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Pueblos que no se
defienden
Las mismas
preguntas que podemos hacernos ante las mujeres que sufren violencia de género
sobre todo intrafamiliar o las que se hallan en prostitución, como por ejemplo:
¿por qué una mujer sometida se queda y sostiene esa situación? ¿por qué motivos
no se rebela? ¿por qué aún pudiendo no escapa? ¿por qué no pide ayuda? también
podríamos llevarlas a un plano más
amplio y preguntarnos de manera similar por qué hay comunidades,
pueblos, que se mantienen indefensos, por qué en lugar de exigir a los
gobiernos que cumplan con sus intereses, con aquello para los que fueron
elegidos, se someten a los designios de
sus gobernantes o factores de poder.
Es un
misterio el motivo por el cual los votantes eligen y vuelven a elegir, hasta
mayoritariamente, a quienes
históricamente los han dejado de lado y los han perjudicado.
También
podemos preguntarnos por qué el estado de rebelión es excepcional. Recordemos
que si alguien manda es porque otro obedece.
Nunca deja
de impresionarme el cuadro ilógico de contemplar adoraciones por parte de los
ciudadanos, a figuras políticas o con
cualquier otro liderazgo, en la mayoría de los casos producto de las jugadas de
los poderosos que nunca dan la cara. Adoración que puede convertirse en
violencia hacia quien no comparte ese sentimiento cuando es muy claro que esas
figuras buscan sus intereses personales, que van constituyendo feudos con
fuertes características antidemocráticas, o sea prescindentes de las otras
voces. Adoran y defienden a quienes claramente los maltratan, en esto no hay
lógica.
También
sucede en otros planos, como por ejemplo el religioso. Nos parece natural y por
eso no preguntamos cómo es posible que
millones de personas acepten y hasta sostengan una religión que desde el vamos
señala a la persona como “pecadora” o sea que desde un comienzo ya la califica
despectivamente, y que además les dice que nunca podrá dejar de ser pecadora.
Una religión que imprime en las mentes que lo mejor que podría pasarles es morir para
acceder a la vida eterna. Recuerdo ahora una película que vi en mi niñez, ni
siquiera recuerdo el nombre, el argumento giraba en torno a una serie de
asesinatos de niños, al final se descubre que el autor era un cura joven el que
realmente convencido de que la pureza del alma de un niño se contaminaría al
crecer este, no vio mejor manera de “salvarlos” que matarlos para que no
llegaran a la adolescencia y así se volviesen pecadores. Esto es una película y
parece un despropósito pero no lo es
tanto si recordamos las hogueras a las que eran mandadas las pecadoras o a la
iglesia católica que consintió y sostuvo a la dictadura militar y sus
asesinatos y torturas, seguramente para el bien del alma del “desviado”.
Otro hecho
que nos debe llamar la atención y que aún
hoy resulta incomprensible es la pasividad en la que miles de judíos subían a
los trenes que los llevarían a los campos de concentración, en definitiva, a su
tortura y muerte.
Durante las
actividades del movimiento abolicionista de la esclavitud una cantidad importante
de negros se opusieron, deseaban continuar esclavos. Seguramente los movía el
temor porque no conocían otra cosa, aún en el vientre materno ya eran propiedad
del señor, y así crecieron y vivieron, no sabían vivir de otro modo; también
los regalos prometidos por sus dueños ayudaron, sea la que fuere la causa,
salieron a defender públicamente la esclavitud. ¿Tendríamos que hablar de un
derecho a ser esclavo?
Similar es
la defensa que muchas mujeres hacen de
la prostitución, de esta forma de violencia.
También
puedo señalar como muchas mujeres miran
al movimiento feminista con desconfianza o directamente con rechazo aún cuando le
deben a este poder expresarse y todos los derechos que hoy ejercen.
Ante estos
ejemplos, y muchos otros que podemos hallar, cabe hacernos las mismas preguntas acerca del
Ante estas
situaciones podemos buscar algo de comprensión mediante el modelo psicológico
de la indefensión aprendida, este precisamente se refiere a las personas que
han aprendido a comportarse pasivamente, sin hacer nada y que no responden a
pesar de que existan oportunidades para ayudarse a sí mismos y evitar circunstancias dañosas.
