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Trata de Personas
Algunos datos obtenidos de una nota del diario español El
País*:
“Somchai regenta uno
de los cientos de puestos callejeros de comida que hay en Samut Sakhon, una
provincia limítrofe con Bangkok. En Tailandia, donde es frecuente que las
viviendas carezcan de cocina, comer en uno de estos restaurantes al aire libre
es un ritual diario muy extendido. Con lo que saca sirviendo platos que rondan
los 40 bahts (algo más de un euro), Somchai se pudo comprar a Khalan. Le salió
barata. No lo sabe con certeza, pero ella cree que su precio fue de unos 3.500
baths (100 euros).
Khalan fue esclava de
Somchai (ambos nombres son ficticios) y su familia durante 10 meses. La
compraron en 2011, cuando ella tenía 13 años. Pasó más de 300 días sin poder salir
de la residencia familiar, donde la obligaban a realizar todas las tareas
domésticas. Como, al parecer, no las completaba a la velocidad que sus dueños
exigían, la castigaban golpeándole prácticamente a diario con un palo. Los días
que era demasiado lenta o no hacía las cosas al gusto de la familia, se quedaba
sin comer. Y, realizara sus faenas bien o mal, rápida o lentamente, su salario
siempre era el mismo: ninguno.
Cualquiera con 100
euros en el bolsillo, un plato de comida extra (no todos los días) y la
suficiente escasez de escrúpulos puede comprarse a una esclava doméstica en
Tailandia. O un pescador al que explotar durante 19 horas al día. O una mujer
(o niña) a la que prostituir en un local de alterne. O un trabajador para una
cadena de montaje. O un obrero de la construcción. Decenas de miles de personas
trabajan este régimen en el país, según las cifras más conservadoras. La trata
en el Mekong (una subregión que comprende a Camboya, Laos, Myanmar, Tailandia,
Vietnam y la provincia china de Yunnan) es una maquinaria engrasada con la
miseria de sus habitantes y alimentada por una ingenuidad que lleva a las
víctimas a confiar en quienes les ofrecen una vida mejor, a menudo en el vecino
rico de la zona, Tailandia, que es tanto destino como zona de paso hacia
Malasia y Singapur.
El mecanismo es tan
repetido como rudimentario. Un intermediario local, a menudo conocido por las
víctimas, les habla de un trabajo legal, honrado y con una remuneración
suficiente para vivir en el destino y mandar remesas de dinero a su familia.
Los introducen ilegalmente en el país y los venden a empresarios o particulares
por un importe que oscila entre los 100 y los 500 euros. El intermediario, por
lo general, es solo una parte de un engranaje mayor, un comisionista que conecta
a las víctimas con las mafias que comercian con ellos.
….
a las víctimas de
trata no suele gustarles ahondar mucho en sus experiencias. Sus compañeras del
albergue para jóvenes traficadas de Pakse (Laos) casi no se atreven a mirar a
la cara de los visitantes occidentales, se limitan a sonreír y agachar
tímidamente la cabeza.
….
Una de las principales
trabas a la hora de dar soluciones al tráfico de personas es que las propias
víctimas son reacias a reconocer que han sido tratadas. De cara a su comunidad,
puede representar un estigma. Más allá de las secuelas psicológicas que
acarrean (más de la mitad tiene problemas mentales tras ser liberadas, según el
reciente estudio La salud de las personas traficadas: hallazgos de una encuesta
entre hombres, mujeres y niños en servicios postráfico del Mekong), supone
admitir un fracaso, con abusos sexuales y físicos de por medio en muchas
ocasiones.”
Ahora algunos datos de Argentina
“¿Hay más o menos
esclavitud sexual que antes?**
Autor: Editor NA el
Sáb, 21/03/2015 -
Existen más de 21
millones de esclavos por trata en el mundo; En Argentina, 3 de cada 10 mujeres
secuestradas por la trata sexual son menores.
Cada vez más femenina
y más joven. En América, de México a la Patagonia, el 73% de las víctimas de
trata son mujeres, destinadas principalmente a la esclavitud sexual. Y de la
frontera de México con Estados Unidos hacia arriba, casi el 50% son varones,
aunque crece la feminización, destinados a trata laboral, entregados por mafias
de traficantes a mafias de tratantes (ligados entre ellos por los mismos
intereses). Si vamos a nuestro país, 3 de cada 10 mujeres secuestradas por la
trata sexual son menores, según datos de 2013 de la Unidad Fiscal de Asistencia
para la Investigación de Secuestros Extorsivos y Trata de Personas (UFASE) y el
Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales y Sociales (INECIP). Las
menores son ocultadas y cuidadas “como un objeto preciado y de alta
cotización".
