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Felices los niños
Si dentro
de algunos siglos, suponiendo que los humanos aún existen sobre este planeta,
algún investigador lea los documentos de Naciones Unidas o de los distintos
países y organizaciones acerca de las mujeres y los niños, pensará que nuestra
civilización se ha esmerado en un cuidado especial hacia ellos.
En general
la historia se escribe así, basada más en supuestos ideológicos que en hechos.
Estos
investigadores al leer la Convención de los Derechos del Niño, los documentos
que se oponen al trabajo infantil, al reconocer la abierta oposición a la pornografía y al abuso
sexual comercial infantil, mal llamada prostitución infantil, cuando se enteren
que existen cuidados especiales para la salud de la niñez y adolescencia, que
existían hospitales especializados y que la educación estaba dirigida
fundamentalmente a ellos, esta gente de siglos venideros pensará que
verdaderamente la nuestra fue una época dorada, algo así como las publicidades
en que aparecen niños, niñas, adolescentes siempre felices.
Sabemos que
la realidad es otra. Que esos documentos son solamente eso, papeles con muchas
firmas, sellos que para lo único que sirven es para que muchos funcionarios
ganen bastante dinero primero redactándolos, luego diciendo que hacen esto y
aquello para cumplirlos, lástima que muchos niños que podrían sobrevivir con el
sueldo de ellos, siguen teniendo hambre o un sistema de salud que no los
respeta y una educación que pretende “incluirlos” “contenerlos” pero no educarlos.
De pronto
surge en mi memoria como un ejemplo acabado, una síntesis perfecta de esta
situación de la que estamos hablando, aquella fundación dirigida por un cura,
Grassi, llamada “Felices los niños” en que eran abusados sexualmente
precisamente por quien debía protegerlos.
Así como la
fiebre es señal de infección, este hecho nos muestra una especie de radiografía
de la sociedad. Representa el abandono, la soledad, la carencia de aquellos
niños que terminaron internados en una institución, primera lesión a sus
derechos porque el estado, el gobierno, no importa cual fuere, debieron poner
los esfuerzos para que el niño pudiera seguir en su medio, con su familia o con
el grupo humano que fuera capaz de amarlo y sostenerlo y no terminara en un
internado. Muestra a las instituciones, en este caso a cargo de un religioso
católico, que lejos de amparar, retiene al niño para someterlo a la sexualidad
perversa de quien tiene el poder, segunda lesión. Y el gobierno que debió controlar, dejó de
hacerlo. Esto es solamente un ejemplo,
podemos buscar otros en las escuelas o los hospitales o directamente en las
casas.
Y ya que
hablamos de Grassi, es justo decir que este no es el único religioso abusador
sexual ni que el catolicismo es la única religión en que existe tal abuso,
también debemos reconocer que en Latinoamérica es la que mayor número de
personas congrega. A principios del 2.014 el Comité de las Naciones
Unidas sobre los Derechos del Niño se expresó del siguiente modo:
“El Comité está muy
preocupado de que la Santa Sede no haya reconocido la amplitud de los crímenes
cometidos, no haya tomado las medidas apropiadas para afrontar los casos de
pedofilia para proteger a los niños y haya adoptado políticas y prácticas que
han propiciado la continuación de los abusos y la impunidad de los autores”.
“A través de un código
de silencio impuesto a todos los miembros del clero bajo pena de excomunión,
los casos de abusos sexuales difícilmente han sido denunciados a las
autoridades judiciales en los países donde se han cometido esos delitos”.
No denunciar los casos, no llevar ante los tribunales a los
autores, es una nueva victimización pues impide a los niños hacer valer sus
derechos, es crear bolsones de impunidad manifiesta, lo que implica otra manera
de dañar a la niñez.
Si miramos hacia otro lado, por ejemplo, el llamado trabajo
infantil encontramos algo similar. Comparto con ustedes un fragmento de un
artículo de Fernanda Sández publicado en
el diario La Nación:
“Tiene -¿tendrá?- doce
o trece años. Imposible saberlo con toda esta gente, con este ruido a tren
tapándole la voz. Tiene un bebé en pañal clavado en la cadera. Reparte chicles
por todo el vagón; chancleteando va, chancleteando viene. Al rato viene otra.
Otra nena con bebé en la cadera. Y otra, y otra más. Serán, al cabo de un viaje
de 32 minutos hasta Constitución, seis chicas con seis bebés a upa. Nenas y
niños trabajando. Ninguno tiene ya la mirada nueva. Ninguno tiene lugar en
ninguna estadística confiable. Pero ahí están.