En los casos particulares el maltratador busca provocar en
su víctima un estado constante de temor mediante un juego perverso de premios y
castigos, la mayoría de ellos inmotivados, el golpe puede llegar por cualquier
razón, aún sin que exista una. Esto coloca a la persona en un estado de shock,
de no llegar a comprender y por eso no puede
elaborar estrategias defensivas, además todo intento productivo
positivo, de reafirmación propia es brutalmente reprimido, por lo que llega a
una situación en que el repliegue y el sometimiento son una forma de
sobrevivencia. Esto mismo es lo que se da a nivel de los pueblos.
Desde el nacimiento se nos enseñó a “respetar-temer” a la
autoridad, cualquiera fuere esta, y si no llegamos a entenderlo, comienzan los
castigos, las puestas en orden, las sanciones en el trabajo o directamente el
despido, y la acción policial. El poder se rodea de parafernalia, uniformes,
coches, custodios, helicópteros, impunidad descarada, que al mismo tiempo que
señala la diferencia entre el gobernante y el gobernado, también implica una
amenaza de lo que podrían llegar a hacernos si quisieran.
Los sectores que tradicionalmente tienen sus derechos
vulnerados y que sus actividades son todas orientadas a la sobrevivencia
dependen enteramente de los beneficios que puedan recibir de los poderosos,
sean estos los que fueren: los gobiernos, las iglesias, los políticos
partidarios, los señores feudales, terratenientes o industriales, y por lo
tanto, viven bajo constante amenaza de ser dejados de su mano lo que pondría en
riesgo su existencia. El clientelismo político es parte de este juego de
sometimiento.
Para quienes no
estamos en esa situación, aunque no gocemos de la totalidad de nuestros
derechos, la metodología es otra, es llevarnos a un estado de zozobra y
parálisis ya sea por los medios de comunicación masiva o por actitudes que
toman los gobiernos: determinación de leyes, recortes y ajustes económicos,
permisividad para la existencia de la delincuencia, entre otras. Todo esto sin
hablar de la represión ejercida desde los gobiernos contra quienes se les
oponen mediante la fuerza de la policía u otros organismos a su disposición. Todo
esto nos conduce volvernos a temerosos y paralizarnos, de ese modo no
reaccionamos ante las injusticias sociales y las vulneración de nuestros
derechos. En la medida en que nos limitamos y retrotraemos la imagen del poder
de turno se acrecienta y aleja, de modo tal que llegamos a sentirnos hormigas
incapaces de realizar alguna acción contra el todopoderoso gobierno.
Un arma importantísima es la del entretenimiento para que la
población se encuentre siempre interesada en algo alejado de dónde realmente se
están jugando los tantos, para esto los medios de comunicación masiva son
necesarios. La actual lluvia de noticias de todo tipo, puestas todas en igual
rango, desde una bomba arrojada sobre una población civil hasta el romance de
una vedette, tiende a este fin, al que debemos sumar las carencias educativas
que llevan a que las personas tiendan a pensar cada vez menos, a prestar menos
atención a la realidad y a hacer análisis de la misma para discernir una
posible acción.
Todo esta organizado en función de eso que llaman
“gobernabilidad”. Cuando comienzan a darse reiterados paros de trabajadores
seguramente se fijará un paro nacional de todos los trabajadores para que en
ese día se descargue el malhumor, se reabra la esperanza que terminará en poco
tiempo en desesperanza que en lugar de movilizarnos nos llevará a bajar los
brazos y entregar nuestras fuerzas. O se
organizará alguna marcha importante que terminará con “desmanes” la rotura de
unos vidrios, algún robo a comercios y pintadas en bancos, obviamente
planificados. Los medios de comunicación difundirán los destrozos y aullarán
acerca del caos y la tragedia mostrando que eso no debe ocurrir, que esta
mal, que es el resultado de tanta queja
popular.
Nos preguntaremos cómo no fue prevenido todo esto si es
conocido por todos, preguntaremos por qué no actuó la policía, y la respuesta
real será porque no debía hacerlo, porque esto ya estaba preparado para que
sucediera así.
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