sábado, 31 de mayo de 2014

104 - El poeta, ¿un excluido?


104
El poeta, ¿un excluido?


El texto que a continuación les dejo pareciera haber sido escrito ayer pero no es así, fue escrito para una mesa redonda cuyo tema era el del título, que se llevó a cabo en el primer Festival Internacional de Poesía desarrollado en la Feria del Libro del 2006.
Al leerlo recuerdo un comentario de Marx que decía que la filosofía debe servir para cambiar el mundo, y quizá, la poesía también puede hacer otro tanto.
No es que el arte tenga que decir algo determinado aunque siempre nosotros, con nuestra propia capacidad creadora, le damos algún sentido, lo dotamos de significado.
Como todo lo podemos relacionar con todo trazando así líneas que unen puntos más allá de los horizontes, también lo hacemos con las formas, los sonidos, las luces.  Como dice Eduardo Mileo, autor del texto, “nombrando al mundo me completo”.


El poeta, ¿un excluido?
Por Eduardo Mileo

“Lo que por un lado es vacío —lo que escribo se aleja en ese momento de mí—, por el otro es plenitud: nombrando al mundo me completo. Lo que es oscuro y me pierde, laberinto de mí, se vuelve luminoso y claro, espacio abierto. Generación de la mudanza, lucidez del instante, secreción visceral de la conciencia, grito ensimismado, apocalíptica visión del paraíso, cactus, desierto, inundación, potencia, fracaso de la inercia, tormenta en reposo, sexo de los dioses, pájaro del deseo.

La poesía es concentración, y en ella las cosas se manifiestan como extractos, se expresan como agujeros
negros de sentido. La melodía verbal se ajusta en ritmos que combinan frases y silencios y que, en algunos casos, producen la armonía de versos simultáneos. De todos modos, los armónicos de ciertas palabras resuenan en la cámara natural del silencio poético, pueblan los coros del vacío.
Niña nube. Sol Halabi


La belleza que ofrece la poesía es una belleza íntima, porque la poesía nos hace bellos y, en ese trance, nos vuelve dioses de nosotros mismos. Pero en esa operación en la que participamos todos, como poetas o como lectores, la poesía nos hace universales, nos convierte en universo.


Es por eso que, entre todas las cosas, la poesía une mis fragmentos, me establece en la categoría de lo humano, de lo que es capaz de amar. Ante la poesía quedo perplejo: me obliga a mirarla de frente, me impide mentir; soy los que soy sin ambages. Me une y, por tanto, me libera: me pone dentro de mí. Al volverme humano, me desaliena, me corta la retirada, me ubica en la tierra, me da realidad. Por eso también me eleva en un único cuerpo con los que luchan, me solidariza con los trabajadores, porque soy uno de ellos, 
me da el coraje de sentir que soy muchos, y de combatir con todos ellos por otro mundo que —no tengo dudas— está en este.

La poesía es revolucionaria porque violenta el lenguaje, lo mueve, lo deshace, y luego salta hacia el abismo entre los escombros. La poesía es la paria de la literatura, porque no tiene nada que perder, y ha ganado mordiendo lo que de santo tienen nuestras letras. La poesía está excluida porque la poesía es excluyente, y no puede ser de otro modo en un sistema que solamente será poético en sus ruinas.
Parece un contrasentido sentirse excluido en una sociedad en la que la mayoría de la gente está excluida; es por lo menos una contradicción estar excluido en la mayoría. Si la mitad de la población de este país no ha leído un libro en los últimos seis meses, cabría preguntarse cuántos de esa mitad han comido todos los días. Si una gran cantidad de gente en este país carece de agua y vive a la intemperie, el poeta solamente podrá hablar de sed y de frío.

Este viaje fue un error (detalle) Alejandra Pizarnik

Hoy en la Argentina la cultura está vedada a millones de personas que, lejos del placer de la lectura, ni siquiera obtiene el de un plato caliente. Las relaciones sociales de la sociedad capitalista han llegado a tal punto de descomposición que los trabajadores ni siquiera pueden hacer lo mínimo que requiere la subsistencia: vender su fuerza de trabajo por un salario de hambre.
Pero, no obstante esta tragedia, esta glorificación de la miseria humana que es el capitalismo, los que sienten el estilete de la poesía en la garganta continúan dándonos una de las pocas cosas por las cuales nuestra especie puede sentirse orgullosa: las obras del lenguaje humano.

grabador: Utagawa Kuniyoshi



Desde el siglo IV a. C., en que Platón nos echó de su República, los poetas vagamos sin rumbo, y en el siglo XXI nos echan los diarios de sus suplementos literarios, las editoriales de sus catálogos y los funcionarios de sus programas culturales. La poesía ya no es necesaria, porque el capitalismo produce analfabetos.
El poeta es un excluido porque la poesía es exigente, y los defensores de estas relaciones sociales quieren conformismo, lobotomía, anestesia.
El poeta es un excluido porque es un explotado y, como todos los explotados de este país, no vive de lo que crea.



