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Dignidad
Un tema que ya
en mi charla anterior nombre y que me parece importante retomar es el de la
dignidad el que está en la misma raíz de los Derechos Humanos.
Es muy común escuchar hablar, entre otras cosas, de una casa digna, vida digna, trabajo digno.
Lo que
implica un uso abusivo de este concepto y que termina por desvirtuarlo y
quitarle toda la fuerza y profundidad que tiene, dejándolo como un adjetivo
entre tantos. De este modo, y no es casual, ya veremos por qué, se le quita
toda la motivación de cambio, de transformación, que encierra.
Una nota al pasar, recién hablé de “trabajo digno”, y
en esta época en que los significados parecen rematarse al mejor postor o para
que los tome a quién les viene bien, lo mismo ocurre con aquello a lo que llamamos
“trabajo”. Pareciera que si una actividad produce dinero y este puede ser usado
para el propio sostenimiento o el del grupo familiar, es suficiente para que encaje dentro de esta categoría. Escucho
decir que tal cosa es un trabajo porque con lo que obtiene le da de comer a sus
hijos. Esto tiene el peligro de que entonces el asesino a sueldo, el vendedor
de drogas, los ladrones, puedan ser calificados como trabajadores. Es notorio
el avance de la matriz económica, de que aquello que produce renta debe ser
aceptado y regulado legalmente en detrimento de otras consideraciones sociales.
También implica el deterioro de la idea de comunidad, así como no se habla ya
de república, o de nación, también se tiende a hacer desaparecer este concepto
con la clara intención de que prevalezca el deindividuo. Pareciera que me he
alejado del tema pero no es así, es otro modo de aproximarme.
El concepto de dignidad tiene una muy larga historia y
dos corrientes principales: la religiosa y la filosófica. Si bien ambas en
muchos puntos son antagónicas, también coinciden en uno, que es lo que a
nosotros nos interesa: la humanidad, el ser humano es únicamente digno. La
dignidad es una señal de distinción, es aquello que hace a la persona humana
diferente de todo el resto de las cosas y los seres, es lo que la diferencia.
Por esto mismo una casa, una comida, no pueden ser dignos o indignos, porque
son cosas.
La dignidad humana está fundamentada para las
religiones judeocristianas en el origen divino de la humanidad, el haber sido
creados por dios a su imagen y semejanza y por haber sido adoptados como hijos
de dios; para la filosofía en la capacidad de podernos separar de nuestra base
instintiva, de razonamiento, de poder ordenar nuestra vida y determinar un
destino, de crear un proyecto y autodeterminarnos. Acá aparece lo que llamamos
libertad. O sea que libertad no es hacer lo que quiero, hacer cualquier cosa.
Desde un punto de vista profundo, libertad es esta capacidad de
autodeterminación, de no estar sometidos, esclavizados a las órdenes de nuestra
materialidad y condiciones.
Por estas razones solamente los humanos podemos ser
llamados dignos, de ahí que sea una equivocación decir, por ejemplo, que el
trabajo “dignifica”.
Nada puede dignificarnos ni quitarnos dignidad porque
solamente basta con haber nacido humano para ya tener este carácter. Por eso
mismo no es necesario hacer o dejar de hacer nada, no puede ser aumentada ni
podemos perderla, es parte de nuestro ser.
Esto significa que no depende de ninguna condición, ni
interna ni externa. Decir que algo “dignifica” sería afirmar que dependemos de
eso, ya sea el trabajo, el dinero o un título. Pensemos lo contrario, si
dependiera de algo externo, podría llegar a pensarse que por ejemplo, el
desocupado, el excluido, o el de tal color de piel, no son dignos.
Somos iguales porque todos tenemos dignidad en igual
cantidad y calidad, eso hace que cada persona sobre la tierra sea mi igual, que
tengamos esto en común. A partir de esta base surge la diversidad, las
diferencias que no hacen mella, que no dañan lo fundante que es la dignidad.
Esto es muy importante tenerlo en cuenta, recordemos lo
que dice el artículo 1ro. de la
Declaración Universal de Derechos Humanos:
“Todos los seres
humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos”.
Esta
igualdad esta dada por la dignidad, por ella todos somos iguales desde nuestro
mismo nacimiento y por eso todos ya tenemos los mismos derechos, del mismo modo
que todos tenemos libertad.
Esto
crea una ética que significa el trato que cada uno, cada una, debe recibir por
ser una persona digna. Es a partir de esto que puedo decir que esa habitación,
que tal tarea, que tal actividad no están a la altura de la dignidad humana,
que no la tienen en cuenta, que no la respetan.
Esta
ética incluye el trato que debo tener con esa otra persona que es mi igual, que
merece mi respeto. Esta ética exige que la misma regla de cuidado que aplico
para mí también la use para el otro, acá rige aquello de no hacerle a los demás
lo que no quiero que me hagan a mí.
Dentro
de esta ética esta la consideración y respeto a la diferencia y a la libertad.
