sábado, 28 de junio de 2014

109 - Apenas yo

109
Apenas yo

Una vez más he podido comprobar  qué se siente siendo minoría. Esa extraña sensación que muy claramente fue definida como “pez fuera del agua”.
Era pleno mundial de fútbol 2.014, ya había comenzado el partido en que jugaba la selección Argentina contra Irán, volvía de hacer una compra.
Caminaba las cuadras que me separaban del negocio a mi casa, las calles casi sin coches, los pocos iban con total tranquilidad, casi como paseando. Unas pocas personas también caminando sin apuro y en todo un silencio desacostumbrado, inquietante, casi espeso. Era el mediodía de un día sábado.
¿dónde estaba todo el mundo?
Imaginé a hombres, mujeres, chicos, perros y hasta a la tortuga de la casa, frente al televisor,  siendo captada su voluntad, apresada por las imágenes.
Y de pronto volví a sentir  esa sensación de soledad, de saberme distinto, recordé  lo que significaba no formar parte, estar separado.
 
Autor Marcos Kalpin
Nunca me interesaron los deportes, el fútbol tampoco. Siendo joven intenté varias veces mantenerme al tanto, leer o escuchar las repetidas vicisitudes de los clubes, de los campeonatos, de los jugadores, pero esto tuvo un vuelo demasiado corto, a los pocos días me aburría y ahí quedaba el intento.  Todo ese inútil esfuerzo para poder saber de qué hablaban los otros, para poder dar alguna opinión sin que fuera un disparate.

Al crecer acepté mi diferencia  y ya no me torturé  para parecer, no intenté nunca más leer ni enterarme de nada. Es así como llegó este nuevo mundial de fútbol.
Desde semanas antes la presión fue creciendo, todo programa de radio o de televisión inevitablemente hablaba del tema repitiendo hasta el hartazgo los lugares comunes necesarios para llenar el espacio o los reportajes callejeros a los hinchas para conocer su también reiterada opinión de que “vamos a salir campeones”. En estos casos el silencio es positivo, también el refugio en  las películas o series de la televisión por cable.
Este aislamiento buscado  resultó casi inútil porque era todo un clima el que me rodeaba y hablaba de lo mismo.

Iba caminando tranquilo, alguien toca el timbre  de una casa, sale un hombre y le dice: rápido que está el partido, miro, creo que entiendo y sigo.




No había ninguna mano, ningún cartel indicador, no aparecía ningún policía ni los del ministerio del buen pensar,  ninguna indicación oficial, formal, material, solamente la sensación de quedarme afuera, de sentirme empujado y las preguntas: ¿y si hiciera el intento?  ¿si me sentara yo también frente al televisor?
Me imaginé sentado, inclinado hacia adelante, la vista fija en la pantalla. En esa fantasía también pude ver lo que no había: sí podía copiar los gestos, las posturas pero no la emoción, la ilusión del juego, nunca serían mías las burbujas construidas con “ganar” o “perder”. Ese sería otro modo, quizá más doloroso, de no formar parte.

Volví a revivir lo que es ser minoría. Todo esto que en mi apareció de manera tan clara ante la circunstancia especial del mundial de fútbol, luego, en mil detalles en que también soy diferente, se disimula en la cotidianeidad, pero sé que esta ahí. Cada vez que pienso de manera en que supongo que los demás no lo hacen, cada vez que siento algo que supongo no será compartido, en cada oportunidad que descubro en mí aquello que creo me hace distinto, aparece nuevamente  la voz censuradora que me obliga a ocultarlo, a fingir que nada ha pasado, que todo está bien.

No es fácil ser minoría, es una carga más que se agrega a las ya propias del vivir, es como ir contra una fuerza invisible pero por eso, no menos poderosa. Es nadar contra la corriente, tratando de no ser arrastrado por ella porque sé que si lo hiciera, que si me entregara, perdería mi libertad y la conciencia de mi propio valor.

Cada uno de nosotros es diferente, todos tenemos particularidades que quizá no sean únicas, pero que seguramente no compartimos con la mayoría. Algunas serán valoradas y reconocidas socialmente, otras rechazadas, pero estoy seguro que de cualquier modo que fuere, tratamos de no desentonar, de no llamar la atención porque  la mediocridad es lo que se usa esta temporada, estos siglos.



Si no te has indentificado con alguna de tus excentricidades difícilmente podrás entender esto que digo.  Comprender qué pasa en las vidas de aquellos que son diversos no es sencillo,  y sin este proceso de identificación, creo que es imposible de lograr. Nos resulta mucho más cómodo y seguro quedarnos  con aquello de nosotros que sabemos es “normal” o sea que responde a lo que se espera, que forma parte del nivel medio.   Desde ese punto es posible tener pensamientos condescendientes, compasivos, hablar a favor de este o aquel, de buscar posibles soluciones, pero esta actitud será similar a la de la beneficencia, de la de quienes miran desde la distancia porque no hay una verdadera comprensión, no hay una línea que va desde mi diversidad a la tuya.
¿Cuántos de nosotros nos atrevemos a confesarnos que somos “raros”?




