jueves, 27 de febrero de 2014

93 - Para no ver

93
Para no ver

Todavía las personas me sorprenden y en este caso, no me gustaría que eso sucediera, preferiría que el pensamiento, la capacidad de reflexionar acerca de lo que se dice de manera independiente a las consignas que les son ordenadas, hubiera progresado un poco más.  Me deja paralizado cuando compruebo que no es así, como soy lento en procesar, me tomo algún tiempo para la reacción.

A la sorpresa sigue el desencanto y  entonces me hago cargo de mis ilusiones, de no haber registrado convenientemente el mundo que tengo al alcance de mi mano.

Una vez más compruebo la fuerza, el poder que tienen los mecanismos de aturdimiento, de tapar los ojos y sobre todo de hacernos creer que eso que repetimos es creación nuestra, que ha surgido de nuestras neuronas cuando, para un observador  es claro que ha surgido como una verdad a partir de la mente sometedora.


He escuchado a distintas personas de las que me consta que tienen conciencia social, que tienen un pensamiento político dedicado, que en algún momento de andar histórico se han expuesto, decir con clara intención de que ese tema no sea tocado: “corrupción hay en todo el mundo”. Con el tono de la voz también dicen que es algo que no tiene importancia. Son personas que se autodefinen progresistas y hasta de izquierda y que tienen un amplio discurso por la distribución de la riqueza, la igualdad, llegando al socialismo.
Repiten: “corrupción hay en todo el mundo”
Lo que delata es que esta frase de improviso es dicha por todos, del mismo modo, casi en perfecta sincronía, como si desde un extraño centro telepático les fuera dictada.

La naturalización, el proceso mediante el cual algo perverso comienza a ser tomado como natural, como algo que es así y, como la lluvia, no vale la pena detenerse a cuestionarlo, ya está en acción. Cuando esto lo dicen precisamente aquellos que tienen lectura, que piensan el hacer político, es peligroso, porque son quienes saben que si algo no es natural es justamente la acción política.

Si decir que algo  ocurre en otros lugares es razón suficiente para que se lo deje de lado, tendríamos que aceptar entonces también las violaciones, los homicidios, las guerras;  por qué defender los Derechos Humanos si sabemos que en todos lados son violados.  Esto implica cerrar el pensamiento y por lo tanto la acción pues si no cuestionamos algo no haremos nada para cambiarlo, sino ser cómplices por inacción.

Es como cuando nos dicen “esta es la revolución posible”, “este es el socialismo posible”, lo que implica que aceptemos las cosas como ahora, en este momento son y no pidamos más, no busquemos avanzar hacia el cambio. Son mensajes que nos llevan a la parálisis, al estúpido contento con lo supuestamente logrado, desde todo punto de vista son consignas conservadoras. Su orden: no caminen hacia la utopía.

Lo grave de aceptar la corrupción es que también adormece nuestra moral y terminamos aceptando que algunos pocos se beneficien en detrimento de los muchos, permitimos que el dolor, la angustia y la falta de posibilidades aumente para estos.

El daño que causa la corrupción nos alcanza a todos y sobre todo  la pagan quienes menos tienen. Porque corrupción es sobre facturar obras públicas y entonces en lugar de hacer dos hospitales, se hace uno;  corrupción es no dar la salud y educación porque el dinero disponible se lo hace desaparecer; la muerte en los trenes o el hacinamiento en los colectivos no lo sufren quienes viajan en helicóptero o en coches blindados.










No me interesa comparar si este gobierno, esta empresa,  es más o menos corrupto que otros, ¿para qué sirve comparar, qué cambia de la realidad? Solamente sé que no habrá justicia social si hay corrupción, porque la corrupción rompe toda posibilidad de justicia porque crea diferencias y desigualdad y aumenta la desprotección de los que ya de por sí están desprotegidos. Los empresarios y los funcionarios nunca rinden cuentas, nunca van presos  y jamás se tocan sus fortunas ¿cuál es la justicia social si mientras tanto hay gente que no tiene agua o revuelve la basura buscando cartones o tienen que vivir de planes sociales cada vez más cortos?

La corrupción indica que algo se ha deteriorado, se ha podrido, y ya no es apto para la función que debía desempeñar, la madera corrupta  ya no sostiene. Cuando esto lo aplicamos a un funcionario de gobierno estamos diciendo que el sistema democrático está fallando, está en peligro,  y todos estamos tambaleando porque seguimos dando poder a quien nos esta jugando en contra, a quien nos está haciendo daño. El agua corrupta no es fuente de vida sino de enfermedad.