Los capitalistas excluyen a los trabajadores del goce de las mercancías que éstos producen, cuando no los privan del pan, del techo y del abrigo y los incluyen en la larga fila de los desocupados, esa lista negra de la exclusión. Si los trabajadores osan levantar la voz de los piquetes, elevar el puño de la huelga, los capitalistas responden con el silencio de las cárceles y el petróleo de las gendarmerías.
El poeta es un excluido porque la mayoría de este país está excluida. El capitalismo es ya incapaz de alimentar y dar cobijo a sus modernos esclavos, y el poeta canta la desdicha, porque es uno de ellos. Pero los obreros se levantan y luchan por su salario, por su derecho a la protesta, y en esa lucha se alzan contra las armas de sus verdugos, por un mundo donde un ademán no cueste la vida, donde no haya explotadores ni explotados. Y el poeta canta entonces la rebelión, y festeja la libertad de su dicha.
Íntima religión, la poesía es cosmos revelado; anatomía del instinto, es una ética que se hace al andar. Con la poesía desaliento el olvido, diluyo el silencio, habito el universo, invento el amor.”

 
El grito de los excluidos



 Poesía hallada en el bolsillo de un combatiente vietnamita muerto durante la guerra

Ho Thien - El niño que no habló

Tenía doce años aquel niño
vietnamita cuyo nombre no sé
los mercenarios lo capturaron junto a su padre
cuyo nombre no sé, una mañana en los Grandes Altiplanos.
El Boina Verde miró al muchacho flaco
sus ojos de cabra herida y se convenció pronto
de que bastaba amedrentarlo para hacerlo hablar.
Así el Boina Verde dio una rápida orden:
y los mercenarios se llevaron al padre tras la verde muralla
“ahora fuera, muchacho, dinos dónde está el Frente
dinos dónde está el Frente o matamos a tu padre”.
Delgado era el muchacho, delgados sus ojos impávidos
delgada su voz cuando repuso no.
“Un solo minuto, muchacho -aulló el Boina Verde-
para decir dónde está el Frente o hacer morir a tu padre”
y el pulso con el reloj se acercó a su cara,
corría la manecilla un paso tras otro.
“Ya basta, muchacho, faltan diez segundos,
así que fuerza, muchacho, dinos dónde está el Frente”.
Después la manecilla de plata en el pulso del Boina Verde
despedazó con el último paso el tiempo el cielo de los árboles
“maten al viejo” -aulló el Boina Verde
tras la verde muralla se oyeron los rápidos golpes.
El cielo y el bosque quedaron en silencio entonces
y los mercenarios en silencio, sólo el niño lloraba,
en silencio el Boina Verde, sólo el niño
sentado en la tierra lloraba
como lloran los niños cuando muere su padre.
“Rayos -dijo un mercenario al Boina Verde-
el muchacho no sabía nada, hemos matado al viejo por nada”
así se fueron, los mercenarios y el Boina Verde,
en cambio el muchacho sabía. Todo lo sabía, del Frente,
las cuevas, las pistas, los caminos, los nombres.
Y en aquel mismo instante
Inexorablemente protegido por la coraza de su llanto
tierno niño cuyo nombre no sé,
el Frente movía en los Grandes Altiplanos su paso de tigre.
Eso lo ha escrito Ho Thien, de la cuarta unidad de llanura,
lo oyó narrar a una mujer en Dalat sobre los Altiplanos
sesenta días después del año nuevo.







Ilustración: Luis Parejo




La mayoría de las IMAGENES han sido tomadas desde la web, si algún autor no está de acuerdo en que aparezcan por favor enviar un correo a  alberto.b.ilieff@gmail.com y serán retiradas inmediatamente. Muchas gracias por la comprensión.

