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Líderes
En nuestro encuentro de hoy vamos a ver unos ejemplos que
nos ayudarán a comprender como funciona la ideología.
En mi niñez reiteradamente escuchaba ponderar a los “self
man made”, a los hombres que se hicieron a sí mismos, frase que era acompañada
casi indefectiblemente con un mismo ejemplo: Onassis, aquel joven que vendía
cigarros en el puerto de Buenos Aires y que luego llegó a ser uno de los
hombres más ricos del mundo. Esto parece una trivialidad pero no lo es en
absoluto, todo lo contrario, era una estrategia que fijaba en la mente de todos
el estereotipo que representaba a la ideología: en el capitalismo mediante el
propio esfuerzo y trabajo, cualquiera puede progresar. Lo que no nos decían era
cómo, por cuáles medios el sr Onassis
había logrado tal fortuna. Esta frase era acompañada por otra que indicaba que
en la democracia cualquiera puede llegar a ser presidente. No era necesario
decir nada más, ya estaba implicado el progreso, el desarrollo personal, el
trabajo, la competitividad, el poder, lo social desaparecía, era todo una
cuestión de esfuerzo y voluntad individuales y si no se llegaba a ser rico o
presidente era simple culpa del individuo, no se había aplicado, sacrificado,
esforzado lo suficiente. Era también la
época en que se hablaba del peligro amarillo y del demonio ruso, o sea de todos
aquellos que no eran democráticos y capitalistas y que por lo tanto eran malas
personas, feroces, capaces de destruir nuestra civilización. Al final resultó
que la bomba atómica, el napalm, la guerra bateriológica, los gases, y más
actualmente los aviones no tripulados, las invasiones, Guantánamo, son
productos netamente occidentales. Lo interesante es que tanto de un lado como
del otro lo que aparecía en primer plano siempre era la personalidad, el que
estaba al mando, el líder, podía haber antagonismo feroz, pero en este esquema
no lo había.
La idea del self man made esta directamente relacionada con
un mito que no solo es de nuestra sociedad sino que viene de la historia, el
mito del héroe. En diferentes tiempos y culturas existen leyendas que nos
hablan de estos sujetos, hombre, dioses, que debieron enfrentar una serie de
infortunios hasta llegar a lo más alto y ahí consagrarse. Onassis, y muchísimos
otros, eran los héroes del capitalismo, los que nacidos pobres, con gran
esfuerzo, lucha, capacidad de sacrificio, de renuncia, y con una inteligencia
clara, se propusieron metas y las alcanzaron.
Los héroes de nuestra cultura al mismo tiempo que son
impuestos como modelos son usados para culpabilizar a quienes someten a su
poder, sean estas personas, empresas menores o países, pues si el líder, si el
país desarrollado, desde abajo ha logrado encumbrarse es porque han hecho las
cosas bien, si los demás no lo lograron, es porque las han hecho mal. Esta es
la crítica constante que desde el primer mundo o desarrollado se hace al tercer
mundo o como ahora se lo llama, en vías de desarrollo. Una vez más, como con
Onassis, no se dice el cómo, se oculta que los países pobres, así como las
personas pobres, no lo son por gusto, porque son “vagos” sino porque es el
papel que el capitalismo les ha asignado. El sur, los pobres, somos pobres
porque constantemente estamos girando la riqueza que producimos hacia el norte,
hacia los ricos, como el votante que da su poder al político que luego quizá
ordene su represión o lo siga hambreando.
Mahatma Gandhi |
No importa que estos personajes, los líderes, sean de carne
y hueso o surgidos de la imaginación (en realidad en todos los casos son
producto de la imaginación) son estrategias de poder, son modelos que se
implantan para ser acatados. Si bien ahora esto lo relaciono con el
capitalismo, vale también para otras sociedades con otros sistemas porque, como
dije, es una estrategia más de poder.
Cuando hallamos la figura del líder sabemos que estamos en
una sociedad estratificada jerárquicamente, y no importa que se hable de
democracia, de ser iguales, de horizontalidad, porque la presencia de estos
roles sociales nos está mostrando otra cosa.
Napoleón Bonaparte |
El capitalismo no puede ser de otra manera, no puede dejar
de generar líderes o héroes o dioses
porque necesita de jefes capaces de inspirar y dirigir a los obreros para que
siembren, cosechen y recojan la riqueza y la entreguen a quienes no la
produjeron y se vayan contentos a sus casas con la conciencia tranquila de
haber hecho lo que debían, llevar una vida ordenada con su familia, procrear
y recuperar fuerzas para mañana volver a
la rueda. Son quienes desde las alturas nos dicen que es lo correcto, quienes
los amigos y enemigos.