Extraño síndrome de Estocolmo de los pueblos que aún siendo golpeados, torturados, hambreados, reprimidos y encarcelados, siguen apoyando y hasta justificando a sus agresores.
La corrupción necesariamente va de la mano de la impunidad. Quienes están en los cargos para su propio beneficio, para enriquecerse a costa de escuálidas jubilaciones o topes salariales, de negocios tramposos, tienen el poder suficiente y el dinero para comprar voluntades para cubrir sus pasos, para asegurarse que mañana no serán juzgados siquiera y que sus fortunas no serán tocadas. ¿necesito hacer nombres?  la corrupción y la impunidad son tan claras y a la vista que todos podemos hacer una larga lista.

Hablan de trata de personas, hablan de narcotráfico, de consumo de drogas, de trabajo en negro, como si ellos no tuvieran nada que ver en estos asuntos, como si los gobiernos no participaran activamente, porque es muy claro, sin esta participación ninguno de estos delitos podría llevarse a cabo, todos necesitan de la complicidad de funcionarios de todo tipo.

De improviso dicen que Argentina es país de tránsito, consumo y producción de droga. ¿cuál es la novedad? Basta andar por las calles, leer los diarios, para saber todo esto, hace ya bastante los que andamos a pié lo sabemos. Como tampoco es novedad que hace años que los sicarios matan personas, que los cárteles están  acá y que todo esto no podría suceder si desde las gobernaciones, desde las casas de gobierno, desde las jefaturas, desde los estrados tribunalicios,  no jugaran a los monos sabios: no escuchar, no ver, no hablar a cambio de……





Esto es corrupción, esto es impunidad, y esto es enfermedad, dolor y muerte.






Entonces, cuando me dicen “corrupción hay en todo el mundo”  me sorprendo y me paralizo, es difícil entender que se reniegue de la razón, que se caiga en el más absoluto individualismo además con la tonta premisa de que esos males a mí y a mi familia nunca nos tocarán.

No entiendo  siquiera la lógica egoísta de quienes dicen esto, porque luego son los mismos que se quejan de la inseguridad, de los robos, los homicidios, son los mismos que dicen defender los Derechos Humanos  y convalidando la corrupción están otorgando pase libre a la tortura, a la coima, a la prostitución y a todo lo que ellos mismos dicen rechazar.

La corrupción que es el otro nombre de la deshonestidad, del individualismo, no tiene banderas ni siquiera sistemas políticos, tanto se da en las monarquías como en las democracias, en las derechos como en las izquierdas, porque se prioriza la salida individual, la del propio clan y se deja totalmente de lado lo comunitario. Esto es lo que hace a los corruptos peligrosos, porque en su accionar no hay un programa, un proyecto social, aunque eso digan, lo que hay es solamente su afán.

La experiencia de los años ha hecho que cada sistema de gobierno busque crear anticuerpos, formas de control, de supervisión que si bien no pueden evitar el mal sí pueden contenerlo, detectarlo en nacimiento y actuar. Esto es muy importante porque la corrupción en los gobiernos pone en peligro el equilibrio en la sociedad. Si esta ruptura del equilibrio tuviera como destino una modificación superadora de las situaciones, sería bienvenido, pero no es el caso.

Existe una memoria, una moral social que aunque los mecanismos de estupidización, de negación de la realidad, de distorsión, se hallan en pleno funcionamiento, esa moral social será la que permitirá reaccionar. Solamente el pueblo, quienes son agredidos, atacados, engañados para ser usados, son quienes pueden poner freno.



Luis Franco
Canción de los niños con hambre
(Fragmento)

¿Que aún se ignore que el hambre es
peor que todos los inviernos?
Se me saltan los ojos
y los pulsos, ebrios.
Mi rebelión aúlla oscura
más que en la nieve lobo hambriento.
Cantaré como los piratas
pulsando con el viento
y el alma desterrada
el cordaje velero.

Que ignoréis lo demás no importa:

hay niños con hambre, sabedlo.
Niños que lloran
con llanto de hombre, oh cielos.

Para que ocurra,
sabedlo,
que el sanhedrín de mercaderes
que regentea el mundo entero,
y los que guardan sus espaldas,
esté contento, estén contentos...
(por la hidrografía,
ay, del llanto ajeno,
navega la flota
de los monederos)
el mundo, el mundo se contempla,
ved, de sí mismo prisionero,
de su propia dureza, digo,
igual que un río de sus hielos.