Ya
que la nombre, volvamos unos minutos al tema de la libertad. Ella no implica
hacer lo que quiero, sino que profundamente es la posibilidad que tengo de
elegir en todo momento y de esa manera ir construyendo mi futuro, mi proyecto
de vida. Aunque no me de cuenta, aunque no lo piense a cada momento, siempre
estoy eligiendo, tanto en lo grande como
en lo tan pequeño como puede ser decidir quedarme en la cama cinco minutos más
o no almorzar. Ser libre significa no estar sometido a un instinto ni a ninguna
otra cosa, ni siquiera a mis propias creencias, ellas están ahí porque yo las
he aceptado y colocado sobre mi cabeza. Claro que hay grados de libertad y hay
situaciones en que no existe elección porque no hay distintas posibilidades
superadoras, como si tengo que elegir entre ver a mis hijos con hambre o robar.
Desde una visión simple estaré eligiendo, ya sea por el hambre, ya sea por el
robo, pero desde otro punto de vista no habrá elección porque en cualquier caso
se atenta contra la integridad de la persona, ninguna de las posibles
respuestas es superadora, ninguna me lleva a un mayor grado de desarrollo
personal. Otro ejemplo es el consumismo
en el que la persona es convencida de que esta eligiendo cuando en realidad
esta siendo compelida, casi obligada bajo pena de quedar excluida o quedar
condenada por no poder acceder a eso, que según repite la publicidad, la hará
por siempre feliz.
Si
la libertad no esta profundamente enraizada en la dignidad será solamente una
palabra, un modo de disimular a otra esclavitud.
El
consumismo, las situaciones en que la posibilidad de elección desaparece, y los
mil mecanismos sociales sutiles y no tanto, que nos fuerzan a seguir atados al
yugo de la mansedumbre, del cumplimiento, del seguir por el mismo camino, de
poner nuevamente la espalda y el cuerpo, todo esto nos quita la capacidad de
autonomía, de decidir por nosotros mismos. Y este es un punto central de la
dignidad, toda persona es su propio fin,
su propio proyecto, no puede ser tomada como un fin para un gobierno, para una
empresa, para una organización o para una religión.
Como
habrán notado repito la palabra “persona” y esto es para que no olvidemos que
lo somos en todo momento, y que eso implica que no estamos en el mundo para uso
de nada ni de nadie, por más elevado que eso sea, siempre estamos para nosotros
mismos. Cada vez que alguien me usa, cada vez que soy tomado como un objeto, cada vez que me dejan de lado como persona,
como ser que piensa, siente, que tiene un cuerpo sensible, una historia y
deseos y sueños y un futuro, están faltando a mi dignidad y me están dañando en
mi integridad.
Los
seres humanos tenemos valor, no precio. Lo que el trabajador vende es su
capacidad, su saber hacer. Evidentemente interviene el cuerpo porque somos
seres corpóreos, no hay manera de dejarlo a un costado, si algún día llegamos a
ser espíritus ya no estaremos en este mundo. El cuerpo interviene porque es la
persona la que participa, mi cuerpo no es algo diferente a mí, mi inteligencia,
mi saber, mi arte, son manifestados con mi cuerpo, pero no es el cuerpo lo que
es pagado, no es la mercadería, el objeto a usar, si fuera así se estaría
faltando totalmente a mi dignidad porque, como dije, las personas no tenemos
precio.
En
estos momentos en el mundo se libra una lucha muy fuerte entre quienes tratan
por todos los medios de imponer la idea de libertad y erradicar la de
dignidad. Este principio
central pretende ser dejado de lado, ser olvidado y considerado anacrónico.
Esto tiene sus motivos interesados pues la dignidad es el único principio que
iguala a todos las/os humano/as y no admite restricciones ni está sometido a
condiciones, basta con haber nacido humano/a.
Una fuerte presión se ejerce para dejar caer en el
olvido, no nombrar a la dignidad y poner en su lugar a la libertad, como si
esta fuera original y no estuviera basada precisamente en aquella.
Ella representa la fraternidad humana, el punto único
de semejanza a partir del cual se puede construir la comunidad, el
entendimiento y la diversidad. Anularla es un intento de llevar al
individualismo a su extremo y avanzar en la destrucción de la idea de
comunidad.
Sabemos que los mismos que pregonan la libertad son
los que cierran las fronteras, los que impiden la migración de aquellos que
buscan un futuro que los libere del hambre y la muerte, son los mismos que
incentivan la xenofobia y el racismo.
¿de qué libertad hablan?
Es la libertad de la oferta y demanda, de los mercados,
del libre tránsito de mercaderías y capitales, de que todo aquello que
proporcione dinero debe ser reconocido y regulado como legal. Estamos hablando
de consideraciones netamente económicas, del endiosamiento de la rentabilidad,
de la ganancia y la acumulación del capital donde la persona humana queda
reducida a mero instrumento para la creación de riqueza, la persona convertida
en mercadería.
No estamos hablando de la libertad de cada uno para
dirigirse hacia su desarrollo más pleno, para elegir su camino de superación y
complementación.
Tengamos presente que si dejamos de lado la idea de
dignidad estaremos dejando caer la igualdad y en definitiva, a los DDHH y
habremos abierto la puerta a mayores arbitrariedades y despotismos.