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lunes, 26 de mayo de 2014

103 - Felices los niños

103

                              Felices los niños



Si dentro de algunos siglos, suponiendo que los humanos aún existen sobre este planeta, algún investigador lea los documentos de Naciones Unidas o de los distintos países y organizaciones acerca de las mujeres y los niños, pensará que nuestra civilización se ha esmerado en un cuidado especial hacia ellos.
En general la historia se escribe así, basada más en supuestos ideológicos que en hechos.
Estos investigadores al leer la Convención de los Derechos del Niño, los documentos que se oponen al trabajo infantil, al reconocer la  abierta oposición a la pornografía y al abuso sexual comercial infantil, mal llamada prostitución infantil, cuando se enteren que existen cuidados especiales para la salud de la niñez y adolescencia, que existían hospitales especializados y que la educación estaba dirigida fundamentalmente a ellos, esta gente de siglos venideros pensará que verdaderamente la nuestra fue una época dorada, algo así como las publicidades en que aparecen niños, niñas, adolescentes siempre felices.

Sabemos que la realidad es otra. Que esos documentos son solamente eso, papeles con muchas firmas, sellos que para lo único que sirven es para que muchos funcionarios ganen bastante dinero primero redactándolos, luego diciendo que hacen esto y aquello para cumplirlos, lástima que muchos niños que podrían sobrevivir con el sueldo de ellos, siguen teniendo hambre o un sistema de salud que no los respeta y una educación que pretende “incluirlos” “contenerlos” pero no educarlos.

De pronto surge en mi memoria como un ejemplo acabado, una síntesis perfecta de esta situación de la que estamos hablando, aquella fundación dirigida por un cura, Grassi, llamada “Felices los niños” en que eran abusados sexualmente precisamente por quien debía protegerlos.



Así como la fiebre es señal de infección, este hecho nos muestra una especie de radiografía de la sociedad. Representa el abandono, la soledad, la carencia de aquellos niños que terminaron internados en una institución, primera lesión a sus derechos porque el estado, el gobierno, no importa cual fuere, debieron poner los esfuerzos para que el niño pudiera seguir en su medio, con su familia o con el grupo humano que fuera capaz de amarlo y sostenerlo y no terminara en un internado. Muestra a las instituciones, en este caso a cargo de un religioso católico, que lejos de amparar, retiene al niño para someterlo a la sexualidad perversa de quien tiene el poder, segunda lesión.  Y el gobierno que debió controlar, dejó de hacerlo.  Esto es solamente un ejemplo, podemos buscar otros en las escuelas o los hospitales o directamente en las casas.

Y ya que hablamos de Grassi, es justo decir que este no es el único religioso abusador sexual ni que el catolicismo es la única religión en que existe tal abuso, también debemos reconocer que en Latinoamérica es la que mayor número de personas congrega. A principios del 2.014 el Comité de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño se expresó del siguiente modo:
“El Comité está muy preocupado de que la Santa Sede no haya reconocido la amplitud de los crímenes cometidos, no haya tomado las medidas apropiadas para afrontar los casos de pedofilia para proteger a los niños y haya adoptado políticas y prácticas que han propiciado la continuación de los abusos y la impunidad de los autores”.
“A través de un código de silencio impuesto a todos los miembros del clero bajo pena de excomunión, los casos de abusos sexuales difícilmente han sido denunciados a las autoridades judiciales en los países donde se han cometido esos delitos”.

No denunciar los casos, no llevar ante los tribunales a los autores, es una nueva victimización pues impide a los niños hacer valer sus derechos, es crear bolsones de impunidad manifiesta, lo que implica otra manera de dañar a la niñez.




Si miramos hacia otro lado, por ejemplo, el llamado trabajo infantil encontramos algo similar. Comparto con ustedes un fragmento de un artículo de Fernanda Sández  publicado en el diario La Nación:
   
“Tiene -¿tendrá?- doce o trece años. Imposible saberlo con toda esta gente, con este ruido a tren tapándole la voz. Tiene un bebé en pañal clavado en la cadera. Reparte chicles por todo el vagón; chancleteando va, chancleteando viene. Al rato viene otra. Otra nena con bebé en la cadera. Y otra, y otra más. Serán, al cabo de un viaje de 32 minutos hasta Constitución, seis chicas con seis bebés a upa. Nenas y niños trabajando. Ninguno tiene ya la mirada nueva. Ninguno tiene lugar en ninguna estadística confiable. Pero ahí están.

Para la Organización Internacional del Trabajo (OIT), niñez y trabajo no pueden cruzarse. Sin embargo ya, ahora mismo, hay en el mundo 168 millones de niños arando, cosechando, pescando, vendiendo chicles de menta. De ellos, 85 millones realizan tareas peligrosas, como los niños pescadores del lago Volta, o como las niñas víctimas del comercio sexual en el norte de Brasil. O en Pompeya, donde el Ministerio Público tutelar se ha cansado de alertar sobre la explotación de nenes y nenas.