Y tiene que haber y hayle,
es cierto,
río de hormigas, cordilleras
de falsía y desprecio
(palomas empollando
huevos de víbora estoy viendo)
y tan profunda erudición
de desencanto y sufrimiento,
y tantos rincones del alma
con telarañas y murciélagos,
y Jobes vestidos de lepra
sin más báculo que el lamento,
y golpes de tos o de sangre
en que alienta todo el infierno
como en ola de tempestad
todo el océano.

¿Infierno? No,
que no hay infierno:
hay corazones congelados.
Eso es todo, sabedlo.

Gentes que hablan con palabras
más encendidas que los besos
justamente cuando se miran
con ojos de témpano.
Oh, todo eso,
en tanto discuten el mundo
diplomáticos y barberos,
y las ganancias de los rábulas
como tumores van creciendo,
y doquier hay niños con hambre,
o muertos de hambre ya, creedlo,
y hay que los ángeles del hombre
(los tiene el hombre aún, no miento)
tapan sus ojos con sus alas
para no ver, para no verlos.










La mayoría de las IMAGENES han sido tomadas desde la web, si algún autor no está de acuerdo en que aparezcan por favor enviar un correo a  alberto.b.ilieff@gmail.com y serán retiradas inmediatamente. Muchas gracias por la comprensión.

Se puede disponer de las notas publicadas siempre y cuando se cite al autor/a y la fuente.







sábado, 15 de febrero de 2014

92 - Hojas al pasar

Salvador Dalí

92
Hojas al pasar


Siguiendo mi costumbre de dejarme llevar por mis propios vientos y con un destino apenas entrevisto, hoy buscaremos otras palabras cercanas a la belleza pero no olvidadas del compromiso.
Será como un descanso merecido,  esos que se disfrutan con una sonrisa.
Nos dedicaremos a textos sueltos, sin buscar coherencia y si alguna resulta, será por puro efecto del caos.

Jorge Debravo escribió esta poesía que les dejo: No te ofrezco la paz, hermano hombre



“No te ofrezco la paz, hermano hombre,
porque la paz no es una medalla:
la paz es una tierra esclavizada
y tenemos que ir a liberarla.
Yo te pido el amor y la ternura,
el músculo, los gritos y las garras,
la agilidad del pie, el fuego del canto,
la hoguera del deseo y la mirada.
Pertrechado con luz, con alegría,
con sueños, cuerpos y almas,
saldremos a tomar la paz a golpes
aunque tengamos que despedazarla.”




Esto me hace acordar a aquello de “tomar el cielo por asalto”, la acción decidida y jugada del que no espera ni ruega ni hace ofrendas sino que trepa murallas, derriba puertas, grita todo lo que hay que gritar. No será la joven decorosa que ante el deseo baja la mirada vergonzosa, ni la perdida en sueños de pañales y cacerolas. Como nos dice Oliverio Girondo en este extracto de Se me importa un pito:

Mujer volando




“No se me importa un pito que las mujeres 
tengan los senos como magnolias o como pasas de higo; 
un cutis de durazno o de papel de lija. 
Le doy una importancia igual a cero, 
al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco 
o con un aliento insecticida. 
Soy perfectamente capaz de soportarles 
una nariz que sacaría el primer premio 
en una exposición de zanahorias; 
¡pero eso sí! -y en esto soy irreductible- no les perdono, 
bajo ningún pretexto, que no sepan volar. ”


Josephine Wall


Volar, tener altura, ser capaz de sostener el hechizo y la fuerza, la que rechaza anonadarse, volverse pequeña y al contrario, levanta sus pechos y es toda presencia.
Seguramente no será la voz de los humildes la que conmueva la tierra. Tampoco la de los esperanzados. Quizá sea esto lo que les quiero expresar en el siguiente texto que nos dice que Cultivemos la Esperanza:

“Cultivemos la esperanza, ella nos permite levantar la cabeza,  deslizar la mirada lejos buscando  el tiempo que todavía no llegó. Nos pone la alegría necesaria para poder seguir con la mochila cargada, aplastante.
Es la promesa de la redención que algún día alcanzaremos, aquel momento feliz de estirar la columna  y abrir las manos.
Bendita esperanza que nos permite tolerar la sed de hoy, esta quemazón dentro del cuerpo, los pies cansados de arrastrar las calles hacia la oficina, y nos  deja este gesto en la cara parecido  una triste mueca que simula una sonrisa.
Bendita esperanza la de los peregrinos del subterráneo, de los andadores de bancos, la de las piernas hinchadas de las vendedoras, del viernes que tarda en llegar y el domingo que ya acabó.
Ella nos dice: esta no es la vida, todavía falta, todavía falta.
Bendita esperanza que nos llevás por el camino de la ilusión que nos desangra.
Bendita esperanza de lo por venir, que no es porvenir sino agonía y lo que llegará vendrá con mortaja.”

