El liberalismo coloniza en la red
Posted on 22/3/2018 by admin
Por Eduardo Febbro* – Página 12, Argentina
La crisis de la primera red social del planeta es un acto de
justicia que la humanidad se merece. El oportunismo delirante de los
responsables de Facebook, el revitalizado proyecto político de la derecha
radical y la complicidad alucinante de los usuarios configuraron uno de los
robos y violaciones más desastrosas de la historia de la humanidad. Mal les
pese a los tecnogenéticos, Facebook y las demás empresas del ramo se robaron
una idea maravillosa, internet, con el único fin de extender la dominación liberal
del mundo.
Occidente creció a la par de la colonización y ahora las
redes modernas reinventaron una nueva forma de colonización: ya no se trató más
de colonizar un territorio sino que la red es el territorio mediante el cual el
liberalismo extendió la nueva colonización. Silicon Valley es un sistema
dictatorial cerrado y no un paraíso desde donde salen los conceptos de una
humanidad renovada. Los algoritmos de Facebook tienen dos fines: formatear,
censurar, manipular, dirigir, expandirse y hacer dinero. Poco le importan al
señor Mark Zuckerberg (foto) nuestras alegrías, nuestros llantos o nuestros
secretos: solo lo mueve el hambre de ver sus acciones subir y subir. En la red,
nuestras vidas son monedas que se acumulan y no perfiles de una humanidad que comparte
sus pasiones y relaciones.
La pasividad de los usuarios ante las continuas revelaciones
sobre el quebrantamiento masivo de la intimidad y la monetización de sus datos
personales, la inoperancia de los sistemas jurídicos de mastodontes auto congratulados
como la Unión Europea, la incapacidad o la vagancia ante el reto de crear redes
sanas y alternativas, la debilidad de los Estados del Sur y el atraso de las
izquierdas cuando se trata de reflexionar sobre las nuevas tecnologías y los
desafíos que estas introducen en la libertad humana y en la reformulación del
modelo social, la fascinación ante el juguete tecnológico y el proyecto de la
derecha planetaria se mezclaron en una danza mortífera.
En la crisis de Facebook se combinan todos los ingredientes
que demuestran su pusilanimidad y su indiferencia ante quienes fueron los
arquitectos de su riqueza, es decir, los usuarios. Las revelaciones que el ex
agente de la NSA (Agencia Nacional de Seguridad) Edward Snowden difundió en
2013 en el diario de The Guardian ya habían probado hasta el hartazgo la
connivencia de Google, Apple, Facebook, Yahoo! o Microsoft con los servicios de
inteligencia o los sectores privados que hacen dinero con los datos personales
o promueven ideologías retrógradas. Todo terminó en un gran silencio que este
escándalo saca de las catacumbas de la indiferencia. El caso es de una gravedad
destructora: se trata nada más y nada menos de empresas privadas que usaron los
datos de 50 millones de usuarios de Facebook con la meta de manipular
políticamente a los ciudadanos. La derecha más añeja le ganó a los progresistas
de las tecnologías y a los poetas de las ideologías. En Estados Unidos, la
consultora Cambridge Analytica obtuvo y se sirvió de los datos como arma de
influencia en la campaña electoral de Donald Trump. En Gran Bretaña, la filial
de Cambridge Analytica, Strategic Communication Laboratories (SCL),
especializada en las acreditadas “estrategias de influencia” destinadas a
organismos gubernamentales y sectores militares, procedió igual. Se apoyó en
los datos para volcar el referéndum sobre la permanencia de Gran Bretaña en el
seno de la Unión Europea del lado del “Leave”, o sea, el ya conocido Brexit. Si
se miran bien las cosas, Facebook y el Big Data presiden la reconfiguración de
la política mundial, marcada en los últimos dos años por el Brexit y la
elección de Trump. La ultraderecha navega a su antojo. Cambridge Analytica usa
la masa de los Big Data para confeccionar un pastel de mensajes y formateos de
mucho alcance. En 2014, el investigador Aleksandr Kogan (Cambridge), tuvo la
idea de crear un test de personalidad al que respondieron casi 300 mil usuarios
de Facebook. Esos datos y todos los “links” que van con ellos fueron remitidos
por Kogan a Cambridge Analytica. Esta empresa desempeñó un papel igualmente
preponderante en las elecciones en Kenia y luego en las primarias del partido
Republicano en Estados Unidos a favor de Ted Cruz. Y si aún quedan inocentes
que persisten en cerrar los ojos ante la victoria aplastante de la derecha
mundial con el puente de las nuevas tecnologías, bastaría con agregar que el
principal accionista de Cambridge Analytica no es otro que Robert Mercer, un
multimillonario de perfil muy bajo que es, también, accionista del portal de
extrema derecha Breitbart News. Y no es todo: en el consejo administrativo de
Cambridge Analytica aparece otro ultraderechista distinguido: Steve Bannon, el
nuevo ídolo de los populistas globalizados y ex director de la campaña
electoral de Trump.
Los apóstoles del racismo, la xenofobia, de la identidad
nacional como declaración de guerra, de la soberanía excluyente, de la censura,
del cierre de las fronteras y de la guerra comercial se deslizaron en las
infinitas sábanas de la tecnología para ofrecernos la pesadilla del Brexit, de
Trump, de la violencia contra el otro y de las visiones más atrasadas y tóxicas
que la humanidad ha podido diseñar desde principios del siglo XX. La derecha ha
obtenido una brillante victoria apocalíptica gracias, también, no sólo a
Facebook y sus aliados, sino, también, a nuestra pereza cuando se trata de
introducir en nuestro análisis y utilización de las tecnologías la variante
política. Hemos actuado como niños con un regalo de Navidad mientras el
monstruoso Papá Noel conquistaba y manipulaba nuestra inocencia. Facebook ha
dado sobradas pruebas de su inmovilidad, negligencia o complicidad. Los
algoritmos de Facebook tienen una repercusión perversa y plantean la
pertinencia de la relación entre democracia y red social. La redes nos venden y
delinean una suerte de relación que alienta compromisos cuyos resultados son
luego reutilizados por otros sectores en la siempre reactualizada cruzada
colonizadora de la conciencia humana. Rob Sherman, jefe adjunto del
departamento de Privacidad de Facebook, dijo que la empresa se compromete
“fuertemente con la protección de los datos de los usuarios”. Una broma
retórica de mal gusto. Prueba de ello, Facebook no era inocente: hace tres años
se “percató” del robo de los datos de Cambridge Analytica …pero no cerró la
cuenta de hasta pasado 17 de marzo.
No cabe ni la más remota duda de que en la Argentina
Facebook ha servido y sirve con los mismos fines al liberalismo gobernante. El
primer acto de resistencia moral y política de un progresista digno del siglo
XXI consistiría en cerrar inmediatamente su cuenta en Facebook. Esto, sin
embargo, parece ser más arduo que obligar a los directivos de la red social a
ser más responsables. Estamos ante una alianza liberal ultra conservadora
pactada entre sectores políticos y compañías tecnológicas. Es una guerra
ideológica sin bombas y debemos dejar de ser los corderos inocentes que
contribuyen a las victorias de sus verdugos.
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*Periodista argentino, trabaja en la redacción de Radio
France Internationale y es corresponsal del periódico Página 12 en París.
http://www.other-news.info/noticias/2018/03/el-liberalismo-coloniza-en-la-red/#more-14644
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