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Palabras y juegos de
poder
Hoy
hablaremos de algunas declaraciones del actual papa.
Siempre los
mensajes que emiten las empresas religiosas son de especial cuidado, no
solamente por lo que dicen, que es muy importante, sino también por aquello que
silencian.
Miles,
millones de seguidores se dejan llevar por estas palabras, las aceptan y tratan
de adaptar su pensamiento y conducta a lo que esos mensajes dicen.
Si a esto
agregamos la fuerza que tienen determinados personajes investidos de una
supuesta santidad, de una supuesta conexión directa con la divinidad que los
convierte en una especie de semi dioses, a los que se le ha dado el poder de
dirigir nuestra vida y señalarnos lo que esta bien y lo que esta mal, y si
además tienen poder económico y político, estamos ante algo que no puede ser
subestimado y tomado a la ligera.
Todo esto
vale especialmente cuando hablamos del papado de la iglesia católica.
Fue en
setiembre ppdo cuando todavía existía el peligro de una invasión a Siria que
podía traer consecuencias horrorosas para todos, que de improviso unas
declaraciones del papa Bergoglio eclipsaron todos los temas y se reiteraron
hasta el cansancio en todos los medios. Eso no es raro, los poderosos, cuando
no compiten por el tesoro, se apoyan mutuamente. Brevemente tomo de lo que
expresaron los medios estos puntos: el papa se reconoció pecador, que no es un
hombre de “derecha”, que tanto las mujeres que han abortado como los
homosexuales deben ser acompañados con misericordia.
Se dirá que
es un mensaje espiritual, de eso no hablaré, el contenido espiritual o material
lo evalúa cada uno desde su punto de vista particular, lo que es indudable es
que es un mensaje político destinado a los ciudadanos católicos del mundo
habitantes de todos los países, lo que lo constituye de manera indubitable en
un enorme factor de poder.
Que un papa
diga “Soy un pecador” realmente impacta e inmediatamente uno piensa en la gran humildad de
este hombre que ha sido elegido solo él por el mismo dios entre siete mil millones
de habitantes del mundo, o si se quiere tomar únicamente los católicos, fue
elegido él entre 1.214 millones de
personas, que además tiene acceso directo al Espíritu Santo. Indudablemente
impacta. Pero si me detengo un poco inmediatamente me digo: no necesito esa declaración
para saber que es un hombre como yo, la diferencia es que sus deseos,
inteligencia y seguramente astucia le permitieron llegar a la máxima dirección
de ese enorme poder, pero nunca dudé de que él fuera un “pecador”, hablando en
sus términos, o que pueda tener caries o se le caiga el pelo, por eso su frase
no me parece indicadora de humildad sino todo lo contrario, surgida de un
sentimiento de superioridad que le obliga a mostrarse, y acá es dónde se
evidencia más, a hacer demostraciones
públicas en palabras y hechos para ser visto y considerado humilde. Recuerdo
que el mismo Jesús recriminó a aquellos que se golpean el pecho para ser vistos
por todos.
También me
resulta llamativo que diga que es “bastante
ingenuo”, pues no lo
parece tanto vista su historia y como llegó a ser monarca absoluto.
Que el
director de la iglesia católica universal, de esa iglesia de la que conocemos
la historia, y sobre todo en la Argentina su complicidad durante la dictadura
militar, diga "Nunca fui de derecha" me produce sensaciones
encontradas. ¿Es que el papa es de
izquierda? ¿La iglesia se incorpora a las fuerzas marxistas?
Podrán interpretar
que quiso decir que se orienta al centro. Sabemos muy bien en la práctica que
no existe el centro, que en todo caso quienes así se definen son derechistas,
digamos, moderados o avergonzados de serlo. Sostener que el jefe indiscutido de
la iglesia que siempre fue aliada y apoyo de los poderosos y de los gobiernos,
que bendijo a torturadores y genocidas, que colaboró activamente con la
destrucción de todo socialismo, no es de derecha, es ir demasiado lejos y casi
entrar en un torbellino de ciencia ficción.
Otra de las declaraciones que el mundo aplaude y considera que
indica un cambio significativo es aquella en la que se refiere a las mujeres
que abortan. El papa pide que se las acompañe con “misericordia”. Pero
prestemos atención que no se refiere a todas las mujeres que pasan por esta
situación, el mismo papa aclara que se
refiere a la que “está sinceramente arrepentida”
porque “le pesa enormemente”. Ya decidir un aborto es pesaroso,
problemático; someterse a una operación invasiva y con grave riesgo de vida
para la mayoría de las mujeres, es traumático. No es un hecho más en la vida de
una mujer, la marca subjetiva queda para siempre. Pero para un fiel católico esto
no debe alcanzar, es necesario que además la mujer se culpabilice, sufra y se arrepienta, y si fuera otra época
se esperaría verla lacerada por un látigo. Extraña compasión esta.
¿Dónde está ese cambio significativo del que se habla?
Otro tanto sucede con su opinión sobre los homosexuales.
También la misericordia los alcanza. En su caso
quien espere esa misericordia debe mostrar que "tiene
buena voluntad y busca a Dios”. No hay misericordia para los y las
ateas, ¿a ellas y ellos, entonces, se los puede quemar?
Nuevamente pregunto ¿dónde está el cambio?
