sábado, 26 de julio de 2014

114 - Indefensión adquirida

114
Indefensión Adquirida 


Ante la prostitución y la trata de personas surgen reiteradamente una serie de preguntas, por ejemplo: ¿por qué una mujer sometida se queda y sostiene esa situación? ¿por qué motivos no se rebela? ¿por qué aún pudiendo no escapa? ¿por qué no pide ayuda?.Estas son solamente algunas. Surgen del fondo común de pensar que esa situación no es una situación buscada ni deseada, un dato importante es que son las mismas preguntas que suelen darse ante los casos de violencia intrafamiliar de género.
Cuando no se tienen elementos o conocimientos suficientes es muy probable que estas incógnitas sean respondidas mediante: se quedan porque les gusta, sienten placer, es una vida fácil, están ahí porque quieren, nadie las obliga y otras similares. De este modo se termina culpabilizando a quien en realidad es víctima de una serie de maniobras destinadas al quebrantamiento de su personalidad, la destrucción de su autoestima y la manipulación.

Los  psicólogos han establecido dos síndromes que pueden estar presentes y serían los responsables de estas conductas. Ellos son:
-Síndrome de indefensión adquirida
-Síndrome de Estocolmo.

Esto es muy evidente cuando las personas son rescatadas y en lugar de colaborar con sus rescatistas, muchas veces se resisten y oponen y hasta los culpabilizan.
También son responsables de que las personas sometidas no se consideren a sí mismas víctimas.



Es muy común que sean detectados en las personas en prostitución como también  en otras situaciones como pueden ser las de violencia intrafamiliar, secuestro, reducción a la servidumbre, esclavitud y otras.

Algo que no debemos perder de vista es el proceso de socialización.  En  nuestra cultura se da un proceso eminentemente patriarcal que de por sí implica el sometimiento de toda mujer, su propia desvalorización y la limitación de su sentido de la vida a ser servidora de los hombres en sus papel de procreadora, cuidadora del hogar y quien debe satisfacer sexualmente.
El vivir un clima de violencia de este tipo, al que se le pueden agregar los abusos sexuales –más del 70% de las mujeres en prostitución fueron abusadas sexualmente en su infancia-  ante los cuales la niña debió guardar silencio o fue descreída por quienes debían protegerla –en algunos casos ellos mismos fueron los autores- hacen que esta sea naturalizada, considerada como parte del destino de ser mujer y por esto, cuando se reitera, no es identificada como violencia.
En estos casos la niña, la mujer, ya parte de un piso que no es cuestionado porque en la mayoría de los casos ni siquiera es reconocido, que naturaliza y equipara su “ser femenino” con la disponibilidad para satisfacer los roles que le son prescriptos entre los que se encuentra el de “servir” sexualmente al hombre.
Esto implica que en muchos casos la mujer sometida a prostitución cuando defiende la ideología del opresor, cuando ella repite convencida las ideas de quien la usa para sus fines o sea que en su voz habla el proxeneta-tratante, el patriarcado, lo hace desde esta matriz en la que fue constituida su subjetividad, independientemente de ser indefensión adquirida o un síndrome de Estocolmo lo que padece. Esto es responsable de que las mujeres no reconozcan ser víctimas de violencia, y en  el caso de la prostitución, de  que estén convencidas de que esta es una forma incluso positiva, una forma de empoderamiento, pues aquello que sufrieron pasivamente en su infancia y luego es impuesto como destino femenino, ellas lo aplican para obtener dinero.
La consideración por parte de las personas en situación de prostitución de ser tenidas  como “trabajadoras sexuales” es la formalización de esta idea basada en la naturalización del abuso y la desigualdad de género. Cuando prestamos oído atento a sus supuestas reivindicaciones descubrimos que a quien escuchamos es al patriarcado, es la voz del proxeneta, de ahí que el resultado sea que, salvo cambiar el nombre, la situación sigue siendo la misma, la tradicional en nuestra sociedad.


Veamos ahora el  Síndrome de Indefensión Adquirida

Este síndrome también lo hallamos presente en las situaciones de violencia intrafamiliar.  Es el que explica por qué las mujeres violentadas manifiestan una actitud de aceptación sumisa,  y aún pudiendo, no huyen de quien las maltrata, e incluso, una vez liberadas, pueden volver a la misma situación.

Su existencia se comprueba negativamente, por la ausencia de conductas defensivas y autoafirmativas normalmente esperables.

En la década del sesenta los psicólogos Seligman y Maier  llevaron a cabo experimentos con perros, resumidamente, a un grupo se les aplicaba descargas eléctricas de manera azarosa sin que los animales pudieran evitarlas. Estos perros mostraron síntomas de depresión. Más tarde, estos mismos, fueron colocados dentro de una caja en la que se les aplicaba descargas eléctricas. En esta ocasión los animales fácilmente podían  poner fin a las mismas únicamente saltando fuera de la caja. Sucedió que en lugar de huir, los perros simplemente “aceptaban” las terribles descargas, mostrando de este modo un estado de indefensión, de aceptación pasiva, que había sido aprendido.

Como vemos se establece un cuadro psicológico por el que el sujeto, que puede ser tanto un animal como en el experimento, como una persona, aprende  que se halla indefenso, que no tiene ni tendrá ningún control sobre la situación de maltrato y que cualquier cosa que haga será inútil, cuando en realidad, cualquier observador, se da cuenta que tiene posibilidades reales de salir de esa situación violenta.



Decimos que esta indefensión es adquirida pues ha sido aprendida y a partir de ahí sostenida como un mecanismo de  sobrevivencia. Desde el primer momento en que la persona es  sometida cuando manifiesta algún atisbo de resistencia, alguna defensa, es brutalmente reprimida  a través de distintas conductas pudiendo ser estas verbales, castigos simbólicos llegando a los golpes, quemaduras con cigarrillos, visualización de torturas e incluso muerte de otras personas, y violaciones reiteradas. Así  aprende a contener e incluso a suprimir cualquier conducta propia autoafirmativa, cualquiera que implique una voluntad  que vaya algo más allá de aquello que los violentos, proxenetas o explotadores  quieren.

El modelo de "indefensión aprendidaexplica que una persona sometida a acontecimientos incontrolables, en este caso actos violentos, generará un estado psicológico donde la respuesta de reacción o huida queda bloqueada, lo que se manifiesta en forma de indefensión, incompetencia, frustración y depresión.
La imposibilidad de controlar la agresión generará en la víctima una afectación motivacional y pasividad, dificultad para la resolución de problemas, y por tanto de confrontar con la situación en que fue inmersa.

Este estado psíquico puede ser debido a la conjunción de varios factores como son la extrañeza de la situación en sí misma,  la incapacidad para racionalizar las causas y para controlar los efectos y el miedo – terror que le es impuesto mediante una violencia extrema. Desde este punto de vista, la parálisis que presenta la persona es consecuencia de lo que vive y puede ser considerada como una forma adaptativa de respuesta, dado que cualquier otra puede llevarla a sufrir nuevos daños o la muerte.


Algunos signos
·           Baja autoestima
·           Déficit intelectual
·           Deficiencias cognitivas
·           Poca motivación
,            Pasividad





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