jueves, 16 de julio de 2015

168 - Obediencia orgánica

168
Obediencia orgánica

Quienes siguen estas columnas habrán notado que en general hablo de mecanismos sociales, no de personas pues creo que los humanos vamos reflejando la sociedad en la que hemos sido criados. Si bien las personas ponemos nuestra dedicación y esfuerzo hacia determinadas metas, todo aquello que rodea y, podríamos decir, hasta lo que motiva esas metas, es de corte social. Nacemos siendo una mata de tendencias que buscan su desarrollo, su concreción, pero cómo, hacia dónde, y las prioridades no están fijadas genéticamente.

La otra cuestión por la que no hablo de personas es para evitar el culto a la personalidad, aunque reconozco que en esta postura hay algo de injusticia porque no todo es social, el énfasis, la dedicación, hasta el sacrificio del propio narcisismo en busca del bien común, tienen arraigo en la personalidad de cada uno, sino terminaríamos siendo todes iguales.

En la situación que hoy les voy a comentar tomaré otro camino, diré al menos un nombre con apellido, porque dada las características de este personaje y su relevancia social, podemos tomarlo como un analizador, un punto que nos muestra la sociedad en su acción y sus conflictos.


Horacio González

Estoy hablando de Horacio González,  quien es 
master en sociología, director nada menos que de la Biblioteca Nacional e integrante de la agrupación político partidaria Carta Abierta. Esta brevísima reseña nos dice que no se trata de cualquier persona sino de alguien reconocido.





Mi interés es por algo concreto que él dijo y salió publicado en junio del 2.015*, previo a las elecciones presidenciales.
Cuando el periodista lo interrogó acerca de su parecer sobre el candidato del partido del gobierno para la presidencia, el reportero dice: “…Sostuvo que no tiene los mismos gustos culturales ni artísticos que Scioli. "Yo lo voy a votar en desacuerdo con estas dimensiones…”
Esto me provocó alguna reflexión, la primera es preguntarme ¿qué es un voto en desacuerdo?
La votación electoral se supone que es un acto fundante de este tipo de democracias es una expresión positiva, siempre es afirmativa, se vota a favor de tal candidato. Votar en desacuerdo es tergiversar esta acción, ya no es un acto positivo sino uno que pretende equivocadamente ser cuestionador  sin lograrlo porque  termina siendo un acto de sometimiento más. Me pregunto, si no se está de acuerdo con el candidato existe la posibilidad de no votarlo, votar a otro o hacerlo en blanco, ¿por qué González no toma alguna de estas posiciones, lisa y llanamente?

Por otro lado, ¿quién sabrá que se voto en “desacuerdo”? salvo que se lo deje consignado en la boleta, lo que determinará que el voto sea nulo, nadie lo sabrá, por lo tanto tendrá tanto valor cómo el de cualquier otro. No es que en la cuenta valga la mitad que otro voto.
Esto muestra una discrepancia entre el acto político de la declaración y el hecho de la votación, algo no encaja y si lo hace, resulta muy forzado.



Ahora veamos otro punto: González dice que “no tiene los mismos gustos culturales ni artísticos” que el candidato.  La pregunta que surge entonces es ¿para votar a alguien debemos exigir que sea una especie de clon nuestro?  ¿es tan importante cuáles son sus gustos en música, teatro, o si le gusta tal o cuál cantante? No creo que resulte demasiado clarificante saber que tal postulante  prefiere el rock  o la música tecno, ni qué opina acerca Pavarotti como cantante, para saber qué planes de gobierno tiene y sobre todo, cuál es su ideología.
González omite algo importante y central como es la postura que tiene el candidato ante determinados temas y lo que piensa hacer en relación a ellos.  Esta es otra forma de banalizar, la ya de  por sí caída, actividad partidaria.