La esperanza publicada como una bendición desde tiempos bíblicos, tirada a la multitud desprevenida desde púlpitos y balcones. Alerta primera: palabra dicha por cura, monje, pastor, rabino, imán, mahatma, gurú, brahmán, sacada del libro de las mil frases bonitas de la new age, ¡cuidado! Sospechar, repasarla con la mirada y los oídos como si de voces fantasmales se tratase, buscar sus dobles y triples sentidos, y luego, cuando se la cree inocente, dejarla en cuarentena como se hace con los archivos sospechados de contener virus.
Un párrafo aparte merece la nada, imposible mezclarlo con estas cosas. Bien sabemos  acerca de ella, ya vamos deletreando, con un claro esfuerzo, su falta de nombre, como para que quiera imponernos su ausencia.
Tan apartado debemos colocarlo que, luego, aunque con las uñas demos vuelta toda la tierra, y la arena, no lo hallaremos. Y también sabemos que debemos buscarlo, que no podemos dejarlo olvidado en ningún lado, como cualquier nadería caída, pues en ello se nos va la vida.
Podemos jugar inventándole un nombre y lo llamaremos santo grial, o sabiduría, o paraíso, o pureza, inocencia,  también le podría caber, por ejemplo,  terrible maldad, demonio todopoderoso. No importa cómo lo llamemos, estamos condenados a buscarlo. Buscarlo ahí precisamente dónde nada está, pues desde siempre dijimos que es aparte. 
Contamos con la fe, esperanza y caridad, con la regla de tres simple y la compuesta, con axiomas y el video del hombre pisando la luna, igualmente no nos sirven, porque siempre la nada merece un párrafo aparte.
  
Daniil Kharms

Ahora veamos dos cuentos escritos por Daniil Kharms , acá va el primero:

“Había un hombre pelirrojo que no tenía ojos ni orejas. Ni siquiera tenía cabello, así que eso de que era pelirrojo es un decir.
            No podía hablar porque no tenía boca. Tampoco tenía nariz.
            Ni siquiera tenía brazos ni piernas. Tampoco tenía estómago ni espalda ni espina dorsal ni intestinos de ningún tipo. De hecho, no tenía nada. De modo que es muy difícil entender de quién estamos hablando.
            Tal vez sea mejor ya no hablar nada más de él.”




Escher



















El segundo se llama Un soneto y dice:


“Hoy me sucedió algo extraño: de repente olvidé si primero venía el 7 o el 8. Fui con mis vecinos para conocer su opinión sobre esa secuencia. La extrañeza de ellos y la mía fueron grandes cuando, de pronto, descubrieron que ellos tampoco podían recordar cuál era el orden de esos números. Ellos se acordaban de contar 1, 2, 3, 4, 5, 6, pero olvidaban qué número seguía. Entonces decidimos ir a la tienda más cercana, la que está en la esquina de las calles Znamenskaya y Basseinaya, para consultar ese asunto con la cajera. La cajera nos sonrió como padeciéndonos, se sacó de la boca un martillito y, moviendo su nariz con suavidad hacia adelante y atrás, nos dijo:
            –En mi opinión, el siete viene después del ocho sólo si el ocho viene después del siete.
            Le dimos las gracias a la cajera y contentos salimos de la tienda. Pero luego, pensando con cuidado en lo que dijo la cajera, nos pusimos tristes porque sus palabras estaban vacías de significado.
            ¿Qué se supone que haríamos? Fuimos al Jardín Primavera y empezamos a contar árboles, pero al llegar al seis nos deteníamos y empezábamos a discutir. Algunos opinaron que el siete era el que seguía; pero otros decían que era el ocho. Estuvimos discutiendo mucho tiempo cuando, por un golpe de suerte, un niño se cayó de una banca y se quebró las quijadas. Eso nos distrajo de nuestra discusión.
            Y cada quien se fue a su casa.”

