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EZLN 20 años
Posiblemente los jóvenes no tengan
idea del tema que hoy charlaremos porque ya no se habla ni se publica acerca
del mismo. En aquel entonces, cuando surgió a la vida guerrillera, el Ejército
Zapatista de Liberación Nacional se convirtió en noticia internacional.
Luego de una larga historia, como la
de cualquier otro pueblo sometido latinoamericano, se constituye este ejército
de liberación y el 1 de enero de 1994 declara la guerra al gobierno nacional.
Se hacen fuertes en el sur de México, en el estado de Chiapas.
En la conocida como la Primera
Declaración de la Selva Lacandona resumen su objetivo en lo siguiente:
“pedimos
tu participación decidida apoyando este plan del pueblo mexicano que lucha
por trabajo, tierra, techo, alimentación, salud, educación, independencia,
libertad, democracia, justicia y paz.”
Releamos este párrafo para tener
claro que es el pedido universal de todos los pueblos del mundo, incluido el
nuestro.
El método no era la reforma del
gobierno sino algo más radical, buscan alcanzar la democracia, la libertad y
justicia. Según lo dice el subcomandante Marcos
"¿La toma del poder? No,
apenas algo más difícil: un mundo nuevo.”
Recuerdo que ya empujados a la selva
y habiéndose refugiado en ella y convertido ahí su patria, cuando las tropas
del gobierno estuvieron a punto de invadir, la reacción de gran parte del mundo
se hizo escuchar. Yo estuve en México por aquella época y recuerdo que en la
mayoría de las casas, en los balcones o ventanas, había cintas blancas
indicando que no se estaba de acuerdo con que el gobierno atacara a los
insurgentes. El resultado fue que el ataque no se produjo.
Mi sorpresa fue mayúscula cuando
alrededor del zócalo de la ciudad de México me di cuenta de lo popular del
levantamiento zapatista cuando abiertamente se vendían muñequitos tejidos del subcomandante Marcos, videos y otros
artículos. Si bien podemos pensarlo como parte del comercio para el turismo,
también es cierto que mostraba el impacto tanto nacional como internacional.
Ya consolidados en la selva dejaron
de ser noticia y acá no es válido el remanido argumento de que la noticia “no
vende” sino que hay cosas que el poder quiere ocultar, que no quiere que se
sepan porque muestran otros caminos, indican que existen posibilidades, que el
pueblo es capaz de gobernarse a sí mismo y liberarse de opresiones y
prejuicios. Esa es la diferencia entre el populismo, el paternalismo que no es
otra cosa que mantener sojuzgado, y el verdadero trato desde la igualdad y la
dignidad.
Hoy el zapatismo sigue creciendo y ha
dado forma a otro mundo. Mientras que a su alrededor los narcos compiten por el
dominio, a metros de Cuba y Estados Unidos, ellos siguen estando, organizados,
creándose cada día.
Me llamó mucho la atención encontrar,
de pronto, en un diario de difusión masiva nacional como es Clarín, una nota
que habla de la actualidad del zapatismo. Si bien son comentarios muy
superficiales, proviniendo de un medio nacional hasta se podrían considerar
elogiosos.
Esto no lo digo porque se trata
especialmente de Clarín, ya que a la regla general de ser voceros de los
poderes económicos no escapa ningún medio y sobre todo los fuertes y de alcance
nacional. Podrán ser más o menos democráticos, con mayor o menor presencia de
las empresas religiosas, con más o escaso interés por los deportes o las
noticias internacionales, las diferencias ahí terminan, por detrás siempre
encontraremos poderosos económicos que usan estos medios para imponer sus ideas
y orientar ideológicamente. En esto entran todos, tanto oficialistas como no
oficialistas.
Por este motivo me sorprendí al
hallar la siguiente
noticia publicada el 2 de enero:
“Hace
20 años, dos días después de su declaración de guerra, los zapatistas se
replegaron. El ejército se había deshecho de los guerrilleros y sus escopetas
de madera sin despeinarse.
Pero
antes de volver a la selva dejaron una pintada en la pared: “Gracias pueblo de
San Cristóbal. Gracias a todos. La lucha continúa”. Y así fue. Estaban en los
municipios autónomos o Caracoles “Está usted en territorio zapatista en
rebeldía.