La otra cuestión que me surge es preguntarme si este señor tiene objeciones hacia el candidato, este no lo convence, ¿por qué lo elige entonces? Si la respuesta es, como temo que sea, la “organicidad” partidaria, o sea, la obediencia debida, viniendo del Director de la Biblioteca Nacional, un intelectual reconocido, me resulta más que preocupante. Significa lisa y llanamente el fracaso de la universidad al no haber desarrollado a una persona capaz de pensar por sí misma y tomar sus propios riesgos.  Es precisamente una acción antidemocrática, obediente a un mandato de una instancia que considera superior.
Es más que preocupante que estos dichos provenientes de una figura pública tal sean tomados por muchos como ejemplo del buen hacer, de lo que corresponde.
Renunciar a la propia libertad es un camino sin retorno,  porque en cada uno de esos actos se pierde un poco de conciencia y responsabilidad para entregarla al jefe o jefa, o como se le quiera llamar, como forma de pago para seguir perteneciendo.  Difícilmente una democracia no contendrá elementos totalitarios y violentos siguiendo este ejemplo.
Es el camino inverso que pretendemos que la humanidad transite, cada vez más dueña de sí misma y responsable de todas sus acciones, capaz de pensar y decidir sus propias opciones sin que esto signifique otra cosa que el hecho de vivir y no merezca ninguna persona ser premiada, castigada o rechazada por su elección.

Su declaración lo que hace es poner en caja, recordarles a quienes quizá pretendieron seguir su propia conciencia que eso no se debe hacer, que hay que ser “orgánico”, obedecer al o la líder.






No agotemos nuestra mirada hacia un mundo distinto, porque esta es solamente una voz y existen otras, muchas,  que unidas un día sonaran y harán que las estrellas aparezcan a plena luz del día, curiosas, apresuradas por ver qué está comenzando la humanidad.
Ellos miran hacia arriba, donde están sus dioses, sus ángeles, sus líderes, sus jefas y jefes, obedecen extraños designios para los que no fueron ni serán consultados. Obedientes, porque
cuando el verdugo alza el látigo vuelven rápido al rebaño y marchan al matadero.
Otros, estos que orgullosamente estamos de este lado,  miramos hacia el frente, y encontramos ojos como los nuestros, pieles y manos trabajadoras, y nos vemos espejados en millones.
Escuchemos una voz similar a la nuestra


La más graciosa de las criaturas
Como el escorpión, hermano,
Eres como el escorpión
En una noche de espanto.
Igual que el gorrión, hermano,
Te pareces al gorrión
En sus inquietudes mínimas.
Igual que la almeja, hermano,
Tan encerrada y tranquila.
Eres horroroso, hermano,
Horrible como la boca
De un extinguido volcán.
Y no eres uno,
Ni cinco:
Eres millones, millones...
Nazin Hikmet
Eres igual  que el carnero, Hermano: cuando el verdugo,
Que se viste con tu piel,
Cuando el verdugo alza el látigo,
Vuelves rápido al rebaño
Y marchas al matadero
Corriendo y hasta orgulloso.
Eres, hermano, en resumen,
La más graciosa criatura,
Más graciosa todavía
Que el pez que vive en el mar
Y si hay miseria en la tierra,
Si hay tanta miseria, hermano,
Si andamos hambrientos, héticos,
Si nos desuellan y sangran,
Prensados como el racimo
Para sacarnos el jugo,
¿diré que es por culpa tuya?
No. No todo es por tu culpa,
Pero tienes mucha, hermano


Sobre la vida
No es chacota la vida.
La tomarás en serio,
Como la hace la ardilla, por ejemplo,
Sin esperar ayuda ni de aquí ni de allá.
Tu más serio quehacer será vivir.

No es chacota la vida.
La tomarás en serio,
Pero tan en serio
Que, puesto contra un muro, por ejemplo,
Con las manos atadas,
O en un laboratorio,
De guardapolvo blanco y con grandes anteojos,
Tú morirás para que vivan los hombres,
Aún aquellos hombres
Cuyo rostro ni siquiera conoces.
Y morirás sabiendo, ya sin ninguna duda,
Que nada es más hermoso, más cierto que la vida.

