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Hostilidad policíaca y
Comunidad Autónoma
El
periodista Oscar Castelnovo de la Agencia para la Libertad escribió una nota por demás interesante,
redactada de manera tan amena que pareciera ser un cuento. Nos hace ver que el
periodismo no convencional es riesgoso. También muestra un hecho que quiero
resaltar, el periodista tiene ocasión de visitar a la Comunidad Autónoma
“Centauro del Norte”, en México, donde se evidencia que el pueblo, la gente,
los que andamos de a pié, tenemos la capacidad de darnos una organización que
nos facilite la vida. No son necesarios los hermanos mayores, “la clase
política”, para cubrir nuestra supuesta inferioridad, nuestra incapacidad para
dirigirnos.
La desintegración social y política de algunos países
favorecen la emergencia de otras formas y posibilidades.
Policías hostiles, pornografía de prepo y la comunidad
autónoma y revolucionaria Francisco Villa
“Agentes de la policía aeroportuaria mexicana, o como se
llamen, me hicieron perder el vuelo del Distrito Federal a Buenos Aires,
recientemente. Revisaban a ritmo de tortuga cuadripléjica mis valijas y cuando
pedí que por favor se apuran lo hicieron a la velocidad de la misma tortuga
pero ya en agonía terminal. Intenté tranquilizarme. Pero la sangre de mis
ancestros italianos fluyó y agitando mis manos cerca de la cara del tortugo le
pregunté: “¿Pedazo de boludo, vos querés que yo pierda el avión?”. Con la
visión periférica percibí que, de inmediato, me rodearon uniformados y uno de
ellos ordenó: “revísalo de nuevo”. El hecho se reiteró tres veces más. Sí, me
revisaron cuatro veces hasta que el avión partió y quedé varado, casi sin un
cobre, en el De Efe.
Intenté que la compañía me diera un nuevo pasaje y sí, me lo
daban. Claro que al módico precio de 2500 dólares, yo portaba en mis bolsillos
unos escasísimos verdes que ni por asomo llegaban al 10 por ciento y era todo
mi capital. Ahí supe una vez más lo que es la desazón. Prometí que en la
próxima reencarnación sería Rockefeller, ya que esta como Castelnovo me la pasé
a los tumbos, como zapallo en carro.
Una luchadora, Jackie Campbell, que me invitó a la
presentación de Tic Tac, libro que ella coordinó con 16 presos de Saltillo,
estado de Coahuila fronterizo con Estados Unidos, donde fui tratado con
fraternidad extrema por ella, sus amigos y el obispo del pueblo Raúl Vera,
solucionó el tema solidariamente. Para dos días más tarde. O sea que debería
permanecer 48 horas en el De Efe. Me quedé medio dormido en el aeropuerto y un
mesero me dijo: “No te acuestes así, te está vigilando la policía y no les va
gustar, te pueden llevar”. “Gracias”, respondí incorporándome.
Nunca supe si esta gente de uniforme me reconoció por haber
aparecido en un canal de Saltillo, en los diarios y radios hablando
críticamente sobre las cárceles incluidas las mexicanas, si no le cayeron bien
mis bigotes setentistas, mi tono porteño o mi pasión por Racing. O, quizá, por
todo eso junto. Me llevo mal con los uniformes, antes incluso de nacer, ya que
me bombardearon el 16 de junio de 1955, en la Plaza de Mayo y dentro del
vientre de mi madre, sin detallar lo que vino desde entonces hasta el presente.
Lo cierto es que el dinero que llevaba no me alcanzaba para
dos noches en ningún hotel cercano al aeropuerto. Entonces una amiga que
trabaja de cocinera allí, me dijo: “Óscar, no te invito a mi casa porque somos
muy pobres, pero te llevaré a un hotel de mi barrio que es barato”. Aunque le
expliqué que prefería ir a su casa, me llevó al “Hotel”.
Pornografía de prepo
De ese modo, con toda la inocencia de Juana, arribé a lo que
en la Argentina conocemos como un “telo” o “albergue transitorio”. Al ingresar
a la habitación tomé la carta para ver los precios de lo que podía consumir. Y
todo lo había eran consoladores de diversos tamaños, colores y texturas. Prendí
la tele y solo tenía unos 5 canales pornos, todas las escenas eran berretas y
se reiteraban una y otra vez hasta el infinito. Llamé al conserje o como se
llame y le pedí que dijera cómo cambiar el control remoto a otras
posibilidades. “Ahorita voy”, me dijo por el teléfono.