Aquí
manda el pueblo y el gobierno obedece”, se lee en el cartel de la entrada.
En
cuanto superamos la valla del Caracol Roberto Barrios, la amabilidad mexicana
se convierte en sobriedad castrense y pasamontañas.
“Pase
y siéntese. ¿Nombre? ¿Ocupación? ¿Motivo de la visita?”. Después de varias
horas de discusión, la Junta de Buen Gobierno (JBG) ha decidido que podemos
quedarnos a dormir y que habrá entrevista.
Fuera
de la habitación que hace de “salón de plenos” zapatista está el mal-gobierno,
los paramilitares y el PRI (Partido Revolucionario Institucional) hoy en el
poder. Pero también están y existen el impresionante verde de Chiapas, los
cafetales, las explotaciones mineras, los jaguares, Palenque, los mayas, las
reservas de gas y algunos de los pueblos más pobres del continente.
Dentro
de la habitación, un poster de Zapata, una foto de Ernesto “Che” Guevara, un
banderín del Inter y tres miembros de la Junta en sillas de plástico.
A
primera vista, el Caracol Roberto Barrios llama la atención por dos cosas; una,
el colorido. Tradición muralista en estado puro. Leyendas en verde, amarillo y
rojo para cada pared. Hasta el tablero de la cancha de baloncesto recuerda la
lucha zapatista.
La
otra, las mujeres. Aquí ellas no están cosiendo o haciendo la comida sino
dirigiendo.
Así
que ella, sin rostro ni nombre, solamente ojos, es la primera en contestar:
“Los zapatistas solucionamos nuestros problemas de forma colectiva y autónoma.
Trabajamos mejor y hemos aprendido a discutir las cosas. La resistencia para
nosotros es una escuela que nos ha hecho fuertes y nos ha dado dignidad”,
explica en torpe español y magistral chol.
Debajo
del pasamontañas que lleva bordadas las siglas las siglas del Ejército
Zapatista (EZLN), hay dos ojos marrones que no tenían ni cinco años cuando se
levantaron en armas la nochevieja de 1993.
Desde
Roberto Barrios avanzamos entre las montañas rumbo al caracol de Morelia.
En
este Caracol el “ahorita” zapatista es un poco más prolongado: 48 horas de
divertida espera hasta que la Junta acepta recibirnos.
Partido
de baloncesto, arroz, frijoles y charla con él, de 25 años, que cuenta como eran
antes las injusticias.
“Con
el levantamiento recuperamos las tierras que eran nuestras. Ahora somos dueños
de lo que comemos, pero mis padres se pasaron toda la vida recogiendo café para
el patrón a 20 pesos (1,3 euros) la jornada”, explica.
En
2003, el Subcomandante Marcos anunció la creación de cinco municipios autónomos
o Caracoles: Roberto Barrios, La Realidad, La Garrucha, Oventik o Morelia desde
los que se coordinan los pueblos zapatista.
“En
nuestras escuelas se estudia matemáticas pero también política o conocimiento
de la madre tierra. No hay calificaciones porque formamos personas útiles a la
comunidad, no eficaces contables en una multinacional”, explica un miembro de
la Junta.
“En
agricultura no utilizamos químicos, ni semillas transgénicas. En medicina
recurrimos a las plantas naturales e incluso a nuestras parteras”, añade.
El
gobierno que “manda obedeciendo” se elige cada tres años y sus miembros son
rotativos y reemplazables.
“El
trabajo colectivo es una tradición muy arraigada entre los indígenas”, resume
otro miembro de la junta.
Mientras
él habla, otros cortan leña, preparan la comida o intentan reparar el único
teléfono.
Los
más aburridos son los dos únicos presos de la cárcel. ¿Su delito? una pelea con
su mujer. ¿Con el machete? “Nooo, con la mano, no más”. Castigo zapatista:
cuatro meses de prisión, la mayor parte del tiempo cortando leña para la
comunidad.
“Dialogando
y fomentando el compañerismo con nuestra pareja los hemos ido convenciendo de
lo que valemos como mujeres. Y así educamos a nuestros hijos. Y ya nadie nos
pone la mano encima”. Quien así habla, casi susurra, es una diminuta indígena
que utiliza palabras como “dialogar” o “compañero” que parecen salidas de otro
planeta, y no de entre la selva.” *
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