Sigamos con el mundial de fútbol.
Apenas una noticia ocupando muy poco lugar en un diario, sucedió en la provincia de Entre Ríos: una niña reprobó sus exámenes escolares porque hacía tres días que no comía. La madre, único sostén del hogar, quedó sin trabajo, no pudo pagar más el alquiler y debió ir con sus hijos a un asentamiento. Como carecían de ingresos, ese grupo familiar no comió durante tres días.
Junto a esta, otra nota que la complementaba. En ella se decía que en Entre Ríos todas las escuelas de zonas carenciadas tienen comedor. El dinero que reciben para dos comidas diarias, desayuno y almuerzo o almuerzo y merienda, con el que también deben pagar el gas cuando no es de red y todos los otros gastos necesarios para la comida, es de $3,80 por chico. En el caso de jornada doble con albergue, o sea cuatro comidas diarias, es de $5. (1)

Mientras tanto en el mismo diario y en todos los otros medios, el espacio se llenaba con los miles de millones de dólares que  deben ser pagados en este caso a los “fondos buitres”, antes fue al Club de París, y a Repsol y antes al Fondo Monetario Internacional, y así podemos seguir por un rato largo agregando nombres. Mientras tanto nos bombardeaban con el clima de Brasil, si lloverá el día del partido, y las simpáticas notas con los argentinos que fueron a presenciar los partidos.




También, al pasar, nos enteramos, que por los derechos exclusivos para televisión por aire,  según varios diarios, el Estado abonó a la empresa Torneos y Competencias u$s 18 millones.  (2) (3)

Ahora veamos que dice por ejemplo el diario La Nación acerca de la cantidad de pobres en Argentina durante este mismo mundial de fútbol, publicada el 24 de junio. El periódico cita a tres informes particulares que  indican que la pobreza supera el 30%, alcanzando a más de 12 millones de personas; y hay más de 4 millones de indigentes. Si tomamos datos oficiales el nivel de pobreza sería de 17,8% o sea alrededor de 7 millones de personas.

Con esos 18 millones de dólares no es posible solucionar toda esta vulneración de derechos, toda esta falta de comida, de salud, de educación.
Sin ser economista, solamente alguien que apenas aprendió las tablas de multiplicar y duda cuando hay que dividir, algo no me cierra en todo esto porque de no mirar fútbol nadie muere, por no comer sí, y si no muere, recibe igualmente el daño suficiente para no poder salir del sometimiento y la crueldad que significan la miseria y la pobreza extrema donde la dignidad humana pareciera convertirse en simple retórica.
Ese dinero no soluciona todo pero ¿no sería bueno al menos haber comenzado con él a cambiar algo de toda esta situación?



Esa familia en estos momentos tendrá para comer, 
no es políticamente correcto dejar que  las cosas sigan igual, sobre todo cuando han sido conocidas públicamente. ¿es posible sacar a 7 millones de personas en los diarios?

Mientras tanto el silencio vuelve a rodearnos cuando juega Argentina, nuevamente las pantallas absorben un poco más del espíritu de las personas, les hace creer que el partido se esta jugando ahí, en la cancha lejana de un país soleado. El partido se esta jugando allá, se esta viendo por televisión para que no se juegue acá, en las calles, en la exigencia de todos porque definitivamente haya equidad.

Seguramente estoy equivocado, los gobiernos del mundo hacen lo posible por los más necesitados.  No creo que sea verdad que no hay interés político en que desaparezca la pobreza, que para el capitalismo la clase baja es necesaria y la exclusión es parte del modelo y los gobiernos están para sostener y “gerenciar” esto.
Es muy probable que la niña que no comió durante tres días sea un caso especial  de mala distribución de los recursos por parte de la madre, claro, en el supuesto caso que tuviera recursos.



(3) http://442.perfil.com/2014-01-08-257897-el-mundial-se-vera-por-la-tv-publica/


Autor Roberto Ferri



La mayoría de las IMAGENES han sido tomadas desde la web, si algún autor no está de acuerdo en que aparezcan por favor enviar un correo a  alberto.b.ilieff@gmail.com y serán retiradas inmediatamente. Muchas gracias por la comprensión.

Se puede disponer de las notas publicadas siempre y cuando se cite al autor/a y la fuente.





miércoles, 18 de junio de 2014

108 - Persuasión Coercitiva

108
PERSUASION COERCITIVA









Muchas veces nos hemos preguntado,  ante una situación en que una persona se veía sumamente perjudicada  ¿por qué no se va? ¿por qué lo tolera?. En general, la costumbre o falta de elementos nos llevaba a respondernos que seguía en esa situación porque le gustaba, porque quería, porque obtenía algún rédito importante.
Del mismo modo otras preguntas: ¿cómo llegó a esa situación? ¿cómo fue capaz de hacer tal cosa? ¿no se da cuenta que eso la daña, la enferma? Y nuevamente las respuestas salían de un fondo de excusas míticas sociales: nació así, le gusta, está enferma, es una desequilibrada, no tiene moral,  solo busca dinero.

Hoy hablaré desde la psicología tratando de explicar como muchas personas son llevadas a aceptar o tomar como propias conductas que atentan contra su propia integridad pudiendo constituir graves daños. En relación a la prostitución, explica una de las formas más comunes de captación y convencimiento.