Para la Organización
Internacional del Trabajo (OIT), niñez y trabajo no pueden cruzarse. Sin
embargo ya, ahora mismo, hay en el mundo 168 millones de niños arando,
cosechando, pescando, vendiendo chicles de menta. De ellos, 85 millones
realizan tareas peligrosas, como los niños pescadores del lago Volta, o como
las niñas víctimas del comercio sexual en el norte de Brasil. O en Pompeya,
donde el Ministerio Público tutelar se ha cansado de alertar sobre la
explotación de nenes y nenas.
En la Argentina la ley
prohíbe que los chicos trabajen. Y, desde marzo del año pasado, el artículo 148
bis del Código Penal prevé penas de hasta 4 años para quien emplee mano de obra
infantil. Pero ahí afuera hay una realidad que desmiente las normas a fuerza de
golosinas, flores, malabares. Muertes, incluso, como cuando los chicos trabajan
en el campo y a destajo, y quedan expuestos a la intoxicación por agroquímicos.”
*
La articulista nos recuerda también a Iqbal Masih quien
fuera vendido por sus padres cuando tenía 4 años a un taller de alfombras en
Pakistán. Desde esa edad fue condenado a un telar durante 15 horas diarias. Su
historia es la de miles de niños. Logró escapar y se atrevió a denunciar el
sistema esclavista, su relato recorrió el mundo y él mismo fue invitado a
diversos países: "No compren estas alfombras, están tejidas con sangre de
niños”, decía. Cuando regresó a su país fue asesinado.
Una mirada latinoamericana: el Fondo de las Naciones Unidas
para la Infancia expresó preocupación por los asesinatos y violencia contra los
niños en El Salvador. Desde 2005 a 2013 han sido asesinados 6.300 niños, niñas y adolescentes. El 82% eran varones entre las
edades de 15 y 19 años.
Otra sudamericana: El periodista danés Mikkel Jensen visitó
Brasil con bastante antelación al mundial de futbol para tomar contacto con la
sociedad, y lo hizo a tal punto que desistió de volver a cubrir el evento
deportivo.
El mismo dice los motivos en un relato publicado en su
perfil de Facebook:
“Desde hace casi dos
años y medio llevo soñando con cubrir el Mundial de Brasil. El mejor deporte
del mundo en un país maravilloso. Hice un plan, me fui a estudiar a Brasil,
aprendí portugués y estaba preparado para volver.
Y en septiembre de
2013 volví. El sueño se iba a cumplir. Pero hoy, dos meses antes de la fiesta
de la Copa del Mundo, he decidido que no voy a seguir aquí. El sueño se ha
convertido en una pesadilla….
… En marzo estuve en Fortaleza para conocer la
ciudad más violenta de todas las sedes de la Copa del Mundo. Hablé con algunas
personas que me pusieron en contacto con niños de la calle y luego supe que
algunos habían desaparecido. A menudo, los matan por la noche, cuando están
durmiendo en una zona donde hay muchos turistas. ¿Por qué? ¿Para dejar limpia
la ciudad para los extranjeros y la prensa internacional? O sea, ¿por mi culpa?”
**
En poco hemos cambiado desde aquellos tiempos en las
cavernas, y quizá en aquel tiempo fuera más entendible, los depredadores
naturales, la falta de alimentos, el desconocimiento, jugarían en contra, hoy
todo se reduce a algo mucho más simple y palpable: los dólares.
No todo es tan deprimente, como siempre digo, es el trabajo
silencioso, el amor solidario callado lo que hace la diferencia. Recuerdo un
video en que se mostraba como una niña abusada en su familia solamente tuvo
como contención la escuela. Sus maestros acudieron a los tribunales que, claro,
internaron a la niña. En ese lugar recibió maltratos, pero, sus maestros las
acompañaban y actuaron, fue sacada de ahí y entregada a una familia. Ahora es
parte de ese grupo de afecto. Fueron esas personas tan criticadas, que cada año
deben luchar por recibir un aumento las que le permitieron a la niña poder
tener una vida mejor.
No tenemos que olvidar que a la niñez y adolescencia se la
castiga, es objeto de nuestra peor parte, pero también es importante recordar
que la acción solidaria rompe con el maltrato.
** http://e-consulta.com/nota/2014-05-01/mundo/en-brasil-matan-ninos-de-la-calle-para-limpiar-las-ciudades
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En este blog las imágenes son afiches,
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para no revictimizarlas; salvo en los casos en que se trate de documentos
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