La tomarás en serio,
Pero a tal punto en serio,
Que a los setenta años, por ejemplo,
Plantarás olivares,
No para que les queden a tus hijos,
Sino porque, aunque temas a la muerte,
Ya no creerás en ella,
Puesto que en tu balanza
La vida habrá pesado mucho más.


NAZIN HIKMET



* http://www.lanacion.com.ar/1806494-horacio-gonzalez-lo-voy-a-votar-a-scioli-en-desacuerdo






domingo, 12 de julio de 2015

167 - Servis Trinitatis

167
Servis Trinitatis

“Cuando decidí contar esta historia, sabía que no sería fácil, en primer lugar por todo lo que personalmente significa para mí, pero también por no saber cómo abarcar lo inabarcable. Estimo que pasaron por ST en España, Argentina y Venezuela más de trescientas historias de personas…..eran historias de dolor paralelas, en Lomas de Zamora hubo varios casos de chicas que intentaron suicidarse….
Cada historia es una vida que quedó marcada por el dolor, la incomprensión y los sentimientos de culpa que ellos habían instalado en nosotros….
Esto me daba un parámetro de lo que los Trinitarios habían provocado en personas que tuvimos mucha fe, tanta como para decidir entregar toda nuestra vida  “al servicio de la iglesia” y que por ingenuidad, ignorancia, necesidad, estupidez o quién sabe qué creímos en estos curas que la iglesia aún encubre a pesar de ser investigados hace años.”  (pág.178)
Yanina Lofvall
Este es un párrafo del libro “Siervas Trinitarias (Secta católica)” 

escrito por Yanina Lofvall, quien vivió la experiencia y la cuenta.                                                                                                                                                 





Estamos hablando de una historia actual, sucedida hace un par de años y en plena Santa Rosa, capital de la provincia de La Pampa. Allí muchas niñas y mujeres fueron sometidas a esclavitud, mediante engaños, seducción, miedos, culpa, sobre todo culpa. Fueron conducidas a una situación tal que perdieron su autonomía, el poder decidir sobre sí mismas aún en los menores detalles como pueden ser qué comer, cómo vestir, pensar.
Al leer las historias uno se pregunta cómo es posible que algo así suceda, cómo las personas pueden ser llevadas a ese punto sin que lleguen a darse cuenta e intenten rebelarse y escapar de esa situación. En esas páginas se hace evidente algo que con relación a la prostitución y la trata de personas también decimos: no son necesarias cadenas ni candados ni siete llaves, basta con ir aniquilando el interior de las personas, ir destruyendo sus capacidades de reflexión llevándolas al punto de dudar de todo, especialmente de sí mismas, y de todos, menos de sus sometedores.
Este libro va mostrando todo este trabajo de destrucción hasta el resultado final en que la persona ya sometida es capaz de resistir aún las evidencias más concretas que muestran su real situación y defender a ultranza a quienes son sus verdugos.
Es claro el trabajo de anonadamiento que los superiores de esa comunidad religiosa católica, los curas y directoras, fueron realizando, hasta en los mínimos detalles, para lograr tener esclavas a su disposición incapaces siquiera de preguntar o cuestionar. Siempre y por sobre todo su deber era obedecer sin preguntar ni cuestionar,  Yanina Lofvall nos deja una frase que le era repetida y que sintetiza todo este accionar violento:
“quien obedece no se equivoca”.
 
Catedral de Santa Rosa

Para esta rama católica no son virtudes la libertad, el pensamiento, la decisión sobre sí mismo, aún corriendo la posibilidad de cometer uno o varios errores, la capacidad de interrogar y cuestionar, por el contrario, la virtud esta en callar, asentir y cumplir. Supuestas virtudes tan  caras al totalitarismo despótico de todos los tiempos y colores.

Mientras a ellas se les inculcaba que eran menos que nada, los sacerdotes se definían como santos, y el superior casi como la voz del mismísimo dios. Este esquema es conocido, repite el del general y los soldados, el del líder y los seguidores, el gurú y los creyentes, es el desarrollo de aquella conocida “obediencia debida”, unida al culto a la personalidad. El saber, el conocimiento esta en otro lado, en la cabeza del jefe o la jefa, ante quienes solamente cabe sentirse muy por debajo sumidos en la incapacidad. Indefectiblemente estas estrategias de poder tienen un último resultado, la entrega de la propia vida por un dios, una causa, un proyecto, una bandera o lo que fuere. A muchas de las personas captadas y llevadas a ser siervas trinitarias se las condujo a este límite.

