El único edificio que quedó en pié.Hiroshima |
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Grullas por la paz
Este
comentario seguramente para muchos no estará en la fecha indicada,
porque los
recordatorios, como
los cumpleaños, como todo lo que está pautado en esta
civilización que hemos sabido crear, tiene un día y horario adecuado.
Recordamos
en las fechas correspondientes y olvidamos en las siguientes por eso no me
interesa que sea oportuna esta nota, solamente que sea.
Me animo a
generalizar y decir que todos buscamos la felicidad, que deseamos llegar a esos
momentos en que todo parece estar iluminado y brillar.
Me
pregunto: ¿es posible ser feliz?
¿Cuál es el
costo?
Los
instantes felices son de profundo egoísmo, de un olvido total hacia lo que nos
rodea, por eso en un momento cercano se rompen, el espejismo es atravesado.
¿Cómo se
puede ser feliz cuando estamos rodeados de dolor? Aún las sombras de Hiroshima
y Nagasaky ensombrecen al sol. Hoy hablaré de ellas, o mejor dicho de su
destrucción y de los que allí murieron.
Es verdad,
ya no podemos hacer nada más que recordar y silenciarnos un minuto en homenaje
a todos aquellos que fueron tan buenos o malvados como podemos serlo nosotros.
Pero las
sombras no se agotan en ellos. Si el tiempo no retrocede y nos da otra
oportunidad, hoy sí la tenemos porque en África siguen matando, porque los
campos de concentración como Guantánamo están muy cerca, porque el exterminio
de los pueblos originarios está sucediendo ahora, los misiles están volando
hacia su blanco y los traficantes de drogas y armas avanzan sobre nuestro
niños.
Hiroshima y
Nagasaky nos deben recordar también que ahora es tiempo de hacer algo. Ahora.
Bomba Litle Boy sobre Hiroshima |
Estamos en
la guerra entre Estados Unidos y Japón, es el día 6 de agosto de 1.945, un
avión de guerra B-29 bautizado como Enola Gay deja caer sobre la ciudad de
Hiroshima el primer ataque nuclear de la historia.
A los pocos días, el 9 de agosto de 1945, Estados Unidos lanzó una segunda bomba
nuclear sobre la ciudad de Nagasaki, lo que forzó la capitulación de un Japón
que ya estaba derrotado y puso fin a la
Segunda Guerra Mundial.
De este modo los nombres de Hiroshima y Nagasaki por siempre
serán recordados como los dos únicos
ataques atómicos de la historia y en más se convertirán en un perpetuo
monumento al horror de las guerras y al clamor por la paz.
Instante de la explosión sobre Hiroshima |
Bomba Fat Man sobre Nagasaky |
Foto desde un bombardero |
En Hiroshima se levanta el Parque de la Paz muy cerca del lugar donde fue detonada la bomba que acabó de forma inmediata con la vida de unas 80.000 personas y con el tiempo siguió matando por lo que para finales de 1945 los muertos se elevaban a unos 140.000 y las víctimas por la radiación en muchos años posteriores fueron muchas más. En ambas ciudades, la gran mayoría de las muertes fueron de civiles, personas como vos o yo, como cualquier otra. Generaciones de japoneses debieron soportar malformaciones en sus nacimientos por causa de la radiactividad.
Lo importante era probar las bombas, ver en la práctica su
funcionamiento y dejar bien claro a la humanidad, especialmente a los rusos, de
qué eran capaces los guerreros norteamericanos, seguramente pensaron que la
muerte de miles de inocentes eran “daños colaterales”, o sea, consecuencias no
deseadas pero inevitables. La gran mentira que aún hoy escuchamos. Mentira
porque la guerra es evitable. Estas bombas también, los documentos prueban que
Japón ya en 1943 quería tramitar la rendición.
La ciudad después de la bomba |
Hiroshima. Monumento realizado con escombros metálicos. |
El diario La Nación publicó el 4 de agosto de 2013 un texto
que me pareció hermoso y pertenece a Fernanda Sandez, llamado “Los pájaros de
Hiroshima, entre la plegaria y el desdén”,
el que dice:
“Algo pasa con los pájaros. Algo nos pasa con ellos. Los
hicimos mensajeros de los dioses, espléndidos como Garuda (el pájaro que
transporta deidades por el firmamento de la India) o el Fénix. Hemos leído el
futuro en sus entrañas, los pusimos a custodiar templos y ciudades y alguna
otra vez hasta decidimos que su vuelo no era otra cosa que la caligrafía de
Dios.