Partimos del hecho de que el acceso a la prostitución no es lineal ni sencillo. Las niñas y mujeres no llegan a esta situación sin que se den determinadas condiciones. Vestirse para la ocasión, pararse en una ruta,  estar en un burdel, entregarse a cualquier hombre que lo requiera, no son pasos fáciles, exigen algún grado de violencia sobre la persona, cuanto más que se conoce la sanción social que esta actividad conlleva. En todos los casos hallamos la presencia de alguna persona que actuó como captadora. Basada en una relación afectiva preexistente (amigas, familiares, vecinas) o lograda expresamente para este cometido (novios, agencias laborales, agencias de modelos, proxenetas) van induciendo, usando el cariño y la confianza depositada, a aceptar como posible y hasta beneficioso el camino de la prostitución. Logrado este cometido, el paso siguiente será sostener que quien ha ingresado a este mundo permanezca en el mismo. Se debe actuar de modo tal que la persona en prostitución no vea posibilidades de salir de esta situación y además este convencida de que ha sido una decisión propia, tomada racionalmente y con el pleno ejercicio de su voluntad. Para estos resultados se utilizan las técnicas que denominamos persuasión coercitiva. Tengamos presente que la edad promedio de ingreso a la prostitución es aproximadamente de 12-14 años, cuando los cambios corporales y psíquicos llevan a una situación de inestabilidad, la personalidad esta en cambio y formación y la persona es vulnerable a influencias del medio. Esta es una crisis de crecimiento normal pero que puede ser utilizada por otros para influir fuertemente sobre la adolescente.

La persuasión coercitiva comprende una serie de estrategias que tienen por  finalidad  perpetuar el control del maltratador, del tratante o proxeneta, sobre la víctima. Estas estrategias generan un progresivo estado de confusión de emociones, distorsión de pensamientos y paralización que dificultan a la niña/mujer abandonar la relación desigual y violenta que es establecida por el sujeto maltratador hasta llegar a un estado de desocialización.




Los humanos/as establecemos relaciones con quienes nos rodean mediante vínculos, estos son de una intensidad y profundidad variable. Un vínculo significa un tipo de compromiso afectivo que implica un intercambio que necesariamente produce una variación, un cambio en y entre las personas afectadas. En esta variación interviene lo que denominamos persuasión. Este fenómeno no debe ser considerado como patológico o negativo, sino descriptivo respecto a un proceso entre las personas. En nuestras relaciones muchas veces actuamos de manera persuasiva, por ejemplo, cada vez que buscamos convencer a un amigo, un familiar, a que nos acompañe a determinado lugar o que deje de hacer algo. Es parte de nuestro intercambio cultural.

La dificultad comienza cuando al vínculo se le agregan conductas de tipo coercitivo, o sea, cuando se aleja de la participación voluntaria, autónomamente aceptada. En este caso lo que se busca es que la persona actúe de una manera determinada, haga o deje de hacer algo, creando la ilusión de que lo hace por “propia voluntad”, como si ese acto respondiera a un proceso de  libre disposición, pensado y decidido.

Esta técnica implica el uso de fuerza o violencia para obligar a una persona a actuar sin intervención de su libre voluntad.

Mientras que en la simple persuasión una persona busca  convencer a otra, si bien pudiendo apelar a distintos medios para ganar su voluntad  más allá del razonamiento,  la capacidad de pensar lo que se va a hacer, de analizar el propio deseo y conveniencia, no están anuladas, la toma de decisión y acción es realizada en un marco de autonomía. Cuando interviene la coerción estas facultades se ven ampliamente disminuidas, incluso llegando a ser obturadas.

De modo tal que la persona “persuadida”, “convencida”  asume creencias y valores,  o hace cosas que previamente pudieron haber rechazado sin  saber cómo llegaron a ese punto, o incluso creyendo que lo hacen por propia voluntad y deseo.
Tengamos presente que este modelo tiene como antecedentes el llamado “lavado de cerebro”.


Se distingue de otras formas de aprendizaje benignas sociales o de  la persuasión pacífica en función de  las condiciones en que se produce  y por las técnicas de manipulación medioambiental   e interpersonal que tienen como finalidad  suprimir conductas particulares y  entrenar o fijar otras.


Es una serie de estrategias deliberadas que una persona o un grupo de personas ejerce sobre otras para  determinar sus actividades o conductas, para alcanzar un objetivo. En principio estas estrategias están destinadas a conferir y mantener al agresor en una situación de control y poder y a la víctima en otra de sometimiento.  La persona sobre la que se ejecuta esta presión es ajena a esta finalidad. Es  una presión intensa sobre el sujeto para  limitar su libertad de elección, en vista al fin que se busca obtener. La fuerza puede ser de cualquier tipo,  física, psíquica o social, directa o indirecta, expresa o amenazante.

Una parte de estas técnicas consiste en crear una situación de aislamiento, la víctima es alejada de la familia y de su entorno, el corte abrupto de la persona en relación a sus afectos, su entorno social y recursos propios. Esto crea en la persona la sensación de soledad, de no tener a quién comunicar sus sentimientos y pensamientos, salvo a la persuasora quien aparece, de este modo, como único referente y “continente”, convirtiéndose en la “familia”, la mejor amiga. Logrado esto se sella la ruptura.

Este aislamiento cumple con dos objetivos, el primero de ellos es dejar a la víctima sin soportes creando de ese modo una dependencia importante de su maltratador/a; el otro, consiste en manipular la información que le llega a quien se pretende someter. Aquel que controla la información que llega a nuestros sentidos, controla lo que podemos pensar y  hacer. Usualmente lo que se busca manipular son nuestros sentimientos. Cuando sentimos miedo, amor u odio, nuestro razonamiento se distorsiona  y nuestra capacidad para pensar racionalmente disminuye. El manipulador lo sabe y  "juega" con la información buscando controlar emocionalmente de la forma que sirva a sus planes. Una vez logrado esto, las personas caen bajo control.