En la Argentina la ley prohíbe que los chicos trabajen. Y, desde marzo del año pasado, el artículo 148 bis del Código Penal prevé penas de hasta 4 años para quien emplee mano de obra infantil. Pero ahí afuera hay una realidad que desmiente las normas a fuerza de golosinas, flores, malabares. Muertes, incluso, como cuando los chicos trabajan en el campo y a destajo, y quedan expuestos a la intoxicación por agroquímicos.” *


                                                            
                                                           La articulista nos recuerda también a Iqbal Masih quien fuera vendido por sus padres cuando tenía 4 años a un taller de alfombras en Pakistán. Desde esa edad fue condenado a un telar durante 15 horas diarias. Su historia es la de miles de niños. Logró escapar y se atrevió a denunciar el sistema esclavista, su relato recorrió el mundo y él mismo fue invitado a diversos países: "No compren estas alfombras, están tejidas con sangre de niños”, decía. Cuando regresó a su país fue asesinado.


Una mirada latinoamericana: el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia expresó preocupación por los asesinatos y violencia contra los niños en El Salvador. Desde 2005 a 2013 han sido asesinados  6.300 niños, niñas  y adolescentes. El 82% eran varones entre las edades de 15 y 19 años.



Otra sudamericana: El periodista danés Mikkel Jensen visitó Brasil con bastante antelación al mundial de futbol para tomar contacto con la sociedad, y lo hizo a tal punto que desistió de volver a cubrir el evento deportivo.
El mismo dice los motivos en un relato publicado en su perfil de Facebook:
“Desde hace casi dos años y medio llevo soñando con cubrir el Mundial de Brasil. El mejor deporte del mundo en un país maravilloso. Hice un plan, me fui a estudiar a Brasil, aprendí portugués y estaba preparado para volver.
Y en septiembre de 2013 volví. El sueño se iba a cumplir. Pero hoy, dos meses antes de la fiesta de la Copa del Mundo, he decidido que no voy a seguir aquí. El sueño se ha convertido en una pesadilla….
En marzo estuve en Fortaleza para conocer la ciudad más violenta de todas las sedes de la Copa del Mundo. Hablé con algunas personas que me pusieron en contacto con niños de la calle y luego supe que algunos habían desaparecido. A menudo, los matan por la noche, cuando están durmiendo en una zona donde hay muchos turistas. ¿Por qué? ¿Para dejar limpia la ciudad para los extranjeros y la prensa internacional? O sea, ¿por mi culpa?” **
 
Iqbal Masih

En poco hemos cambiado desde aquellos tiempos en las cavernas, y quizá en aquel tiempo fuera más entendible, los depredadores naturales, la falta de alimentos, el desconocimiento, jugarían en contra, hoy todo se reduce a algo mucho más simple y palpable: los dólares.

No todo es tan deprimente, como siempre digo, es el trabajo silencioso, el amor solidario callado lo que hace la diferencia. Recuerdo un video en que se mostraba como una niña abusada en su familia solamente tuvo como contención la escuela. Sus maestros acudieron a los tribunales que, claro, internaron a la niña. En ese lugar recibió maltratos, pero, sus maestros las acompañaban y actuaron, fue sacada de ahí y entregada a una familia. Ahora es parte de ese grupo de afecto. Fueron esas personas tan criticadas, que cada año deben luchar por recibir un aumento las que le permitieron a la niña poder tener una vida mejor.

No tenemos que olvidar que a la niñez y adolescencia se la castiga, es objeto de nuestra peor parte, pero también es importante recordar que la acción solidaria rompe con el maltrato.


 *http://www.lanacion.com.ar/1685271-un-perturbador-mundo-de-adultos-en-miniatura
** http://e-consulta.com/nota/2014-05-01/mundo/en-brasil-matan-ninos-de-la-calle-para-limpiar-las-ciudades



Juanito Laguna. Antonio Berni



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En este blog las imágenes son afiches, pinturas, dibujos, no se publican fotografías de las personas en prostitución para no revictimizarlas; salvo en los casos en que se trate de documentos históricos.

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jueves, 8 de mayo de 2014

102 - ¿Cuidan el planeta?

102
¿Cuidan el planeta?

