sábado, 22 de junio de 2013

58 - De mártires



58
De mártires


Mediante no recuerdo qué noticia llegó hasta mí la historia de la santa católica Ágata de Catania la que según la leyenda en el año 238 después de Cristo, se resistió a las intenciones libidinosas del procónsul romano Quinizano. Este, frustrado en sus intenciones y según en más acendrado machismo, no tuvo mejor idea que para humillarla y dañarla en lo que ella quería proteger, su integridad sexual, la hizo encerrar en un prostíbulo donde, milagrosamente, pudo conservar la virginidad. Nuevamente frustrado el poderoso procónsul, decide mandar amputarle las tetas. Es así como se la ve representada con un plato en el que lleva sus tetas cortadas….

santa Agata
santa Agata


 Esto me hizo acordar a otra mártir del siglo IV, santa Lucía de Siracusa la que también desairó a un pretendiente y este la denunció como cristiana por lo que fue perseguida, también condenada a ser encerrada en un prostíbulo lo que no pudo ser cumplido porque gracias a la intervención divina  los guardias no pudieron mover a la joven del sitio en que se hallaba. Entonces trataron de quemarla en la hoguera, pero también fracasaron. Al final, seguramente ya cansados, la  decapitaron y en esto sí tuvieron éxito. Pero aún
santa Lucía
con la garganta cortada, la santa siguió exhortando a los fieles cristianos. Si vemos sus imágenes son también impactantes, se la representa o con una espada que le atraviesa el cuello o con los ojos sobre una bandeja. Esto de los ojos no está relacionado con la historia, pero aún así, es conocida por esta imagen.


santa Lucía


 Otra historia interesante es la de san Sebastián nacido en el año 256 de nuestra era. Era un soldado romano y además cristiano, por esto fue denunciado al emperador quien le dio a elegir entre ser soldado o cristiano. Obviamente, porque sino no sería historia, eligió el cristianismo. Fue condenado a morir por medio de flechas. Lo ataron a un poste y llovieron sobre él las saetas, dándolo por muerto. Sus amigos descubren que seguía vivo, entonces es rescatado y logra recuperarse. Ellos, buscando preservarlo, le aconsejan que escape de la ciudad. El joven un tanto alterado y con otro tanto de soberbia, se niega a ello y llega hasta el emperador y a quien le reprocha la persecución de la que hacía objeto a los cristianos. Imagino la cara del emperador al ver a quien consideraba muerto y que además lo increpaba. Seguramente pasada su impresión lo manda a azotar hasta morir, esta vez exitosamente. Las imágenes que lo representan son muy llamativas, se lo ve atado a un poste, con flechas clavadas y con una postura corporal y en algunas, con una expresión en su cara que no hace pensar en el sufrimiento que seguramente debería tener por tanta herida. Esto ha llamado la atención a tal punto que se han hecho trabajos que buscan interpretar estas figuras.


san Sebastián
san Sebastián


A esto podemos sumar las historias e imágenes conocidas por todos como los cristos crucificados sangrantes, o las del vía crucis que representa precisamente el camino hacia la cruz, o las vírgenes Marías enlutadas llorando la muerte de su hijo y otras tantas.

Lo que quiero resaltar es lo que en ellas se trata de inculcar: el dolor, el sacrificio hasta la muerte como modelo.
Me atrevo a darle una doble lectura a esto.
En primer lugar la más conocida, la función que la religión católica, y hablo de esta porque estas imágenes las conocemos por el catolicismo, otorga al  dolor.  En esta visión el dolor aparece como el fuego que purifica, como el camino que lleva a estas personas al martirologio que a su vez, las condujo directamente al cielo, o sea que tiene un sentido muy claro. El mayor ejemplo es el de Jesús que acepta, aunque angustiado, lo que le espera, y no se resiste. El resultado es su muerte en la cruz, pero, lo más importante es que por este pasaje por el dolor y la muerte, se produce su resurrección y ascensión al cielo y se sienta a la derecha del mismísimo dios padre.
El detalle es que si el dolor purifica, es porque hay algo que purificar, que es impuro, y en este caso ese algo somos nosotros, las personas, y es así como volvemos a la idea de pecado, de culpa.
Esto tiene importantes implicancias en nuestras vidas, porque tenemos que sumarle aquello de “parirás con el dolor de tu vientre”, “ganarás el pan con el sudor de tu frente”, “la letra con sangre entra”, y otros mensajes aleccionadores por el estilo.
Estamos muy lejos de la idea budista del dolor como parte de la existencia, no como producto de alguna culpa que hay que limpiar. Y esto es muy importante, porque por el dolor, la enfermedad, la muerte todos debemos pasar, pero el modo como se lo vivencia y encara es diferente, es parte del juego de cómo se interpretan las cosas de la vida y el sentido que se les da. 