Las técnicas para lograr el control no son muy difíciles ni son tan complicadas. Solo es necesario carecer de culpa,  de  empatía  genuina  -en los casos de uso de violencia no explícita,  se usará una empatía fingida-  y  emplear las técnicas en manera sistemática. En trabajo conjunto con sujetos que tienen la misma finalidad se  puede aumentar considerablemente la capacidad para manejar a otros.




Se cumple de este modo un paso muy importante el que se ve también en las situaciones de trata de personas, se produce un corte brutal en la historia de la víctima. El escenario físico cambia, ya no está en su casa familiar, incluso puede hallarse en otro barrio o ciudad; se rompe afectivamente con quienes hasta ayer fueron sus referentes, puede ser que viva en la misma casa de el o la persuasora y que dependa económicamente, todo esto lleva a un fuerte sentimiento de vulnerabilidad y constante estrés.

A partir de este momento lo que hasta entonces podían ser sugerencias, comentarios, se convierten en presiones cada vez con mayor carga de violencia y extorsiones no veladas: “te doy casa y comida tenés que colaborar trayendo dinero”, y la forma de traerlo es la prostitución.

Lo que vemos desarrollar desde el comienzo mismo es una situación de desigualdad, la que se va acentuando a medida en que las técnicas son aplicadas y la persona pierde sus referentes tanto exteriores como interiores. El persuasor desde el comienzo mismo es el dueño de la relación, el que va manejando los tiempos y las características mediante una manipulación estudiada y con un objetivo claro. La víctima no se percata de esta manipulación ni de lo que en última instancia se pretende de ella, si sucediera eso, quedaría en evidencia el engaño y la finalidad se malograría.






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En este blog las imágenes son afiches, pinturas, dibujos, no se publican fotografías de las personas en prostitución para no revictimizarlas; salvo en los casos en que se trate de documentos históricos.

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martes, 10 de junio de 2014

107 - El juguete más viejo del mundo

107
El juguete más viejo del mundo








No hace mucho la noticia circuló en los medios casi como una simple referencia, sin ocupar un lugar destacado: “Una joven de 17 años fue drogada y después violada por cuatro hombres mientras un quinto filmaba la agresión con su teléfono móvil”. Luego estos jóvenes   franceses enviaron  esta filmación  a los teléfonos celulares de amigos y parientes de la chica. La noticia continúa: “Cuando la policía detuvo a los cinco hombres, de entre 25 y 30 años, no comprendían por qué los arrestaban: «Hay que reírse y divertirse», exclamaron.”
Efectivamente, esto es lo que ellos adujeron en su defensa. No me cabe dudar acerca de la sinceridad de estos muchachos, tampoco se puede pensar  que  si dijeron esto fue para perjudicarse. Muy por el contrario, seguramente pensaron  que el simple y humano deseo de divertirse  resultaba suficiente exculpación, suficiente explicación capaz de convocar  la comprensión de sus pares.  ¿Cómo no comprender  que unos jóvenes  viriles, sanos, seguramente cumplidores de sus deberes familiares y sociales buscaran algo de diversión?
Quizá estos muchachos pensaron que no había razón para no tomar aquel  entretenimiento que se cruzaba con ellos en las calles, que estaba sentada en el mismo café.
Ellos, pese a la distancia, crecieron en nuestra misma cultura occidental, la que nos acostumbra a ver a la mujer casi desnuda en las publicidades, la que admite y sostiene los burdeles, la misma cultura que nos habitúa a que la satisfacción sexual puede conseguirse por unas monedas. La misma cultura que considera a la mujer como una forma de entretenimiento.
Seguramente para estos jóvenes fue un juego, el montaje de un escenario como aquel infantil de policías y ladrones. Lo divertido fue permitirse ser  el hábil macho cazador que acecha, acorrala a la presa, la somete hasta el desvalimiento y la viola, y cada uno la viola reforzando la complicidad entre hombres pares, la filmación es el trofeo. Para ellos no fue otra cosa que un juego.




Entre mis archivos encontré uno que habla de una noticia publicada ya hace tiempo en el diario La Voz del Interior que dio a conocer otro hecho significativo.
Ocurrió en un cuartel militar, en el Tercer Cuerpo de Ejército. Alguien descubrió que entraban  dos mujeres en prostitución, una de ellas mayor de edad, la otra de 13 años. Las habitaciones del Casino de Suboficiales del Regimiento 14 de Paracaidistas se convirtieron entonces en el lugar de placer  donde concurrían los militares para tener relaciones sexuales pagas.
La noticia no causó conmoción y no pasó de ser una nota gráfica.

Dos personas fueron procesadas por el delito de facilitación a la prostitución de menores: un sargento primero y la mujer en prostitución mayor de edad.

El segundo jefe enterado de la situación ordenó un sumario militar y una vez  identificado a quien había hecho ingresar a la mujer y a la niña, consideró que se había violado el sistema de seguridad y por eso pidió 30 días de arresto para el causante.
La misma nota periodística testifica que el Tribunal se mostró sorprendido “por la falta de guardias e iluminación en el sector”.