En una noticia se comentaba que en Estados Unidos una empresa que posee un sitio en internet, con motivo del día del árbol, propuso que por cada cien videos que fueran vistos en su portal, donaba un árbol para ser plantado en regiones deforestadas.
No se trata de cualquier video, sino de los que se encuadran en la siguiente categoría que esa empresa determina así: “…categoría de "prominentes, gigantes, o enormes aparatos reproductores masculinos"...”  Claro, se trata de  videos pornográficos.

Esta noticia impacta y hasta puede parecer simpática. Para  algunas personas puede resultar positivo que empresas tan alejadas del tema ambiental de pronto presten atención a este y hagan actividades en su favor, eso parece loable.
Más allá de esta primera impresión, si miramos más de cerca descubrimos que, en definitiva, se trata de la venta de pornografía disimulada con motivos de cuidado del planeta. La guerra empresaria por obtener ganancias agudiza su inteligencia para obtener publicidad que permita incrementar sus ventas.



No me cabe duda que algún “progre” o “mente abierta”  estará contento con estas iniciativas, que le parecerá muy de izquierda unir la sexualidad “desprejuiciada” y “libre” con la posibilidad de ayudar a mejorar la situación planetaria.  Puedo creer que muchos de manera inocente, o sea sin tomarse el trabajo de pensar, puedan sostener esta actividad.  Obviamente la cuestión que estoy proponiendo no pasa por la conveniencia o no de  plantar árboles sino por el tema de la pornografía que no es otro que el de la prostitución. A nadie escapa que la pornografía comercial –en esto la diferencio de la amateur- es realizar acciones sexuales a cambio de dinero.

Nuevamente nos encontramos ante la actividad sexual pervertida, convertida en mascarada que repite ademanes y actos de manera desintegrada del resto de la personalidad en la que el deseo no pasa por la atracción sexual, por la búsqueda de placer. El deseo en la pornografía paga como en la prostitución no está presente, es más, habrá que cuidar que no aparezca, no debe estar porque con su presencia y urgencia de satisfacción rompería con el argumento, con las posturas necesarias para que la cámara enfoque la penetración, con los cortes y repeticiones.
Ya en otra de nuestras charlas expuse los daños físicos, psíquicos y sociales que provoca la prostitución. Ya dije que el promedio de vida de las personas en esta situación disminuye notoriamente al de la media poblacional, que es típico el síndrome de estrés postraumático, la disociación patológica, la anorgasmia, severas alteraciones del carácter, síndrome de indefensión adquirida, síndrome de Estocolmo, ulceraciones, dolores corporales no solamente en la zona genital, embarazos no queridos, estigma por el rechazo social, estos son solo algunos de ellos.








¿Cómo encajar  el cuidado del planeta con el descuido a los humanos?

No puedo creer a quienes dicen buscar salvar al planeta plantando árboles cuando al mismo tiempo por obtener dinero se permiten dañar a sus congéneres hasta el punto de exigirles realizar acciones sexuales pagas y muchas veces sin profiláctico.
Sabemos de organizaciones supuestamente altruistas que reciben financiamiento de quienes son depredadores del medio ambiente y de los otros seres humanos. Este es un signo de nuestra época en que la venta es lo prioritario, el ingreso es lo fundamental, y no importa el color del dinero. Y todo esto aparece  con un barniz brillante de novedad.  Es que los “progre” pareciera que tienen una imperiosa necesidad de cubrir con lindas frases, algunas  de gran inocencia y otras de tinte revolucionario, las viejas prácticas conservadoras. No tienen cuidado en contradecirse a sí mismos al afirmar que esto “siempre ha existido “ al mismo tiempo que dicen que es “progre”, “revolucionario”  aceptar y hasta alentar su existencia.  O sea que más que “progre” son netamente retro, retrógrados en grado sumo.

Ya conocíamos que al amparo de lo que llaman libertad hasta se propuso la existencia de un partido político de pederastas y hay quienes bregan porque no sea criminalizado el sexo entre un adulto y un niño o niña. El ecologismo pornográfico o pornografía ecológica, no sé cómo llamarla, es otra cara de lo mismo, es el avance del individualismo egoísta que no registra al otro, a su padecimiento. No habrá árbol capaz de tapar el dolor ni flor que oculte el odio.




Para quienes sostienen que es válida la igualación de pornografía y siembra de árboles esto es beneficioso,  de este modo ellos mismos se dan una pátina de “bien”, de mejores personas,  pues cada vez que se exciten viendo imágenes de sexo pago ya no será un placer individual, un acto de consumismo caníbal sino que será   ¡activismo ecológico!

