miércoles, 19 de noviembre de 2014

132 - Prejuicios

132
Prejuicios

Salió en un diario la noticia acerca de un estudio hecho en Estados Unidos por la universidad de Columbia  con adolescentes. En él se dice que los varones en el comienzo de la adolescencia antes que estar desesperados por el sexo lo están por la afectividad, lo que primariamente buscan es una relación de intimidad amorosa.
El estereotipo racista de ese país dice que los jóvenes afroamericanos y de bajos recursos entre 14 y 16 años serían el grupo etario que más descalifica y objetiva a las mujeres. Por el contrario, el estudio evidenció que no mostraron especial interés por las conquistas sexuales. Solamente una minoría dijo haber presionado o engañado a una chica para tener relaciones sexuales, pero, lo que es llamativo y nos debe llevar a pensar, es que ninguno de ellos se mostró orgulloso por lo que había hecho.

El mismo estudio realizado en  varones adolescentes de mayor edad demostró un cambio significativo, estos ya respondían al estereotipo que se puede ver en las películas, el de jóvenes centrados en el sexo y que hacen cualquier cosa por obtenerlo, dejando en segundo lugar lo afectivo.



Esta noticia nos puede llevar a considerar algunos puntos. En primer lugar como las ideologías, y en este caso claramente  basadas en el color de la piel y la clase social crean estereotipos sobre un sector poblacional que son considerados, por el resto de la población como verdades. En este caso el estereotipo recayó sobre los jóvenes negros y de clase baja. Esto significa que apenas dejada la niñez sobre este grupo ya se impone un pesado estigma, o sea que la subjetividad adolescente la sociedad la teje en cada uno de los jóvenes desde esta mirada descalificadora.

El estudio nos dice que en los adolescentes mayores a 16 años se evidencia un cambio, estos ya muestran los rasgos que el estereotipo narra.
Podemos agregar como parte de esta mirada interesada algo que todos hemos visto en las series televisivas o en las películas y que es importante como parte de esta narrativa: los jóvenes negros de clase baja en las esquinas, formando grupos violentos, robando supermercados o licorerías y violando.
Cuando nos encontramos con los adolescentes mayores de 16 años lo que vemos es que el trabajo de la sociedad en la subjetividad de las personas ya se ha realizado. Los jóvenes han incorporado el estereotipo, el modelo que la sociedad les imponía.

El cambio físico que trae la adolescencia también implica un fuertísimo cambio interior, el que hasta hace poco era un niño de pronto comienza a sentir y pensar y descubrir en el mundo cosas enteramente nuevas que tiene que ir conociendo y trabajando para integrarlas. Es un muy ardua tarea llena de conflictos y dudas que en muchos casos los adultos no queremos comprender. El adolescente se torna sumamente ávido de información, busca entender qué le sucede al mismo tiempo que quiere incorporar nuevas conductas de acuerdo a sus nuevos deseos. Busca entonces copiar el modo como se viste algún ídolo, o como se para o peina tal o cual persona o figura que les parece importante, e incorporar los modelos que la sociedad le propone. Necesita crearse una nueva identidad tanto interna como externa, y es aquí donde aparece el entorno, los estereotipos, mediados por las noticias periodísticas, la policía, las escuelas, las iglesias, los padres, mostrándole que se espera de él, diciéndole que lo “normal” es que sea de tal o cual manera.
La familia poco puede hacer, en primer lugar porque los padres y hermanos mayores también han caído dentro del estereotipo y de algún modo lo representan,  en segundo lugar porque el joven en su deseo de salir al mundo se aleja de la familia y cuestiona los modelos que esta le puede llegar a proponer.

Esto también nos puede llevar a pensar que cuando se considera que algo es “normal” se debe tener extremo cuidado, porque eso que llamamos “normal” es en realidad un modelo que nos viene impuesto. Podemos encontrar muchísimos ejemplos de esto: la mujer se completa en el matrimonio, su finalidad es la maternidad, los hombres son violentos, la mujer es afectiva y el hombre racional, ella busca una relación y él sexo, el homosexual es afeminado, ya de chiquita era puta.