Leer este libro es acercarnos a lo que suponemos solamente existe en películas bizarras de terror en las que los malvados visten con túnicas negras y están encapuchados realizando extraños ritos, muy lejos de la realidad de este cerebral siglo 21.  No estamos hablando de otra época ya superada, Yanina fue esclava de Servis Trinitatis durante siete años, desde 1.999 hasta 2.007. También cuesta entender que esto haya sucedido en plena ciudad, que sus autores sean curas pulcros, bien peinados y vestidos, venidos de la ancestral Europa  y que las ceremonias no fueran otra cosa que las comunes del catolicismo. Creo que este es el punto importante. No estamos hablando de una religión esotérica, extraña a nuestro modo de pensar y a nuestras costumbres, plagadas de creencias raras y ritos secretos, sino de la mismísima iglesia católica de la que Servis Trinitatis forma parte.

Se hicieron las denuncias pertinentes y comenzó el juicio. Un “error” -¿podemos llamarlo así?- del propio abogado de las denunciantes que olvidó un cambio en la ley, hizo que se pudiera absolver a los imputados y se cerrara la causa.
Con dolor las dañadas  que habían estado dispuestas a dar su vida a la iglesia católica, ven como esta juega a dos puntas, muestra varias caras, y en definitiva, se dedica a cuidar a cuidar a los curas y su institución demostrando, una vez más, que el dolor humano solamente les interesa para los sermones. Yanina dice:
“no podemos olvidar el dolor de tantas que esperaban que la justicia intervenga, ya que la iglesia y sus altos miembros públicamente habían hecho oídos sordos. Aunque a puertas cerradas nos daban la razón.”

Cardenal Jorge Bergoglio hoy Papa Francisco

He aquí  un hecho que  es importante y nos ubica realmente en la dimensión que estas ramas “seculares”, como son llamadas, tienen dentro de la iglesia. No debemos verlas como fenómenos raros, inusuales, ellas son parte integrante de la empresa religiosa y responden a sus directivas e intenciones y si no fuera por testigos pasarían totalmente desconocidas entre todos nosotros.  Veamos lo que dice Yanina:
“Tiempo después supe que la iglesia se unió porque esta causa comprometía al Cardenal que en ese entonces estaba enfrentado con altos mandos del gobierno nacional. Hoy ya no, y el Cardenal papable es Papa y aquel Obispo enviado a Santa Rosa hoy es Cardenal.”  Hablemos con claridad, Yanina se está refiriendo a Jorge Bergoglio y a  Mario Aurelio Poli, hoy conocido como Papa Francisco y Poli como Cardenal Primado de la Argentina.

Terminemos con la voz de Yanina Lofvall, autora de este libro llamado “Siervas Trinitarias. Secta católica”
“Mientras todo terminaba para muchos, sin saberlo nosotras tendríamos que transitar un largo camino para volver a encontrarnos con nosotras  mismas y preguntarnos ¿Quién soy? ¿Quién debería ser? ¿Quién fui?
No fue fácil darnos cuenta  cuán dentro teníamos inculcados los mandamientos, como por ejemplo no hacer nada sin permiso. Es muy difícil volver a una sociedad luego de estar ausente años, la atemporalidad es compleja. Había un mundo por redescubrir y cada cual lo enfrentó a su modo.”,

“Hubo mucha violencia psíquica durante años para obedecer y ser modelada a gusto de los trinitarios, y eso tiene un costo cotidiano. La culpa es una de las primeras cosas que aparecen, y permanecen en el tiempo…”

“Durante mucho tiempo venía a mí una pregunta cargada de profundo dolor: ¿qué me hicieron? Sentía que me habían violado lo más íntimo de mi ser, mi pensar. Se habían metido en mi cabeza y la habían modificado a su gusto…”
 
