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Servis Trinitatis
“Cuando
decidí contar esta historia, sabía que no sería fácil, en primer lugar por todo
lo que personalmente significa para mí, pero también por no saber cómo abarcar
lo inabarcable. Estimo que pasaron por ST en España, Argentina y Venezuela más
de trescientas historias de personas…..eran historias de dolor paralelas, en
Lomas de Zamora hubo varios casos de chicas que intentaron suicidarse….
Cada
historia es una vida que quedó marcada por el dolor, la incomprensión y los
sentimientos de culpa que ellos habían instalado en nosotros….
Esto me
daba un parámetro de lo que los Trinitarios habían provocado en personas que
tuvimos mucha fe, tanta como para decidir entregar toda nuestra vida “al servicio de la iglesia” y que por
ingenuidad, ignorancia, necesidad, estupidez o quién sabe qué creímos en estos
curas que la iglesia aún encubre a pesar de ser investigados hace años.” (pág.178)
Yanina Lofvall |
Este es un párrafo del libro “Siervas Trinitarias (Secta católica)”
escrito por Yanina Lofvall, quien vivió la experiencia y la cuenta.
Estamos
hablando de una historia actual, sucedida hace un par de años y en plena Santa
Rosa, capital de la provincia de La Pampa. Allí muchas niñas y mujeres fueron
sometidas a esclavitud, mediante engaños, seducción, miedos, culpa, sobre todo
culpa. Fueron conducidas a una situación tal que perdieron su autonomía, el
poder decidir sobre sí mismas aún en los menores detalles como pueden ser qué
comer, cómo vestir, pensar.
Al leer las
historias uno se pregunta cómo es posible que algo así suceda, cómo las
personas pueden ser llevadas a ese punto sin que lleguen a darse cuenta e intenten
rebelarse y escapar de esa situación. En esas páginas se hace evidente algo que
con relación a la prostitución y la trata de personas también decimos: no son
necesarias cadenas ni candados ni siete llaves, basta con ir aniquilando el
interior de las personas, ir destruyendo sus capacidades de reflexión
llevándolas al punto de dudar de todo, especialmente de sí mismas, y de todos, menos
de sus sometedores.
Este libro
va mostrando todo este trabajo de destrucción hasta el resultado final en que
la persona ya sometida es capaz de resistir aún las evidencias más concretas
que muestran su real situación y defender a ultranza a quienes son sus
verdugos.
Es claro el trabajo de anonadamiento que los superiores de esa comunidad
religiosa católica, los curas y directoras, fueron realizando, hasta en los
mínimos detalles, para lograr tener esclavas a su disposición incapaces siquiera
de preguntar o cuestionar. Siempre y por sobre todo su deber era obedecer sin
preguntar ni cuestionar, Yanina Lofvall
nos deja una frase que le era repetida y que sintetiza todo este accionar
violento:
“quien obedece no se
equivoca”.
Para esta rama católica no son virtudes la libertad, el pensamiento, la
decisión sobre sí mismo, aún corriendo la posibilidad de cometer uno o varios
errores, la capacidad de interrogar y cuestionar, por el contrario, la virtud
esta en callar, asentir y cumplir. Supuestas virtudes tan caras al totalitarismo despótico de todos los
tiempos y colores.
Mientras a
ellas se les inculcaba que eran menos que nada, los sacerdotes se definían como
santos, y el superior casi como la voz del mismísimo dios. Este esquema es
conocido, repite el del general y los soldados, el del líder y los seguidores,
el gurú y los creyentes, es el desarrollo de aquella conocida “obediencia
debida”, unida al culto a la personalidad. El saber, el conocimiento esta en
otro lado, en la cabeza del jefe o la jefa, ante quienes solamente cabe
sentirse muy por debajo sumidos en la incapacidad. Indefectiblemente estas
estrategias de poder tienen un último resultado, la entrega de la propia vida
por un dios, una causa, un proyecto, una bandera o lo que fuere. A muchas de
las personas captadas y llevadas a ser siervas trinitarias se las condujo a
este límite.