Leyenda sobre leyenda, pluma sobre pluma, muchas de nuestras
historias incluyen pájaros y la de la tragedia de Hiroshima (de la que se
cumple un nuevo aniversario pasado mañana) mal podía ser la excepción. La
historia es conocida: el día en el que un pájaro metálico llamado Enola Gay
dejó caer un hongo anaranjado, la niña Sadako Sazaki (de dos años entonces)
comenzó a morirse en secreto. Sobrevivió al estallido, sí, pero un día
cualquiera, diez años más tarde, descubrió que ya no podía correr. Le
diagnosticaron leucemia y le contaron a su madre que no viviría mucho. Su amiga
Chizuko le contó otra cosa: le habló de una leyenda antigua, le dijo que los
dioses conceden cualquier deseo (incluso sobrevivir a una bomba atómica) a
quien logre hacer mil grullas de papel. Sadako, esa misma noche, se puso a
plegar lo que tenía a mano: recetas médicas, prospectos, servilletas, cualquier
cosa próxima a su cama de internación. Llegó a plegar 644. Sus compañeros del
colegio plegaron por ella las 366 que faltaban. Así tocó la tierra Sadako:
rodeada por el más hermoso de los cortejos, grullas amasadas por manos amigas.
Sadako Sazaki |
Desde que esta historia se hizo pública, en 1977, cada año y
desde cualquier lugar de la Tierra vuelan hacia Hiroshima bandadas de grullas
de papel. Un alado pedido por la paz que hasta tiene su propio monumento: una
nena que sostiene en sus palmas un ave plateada. Desde entonces, también, los
pájaros también han sido otros. Tardaron un tiempo en volver a Hiroshima, en
volver a confiar en esa tierra arrasada. Suele ser así: los pájaros huyen de la
muerte, y tal vez por eso también hay quien dice que las aves modifican su
rumbo para no ver Auschwitz. Sin embargo, por el tiempo en que funcionó allí un
campo de exterminio, con sus crematorios y sus cámaras, los pájaros (alondras,
mirlos, petirrojos) estuvieron viéndolo todo. Y siendo a su vez observados por
Günther Niethammer, un guardia nazi aficionado a la ornitología. El teniente
Niethammer llevó adelante precisas observaciones. Apuntó todo: vuelos,
plumajes, colores. El incesante desfile de trenes embarazados de prisioneros
nunca fue para él más que paisaje. El lienzo sobre el que se recortaban las
aves que lo apasionaban.
Entre las grullas de Sadako y los mirlos de Niethammer
parece haber pasado bastante más que tiempo. De la mirada del científico que
mide y promedia en pleno infierno a la niña afiebrada que sobrevivió al
infierno cabe un universo completo, con sus soles. La niña reza con los dedos;
el hombre mira desde atrás de cristales. El mundo de Sadako no podría ser más
nuestro; el de Niethammer, tampoco. Tal vez eso sea lo que saben los pájaros:
que entre una y otra cosa suele haber no más de un arco de distancia. Ése es
quizá también el verdadero desafío que nos sigue murmurando Hiroshima: vivir,
todos nosotros, decidiendo a cada instante entre el toque y la indiferencia,
entre la plegaria y el desdén. Con su origami desesperado, Sadako nos contó más
sobre los pájaros que Niethammer en las páginas de su cuaderno. Después de
todo, puede que los giros de las bandadas contra el cielo realmente sean la
letra de Dios. Lástima que ya casi nadie recuerde el idioma.” *
Monumento a Sazaki |
Tres años después, cuando su historia empezó a ser conocida,
todos los niños de Hiroshima llevaron una grulla hecha por ellos mismos para inaugurar
una estatua con Sadako con una grulla que sale de sus manos como si quisiera
echar a volar. La grulla se convirtió en el símbolo de la paz.
En la base de esta estatua esta escrito: “Este es nuestro
grito. Esta es nuestra plegaria: paz en el mundo”.
Desde entonces en los alrededores de su estatua, miles de
personas dejan sus grullas de papel para
recordar a Sadako y a todos los niños que murieron a causa de las bombas
atómicas.
Piensen en las criaturas
Mudas telepáticas
Piensen en las niñas
Ciegas inexactas
Piensen en las mujeres
Rotas alteradas
Piensen en las heridas
Como rosas cálidas
Pero oh! no se olviden
De la rosa de la rosa
De la rosa de Hiroshima
La rosa hereditaria
La rosa radioactiva
Estúpida e inválida
La rosa con cirrosis
La anti-rosa atómica
Sin color sin perfume
Sin rosa sin nada
Poema de Vinicius de
Moraes
* http://www.lanacion.com.ar/1607261-los-pajaros-de-hiroshima-entre-la-plegaria-y-el-desden
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