No creo que se mejore mucho el planeta y menos la convivencia entre los humanos si dedicamos tanta energía a engañarnos a nosotros  y a los demás.


Indudablemente el sexo mediatizado vende, y vende porque es comprado, y es comprado porque estamos en una sociedad represora.  Es probable que en nuestro momento histórico sea aquel en que más se habla y escribe acerca de la sexualidad; esta dejó los púlpitos o las academias de medicina para convertirse en un lugar común de charla, de artículos en diarios y revistas.  A simple vista pareciera que nunca hubo tanta libertad sexual como en esta época.
Del mismo modo que la fiebre o la aparición de granos nos indican que algo no esta funcionando del todo bien en nuestro cuerpo, la existencia de tanta palabrería, de la prostitución y de la  trata de personas nos señala  que la represión sexual aún está presente y actuando.





¿Es posible ser ecologista y capitalista al mismo tiempo?


Es probable que muchos contesten afirmativamente, que digan que es posible depurar lo negativo de este sistema, son los que hablan de un “capitalismo con rostro humano”, son los que proponen redistribuir la riqueza.
El capitalismo nació y se desarrolló cortando árboles, contaminando aguas y aires, destruyendo montañas, modificando la atmósfera, y aún ahora que ya el cambio climático dejó de ser teoría y aparece de manera evidente, se empecina en seguir este camino, todo esto al mismo tiempo que también destrozaba vidas humanas, sacaba sus propiedades a la mayoría sin poder y luego los sometía a cruentas horas de trabajo en sus fábricas o minas o los condenaba al hambre.

Luego, cuando las voces se levantaban alertando sobre las pruebas atómicas, no las escucharon, Chernovil también sucedió, los cultivos transgénicos dañan pero eso parece no importarles, el petróleo contamina y el afán de poseerlo lleva a guerras, pero todo vale si produce dinero. El rostro humano del capitalismo no existe ni existirá porque para este sistema, este modo de pensar, el humano es solamente un medio, una herramienta para el enriquecimiento de esos pocos.

Resulta casi un mal chiste hablar de redistribución de la riqueza porque es evidente que si hay alguna modificación es en beneficio de  los pocos que ya tienen riqueza de sobra. Seguir sosteniendo todo esto es no querer mirar la realidad que desmiente paso a paso los dichos fantasiosos.

No me resulta posible unir capitalismo, ecología y humanismo. Por esto descreo que quienes hacen pornografía comercial y ponen como condición para donar un árbol que el público vea cien de sus videos. Y aunque sea verdad que plantan ese árbol, o miles de árboles, también es muy cierto que no toman en cuenta la vida de las personas que aparecen en sus videos.





Similar pero también diferente es la postura de la ong  Fuck For Forest, la que también produce pornografía, pero en este caso amaterur, para salvar bosques desde Perú a Eslovaquia. Han asociado  cerca de 4.000 personas, recaudando unos  250.000 euros con sus fotos y vídeos.
Si bien se dedica a hacer filmes pornográficos no busca rédito económico, quienes participan en las filmaciones son personas comunes, amateurs, y no cobran ni buscan dinero, tampoco la organización les dice qué hacer ni como, por eso si bien se le llama pornografía porque muestra sexo explícito, no podría encajar en lo que llamamos prostitución porque aquí no hay pago, no hay “actores/actrices”,  no hay imposición de parejas sexuales, cada persona elige con quién y cómo filmarse. Por este motivo la coloco en un aparte.
Fue creada en el 2.004 y se define como “erótico ecológico”.   Dicen:
“Una de las ideas de FFF es no ser demasiado profesional, nos preocupa más pasarlo bien que hacer un producto perfecto. Muchos de nuestros activistas nunca querrían aparecer en una web porno convencional”

“Documentamos relaciones sexuales reales y no decimos a la gente cómo se tiene que comportar o qué tiene que hacer. Grabamos por placer y por salvar la naturaleza y no sacamos ningún beneficio económico. Como los activistas eróticos no cobran, la energía que se ve entre ellos es muy diferente a la que hay en la pornografía comercial”







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miércoles, 7 de mayo de 2014

101 - Selfie

101

Selfie

Indudablemente estamos en una época en la que la tecnología abre nuevas e impensadas posibilidades, muchas de ellas desconcertantes para quienes tenemos algunos años de caminar en este planeta.  Por ejemplo, de manera impensada, de pronto, de forma  totalmente independiente de la mirada de los adultos, y como corresponde, de nuestra autorización,  los jóvenes abren caminos para su expresión.