Ya me encontraba en slip, negro con rayas horizontales
blancas, que compré a buen precio en Coto. Golpearon la puerta y le abrí al
hombre. Pero resulta que me él no vino, envió a una muchacha tan decidida que
sin que yo dijera “agua va” ingresó a mi cuarto y me dijo: “¿Por qué lo quieres
cambiar? ¿No es esto algo común? ¿No es natural? ¿Nunca lo has visto?”.
Le confesé que alguna experiencia tenía sobre el tema, que
había leído libros e, incluso, enciclopedias. Pero ella seguía insistiendo con
sus palabras predilectas “común” y “natural”.
En esa habitación no había nada de tales características: Ni
el moreno con su enorme, kilométrico, talento; ni la rubia siliconada y amplia,
que danzaba como atleta sobre el muchacho, entre otras destrezas asombrosas.
Cabe destacar la solidaridad de la mujer, porque cuando entro en escena otro
muchacho, rubio por cierto, también le brindó, entusiasta, toda su ternura, por
así decirlo. Pero si algo no era, decididamente, “común” ni “natural”, a esa
hora y en ese sitio, era que yo estuviese en slip, mirando tales cosas con una
mujer apenas conocida, insistiéndome qué era lo que debía ver para mi
iluminación sexual. Finalmente, luego de insistir, arregló el control.
Llevaba casi dos días sin dormir, abrí las ventanas y me
dispuse a descansar durante horas. Como no había ventiladores ni aire, todas
las habitaciones tenían las ventanas abiertas. Desde todas ellas llegaron a mis
oídos los gemidos universales de mujeres y hombres y algunos chasquidos de
quienes gozan con la rudeza a la hora del sexo. Y yo, en soledad absoluta, le
pregunté a Dios qué más me iba a pasar en el De Efe.
A la mañana me desperté, llamé a Juana y le dije: “No me
importa cuán pobre sea tu casa, Juana, no quiero estar más acá, por favor”. Me
vino a buscar y fuimos a su vivienda.
Comunidad autónoma “Centauro del Norte”
Si bien tenía en mente visitar el museo de Frida, las
Pirámides y la tumba de Trotsky, en un bondi común y silvestre o en el subte,
para olvidarme de la maldita policía que hizo perder el vuelo, muy diferente
fueron los hechos y circunstancias.
Me sorprendió que para entrar al barrio de Juana, había que
franquear un portón pintado con Francisco “Pancho” Villa y otras imágenes
claramente populares y de izquierda. Sin saberlo, ingresaba a la Comunidad
Autónoma “Centauro del Norte”, así le llamaban a Villa, dirigida por mujeres,
donde 50 familias habían tomado el predio, construyeron 50 módulos (casillas),
hicieron cloacas, una huerta orgánica y allí funcionaba una radio, comisiones
de Educación, Salud, Comunicación, Vigilancia, entre otras. También tenían
Recreación y computadoras para los pibes. Todo el espacio tenía una limpieza
absoluta, nadie tiraba papeles ni cáscaras de fruta sino en sus
correspondientes y diferentes tachos. Una experiencia de lucha encomiable
dirigida por la Organización Popular Francisco Villa de Izquierda
Independiente. Ya llevaban construidos varios edificios en barrios cercanos y
los módulos de esta comunidad estaba en pleno proceso de trabajo hacía un nuevo
edificio en el predio de al lado.
Primero sentí miradas que se interrogaban: “¿Y este bigotudo
de dónde salió?”. Vi posters del Che Guevara y ya empezaba a sentirme
tranquilo. “Tienes que hablar con nuestra dirigente”, me dijo lacónicamente una
compañera. “Bueno, cuando quieras”, respondí.
Dialogué con Elia, una chica joven y bella que era
consultada por diversidad de cosas y gentes todo el tiempo. Luego de unos 20
minutos de conversación, expresó: “Oscar, esta es tu casa” y dijo a las demás:
“Oscar es un compañero”. Fue entonces que me nació proponerles hacer un Taller
de Notica. (Pensé que tanto Trotsky como Frida estarían de acuerdo con el
cambio de planes). Rápidamente, las chicas se entusiasmaron con la idea.
“¿Cuándo quieres hacerlo?”, preguntaron. “Ahora mismo”, dije. Y a los pocos
minutos ocho mujeres con sus cuadernos y lapiceras de la Comisión de
Comunicación llegaron al aula.
El ejercicio
Luego de explicar “Noticia”, les conté el cuento de
Caperucita Roja y cuatro de ellas debían escribir una noticia a favor del lobo
y las restantes a favor del guardabosque, nombre feos si los hay. Alguna de
ellas trabajan afuera, otras eran amas de casa, pero todas militaban en la
Comunidad.