Podemos considerar que sí, efectivamente, se “violó”  la seguridad, pero viendo la pena que se impuso, seguramente no fue considerada muy importante esa falta.  La tranquilidad pública no se vio seriamente dañada, las mujeres en prostitución seguramente no implican ningún peligro. Además, supongo que ahora, para reposo del Tribunal, el lugar estará más iluminado.

En este momento en que gozamos de una paz estable, en este enclave militar  hay poco que controlar, que vigilar, los  militares pueden dormir tranquilos. Pero, ¿qué hacer cuando no se concilia el sueño y no se quiere mirar televisión?
Como un delivery, una  llamada telefónica y el servicio  es llevado hasta el mismo cuartel, luego, un tiempo de entretenimiento, de distensión.

El militar fue sancionado con 30 días de arresto, casi un símbolo, ¿para qué más? ¿por qué más? Al fin y al cabo los militares también son hombres que necesitan “reírse y divertirse”.






En otro diario, en el suplemento de espectáculos, en la columna dedicada a notas simpáticas o llamativas de la farándula, se publicó un dialogo que se dio en un programa de televisión.
Lo interesante de esta nota no es solamente lo que los personajes dicen sino  el tratamiento que el periodista hace del hecho, su presentación como anécdota divertida donde el acento esta en lo poco “fino” del locutor.
Más allá de la falta de elegancia del comentario al periodista no le  llama la atención lo que en realidad ambos están diciendo.
Dicho en un programa televisivo, publicado en un diario de circulación nacional, previamente sometido a la lectura de editores y redactores, y luego al público, pareciera no haber despertado la atención  de nadie, y quizá este bien eso, quizá es bueno que las cosas sean así y continúen siendo así.
Aquí va parte de  la nota en cuestión:

Consejo de dos locos graciosos (o algo así).
A la consigna ¿qué promesa harías para que Argentina  gane el Mundial?, uno respondió: “Prometo no encarar más a mi cuñada todos los fines de semana, borracho”.
“¡Me encantó!”, celebró la animadora, antes de darle el siguiente consejo a la cuñada:
“Dejate, una vez, dale el gusto”.
E intervino el locutor:
“Una vez  y ya está; total, como decía un amigo mío, después te lavás y listo”.


“Dejate...dejate....dejate” las palabras resuenan, son pedido, orden, destino. Deja-te, dejate a ti misma, enajénate, olvidate y entregate al deseo del otro, a su placer.

¿No tendría que ser halagador el acoso, la persecución, el deseo despierto en ese hombre, en todos los hombres?

Obviamente para ambos locutores es el deseo del macho el que determina, el que fija los límites, el de ella no importa. Por qué pensar en su interioridad, en sus sentimientos... ¿los tiene?.
No cuenta eso, la mujer es pura corporeidad, exterioridad. Todo después se repara, se soluciona: “te lavás y listo”, pues nuevamente aquí también  lo importante  es “reírse y divertirse”.





Al fin y al cabo, la mujer es el juguete más viejo del mundo.







Las lecciones se repiten, es necesario que toda niña, que toda mujer sepa que su destino es de servicio, de aplicación al sostenimiento y cuidado de los varones.

Princesas, siempre princesas, no más que princesas, nunca reinas, nunca dueñas del poder, de sí mismas, siempre condenadas a ser dependientes.
Madre-sierva paño-de lágrimas-enfermera-contenedora.
Esposa-sierva-paño de lágrimas-enfermera-madre de los hijos del varón.
Y también
La alegría juguetona dócil a la mano del varón que se divierte entre las sábanas con su cuerpo dispuesto y gimiente, necesariamente gimiente para no ser rechazada por frígida, para sostener la virilidad.
Al fin y al cabo esa es tu función: “te lavás y listo”, nada ha pasado en tu vida, en tus sentimientos, has sido creada para que el hombre “no este solo”, “Dejate, una vez, dale el gusto”

En la misma plaza la estatua a la madre y alrededor de ella, la mujer prostituida. No son polos opuestos sino la expresión del destino de la mujer en el patriarcado, en el machismo.
El putero paga para divertirse, para pasarlo bien, para relajarse, ¿por qué no hacerlo? Ha trabajado como corresponde, a atendido a su mujer, a su novia, estará con sus hijos, él cumple como debe, gana su dinero ¿por qué no pasar un buen rato? Ellas están ahí para eso, para que él, buen hombre, padre de familia, pueda divertirse un rato.

 
Autorretrato con muñeca. Oskar Kokoschka. 1922




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sábado, 7 de junio de 2014

106 - Putero 2

106
Putero 2

Sigamos viendo un poco más de cerca a este sujeto que llamamos putero, o sea el que paga por satisfacerse sexualmente en el cuerpo de otras personas.