Se mira, se pone en pose, levanta su teléfono celular, el flash ilumina su piel. Mira la foto, se gusta, busca sus contactos y la manda.

Estoy hablando de las llamadas selfies que no son otra cosa que especies de autorretratos, de fotos que la persona misma se saca y luego hace públicas mandándolas en mensajes telefónicos a sus amigos o subiéndolas a las redes sociales. De este modo lo que comienza siendo un acto individual, de la persona en relación con su propia imagen, se convierte en público, tanto que una vez accedida la imagen a internet o aún a los teléfonos, escapa al poder de control y preservación del fotógrafo y es lanzada a las ondas que surcan el mundo.
El deseo de impactar, de ser visto y volverse popular, tan típico de la adolescencia, es el que impulsa a quienes resultan ser fotógrafos y publicistas al mismo tiempo.

Es desde acá que podemos pensar diferentes líneas, todas inacabadas porque esto está sucediendo ahora, también es inacabado, y no sabemos hacia dónde irá, ni siquiera sabemos si irá  mucho más allá de esto,  tampoco tenemos la distancia suficiente como para poder medirlo.

Voy a centrarme en la selfie sexual la que ya no se trata del autorretrato que muestra la cara, la expresión de alguien. Esto pareciera que no alcanza, es necesario  que la imagen este sexualizada, que sea provocativa, las chicas en posturas aprendidas de la televisión o de tapas de revistas y los varones en postura de macho mostrando su desnudez.  Y esto también es significativo, el cuerpo y su sexualidad son las estrellas.

Es el cuerpo semi o directamente desnudo, son los genitales expuestos, incluso el acto sexual autoerótico o compartido.  Es todo aquello que por tanto tiempo fue prohibido, rechazado, oculto lo que hace explosión en las manos de las y los jóvenes.






¿Podemos calificar de exhibicionistas estas conductas?



No podemos negar el deseo de mostrarse y de impactar  que es más que evidente, pero me parece que este fenómeno no se agota en esto. Calificar de manera cuasi psiquiátrica y por lo tanto peyorativa a estos hechos  nos alejarán de su comprensión como fenómeno social, compartido por los jóvenes sin distinción de clase social.  Se trata de algo masivo, y evidentemente comunicacional. Es una forma de autoexpresión que trasmite un mensaje.

Quizá debamos ver en esto todo un acto revolucionario, disruptivo, que hace añicos las condiciones previas que nos fueron impuestas, por ejemplo la división entre lo que es privado y que, por lo tanto, debe quedar dentro de la intimidad de la propia casa, de la pareja, y lo público, lo destinado a todos y todas.

Algo que se nos escapa en esta consideración es que indudablemente la selfie es producto de una comunidad, un mensaje entre pares, una forma de integrarse y también de cohesionar al grupo. Porque la cámara es el tercero, son todos mis amigos y conocidos, es el mundo en que soy alguien que está ahí contemplando lo que hago. Es una forma de compartirse, de entregarse a todos quienes están  presentes en la cámara. Desde siempre ella fue intermediaria, o más precisamente, representante de quienes luego recibirán, verán, la fotografía.  ¿Podemos pensar que es una especie de sexo grupal sublimado?  Es el juego de lo virtual, que podemos tomarlo como que es y no es al mismo tiempo y con igual verosimilitud, porque en el momento en que levanto la cámara esos otros no están, pero sí están en mi motivación, como causa y destino, como terceros para los que también realizo la escena. Y si en lugar de una foto es una cámara de video que está trasmitiendo, ya todo sucede en tiempo real, es en este aquí y ahora que estoy con mi cuerpo, con mi sexo y también con esos otros que desde algún lugar están conmigo y con las emociones y excitaciones que les provoco.
Lo que compartimos no es cualquier cosa, es lo íntimo que al mismo tiempo es lo transgresor, lo que rompe con el pasado y la tradición, lo que impone una nueva visión.
Aquello que estuvo cubierto de vergüenza, encorsetado, cubierto de telas, puntillas, botones, corbatas, la sede del pecado y de nuestra condenación, destinado únicamente para el sacramento matrimonial, es despojado de su aureola y  dejado en la impudicia, que según la Real Academia es “deshonestidad, falta de recato y pudor”.
Al pecado se le quita el velo y se lo expone públicamente pero esta vez no es para el escarnio, no vendrán pedradas homicidas, ni excomuniones u hogueras.
Ser mirado, ser visto es lo que en ese momento me arma, me integra y sobre todo con mi sexualidad.