Escher


Dos palabras acerca de este autor que es tan desconcertante. Nació en 1905 en Rusia. Se dedicó a escribir libros para niños e historias cortas en las que aparece retratada la pobreza y opresión y más profundamente la liviandad y falta de sentido, a través de la sátira y la fantasía. Quizá por eso sus historias pueden ser leídas de manera hilvanada pero destaca lo ilógico, lo absurdo e inexplicable. Su vida no fue muy buena, fue declarado enemigo del Soviet y encarcelado por último en la prisión de Leningrado Nº1, donde murió de inanición en 1942.


 
What  the moon saw










martes, 11 de febrero de 2014

91- Daños colaterales

91
Daños colaterales

Hoy quiero comenzar con algunas cifras:

En la primera guerra mundial que se desarrolló entre 1914 y 1918 en la que participaron las grandes
potencias del mundo, murieron más de 9 millones de soldados.

Trinchera británica. lra guerra mundial

En la segunda guerra mundial, una cantidad media aproximada es de 70 millones de personas 
muertas.
2da guerra mundial




En el llamado Holocausto hasta ahora se dice que murieron 6 millones
los que no eran solamente judíos sino que también eran gitanos, homosexuales, comunistas.












En la guerra de Vietnam se calcula que fueron muertos dos millones 
de civiles y aproximadamente un millón cuatrocientos mil combatientes.












Las bombas estadounidenses sobre Hiroshima y Nagasaki en Japón
 en principio mataron 220 mil personas.










Aunque todavía no puede ser estimado, se calcula  que fueron 225.000 los muertos civiles y militares en las guerras de Irak y Afganistán. 

En la guerra de Malvinas fueron muertas cerca de 904  personas.

Este es un pequeño repaso sobre las guerras más importantes, dejando de lado muchísimas otras como pueden ser las sostenidas por Israel y sus vecinos árabes o las africanas o las americanas.

Lo que debe despertarnos y convocar a nuestra sorpresa son las cantidades de personas muertas, en una hablamos de 9 millones, en la otra de 70 y a esto debemos agregar las graves consecuencias físicas y psíquicas de los que no murieron.

Hablamos de millones de vidas, familias, sueños, de seres humanos como vos, tu hermano, tu padre que un día fueron mandados a la batalla y fueron asesinados.


No legitimemos aquello que nos debe poner los pelos de punta, que  debe hacer sonar todas nuestras alertas, porque ellos no fueron héroes o mártires, sino personas sacrificadas, muertas por un tiro o una bomba. Aunque las guerras desde los gobiernos sean legitimadas, se busque y convenzan a muchos de la necesidad de ellas, son máquinas de asesinar. El muerto en combate no es menos muerto que cualquier otro ni tuvo ni tendrá algún cielo especial esperándolo. No debemos ni podemos aceptar que un gobierno pueda mandar a matar, porque si es moralmente intolerable el asesinato de un ser humano por manos de cualquier otro, lo debe ser también para los gobiernos. Esto vale en todo momento, no solamente en relación a las guerras, sino también en la supuesta vida en paz en la que muchos se hacen los desentendidos y apoyan o encubren a asesinos y violentos de cualquier tipo.

El mundo cambiará cuando entendamos que ningún ideal, ningún principio ni creencia habilitan a dañar a un ser humano porque cualquier vida es muy superior a todo ideal o creencia. Se nos enseñó que es heroico o bueno morir por un principio, por una fe, pero ninguno de ellos vale lo que una vida porque ellos no tienen existencia y el humano sí la tiene, y eso implica que es un proyecto, sueños, amores y dolores, logros y fracasos mientras que el resto son simples ideas vacías que ni siquiera se pueden tocar. Estas ideas pueden ser un camino a seguir, un punto al que pretender llegar aunque sepamos que nunca lo haremos, pero ese camino jamás puede incluir el dañar a otros, la violencia nunca puede ser justificada.
 
Bob Marley

Bob Marley escribió lo siguiente:

“Tú dices que amas la lluvia y sin embargo usas paraguas cuando llueve.
Tú dices que amas el sol, pero siempre buscas una sombra cuando el sol brilla.
Tú dices que amas el viento, pero cierras las ventanas cuando el viento sopla.
Por eso es que tengo miedo cuando dices que me amas”










Qué fácil es hacer llamamientos para la paz, hablar de diálogos, de concertación, de ponernos de acuerdo, hablar de amor,  cuando lo único que se busca es el propio interés, vencer al que se halla en este momento del otro lado del escritorio, aunque ayer estuviera junto a nosotros.