No es necesario profundizar demasiado para conocer qué se halla en el fondo de su  psíquis. Si sacamos los mitos y excusas que rodean a este tema, en lo más hondo nos encontramos con la misoginia, el odio hacia las mujeres. Este  no aparece abiertamente, se deja ver  de manera indirecta en todo el entramado de la prostitución y en el acto prostituidor mismo en que la mujer-persona es destruida. Esta destrucción no es solamente en la fantasía del putero sino en el modo de acercamiento a la mujer y en la consumación de la relación sexual, además de las consecuencias físicas, psíquicas y sociales que acarrea: el promedio de vida de las mujeres en prostitución es inferior  a la media poblacional, el de las travestis es aún menor,  y las enfermedades y daños psicológicos y psiquiátricos pueden ser muy graves así como la estigmatización y segregación social. Para poder tolerar los reiterados abusos pagos diarios y la angustia que esta actividad les produce, en casi todos los casos se recurre a las drogas, llegando de ese modo a la adicción.
Sabemos que muchas mujeres, niñas y travestis en situación de prostitución son golpeadas, quemadas con cigarrillos, cortadas, abusadas de manera extremadamente violenta, incluso asesinadas.
 Un detalle importante del que casi nunca se habla y que está demostrando esta misoginia: el pagar a niñas para satisfacción sexual o la trata de personas. A muchos prostituidores no les interesa que sea una niña, que recién este creciendo, al contrario, están dispuestos a pagar más para obtener eso, aún sabiendo el daño que les causa. Tampoco les interesa que esa mujer que tienen delante sea una víctima de trata de personas, ellos no preguntan, ellos no se meten. En muchos casos la misma víctima les ha advertido de su situación, cosa que ellos rápidamente han olvidado.



La sociedad tiende a convertir todo en espectáculo, en entretenimiento. Ya no se trata de pan y circo, está quedando solamente el circo y esta es la excusa a la que más se recurre, una forma de de dar alguna pátina razonable a la violencia.
Hoy toda nuestra sociedad está girando en torno al entretenimiento. Por los mismos medios se nos impele a la explotación del trabajo y luego al divertimento. Este último cuanto más vulgar, más básico, mejor. Esto no es inocente, la idea es que no se llegue a pensar, que las imágenes inconexas, las partes de los cuerpos, las peores formas del arte sean usadas para el atontamiento general.  Para este esquema social la persona en prostitución también es un juego, algo con que puedo divertirme y desde el poder, una herramienta de sometimiento.

La visión de la prostitución y del putero está cambiando en el mundo, ya se está perdiendo la idea patriarcal, machista, que autoriza al ejercicio de la violencia. Un ejemplo es la ley sueca de violencia hacia la mujer dentro de la cual se halla la penalización del putero-prostituidor.  Esta ley rápidamente está siendo adoptada por otros países.  El varón que va de putas ya no es premiado, sino que ahora es considerado como alguien que merece el castigo de la ley. No es a la persona en prostitución a la que se pena, ella es considerada una víctima, es a quien paga para usarla al que se le aplican sanciones. Ello redujo notablemente la prostitución y la trata de personas en Suecia.
Pero como todo lo penal, esto no resuelve el problema, en todo caso únicamente podría llegar a contenerlo. Solamente políticas públicas sostenidas dirigidas a una educación sexual integral con visión de género puede producir los cambios sociales necesarios. El varón debe comprender que la mujer, la mujer trans, incluso otro hombre, no son objetos para su satisfacción, sino pares en dignidad.

Algo que no debemos olvidar es que alrededor de este personaje, del putero, se monta todo el vil negocio de la prostitución y de la trata de personas.  Es porque estos varones buscan, promueven, ponen su dinero para tener mujeres y niñas disponibles,  que existen otros varones y también mujeres, dispuestas a organizar burdeles o la prostitución callejera.  Por eso la consigna que  dice


sin clientes no hay prostitución
sin prostitución no hay trata










Es necesario un cambio profundo de la constitución de eso que llamamos varón. Desde el nacimiento mismo se les debe educar en el respeto a su propio cuerpo, en el reconocimiento de sus necesidades, sus deseos y el placer corporal, seguramente si pueden hallar esto en ellos mismos también podrán reconocerlo en las otras personas y esto les alejará de la violencia. Una educación sexual debe implicar esto y la pérdida del temor a quien es diferente, corporal o psicológicamente, incluso  debe llevarlos a perder el temor a sus propias sensaciones.
Sobre todo debe proporcionar un modelo de respeto hacia sí mismo y hacia  la otra persona, reconocer  su diferencia, aceptar que cuando dice “no” es no.
La sexualidad no hace daño a nadie, todo lo contrario, es un elemento importante que nos  completa en orden a una vida sana y plena. Son las represiones, los estereotipos, los temores, los mandatos los que nos separan y nos dañan.


Esta noche me emborracho

Sola, fané, descangayada, la vi esta madrugada
salir de un cabaret, flaca, dos cuartos de cogote
y una percha en el escote bajo la nuez
chueca, vestida de pebeta, teñida y coqueteando
su desnudez, parecía un gallo desplumao
mostrando al compadrear el cuero picoteao
yo que sé cuando no aguanto más
al verla así rajé, pa` no llorar.

Y pensar que hace diez años fue mi locura
que llegué hasta la traición por su hermosur
que esto que hoy es un cascajo
fue la dulce metedura donde yo perdí el honor
que chiflao por su belleza le quité el pan a la vieja
me hice ruin y pechador
que quedé si un amigo, que viví de mala fe
que me tuvo de rodillas
in moral, hecho un mendigo cuando se fue.

Nunca soñé que la vería en un resquiesca in pache
tan cruel como el de hoy
mire si no es pa´ suicidarse, que por ese cachivache
sea lo que soy

fiera venganza la del tiempo
que le hace ver de cerca lo que uno amó
este encuentro me ha hecho tanto mal
que si lo pienso más termino envenenao
esta noche me emborracho bien
me mamo bien mamao pa` no pensar.