Me resulta difícil expresar todo esto sin repetir constantemente palabras como “cuerpo” y “sexualidad” o “sexo”, seguramente es porque las sefies sexuales son precisamente solo esto, sin palabras, sin sonidos ni movimientos. No pretenden ser un relato, un legado a la posteridad, un mensaje a descifrar, aunque también puedan ser todo esto.


¿Cómo juega la inmediatez?
En mi vida que en términos históricos no es tan larga,  me he constituido en testigo y al mismo tiempo participante del cambio del tiempo. Tomo como ejemplo el café. Recuerdo que en mi infancia era un proceso que llevaba bastante tiempo: hervir el agua, poner el café en el filtro, hacer pasar por él el agua, y luego de eso servirlo. Llegó luego el instantáneo, unas cucharadas en la taza, azúcar, y agua caliente y listo. Los más exquisitos lo preferían batido, con espuma, lo que sí llevaba más tiempo. Con las cafeteras eléctricas  casi se prescinde de nuestra actividad, es poner agua fría y el café en el lugar indicado, encenderla y  al rato ya tenemos la preparación.  Nuestros hijos son de esta época de tiempos que se van acortando y en los que se puede hacer café, estar con la computadora y hablar por teléfono todo al mismo tiempo, y quizá cada tanto echar una mirada al televisor encendido.
La rapidez, el ya mismo, es parte de esto que para sus autores es un simple juego, me saco la foto y  ahora, sin necesidad de procesos mayores o esperas, puedo mandarla a mis amigos, y sé que en unos instantes ellos las recibirán y me contestarán y hasta puedo imaginar mientras tanto sus reacciones.
Lo mismo sucede cuando subo a internet la imagen, ella de pronto aparece a la vida en millones de aparatos y queda ahí, siempre ahí, en un instante que puede también ser eterno.


Esta vocación de volverse imperecedera de la imagen quizá sea la que impulsó a aquellos pintores de las cavernas  y a partir de ellos a todos los que siguieron detrás, pero seguramente no es esto lo que motiva a los adolescentes, para ellos la inmortalidad no tiene sentido, su presente es tan urgente y agotador en su presencia que el tiempo, todo el tiempo de manera concentrada, es eso que están viviendo.

Es su cuerpo desnudo, su sexualidad emancipada que recorre los mundos virtuales para gritar que existen, que tienen vida.

Quizá los jóvenes puedan quitar de lo corporal la suciedad, la descomposición del pecado y la carne con que fue infectada y recuperar aquella visión de lo bello, de la armonía en las formas, la concreción del equilibrio de las constelaciones, pero ya no como línea pura, ideal, despojada, sino como encarnación, como redondeces y miembros plenos.

En estos temas es muy fácil caer en la aceptación o el rechazo, ambas posturas nos alejan y no nos ayudan a comprender.
 Es un proceso cultural que los humanos estamos construyendo en este mismo momento, y como tal debe tener muchísimos y variados antecedentes. Muchas son las líneas que se cruzan y los límites que si antes eran difusos, ahora lo son más, por ejemplo la separación entre erotismo y pornografía, entre privado y público, la  interrogación acerca de qué es lo íntimo.
No debemos pensar que esto es algo de los jóvenes, quizá ya comenzó cuando Miguel Ángel y sus contemporáneos se atrevieron a desnudar a sus modelos y ponerlos en pleno Vaticano, cuando la desnudez salió de los prostíbulos y los teatros de mala fama y se pudo ver en el cine arte, en escenarios de calidad, y también en la televisión “de entretenimiento” y hasta se atrevió a presentarse en las playas.

Indudablemente se inscribe en una significación de lo corporal que se está construyendo en este mismo momento y que no solamente aparece en la selfie, también se evidencia en las cirugías plásticas que lo modifican para embellecerlo según el concepto de moda, en las dietas, en la gimnasia casi obligada, en la sexualidad también exigida  al punto que ser virgen pasada la primera adolescencia es tener algún tipo de trastorno, en la flacura o musculación, en fin, de variedad de hechos que sumados nos hablan de un interés muy importante alrededor de todo lo corporal, su belleza y sexualidad.   



Dando vueltas por internet descubrí que esto de autorretratarse con una cámara no es nuevo, al parecer la primera fue en 1839 en Filadelfia. Luego en 1920 cinco fotógrafos se reunieron y se autofotografiaron con la cámara de su negocio. Claro,  en ese momento no la mandaron al ciberespacio porque todavía no se podía.








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