Estas mismas historias podemos entenderlas desde otro punto de vista, como defensa de la propia dignidad ante el avance del poder o del deseo del otro. En Ágata y Lucía vemos  la lucha de dos mujeres que se vieron acosadas y acusadas no tanto por ser cristianas como por haberse negado a acostarse con dos señores poderosos. Por esto yo les hablé del machismo, ellas representan la situación de una mujer que no acepta ser sometida a los deseos de un varón, no importa el cargo o fortuna que este tenga. De paso, tengamos en cuenta que como modo de castigarlas y humillarlas, en ambas historias, el hombre frustrado y vengativo decide que terminen en un prostíbulo. Estamos hablando del imperio romano en el siglo 3 de nuestra era. Por estas historias se ve claramente que la prostitución no era vista como una “profesión” más, sino como un hecho ultrajante y humillante para cualquier mujer. Y les repito, estamos en el siglo 3 cuando todavía el cristianismo y su moral no se habían impuesto  y era perseguido y los creyentes en esta religión podían ser muertos. Esto tira abajo aquellas ideas de que la prostitución en la época clásica era bien vista o que su desvalorización fue fruto del cristianismo.

Volviendo a nuestro tema, les decía que las historias de Ágata y Lucía pueden ser leídas desde la resistencia de las mujeres al avasallamiento de sus derechos, aunque entonces no eran considerados de ese modo.
La historia de Sebastián también puede ser vista como un acto de resistencia ante un poder despótico que trata de gobernar hasta en el interior de las personas, que busca dictaminar en qué se debe o no creer.
Estos podemos tomarlos como antecedentes de lo que luego irá desarrollando con diferentes técnicas el poder, ya no el control de las personas desde el exterior, sino desde el propio interior, desde la construcción de la personalidad. Lo que en nuestra época esta perfeccionado por la publicidad que ya no se contenta con mostrarnos los objetos que podrán satisfacer nuestros deseos sino que busca crear esos mismos deseos.

La historia misma de Jesús muestra estos ribetes, no sometimiento, rebeldía ante el poder, valoración del propio pensamiento y creencia ante las imposición de los demás.  El camino de la cruz puede ser entendido ya no como un sacrificio, como la entrega de la persona a los designios de un dios, sino como una forma de resistencia.

Ágata, Lucía, Sebastián, Jesús, no los quiero ver como mártires sino todo lo contrario, como aquellos que representan un modelo de ciudadanía, de cómo todo acto, aún la negativa a casarse u ocultar el propio pensamiento, son actos claramente políticos. Tan políticos que el poder de turno en ese momento vio en ellos un peligro que debía ser silenciado.
Las mujeres llevando en platos partes de su cuerpo, no dicen de esta rebeldía y empoderamiento, como los cuerpos sangrantes de Sebastián o Jesús tampoco nos hablan de su triunfo. Y este  triunfo no radica en que el cristianismo o el catolicismo hoy estén vigentes porque esto significaría convertir a esas personas en objeto de un fin distinto, la salvaguarda de una religión o iglesia, sería quitarles el significado que ellas mismas quisieron dar a sus vidas. Prefiero imaginar a un Jesús resucitado, sonriendo y fuerte, haciéndole un corte de manga al gobierno, a los gobiernos todos, a los sumos y a los comunes sacerdotes, a los sabe más del mundo.

Por esto no debemos recordar más la muerte de quienes hicieron algo, ¿Por qué recordar ese día? Debemos festejar la fecha de su nacimiento porque es ahí cuando dio comienzo a su andar y a las acciones que creemos hicieron algo, aunque sea abrieron un pequeño camino, en esta lucha por los derechos de todas y todos.
Debemos celebrar la vida y la acción, no el sufrimiento, porque este es solamente eso, dolor, y no tiene ningún sentido si no esta motivado por algo positivo aunque eso sea un amor perdido.
No es golpeándome el pecho como voy a cambiar algo, ni agachando la cabeza ni arrodillándome ante quien fuere, y no importa cuánto me duela, eso no cambia nada.
Y la letra entra más fácil con amor, y el pan es más rico con justicia y equidad, y parir duele menos cuando es deseado y no impuesto.



Podemos preguntarnos por qué optaron por la interpretación del dolor como purificación dejando de lado la reivindicación de los derechos de cada uno de nosotros y de la propia dignidad. Quizá sea porque de ese modo evitaban que nos demos cabal cuenta que muchas de las causas de nuestros sufrimientos son perfectamente evitables, no son designios de ningún dios o demonio, ni consecuencias del pecado, sino producto de la injusticia, de la soberbia de los gobernantes, de los privilegios que se pretenden cuidar a toda costa, aún como muestran Ágata, Lucía, Sebastián y Jesús, aún a costa de las vidas humanas.









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