Él la ve sola, marchita, gastada,  deteriorada.
Esta noche me emborracho. Agustín Riccardi

 A él le parece un cascajo y le duele haberla “amado”
¿amado?

La ve flaca, dos cuartos de cogote y una percha en el escote bajo la nuez.

La ve chueca, vestida como jovencita, teñida y coqueteando  su desnudez.

Le parece un gallo desplumado, una reja oxidada, una pintura saltada que deja ver el picoteo, los huecos que el daño  lastimó.

Y se conduele de sí mismo, no entiende como pudo haber amado ¿amado?, cómo pudo caer tan bajo por la maldad de esa mujer.

Y como antes, recurre a sus amigos, a quienes  pueden comprenderlo, porque esto es cosa de hombres, de varones.
Y les predica su dolor y les promete embriagarse para escapar de esa visión.

No hay nada fuera del putero, él cree que amó, que lo hizo por ella, cree que sufre.
No se hace cargo, no es capaz de reconocer en ella su propia imagen, aquello que él mismo ha creado cada vez que la tocaba, cuando pagaba.

Siempre es él, su amor, su dolor, su tristeza, su visión, sus ojos volcados irremediablemente hacia un adentro mentiroso en el que se arma como único protagonista de una novela.

Incapaz de sentir, de entender el dolor y la soledad de esa mujer que él y otros han construido cuidadosamente con cada acto prostituidor, con cada humillación, con cada uso y abuso.

Y se revuelca en su propia autoconmiseración  “este encuentro me ha hecho tanto mal  que si lo pienso más termino envenenado”

Esta noche me emborracho bien, me mamo bien mamado para no pensar”.  No hay nada que pensar, no hay que pensar porque esta todo como debe ser,  el padre de familia, que la mira desde la distancia, amparado por su traje de bancario, de oficinista,  y ella ahí, recibiendo el pago que su vida justificadamente le propina.
No hay nada que pensar, todo es como debe ser, como si él no tuviera nada que ver, como si fuera extraño a esa escena, como si ser putero, prostituidor, no fuera hacer algo, no fuera golpear en la cara, en el vientre, no fuera escupir arrojar su semen contra aquel cuerpo, aquellos cuerpos. Insulto fluido veneno
Ellas son solamente eso, algo que nunca valió la pena, por eso él siempre volverá a su hogar, a sus hijos a recargarse  lo bueno de este mundo.

Sin clientes no hay prostitución
Sin prostitución no hay trata










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En este blog las imágenes son afiches, pinturas, dibujos, no se publican fotografías de las personas en prostitución para no revictimizarlas; salvo en los casos en que se trate de documentos históricos.

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martes, 3 de junio de 2014

105 - Putero 1

105
Putero 1

Recuerdo que hace un tiempo me hicieron una nota radial que se refería principalmente al cliente de prostitución. Es  común escuchar que cuando se habla de aquellas personas que concurren a satisfacerse sexualmente en la prostitución sean llamadas de ese modo: “clientes”. Según la Real Academia de la lengua española, cliente es:
Persona que utiliza con asiduidad los servicios de un profesional o empresa
Es un término general, muy poco preciso y está referido a un profesional o empresa, no a una actividad que cualquier persona puede desarrollar, porque, tengamos en claro, los actos sexuales pueden ser realizados por cualquier persona, siempre y cuando su salud e integridad física se lo permitan, sin que sea requerido estudio o capacitación previa.  

Para hablar de este tema prefiero otro término, muy usado en España y muy poco acá, seguramente porque a muchos varones no les gustará ser llamados así. Me refiero a “putero”, que la misma Real Academia lo define como:
Dicho de un hombre: Que mantiene relaciones sexuales con prostitutas.”

Otra manera de llamarlo es prostituidor, porque precisamente por su demanda, su presencia activa, promueve la prostitución. Aunque este término es el más correcto y académico, es el menos conocido popularmente por eso en este caso prefiero el de putero.




Esta nota a la que hago referencia se centraba en la figura del putero. Me preguntaron si podía hablar del tema desde esta perspectiva, dejando de lado a la otra parte, a la niña, hombre o mujer en situación de prostitución, y así traté de hacerlo.

Colocarse en ese lugar es un esfuerzo porque los hombres tenemos totalmente naturalizada la función de la prostitución, hagamos o no uso de ella.  Mi perspectiva desde el varón común, es que todos conocemos  que la prostitución esta siempre en el horizonte de nuestras posibilidades, aún en el caso que por los motivos que fuere, decidamos no hacer uso.

Cualquier hombre sabe que existen los prostíbulos, ha visto mujeres o travestis en las calles, sabe que puede disponer de este, mal llamado servicio, cuando lo desee, no importando día ni hora, y hasta puede elegir el objeto que terminará por satisfacerlo.

Hablo del varón común, de aquel que no ha realizado en sí mismo un trabajo de autoconocimiento, de toma de conciencia, que nunca se ha interrogado acerca de sus relaciones con el mundo, y  con las mujeres en general y las que se hallan en prostitución, en especial. Es el que no se considera machista, y si lo hace, no ve dificultad en ser así.

Para ese  varón común no hay conflicto moral, ni cuestionamiento alguno. La prostitución sería como una prolongación de su masculinidad, por ende, natural.  Nunca se le ocurre preguntar por qué tiene a su disposición seres humanos para su placer, ni si  eso puede constituir un acto de violencia, un abuso sexual pago.