El fin justifica los medios, eso dicen, y si el fin no es el entendimiento o el beneficio de ambos, sino la mayor ganancia, sacarte de la ruta porque sos mi competidor, anularte como persona o como quien piensa, desea o siente de manera diferente, no podrá haber paz ni igualdad.

Si vivir es difícil los humanos nos especializamos en hacerlo todavía más dificultoso, en poner obstáculos, hacer trampas, mentir.

Los grandes enunciadores de proclamas se ocupan de nuestra sexualidad, se interesan por quién deseamos y que hacemos o dejamos de hacer con nuestros cuerpos, nos hablan de futuros, proyectos, programas, izquierdas, derechas, revoluciones y otras palabras tan importantes e impactantes, y al mismo tiempo tan vacías y malsanas. Digo malsanas porque nos ponen delante ilusiones que van envenenando nuestra energía, nuestras ganas de ir, porque construyen frustraciones y abandonos. Fomentan nuestra esperanza sabiendo que es una pesada ancla que nos detendrá en el flujo mientras creeremos que vamos hacia la meta.








Entre tanto, mientras llenan el aire con sus sonidos mentirosos, van construyendo los muros y fosos que separan los pueblos, se apropian de la tierra de los débiles, explotan al asalariado, se adueñan del cuerpo de las mujeres, trafican drogas y van preparando la próxima guerra, porque ellas son necesarias, nos dicen, porque ellas nos traerán la democracia, la libertad, los derechos humanos, la paz. Estúpidamente todavía los escucho argumentar que la guerra es la política por otros medios. 

Los daños colaterales, los millones de personas asesinadas, no son significativos, sí es importante no destruir los pozos petroleros, las minas, las industrias, sino qué sentido tendría la guerra. Mientras tanto ellos están en sus torres y balcones mirando hacia el horizonte, seguros que el olor a pólvora no contaminará su perfume importado.

Es sabio aceptar que la violencia engendra violencia, que el que siembra  vientos recoge tempestades, tan sabio como saber que este círculo infernal debe ser cortado, hecho añicos con nuestra intervención, parando la injusticia, la desigualdad, quitando las caretas. Hay muchas verdades dichas, pero no todas lo son.

El mundo solamente tiene sentido si es para nosotros, los humanos, por eso cuando se mata a uno solo de estos hombres, mujeres, se está acabando con la humanidad, se está diciendo que son otros los destinos, una sola persona es toda la humanidad.


Oliverio Girondo


Tardará, tardará. Ya sé que todavía los émbolos, la usura, el sudor, las bobinas, seguirán produciendo, al por mayor, en serie, iniquidad, ayuno, rencor, desesperanza; para que las lombrices, con huecos portasenos, las vacas de embajada, los viejos paquidermos de esfínteres crinados, se sacien de adulterios, de hastío, de diamantes, de caviar, de remedios. Ya sé que todavía pasarán muchos años para que estos crustáceos del asfalto y la mugre se limpien  la cabeza, se alejen de la envidia, no idolatren la saña, no adoren la impostura, y abandonen la costra de opresión, de ceguera, de mezquindad, de bosta. Pero, quizás, un día, antes de que la tierra se canse de atraernos y brindarnos su seno, el cerebro les sirva para sentirse humanos, ser hombres, ser mujeres, no cajas de caudales, ni perchas desoladas, someter a las ruedas, impedir que nos maten, comprobar que la vida se arranca y despedaza los chalecos de fuerza de todos los sistemas; y descubrir, de nuevo, que todas las riquezas se encuentran en nosotros y no bajo la tierra.
Y entonces… ¡Ah! Ese día abriremos los brazos sin temer que el instinto nos muerda los garrones, ni recelar de todo, hasta de nuestra sombra; seremos capaces de acercarnos al pasto, a la noche, a los ríos, sin rubor, mansamente, con las pupilas claras, con las manos tranquilas, y usaremos palabras sustanciosas, auténticas, no como esos vocablos erizados de inquina que babean las hienas al instarnos al odio, ni aquellos que se asfixian en estrofas de almíbar y fustigada clara de huevo corrompido, sino palabras simples, de arroyos, de raíces, que en vez de separarnos nos acerquen un poco; o mejor todavía, guardaremos silencio para tomar el pulso a todo lo que existe, y vivir el milagro de cuanto nos rodea, mientras alguien nos diga, con una voz de roble, lo que desde hace siglos esperamos en vano.”                        

Oliverio Girondo










90 - Gunga Din

90
Gunga Din


 Hoy partiré desde una  película que ya está dentro del rango de las clásicas y que  marcaron un camino, es estadounidense del año 1.939. Gunga Din.