Cardenal Mario Aurelio Poli


No busquemos en la psicología de estas jóvenes las fallas que pudieron permitir que esto sucediera, porque esa matriz esta dentro de cada una de ellas, de vos, de mí, de todes quienes nacimos en esta cultura. Porque desde la familia, la escuela, las religiones, los partidos políticos, todo esta organizado  para que la mayoría obedezcamos, agachemos la cabeza, ante unos pocos, como quiera que estos se llamen: padres, obispos, papas, rabinos, pastores, candidatos, jefes, jefas, capitanes. 
Podríamos decir que cada uno de nosotros corre, se esfuerza y sufre por alcanzar su propia salvación, sea esta la que da un dios, el dinero, los cargos, el poder.

Mientras exista la necesidad de creer siempre habrá una fractura por la que los abusadores podrán ingresar.







sábado, 11 de julio de 2015

166 - Encendiendo luces

166
Encendiendo luces

La investigadora española  Sánchez Avilés acaba de presentar el libro 'Mercados ilegales y violencia armada', en el que vincula dos temas de carácter internacional como son los conflictos armados en un contexto de globalización y la expansión de la criminalidad internacional organizada.

En otras entradas de esta columna he tocado estos temas y he pretendido señalar como se relacionan profundamente entre sí y con el entramado mayor que es la sociedad capitalista.  Hablar de mercados legales e ilegales es establecer una división inocente que solamente podrá ser útil para una estadística oficial pues ambas modalidades revierten una en la otra. Mostré esto al hablar de la prostitución, que en nuestro país es legal y la trata de personas, que es un delito, pero que sin embargo están profundamente unidas, siendo una la causa de la otra y como ambas sostienen económicamente cajas negras que hacen al sistema político y de seguridad, y en definitiva, a todo el sistema. Si hablamos de la trata de personas con fines de explotación laboral hallamos lo mismo y de manera mucho más clara, lo que producen los trabajadores esclavos es llevado al mercado legal por las grandes marcas de ropa y de ese modo blanqueado. Lo que hace Sánchez Avilés con estos temas es agregarle un nuevo componente como son los conflictos armados.

Ella dice que  partir del fin de la guerra fría ha cambiado la modalidad de las luchas armadas siendo cada vez menores entre ejércitos de diferentes países y gobiernos para darse un aumento de los conflictos internos, con una mayor aparición de grupos armados que no son ejércitos regulares sino grupos rebeldes, milicias,  terroristas y/o criminalidad organizada, un fenómeno que está también detrás de la expansión de los mercados ilegales.



Esta autora señala expresamente:
Crimen organizado siempre ha habido, y desde siglos atrás, pero con la economía neoliberal se ha incrementado su intensidad».

La anulación de las barreras fronterizas que interrumpían el tráfico de mercaderías entre los países y continentes bajo la gran consigna que es la globalización, sumado a la caída de las ideas de bien común, de comunidad,  colocando en su lugar la del incremento sin límites de las fortunas en manos de unos pocos, y la tendencia a llevar todo al plano industrial o sea al de la producción y la obtención de beneficios, ya fuere la fabricación de locomotoras como la llamada “industria del entretenimiento” o la “industria sexual”. Estos son algunos de los elementos que permiten que el crimen organizado, del que la trata de personas, la prostitución y el narcotráfico  son un claro ejemplo, crezca velozmente y adquiera mayor penetración social.

Recordemos que la llegada del liberalismo y su actual etapa significaron la drástica reducción de las funciones de los estados, delegando al sector privado muchas de las tareas que antes habían reservado para sí, quedando convertidos en meros administradores y garantes de cierto grado de paz social suficiente para posibilitar la concreción de los negocios.
Es así que Sánchez Avilés dice:
«Los Estados han perdido su capacidad para controlar la economía, y estamos viendo cómo surgen actividades que conectan los mercados legales con los ilegales, como el tráfico de armas ilícitas, de armas de fuego, de órganos, de minerales y especies protegidas, pero también de servicios entre comillas, como trata de personas con fines de explotación sexual y de esclavitud, tráfico de inmigrantes, o las apuestas y los juegos ilegales, y los ciberdelitos. Y también se ofrecen servicios a empresas y gobiernos, como blanqueo de dinero, corrupción, piratería, extorsión...”