Leer este
libro es acercarnos a lo que suponemos solamente existe en películas bizarras
de terror en las que los malvados visten con túnicas negras y están
encapuchados realizando extraños ritos, muy lejos de la realidad de este
cerebral siglo 21. No estamos hablando
de otra época ya superada, Yanina fue esclava de Servis Trinitatis durante
siete años, desde 1.999 hasta 2.007. También cuesta entender que esto haya
sucedido en plena ciudad, que sus autores sean curas pulcros, bien peinados y
vestidos, venidos de la ancestral Europa
y que las ceremonias no fueran otra cosa que las comunes del
catolicismo. Creo que este es el punto importante. No estamos hablando de una
religión esotérica, extraña a nuestro modo de pensar y a nuestras costumbres,
plagadas de creencias raras y ritos secretos, sino de la mismísima iglesia
católica de la que Servis Trinitatis forma parte.
Se hicieron las denuncias pertinentes y comenzó el juicio. Un “error”
-¿podemos llamarlo así?- del propio abogado de las denunciantes que olvidó un
cambio en la ley, hizo que se pudiera absolver a los imputados y se cerrara la
causa.
Con dolor las dañadas que habían
estado dispuestas a dar su vida a la iglesia católica, ven como esta juega a
dos puntas, muestra varias caras, y en definitiva, se dedica a cuidar a cuidar
a los curas y su institución demostrando, una vez más, que el dolor humano
solamente les interesa para los sermones. Yanina dice:
“no podemos olvidar el
dolor de tantas que esperaban que la justicia intervenga, ya que la iglesia y
sus altos miembros públicamente habían hecho oídos sordos. Aunque a puertas
cerradas nos daban la razón.”
Cardenal Jorge Bergoglio hoy Papa Francisco |
He aquí un hecho que es importante y nos ubica realmente en la
dimensión que estas ramas “seculares”, como son llamadas, tienen dentro de la
iglesia. No debemos verlas como fenómenos raros, inusuales, ellas son parte
integrante de la empresa religiosa y responden a sus directivas e intenciones y
si no fuera por testigos pasarían totalmente desconocidas entre todos nosotros.
Veamos lo que dice Yanina:
“Tiempo después supe que la iglesia se unió porque esta causa
comprometía al Cardenal que en ese entonces estaba enfrentado con altos mandos
del gobierno nacional. Hoy ya no, y el Cardenal papable es Papa y aquel Obispo
enviado a Santa Rosa hoy es Cardenal.” Hablemos con claridad, Yanina se está
refiriendo a Jorge Bergoglio y a Mario Aurelio Poli, hoy conocido
como Papa Francisco y Poli como Cardenal Primado de la Argentina.
Terminemos con la voz de Yanina
Lofvall, autora de este libro llamado “Siervas Trinitarias. Secta católica”
“Mientras todo terminaba para muchos, sin saberlo nosotras tendríamos
que transitar un largo camino para volver a encontrarnos con nosotras mismas y preguntarnos ¿Quién soy? ¿Quién
debería ser? ¿Quién fui?
No fue fácil darnos cuenta cuán
dentro teníamos inculcados los mandamientos, como por ejemplo no hacer nada sin
permiso. Es muy difícil volver a una sociedad luego de estar ausente años, la
atemporalidad es compleja. Había un mundo por redescubrir y cada cual lo
enfrentó a su modo.”,
“Hubo mucha violencia psíquica durante años para obedecer y ser
modelada a gusto de los trinitarios, y eso tiene un costo cotidiano. La culpa
es una de las primeras cosas que aparecen, y permanecen en el tiempo…”
“Durante mucho tiempo venía a mí una pregunta cargada de profundo
dolor: ¿qué me hicieron? Sentía que me habían violado lo más íntimo de mi ser,
mi pensar. Se habían metido en mi cabeza y la habían modificado a su gusto…”
No busquemos en la psicología de estas jóvenes las fallas que pudieron
permitir que esto sucediera, porque esa matriz esta dentro de cada una de
ellas, de vos, de mí, de todes quienes nacimos en esta cultura. Porque desde la
familia, la escuela, las religiones, los partidos políticos, todo esta
organizado para que la mayoría
obedezcamos, agachemos la cabeza, ante unos pocos, como quiera que estos se
llamen: padres, obispos, papas, rabinos, pastores, candidatos, jefes, jefas,
capitanes.
Podríamos decir que cada uno de nosotros corre, se esfuerza y sufre por
alcanzar su propia salvación, sea esta la que da un dios, el dinero, los
cargos, el poder.
Mientras exista la necesidad de creer siempre habrá una fractura por la
que los abusadores podrán ingresar.
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