Juan 23 |
En el caso de los seres que no son de leyenda sino de carne
y hueso, significa el culto a la personalidad, al líder, a quién se supone lo
más acabado, lo mejor, quien encarna la doctrina, la empresa, el ideal, el
proyecto, quien es el o la visionaria capaz de guiar a los demás pobres
mortales, que no tuvimos esa capacidad de lucha, a un mundo mejor. Todos los
próceres, todas las figuras políticas que son colocadas en el pedestal, los
figurones de la historia, todos cumplen esta función, son encarnaciones de la
ideología dominante. Y esta
ideología también implica negar lo social, lo
colectivo. Tomemos como ejemplo
lejano para no promover enconos partidarios, la
figura de Napoleón. Según la
historia fue a la guerra, conquistó países, fue
derrotado, y pareciera que todo lo hizo solo, que no tuvo un pueblo detrás,
hombres que quizá sin saber por qué, sin interés, terminaron muriendo o
mutilados en las batallas, de esos no sabemos
ni los nombres y poco importa
porque son multitud, lo que debe quedar claro, tener imágenes, estatuas, su
nombre en escuelas o estaciones o lo que fuere, es el líder, la encarnación de
la ideología, la figura del mensaje que debe quedarle claro a todos.
Y lo que
dijimos para Napoleón vale también para cada uno, cada una de nosotros, aún
para los genios. Siempre los demás están presentes, siempre el colectivo, la
cultura están en el fondo de todas nuestras acciones y logros, el mayor de
todos que es la palabra, oral y escrita, es una creación colectiva, el trabajo
de millones de personas a través de los tiempos, no podría decirles esto,
escribirlo, y uds. recibirlo, ni siquiera podríamos pensar, sin todo ese
trabajo de todos esos desconocidos. No existe el hombre que se hace a sí mismo,
no existe el individuo que puede valerse por sí solo, que tiene las respuestas,
que es el conductor “nato”.
No importa que lo que se diga sea de derecha, centro o
izquierda, siempre que está presente el culto a la personalidad debemos pensar
que en el fondo se trata de una ideología conservadora, una acción política que
deja al pueblo de lado.
Eva Duarte de Perón |
El capitalismo evita lo colectivo, su lema es netamente
individualista, por eso la necesidad del líder,
teme a que el pueblo se eduque, piense, se congregue entre pares y
comparta, porque de todo eso puede salir la claridad, puede darse cuenta de su
real papel en la sociedad. El colectivo no debe tomar conciencia de sí, no debe
saber que el poder es suyo y que su unión hace tambalear poderes. Al contrario,
debe someterse y agradecer al líder que siendo “tan superior” acepta guiarlos,
que los ama como una madre y sufre por ellos. Es la idea del pastor y las
ovejas, del superior y los inferiores, de dios y sus creaturas. Los gobiernos
necesitan de seguidores “militantes” incapaces de pensamiento propio, pero sí
rápidos para la obediencia y a un pueblo tranquilo, con la tonta felicidad que
les da la dependencia, aún la drogadependencia, el fútbol y la birra. Sí pese a todo esto, la gente se reúne y
piensa y comienza a actuar, el poder tiene varias estrategias, ahora se me
ocurren dos: una de ellas es que el mismo capitalismo tome para sí esas
reuniones, las capte, y les de una
organización, una forma, que por supuesto debe ser jerárquica y repetir en lo
chico lo mismo que en lo grande, y a partir de ahí dirija y aborte la unión, y
los lleve por el camino del orden, es lo que ha sucedido con los sindicatos. Esta
es la causa por la que molesta tanto las reacciones populares espontáneas, que
no obedecen a organizaciones reconocidas, que tienen variados motivos de
protesta; la reacción inmediata es desacreditarlas y luego buscar encausarlas
en uno o más partidos políticos, porque se sabe que de ese modo se las capta,
se les quita lo más vital y se las vuelve parte del sistema.
Si esto no da resultado, esta la llamada “violencia legal”
que va desde leyes como puede ser la ley antiterrorista, el espionaje a los
activistas sociales, recordemos el Proyecto X,
hasta el uso directo de la policía o gendarmería para la represión lisa
y llana.
Mafalda. Quino |
La representación
política, aquello de que el pueblo no gobierna directamente sino a través de
sus representantes, es parte de este mismo esquema. Es estúpido creer que un
individuo puede ser la voz de miles cuando ni siquiera los conoce y cuando ha
hecho toda una carrera para separarse, diferenciarse de ellos. Sus palabras
mismas descubren el juego cuando se llaman a sí mismos “dirigentes”, porque en
la práctica esa es la función. No pueden representar porque están muy ocupados
en dirigir, en llevar hacia el lugar que ellos hay decidido. Para esta ideología
el pueblo no puede gobernar, no puede decidir, no sabe, los necesita a ellos.
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