos. Las relaciones eran pocas, porque cada casa se relacionaba con alguna otra, no con todas las de la cuadra, y después también estaban los familiares. Eran vínculos muy pautados, y se le daba mucha importancia a eso que llamaban “respeto”, según las edades, según el grado familiar ya fueran abuelos, tíos, o primos. Estas pautas no impedían o quizá también eran la causa, de que circularan amores y odios, envidias y rencores, deseos y culpas.
Las fiestas de fin de año, requisito obligatorio de cumplimiento estricto, en que las familias se reunían y los vecinos abrían sus casas eran los momentos propicios para los recuerdos, para los reencuentros, y los estallidos, siempre por algún motivo una palabra se unía a otra y lo que con tanto cuidado se había contenido durante el año saltaba de la peor manera y delante de todos.  
Las familias, las relaciones, son precisamente este circular de sentimientos muchas veces opuestos, de ideas aceptadas o repudiadas, pasiones que van construyendo la trama.
No puedo decir si entonces eran más fuertes o más profundos que ahora, lo que sí puedo reconocer es que, una vez más, todo ha cambiado. Seguramente eran distintos porque nosotros éramos distintos.

Lo que me motivó a contarles esto es un tema de Soda Stereo, “Nada personal”. Este es un ejemplo de pensamiento popular. Muchas veces lo popular se lo banaliza, se lo convierte en empanadas y vino y se olvida que hay pensamiento, hay reflexión y también poesía. La música, las canciones, son un reservorio de toda esta producción.

Comunicación sin emoción
una voz en off con expresión deforme
busco algo que me saque este mareo
busco calor en esa imagen de video

Hemos construido un mundo deshilvanado en el que la emoción, cuando aparece, es simple superficialidad  como esos contactos que llamamos comunicación y que terminan dejándonos vacíos, solos.
Búsqueda condenada a vagar sin sentido porque la imagen de video no nos puede dar calor.





 busco en tv algún mensaje entre líneas
busco alguien que sacuda mi cabeza
y no encuentro nada, nada





El deseo vital, no importa como lo llamemos: ganas de vivir, de ser felices, de crecer, de expresarnos, de bailar o cantar, sigue acá, dentro nuestro, y quisiéramos hallar en este mundo de aparatos algún mensaje entre líneas, alguna idea, una creencia, o hasta puede ser un profeta, algo que nos sacuda la cabeza y nos despierte, algo que empuje a ese deseo vital. Mientras tanto, mil mensajes nos llegan para distraernos, para hacernos creer que somos activos y nos expresamos y comunicamos porque mandamos mensajes telefónicos, o por facebook o por twitter. Los adolescentes se alegran porque tienen cientos de “amigos” en sus páginas, a los que no conocen ni conocerán nunca. Entretenimientos para que no podamos llegar a ese deseo vital porque es ahí donde está lo personal, el sujeto capaz de romper las limitaciones.

 

sería tan bueno tocarte
pero es inútil, tu cuerpo es de látex
y no siento nada


Las costumbres, la rutina, el aburrimiento de las horas de trabajo, de los malos viajes, vivir un largo tedio para que llegue el viernes y luego fin de mes y luego fin de año y de nuevo el viernes hasta que un día amanecemos dándonos cuenta que  hemos gastado la oportunidad y ya estamos viejos y cansados. Tener hijos, nietos, el fútbol de cualquier día de la semana, los escándalos televisivos, hasta el alcohol o las drogas, nos atan a esta rutina de muerte al mismo tiempo que nos entretienen y nos dan algo de fuerza para seguir atados, no nos dejan pensar porque pensar sería darnos cuenta de todo esto.
Hemos creado un mundo de látex, de plástico, y por más que se lo toque, no tiene calor, no tiene sensibilidad, y terminamos no sintiendo nada.



Entre tantas noticias, votaciones, cambio climático, guerras, gobiernos corruptos, santos perdidos, nada personal, como las sonrisas de las recepcionistas o de las modelos en las fotografías, simples dibujos sin alegría, fingiendo vivir, nada personal nada personal. Nosotros mismos convertidos en látex, plástico capaz de moverse por sí mismo.


Soda Stereo dice “no siento nada”, pero sí, sentimos frustración, o la depresión que nos viene a decir que algo anda muy mal en nuestra existencia, pero, como buenos seres plásticos,  lo único que nos atrevemos a hacer es ir al médico y tomar pastillas, o es la bronca que estalla en cualquier momento y contra cualquiera, o estas fantasías del fin del mundo que en realidad nos hablan de nuestro deseo de que por fin termine este mundo insensible, en el que todos, todos los días nos levantamos, lavamos la cara, salimos a hacer lo que debemos, marchamos, sonreímos cuando hay que sonreír, tenemos amores desamores odios culpas, marchamos, marchamos, y nada es personal.

Quizá solamente el perfume de una flor pueda despertarnos. 
































La mayoría de las IMAGENES han sido tomadas desde la web, si algún autor no está de acuerdo en que aparezcan por favor enviar un correo a  alberto.b.ilieff@gmail.com y serán retiradas inmediatamente. Muchas gracias por la comprensión.