 En algunos casos los gobiernos son débiles para enfrentar estas situaciones, en otras cómplices cuando no partícipes.

Si analizamos los conflictos bélicos llegamos a un punto en el que es difícil determinar por qué motivos se libran determinadas batallas, como aclara la autora:
«Los dos fenómenos están tan fusionados que es difícil distinguir los objetivos y las motivaciones de los grupos criminales, y de los contendientes del conflicto»

Esto es debido a que los grupos armados, llámese como se prefiera, rivalizan por el control de territorios con los mismos gobiernos, esto es conocido en amplios sectores latinoamericanos en los que los cárteles han formado una especie de gobierno paralelo llegando a cobrar impuestos u ofrecer protección;  al mismo tiempo hay gobiernos que favorecen la trata de personas, el tráfico de armas, el lavado de dinero, el narcotráfico  y obtienen su parte en todo esto.
La situación se vuelve más compleja y contribuye a que los límites se borren, si consideramos que esos grupos armados han penetrado los gobiernos  financiando campañas políticas partidarias o directamente imponiendo candidatos o ejerciendo presión económica y política.

A todo esto se le ha dado un título filosófico que le da hasta carácter académico, se le dice: pragmatismo. Ser pragmático no es otra cosa que hacer valer aquello de que el fin justifica los medios, o más caseramente, no importa cómo si obtengo lo que quiero. No es otra cosa que la justificación y santificación del más crudo egoísmo con total desinterés por los demás. El prójimo ha dejado de existir, lo han matado, ahora estamos rodeados de escalones por los que trepar a las alturas deseadas.

Todo este panorama no es totalmente desconocido por los que caminamos por las calles del mundo, y nos lleva a una desconfianza fundada, cada día mayor, en las llamadas instituciones y en el mismo sistema “democrático”. Pero esta desconfianza no es gratuita, el alerta no es suficiente para protegernos pues en muchos casos es usado desde el poder para fomentar la inseguridad y  el individualismo.

Lo cierto es que los límites se han derrumbado, no hay separación tal entre lo legal y lo ilegal, entre gobiernos y organizaciones criminales, la ostentación del dinero mal habido así como la corrupción ya no es necesario ocultarlas porque todo ha contribuido a que la ley haya caído, a que quede como simple letra en algún código que pronto también será inútil, salvo para encarcelar a quienes ya están vulnerados en sus derechos y posibilidades.
Cuando las instituciones sociales ya no revisten garantía alguna, cuando la ley ha sido vaciada de significado y capacidad de ordenamiento, se abre el camino hacia un individualismo extremo y violento. Si no hay una ley que medie, es fácil caer en creer que los problemas se pueden solucionar mediante la violencia, la intimidación, el sometimiento del otro al que vivo como un enemigo que seguramente quiere dañarme tanto como yo a él.

Grito. Oswaldo Guayasamín

Recordemos que todo se relaciona con todo, por lo tanto no puedo tener paz,  pretender acercarme a la armonía si estoy en medio de un mundo que se desborda.

Trato de ser optimista y pensar que este momento de desintegración dará lugar a otra configuración social, a otro tipo de relaciones que, espero, serán más humanas, más propicias para la vida y el desarrollo.

Pero, cuidado, el optimismo es como la esperanza, puede ser una ilusión poderosa capaz de hechizarnos con su encanto y sumirnos en una parálisis mortal. Es necesario que ya comencemos a construir esas nuevas formas de encontrarnos y mirar al mundo.
Es necesario que quienes sí tenemos principios, sí sostenemos una moral, sí vivimos en un mundo de y con personas, no escondamos estos valores, al contrario, con ellos confrontaremos a esta ola de suicidio colectivo que va impregnando todo.




  Para vencer a la oscuridad basta con encender un fósforo.