Durante mi estadía en México, todas las luchas que ví, en
las cárceles, en un pueblo del desierto donde quieren instalar un basurero
tóxico, en todas las asambleas que participé, todas las voces eran de mujeres.
La relación con las chicas del Taller creció rápidamente con
buena onda y decidí ir a comprar unas guayabas, fruta que me enamoró, y busqué
un cuchillo en la casa de Juana para cortarlas. Cuando me dirigía hacía el
aula, una compañera me dijo en tono severo: “Compa, usted no puede andar con
eso por los pasillos”, mirando el cuchillo. “Es para cortar la fruta”, dije.
“Compañero, usted no puede andar con ese cuchillo por los pasillos”, insistió
con mayor severidad. Rápidamente entendí que hay normas de convivencia que así
lo habían establecido. Tampoco se puede circular ebrio fuera de tu casa ni
mucho menos endrogado. Nadie puede hacerse el “gil” o la “gila” a la hora de
cumplir las tareas, y todos hacen guardias, limpian, educan, etc, luego de sus
laburos. La disciplina decidida por todos funciona muy bien en la comunidad
Por su parte, las chicas del Taller hablaron con calidez de
sus historias y, realmente, me hubiera quedado horas escuchándolas, pero había
urgencias, así que en dos tres horas terminamos el encuentro.
El lobo
Para mostrar que la “objetividad” no existe, que la verdad y
la belleza son siempre subjetivas y están en los ojos de quien mira es que
hicimos el ejercicio. Aquí va el que hicieron las “periodistas amigas del
lobo”.
Asesinato de un indefenso animal
“Un lobo fue asesinado, el pasado domingo dentro del bosque
Acteal. Lamentablemente, guardabosques Juan Pérez le disparó un tiro en la
cabeza en lo que fue una muerte a traición ya que le perseguía sigilosamente
porque le parecía sospechoso su abultado estomago. Durante la agonía del
animal, Pérez desagarró fríamente su estomago intentando descubrir el motivo de
su barrigón cuerpo, dándose cuenta que se había comido a Caperucita Roja y a su
abuelita. Debido a la desforestación causada por el despojo del espacio del
bosque, donde el presidente Enrique Peña Nieto pretende construir una Centro Comercial,
el lobo tuvo la necesidad de buscar alimento para sobrevivir.
Pese a esto, el guardabosque Juan Pérez será condecorado
mañana, a lo que los animales del bosque reaccionaron indignados y realizaran
un mitin a la misma hora en el lugar del evento”.
Excelente la nota de las chicas!!
Mujeres revolucionarias |
Luego de los abrazos, y pedidos que me quede a terminar el
Taller completo (imposible para mí, tengo que laburar en Bs As, aunque me moría
de ganas de quedarme) nos despedimos “Hasta la próxima”.
“De telos y diarios no leídos”
Al ingresar a la casa de Juana escuchó que su hija Cristal y
las amigas le decían: “Pero, mamá, ¿cómo llevaste al compañero a ese tipo de
“hotel”? Juana reaccionó y retrucó: “¿Y ustedes cómo sabían qué tipo de hotel
era ese?”. Entonces, decidí intervenir: -“Juana, ellas se enteraron por un
diario que vos no leés. Quévacer”. Todos nos miramos y nos reímos a carcajadas,
incluida Juana.
Luego de ir al mercado, cenamos todos juntos, México tiene
comidas exquisitas. Dialogamos con Juana, una mujer que no es de este tiempo,
su corazón y solidaridad pertenecen al futuro, sin duda, y también con los más
jóvenes. Jugamos a las cartas y me sentí, igual que en Saltillo, que estaba en
familia.
Al día siguiente, recorrí la hermosa Comunidad y los
edificios nuevos. Se iba acercando la hora de partir y una parte de mi se
quedaba en México y viceversa. Estaba agotado pero inmensamente feliz. No
siento que México sea “otro” país, ya es un poco mío y también viceversa. Esta
tierra, sus luchas, sus mujeres, el mezcal y la guayaba enamoran en una armonía
perfecta.
Me fui al aeropuerto acompañado por Juana, una mujer que
trabajó con esfuerzo toda su vida, compartimos un largo desayuno. Nos
despedimos como compañeros del alma. Esta vez la maldita policía no me hizo
perder el vuelo. Ya en el aire, a diez mil metros de altura y antes de quedarme
profundamente dormido, pensé que la Agencia Para La Libertad, sin preverlo,
había dado su primer Taller internacional. ¡Qué viva México!”
Fuente: Agencia para
la Libertad. Periodismo de intervención social
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