No fue preparado para interrogarse acerca de esto y si llega  a hacerlo, la sociedad misma ya tiene las respuestas adecuadas listas: ellas se prostituyen porque les gusta, porque quieren, ganan mucho dinero sin esfuerzo, fácilmente, disfrutan, necesitan más del sexo que las mujeres “de familia”, ya nacieron así. Hasta hay respuestas más sociológicas, por llamarlas de algún modo: necesitan del dinero para mantener a sus hijos, viven en la pobreza y con esto se sostienen, alimentan a toda su familia, lo que convierte al varón en una especie de filántropo que al pagar su “servicio”  lejos de violentarlas las está ayudando.


O sea para el hombre y hago extensivo a toda la 
sociedad, la prostitución es algo normal, del mismo modo que existen los cafés, los clubes, deben existir los prostíbulos.



Tener sexo pago en muchos casos forma parte de ritos de masculinidad, como pueden ser las salidas entre amigos, tomar cerveza, ver futbol,  y otros. Si bien esto tiene importancia se esta modificando, incluso tiende a disminuir o sea a ser convertido en una práctica esporádica, incluso muchas veces vivida con sentimiento de obligatoriedad y malestar.
Más allá de esto que como dije, es esporádico, existe un grupo de “clientes” prostituidores estable, constante, para los que  tener sexo de este modo constituye parte de su quehacer habitual.

Es importante en relación a esto terminar con un mito muy arraigado que supone que todos los varones concurrimos alguna vez a tener relaciones sexuales pagas. Según estadísticas  el país europeo en el que más hombres concurren al sexo pago es España que llega al 40%, mientras que en el resto de Europa la cifra es entre el 11 y el  14%, o sea que la gran mayoría de los hombres, el 60% en un caso y el 86% en el otro, no frecuenta la prostitución. Incluso en muchos países, ante el avance de la libertad sexual y el rechazo a la prostitución, esta cifra está en aumento.  Otro detalle importante es que cada vez menos varones se inician sexualmente con la prostitución, en muchos sectores el descrédito es cada vez mayor. Esto me parece valioso que lo tengamos presente y que nos lleve a reflexionar acerca de lo que es la masculinidad y acerca de las características de ese grupo menor de hombres que sí pagan por tener sexo y a terminar con el mito de que todos los hombres vamos de putas.



Ya adentrándonos en caminos más de la psicología, me parece que no es menor algo que nos compete a toda la sociedad y que nos afecta muy especialmente a los varones,  la falta de diferenciación entre lo que es eyaculación y lo que es el orgasmo. En general se tiende a creer que es lo mismo, cuando son dos fenómenos que pueden ser fácilmente detectados como diferentes desde la propia experiencia del sujeto.

En el primer caso  el placer se produce por la descarga, la eliminación de una sensación, es parte de una función corporal; en el otro interviene toda la personalidad, se produce un cambio profundo en la psíquis que no es fácil de exponer en palabras, de modo tal que  Freud lo definió como “sentimiento oceánico”.
Nuestra pésima educación sexual nos permite llegar al primer punto, muchos  hombres jamás llegan al segundo, y  ni siquiera se enteran de eso. Creo que esto es lo que se vivencia en la sexualidad prostituida. El mito dice que las personas en prostitución se preparan para brindar placer, se habla de disfraces, de cumplir fantasías, de hacer cosas que las buenas amas de casa no harían, cuando en realidad se trata de actos que duran pocos minutos, en lugares sórdidos o directamente en la vía pública, sin la menor muestra de erotismo.  En general la sexualidad prostituyente es sumamente pobre y esquemática. Habrá casos en los que se paga mucho dinero que pueden tener otros aditamentos y lugares más cómodos, pero fuera de eso, no hay nada nuevo bajo el sol, sigue siendo tan mezquina la vip como la común.

Algo que recién comienza a ser explorado es la psicología del putero, la que es compleja, no es algo lineal que pueda ser dicho en pocas palabras,  aquí les comento algunos elementos.
Pensemos que el prostituidor no se relaciona con una persona  pues ello implicaría tomar en cuenta muchos otros elementos además de los atractivos físicos, como pueden ser los sentimientos, valores, deseos, relaciones de esa otra persona. El putero no busca eso, por esa razón le da lo mismo el nombre de quien tiene delante, la historia de esa persona, su mundo real, lo que busca son cuerpos fragmentados.Traduzco: lo que lo motiva no es un cuerpo sino partes de él, quizá se sienta atraído por el “lomo”, o los pechos u otras partes, en otros casos también características aisladas de personalidad, reales o actuadas,  como puede ser la sumisión, el descaro o cualquier otra.



El prostituidor está totalmente centrado en sí mismo, sumido en un acto netamente egoísta en el cual la otra persona no existe, por lo tanto el placer de la mujer no tiene ningún interés ni es objeto de su atención. Son sus deseos los  únicos que toma en cuenta, su satisfacción,  no espera de su ocasional pareja sexual una respuesta, compartir el placer, no se toma el menor trabajo de considerar la situación de esa otra persona, el paga y cree que eso ya le otorga derecho suficiente y lo exime de cualquier responsabilidad. Penetra, toca, a quien no lo desea e incluso lo rechaza, pero eso no le importa.

Además de esto está el clásico deseo de poder, de omnipotencia, porque es el hombre el que llega, el que elige, el que paga, el que se satisface en ese cuerpo y luego se va.











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