La trata es el segundo
negocio clandestino más rentable del planeta. Hasta 2012, decíamos que era el
tercero, luego del narcotráfico y del tráfico ilegal de armas. Desde hace dos
años, superó a éste. Rinde más vender mujeres que vender armas. Y nuestro país
no está afuera, al contrario.
Es TRATA. Así, a
secas, sin el agregado “de blancas”, porque agrede a varones y mujeres de todos
los colores y procedencias. Genera alto rendimiento económico con bajo riesgo
de sanción. Considera al ser humano un bien transferible y vendible de acuerdo
con la oferta y la demanda. ¿Cómo funciona el negocio? De muchas maneras
distintas.
Existen hoy más de 21
millones de esclavos por trata en el mundo (según el informe UNODC 2012 Report
on Trafficking, OIT). Si focalizamos en los niños y niñas, la cifra asciende a
unos 215 millones (UN-OIT), y más de la mitad, destinados a tareas de alto
riesgo. El tráfico y trata sexual suma cada año unos dos millones más de
víctimas, de las cuales, el 60% son niñas. Toma la forma de venta de mujeres,
niños, niñas, hombres para trabajo esclavo, explotación sexual, sicariato,
pornografía infantil; tráfico de migrantes entregados a tratantes, robo y
tráfico de órganos (1% de la cifra total de trata, o sea, unas 20 mil víctimas
anuales de robo de hígado, riñones, córneas, corazón y páncreas especialmente);
producción de bebés para la venta, robo de óvulos, reclutamiento de menores con
fines delictivos o como niños-soldado, servidumbre ligada a migraciones,
matrimonio servil y formas análogas de explotación.
¿Y cómo se obliga a
una mujer a ejercer trata sexual? Simple: los tratantes son aliados del miedo.
Recurren a la amenaza, uso de la fuerza y otras formas de presión, violentas,
no violentas, psicológicas y físicas. Captan a la víctima mediante rapto,
fraude, engaño, abuso de poder y de la situación de vulnerabilidad, concesión
de pagos y beneficios. Luego, la víctima es aislada, hambreada, violada
reiteradamente; se le impide el acceso a cuidados médicos, descanso, a
traductores propios cuando no conoce el idioma; se le quitan los documentos y
teléfono móvil. Es lo que se llama aquí y en varios países período “de
ablande”. Las golpean (en la cabeza, en las costillas, en los ojos, en el
vientre; con puños, patadas, palos, alambres); las drogan, las amenazan con
violar y matar a sus hijos -si los tienen-, a sus hermanas, hermanos, padres… Y
más.
Informes de la UFASE y
el INECIP corroboran que las víctimas de la trata en nuestro país son en un 73%
mujeres. Y cada vez más jóvenes. Datos de 2012 constatan que la mayoría de las
víctimas tienen hijos menores a cargo (utilizados por los tratantes como
elemento de presión). En el 74% de los casos evaluados entre 2008 y 2012, se
encontraban esclavizadas en wiskerías o prostíbulos. El resto de los casos, en
departamentos privados.
Todos podemos hacer
algo. Empecemos por hablar. Que esta esclavitud deje de ser silenciada y
oculta.”
La
prostitución, la trata de personas, el trabajo esclavo, los niños soldados o
mendigos o hambrientos, son esa parte de nosotros mismos que no queremos ver,
porque nos duele y también porque nos señala en nuestra vulnerabilidad, porque mientras existan estos hechos de
inhumanidad todos estamos en peligro.
Nos duele también porque señala nuestra parte narcisista, indiferente,
todo aquello que podríamos hacer y no hacemos. Claro, esto solamente lo podemos
decir quienes tenemos un camino claro y razonado, seguramente no lo
escucharemos de los correctamente políticos, de quienes son buscadores de votos
y tampoco de quienes levantan banderas según quien los financie. Ante estos
temas la indefinición, el negarse a opinar, eso de “escuchar todas las voces”,
es ya una opinión, es estar a favor de convertir a la persona humana en un
elemento a usar según conveniencias.
De mi
parte, fui y sigo siendo abolicionista.
*http://elpais.com/elpais/2015/03/17/planeta_futuro/1426613249_501088.html