La historia se desarrolla en India y muestra a un grupo de  seguidores de la diosa Kali cuando enfrentan al ejército invasor inglés. Entre esas tropas se hallaba un joven indio, Gunga Din,  que hacía de aguador de las tropas, y cuya aspiración es convertirse en un soldado británico.



No voy a contar la historia de esta típica película de aventuras, solo decir que buscando un templo de oro hallan el lugar de reunión de los adeptos a la diosa Kali. Cuando las tropas británicas van hacia ese lugar para atacar a los supuestos rebeldes, están a punto de caer en una emboscada que estos les habían tendido. Gunga Din ya herido, logra tocar su corneta y avisar al ejército, luego de lo cual muere. Gracias a esta intervención el ejército de ocupación evita la emboscada y al final derrota a los nacionalistas.

Durante el funeral a Gunga Din se le convierte en soldado británico y  terminan con un verso de un poema de Rudyard Kípling:
“Tú eres mejor hombre de lo que yo soy, Gunga Din”

















No voy a andar mucho por este camino pues ya a esta altura nos resulta muy claro el mensaje que se dio y que podemos resumir del siguiente modo: el indio, bueno es el muerto o el sometido. Y acá por indio entendemos a los pueblos originarios, los negros, los amarillos, los morochos, los que tienen una religión diferente a la cristiana, en definitiva,  los diferentes.  El nazismo llevó a la más clara significación aquello de la solución final, el exterminio, pero esta receta no la inventaron ellos, ya se venía aplicando con variedad de métodos y de extensión. La muerte y  el sometimiento humillante, la destrucción subjetiva del ocupado, su idioma menospreciado, sus creencias desechadas, su color, sus costumbres, su mundo destrozado. En esas películas los indios buenos eran los que oficiaban de sirvientes, los que trabajaban para los señores, o como Gunga Din, los que morían por sus amos.

Fíjense que en esta película los que se oponían a los británicos aparecen como seguidores de una diosa, no se habla de la libertad, no se habla del respeto ni del derecho a gobernarse por sí mismos,  se los pone en el lugar de las creencias y de manera burlesca como pobres salvajes supersticiosos adoradores de estatuas y con ritos absurdos o sacrificadores de seres humanos.

Gunga Din aparece como el héroe, el modelo a imitar, quien al final logra su objetivo, ser parte del ejército inglés, claro, para eso necesitó dar la espalda a su propio pueblo, necesitó entregarlo para su exterminio y al final morir él mismo.

La película no interroga acerca de qué hacían allí los europeos, se da por normal, por naturalizado que así debía ser, nada dice de qué buscaban en ese rico territorio, no se pregunta acerca del derecho que pudiera tener de ocupar países y someter a sus habitantes y destruir culturas. Todo está bien, los malos son quienes no aceptan esta situación.
¿alguna relación con las guerras actuales?

En ese momento se hablaba de llevar la civilización, la cultura a esas regiones como si en india, arabia, o América no hubiera pueblos que dieron origen al alfabeto, a la escritura, a las matemáticas, o con conocimientos astronómicos a los que Europa ni siquiera se había acercado. Hoy se habla de libertad o democracia, el método, el resultado es el mismo.


Veamos quién es esta diosa Kali. En el hinduismo ella representa la parte femenina de la divinidad, es la madre universal. También es la parte destructora. Esto es interesante, el hinduismo da cuenta del constante movimiento de todo lo existente, por eso tienen dioses para la creación, otros para el sostenimiento de lo originado y otros para el final, completando el ciclo que de ese modo recomienza. Esta destrucción abarca absolutamente todo, nada queda afuera del devenir, del cambio, ni los dioses o demonios se salvan de eso. No hay una moral en el sentido de que los buenos quedarán para siempre y los malos serán destruidos, el final llega a todo.
Con el tiempo las creencias relativas a Kali fueron dejando de lado este aspecto y se concentraron más en la parte maternal de la diosa.
En todo caso representa el poder de la furia y la destrucción al mismo tiempo que la madre origen portadora de libertad.



Un detalle interesante es que la diosa  vence el miedo y a los demonios.
¿Los que escribieron el argumento de la película habrán tenido en cuenta este hecho?   Supongo que algo inconciente los llevó a elegir como los oponentes de los invasores a los seguidores de Kali,  poniendo de ese modo a los ingleses en el lugar de los demonios, de los que quitan la libertad y contra los que esta diosa  debe luchar.