Esto no implica solamente conceptos o palabras, también hechos materiales. Considerar la limpieza de  los parabrisas de los coches en los semáforos de Buenos Aires como “trabajo”, dar una educación inicial deficiente, llamar a quienes buscan en la basura algo que puede ser vendido “recicladores urbanos”, considerar a la prostitución como un “trabajo”, son algunas de las formas de concretar el estereotipo, de poner un cartel con una calificación, es un modo de decirle a toda esta gente que ese es su lugar y que no podrán salir del mismo y que su conducta tendrá que adaptarse a eso. Porque lo grave es que cada uno de estos carteles o nombres que se les impone significa una identidad, y en este capitalismo en que la movilidad social tiende a desaparecer o en todo caso a ser regresiva, el ocupado pasó a ser desocupado y luego excluido, esta identidad se convierte en destino fijo.
Hoy mismo he escuchado que en algunos barrios que el gobierno nacional hizo en función de la urbanización de las villas miserias en Buenos Aires, en los terrenos se dejó un espacio para que se guardaran los carros de los cartoneros. Esto puede leerse como el reconocimiento de una realidad, pero también como la fijación de una identidad y sobre todo la intención de no modificar esta situación.

Los estereotipos son ideología, son modos de control social en función de mantener el poder, los privilegios de algunos. Son la aguja y el hilo que teje las subjetividades por lo que cada uno de nosotros termina asumiéndolos y actuando tal como se nos exige y a la vez imponiéndolos a quienes nos rodean. Los adolescentes afroamericanos de clase baja, de buscar una relación afectiva pasan a ser los obsesivos sexuales y violentos que la sociedad necesita para tener mano de obra muy barata y descartable, para tener un mercado de venta de drogas, para obtener adolescentes para la prostitución, y para señalar a un grupo como el responsable de todos los males, así el resto de la sociedad estará ocupada en ver qué hacen estos jóvenes negros y no prestará atención a sus gobiernos y lo que ellos hacen que seguramente es infinitamente más grave y violento.

 






La sociedad en esto no es pasiva, al contrario, es sumamente activa, quienes han luchado por alejarse ellos mismo y luego a su comunidad de los estereotipos se han encontrado con la penalización como la cárcel para Mandela o la bala para Martin Luther King.
                                                                                                                                                                                              

Los estereotipos sociales existen para mantener el control de unos pocos sobre muchos y para sostener el capitalismo. Hacen que la sociedad se mantenga estática y las personas sean previsibles. Estas calificaciones despectivas se han usado y son las que legitimaron que se pudiera someter y colonizar a los indios, africanos y americanos para sacarles su riqueza material y su cultura, son las que permitieron arrasar con sus vidas en una masacre que todavía continua; justificaron que las mujeres tuvieran un papel menos que secundario y a las que hasta no hace mucho tiempo el cristianismo católico negaba que tuvieran un alma,  son las que tipificaron a la homosexualidad, al lesbianismo como desviación sexual, como enfermedad y a quienes la “padecen”  como peligrosos porque pueden contaminar.


Este tema también nos permite ver de qué modo desde el poder se toma a la sexualidad y se la convierte en una herramienta más para homogeneizar a las personas y dirigirlas hacia donde quieren. Todos y todas nacemos sexuados, es parte de nuestra carga genética, de ahí en adelante el desarrollo de ese potencial estará determinado, si bien no exclusivamente, en gran medida por el ambiente. La anticipación de la adolescencia obedece a esta influencia que puede ser detectada desde mucho antes con la erotización al modo adulto de la infancia. Enfoquen los canales televisivos dedicados a los niños y verán  la publicidad de juguetes para uso de las niñas para maquillarse, para colocarse extensiones, aros y pulseras, pero esta no es únicamente la cuestión, miremos a las niñas “modelos” y las posturas que toman, cómo están maquilladas, y nos daremos cuenta fácilmente de lo que se está promoviendo que es mucho más que la venta de un juguete.








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