¿En qué ya no dice que a las mujeres pecadoras y a los
homosexuales hay que quemarlos en la plaza? ¿En qué no los manda a vivir en una
isla? ¿En qué no los tortura para que confiesen haber hecho un pacto con el
demonio? ¿En qué no los bendiga antes de mandarlos al vuelo de la muerte?
Estas palabras papales casi edulcoradas no niegan lo que
Catecismo de la Iglesia católica dice:
“la Tradición ha declarado siempre que “los actos
homosexuales son intrínsecamente desordenados” (Congregación para la Doctrina
de la Fe, Decl. Persona humana, 8). Son contrarios a la ley natural. Cierran el
acto sexual al don de la vida. No proceden de una verdadera complementariedad
afectiva y sexual. No pueden recibir aprobación en ningún caso…. Esta
inclinación, objetivamente desordenada….” *
La solución para el catolicismo es sencilla:
“Las personas
homosexuales están llamadas a la castidad” o sea que se les exige dejar de lado
su vida sexual.
Es el mismo Vaticano en su accionar el que muestra la otra
cara. Fue el mismo setiembre cuando el diario Clarín informó que el Vaticano
impidió que se realizara en Roma una muestra de fotos de Gonzalo Orquin en las
que aparecían personas homosexuales besándose en el interior de iglesias. Al
parecer la misericordia no tiene mucho vuelo.
Besándose. Gonzalo Orquin. Foto diario Clarín 30.9.13 |
Besándose. Gonzalo Orquin. Foto diario Clarín 30.9.13 |
Nuevamente pregunto
¿dónde está el cambio?
Cambio sería aceptar al aborto, aceptar a la homosexualidad
como una posibilidad humana más. Aceptar a hombres y mujeres no porque están
desgarradas, porque están arrepentidas, sino porque son personas. Esto
significa reconocer su dignidad e igualdad, de lo contrario es ponerse por
encima, creerse superior.
La misma mano que condena, que carga de dolor y excluye es la misma mano que luego
pretende acercarse con “compasión” al dolor ajeno. El papa no dice que si la
mujer llegó a la situación de tener que abortar, mucho tiene que ver la iglesia
que él dirige, y que si el homosexual es un “herido social”, como él lo
califica, también lo es gracias a su iglesia. Es una compasión, una misericordia
tardía e impotente, como la de aquellos que crean la pobreza y después hacen
obras de caridad. Y lo que es más grave, no se responsabilizan de lo que han
hecho. La culpa sigue siendo de la mujer que aborta y de las y los
homosexuales.
Además tengamos muy en claro que habla de “misericordia” no
de comprensión, no de aceptación del prójimo, no habla de amor.
En este terreno la iglesia ha perdido definitivamente la
batalla, ya existe el matrimonio igualitario, ya existe la ley de identidad de
género, ya homosexuales y lesbianas pueden adoptar, los métodos anticonceptivos
son aceptados por la mayoría de las personas, y será cuestión de tiempo que el
aborto sea despenalizado. Por eso este sorpresivo “cambio”, porque ya no hay
vuelta atrás, como tampoco la hay en el rol social creciente de la mujer y en
su libertad de elección. De no ser así, tengo serias dudas de que el papa
predicara la “misericordia” y no la hoguera.
Quizá por eso también dijo: "No podemos seguir
insistiendo sólo en cuestiones referentes al aborto, al matrimonio homosexual o
al uso de anticonceptivos. Yo he hablado mucho de estas cuestiones y he
recibido reproches por ello” En
un modo coloquial está diciendo que ya el tema está cerrado, porque seguir
hablando es poner en evidencia la derrota. A partir de esto es probable que
veamos aparecer nuevas temáticas, ya no referidas a la sexualidad humana sino
el sistema social, como pueden ser la pobreza, la distribución de la riqueza y quizá
hasta la ecología.
Creo que la clave esta cuando dice “nunca fui de derecha”,
cuestión que quienes conocen bien de cerca su historia podrían poner en duda, esta
es toda una declaración política y un programa. Significa que ya la iglesia no
usará los métodos que tanto rechazo causaron como los enarbolados tras “Cristo
Rey”, o con la famosa “Tradición, Familia y Propiedad”, aquellos que surgen de
una clase social determinada y claramente identificable. Ahora todo se sutiliza
y trastoca. Del mismo modo que se abandona la pompa y las coronas, los sillones
dorados, se hace ostentación de “pobreza” y de una supuesta “izquierda”. El
objetivo es salir a captar y competir por los clientes. Las empresas religiosas
como cualquier otra empresa, como también las partidarias, necesitan acrecentar
sus bases pues su poder depende de cuantas más personas puedan captar y
adherir, de cuantas más personas compren sus dogmas y creencias. A aquel
mandato a los jóvenes de salir a las calles hecho en Brasil, se le agrega este
que apunta a los abandonados de los gobiernos. No es raro que entonces la
teología de la liberación reaparezca para seducir a quienes fantasiosamente quieren
ver en la iglesia un fermento revolucionario. Que los “curas villeros” se
acrecienten y hasta salgan en las revistas y porque no también “monjas
villeras”. No olvidemos que la teología de la liberación es igualmente, y nunca
se propuso otra cosa, una “teología”, o sea que lo central es el dios y no el
humano. Ya sabemos como la preeminencia de los dioses le ha costado la vida a
miles de personas.
La nueva iglesia de “izquierda” saldrá al campo a disputar
sus clientes con las otras empresas: pentecostales, umbandas, y otros grupos; a
los partidos políticos, y sobre todo, a la verdadera izquierda.
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