La imagen de ella es impresionante,  se la figura negra, con cuatro brazos, en una mano una espada para la destrucción, en otra la cabeza de un gigante, el mal, que ella venció, en las otras dos manos signos espirituales de aliento para sus seguidores.
Como aros lleva dos cadáveres, un collar de calaveras –cincuenta y una como el alfabeto sánscrito- , como vestimenta una faja con manos de hombres muertos, su lengua fuera de la boca, tres ojos, uno  por cada uno de los tiempos: pasado, presente y futuro. La cara y parte del cuerpo manchada de sangre.
¿Cómo no tener miedo ante una figura así?
El norte civilizado quizá eligió esta diosa como su enemiga para proyectar en ella su propio miedo  a la venganza del humillado.
Al final India recuperó su autogobierno y no fue mediante la violencia sino por su contrario, la acción no violenta de Gandhi.

Algo que muchas veces he pensado se relaciona con este tema. Es ya sabido que las invasiones o guerras están determinadas por motivos económicos, por robar la riqueza que es de otros, y que no hay que subestimar que montado sobre esto, o mejor dicho, tomando otra cara del robo y de los intereses pero envueltos en púrpura santa para disimular el despojo, esta la ideología religiosa. Esto se ha visto en todas las invasiones y nosotros, con la llegada a América desde la civilizada Europa, tenemos un claro ejemplo.
Lo que he pensado es que las religiones politeístas son más tolerantes, como ningún dios se puede adjudicar ser el único, es más, para una misma cosa puede haber varios dioses, la aceptación de cualquier otro es más sencilla. Existe el relato de uno de los apóstoles que creo fue a Grecia y levantó un altar al “dios desconocido”, a nadie la llamó la atención, entre los dioses egipcios, los griegos y los romanos, los asirios, tenían  bastantes como para interesarse en uno más y encima desconocido. Son las religiones monoteístas las intolerantes, las que determinan que “su” creencia es la única que vale, la verdadera y todas las otras son falsas y por lo tanto deben ser destruidas. Como las creencias no tienen existencia, son ideas y nada más, para acabar con ellas vieron que era necesario acabar con las personas que las tenían y así surgió la Inquisición, las hogueras y otras delicadezas similares.

Tropas indígenas en el Congo Belga. Dibujo finales siglo 19.


Gunga Din representa todo esto, la humillación y entrega subordinada del ocupado, la traición a sus propios vecinos, a su religión, en definitiva, el abandono de su cultura  no por libre elección pues el sometido no tiene libertad para elegir, las opciones eran agachar la cabeza, morir, o enfrentarse.
Esta película nos muestra el deseo de que el vencido además se humille a sí mismo y pasivamente se convierta en sirviente del sometedor, y además agradecido.  Solamente faltó que postmortem Gunga Din fuera bautizado cristiano.
 
Británicos en Birmania.1.887

Esto que vemos tan claramente entre los gobiernos, los continentes, norte y sur, también sucede entre nosotros, es nuestra responsabilidad saber verlo.












La mujer también esta colonizada en nuestra sociedad, también todavía tienen un lugar segundo fundamentalmente destinado a las tareas de servicio o como actualmente se dice,  tareas de cuidado. Ella como Gunga Din tiene que hacer esfuerzos dobles para obtener una posición similar a la masculina y tarde o temprano choca contra la maternidad y es ahí donde se hace evidente su situación, su difícil elección entre su desarrollo personal o el materno. Entiéndase bien, la maternidad también es parte del desarrollo personal, pero tal como se da en nuestro medio, en la generalidad de las veces la limita y encierra.



Otro ejemplo es la situación de los niños y niñas, que todavía siguen siendo considerados objetos propiedad de los padres. Cuesta que los Tribunales los consideren y escuchen no por el simple deber que marca la ley sino en la capacidad que ellos tienen como personas de decir su deseo y elegir, o señalar a quién les hizo daño.

Si pasamos nuestra mirada por los pueblos originarios no encontraremos cosas muy diferentes a las vividas por el pueblo indio, también acá hubo sometimiento, masacre, se trató de eliminar la cultura, la diversidad. Hoy todavía deben luchar para evitar el despojo de las empresas y gobiernos codiciosas de sus tierras. El menosprecio del color de su piel es poco si lo comparamos con el desprecio hacia su vida. Por estas latitudes también el colonizador interno los desea “buenos”, o sea arrodillados frente a la intendencias, a los escritorios y “agradecidos” por el bidón de agua o la chapa que le han otorgado.