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Putero 2
Sigamos
viendo un poco más de cerca a este sujeto que llamamos putero, o sea el que
paga por satisfacerse sexualmente en el cuerpo de otras personas.
No es
necesario profundizar demasiado para conocer qué se halla en el fondo de
su psíquis. Si sacamos los mitos y
excusas que rodean a este tema, en lo más hondo nos encontramos con la misoginia,
el odio hacia las mujeres. Este no
aparece abiertamente, se deja ver de
manera indirecta en todo el entramado de la prostitución y en el acto prostituidor
mismo en que la mujer-persona es destruida. Esta destrucción no es solamente en
la fantasía del putero sino en el modo de acercamiento a la mujer y en la
consumación de la relación sexual, además de las consecuencias físicas,
psíquicas y sociales que acarrea: el promedio de vida de las mujeres en
prostitución es inferior a la media
poblacional, el de las travestis es aún menor, y las enfermedades y daños psicológicos y psiquiátricos
pueden ser muy graves así como la estigmatización y segregación social. Para
poder tolerar los reiterados abusos pagos diarios y la angustia que esta
actividad les produce, en casi todos los casos se recurre a las drogas,
llegando de ese modo a la adicción.
Sabemos
que muchas mujeres, niñas y travestis en situación de prostitución son
golpeadas, quemadas con cigarrillos, cortadas, abusadas de manera
extremadamente violenta, incluso asesinadas.
Un detalle importante del que casi nunca se
habla y que está demostrando esta misoginia: el pagar a niñas para satisfacción
sexual o la trata de personas. A muchos prostituidores no les interesa que sea
una niña, que recién este creciendo, al contrario, están dispuestos a pagar más
para obtener eso, aún sabiendo el daño que les causa. Tampoco les interesa que
esa mujer que tienen delante sea una víctima de trata de personas, ellos no
preguntan, ellos no se meten. En muchos casos la misma víctima les ha advertido
de su situación, cosa que ellos rápidamente han olvidado.
La
sociedad tiende a convertir todo en espectáculo, en entretenimiento. Ya no se
trata de pan y circo, está quedando solamente el circo y esta es la excusa a la
que más se recurre, una forma de de dar alguna pátina razonable a la violencia.
Hoy toda
nuestra sociedad está girando en torno al entretenimiento. Por los mismos
medios se nos impele a la explotación del trabajo y luego al divertimento. Este
último cuanto más vulgar, más básico, mejor. Esto no es inocente, la idea es
que no se llegue a pensar, que las imágenes inconexas, las partes de los
cuerpos, las peores formas del arte sean usadas para el atontamiento
general. Para este esquema social la
persona en prostitución también es un juego, algo con que puedo divertirme y
desde el poder, una herramienta de sometimiento.
La visión
de la prostitución y del putero está cambiando en el mundo, ya se está
perdiendo la idea patriarcal, machista, que autoriza al ejercicio de la
violencia. Un ejemplo es la ley sueca de violencia hacia la mujer dentro de la
cual se halla la penalización del putero-prostituidor. Esta ley rápidamente está siendo adoptada por
otros países. El varón que va de putas
ya no es premiado, sino que ahora es considerado como alguien que merece el
castigo de la ley. No es a la persona en prostitución a la que se pena, ella es
considerada una víctima, es a quien paga para usarla al que se le aplican
sanciones. Ello redujo notablemente la prostitución y la trata de personas en
Suecia.
Pero como
todo lo penal, esto no resuelve el problema, en todo caso únicamente podría
llegar a contenerlo. Solamente políticas públicas sostenidas dirigidas a una
educación sexual integral con visión de género puede producir los cambios
sociales necesarios. El varón debe comprender que la mujer, la mujer trans,
incluso otro hombre, no son objetos para su satisfacción, sino pares en
dignidad.
Algo que
no debemos olvidar es que alrededor de este personaje, del putero, se monta
todo el vil negocio de la prostitución y de la trata de personas. Es porque estos varones buscan, promueven,
ponen su dinero para tener mujeres y niñas disponibles, que existen otros varones y también mujeres,
dispuestas a organizar burdeles o la prostitución callejera. Por eso la consigna que dice
sin clientes no hay
prostitución
sin prostitución no
hay trata
Es
necesario un cambio profundo de la constitución de eso que llamamos varón.
Desde el nacimiento mismo se les debe educar en el respeto a su propio cuerpo,
en el reconocimiento de sus necesidades, sus deseos y el placer corporal,
seguramente si pueden hallar esto en ellos mismos también podrán reconocerlo en
las otras personas y esto les alejará de la violencia. Una educación sexual
debe implicar esto y la pérdida del temor a quien es diferente, corporal o
psicológicamente, incluso debe llevarlos
a perder el temor a sus propias sensaciones.
Sobre todo
debe proporcionar un modelo de respeto hacia sí mismo y hacia la otra persona, reconocer su diferencia, aceptar que cuando dice “no”
es no.
La
sexualidad no hace daño a nadie, todo lo contrario, es un elemento importante
que nos completa en orden a una vida
sana y plena. Son las represiones, los estereotipos, los temores, los mandatos
los que nos separan y nos dañan.
Esta noche me emborracho
Sola, fané,
descangayada, la vi esta madrugada
salir de un cabaret,
flaca, dos cuartos de cogote
y una percha en el
escote bajo la nuez
chueca, vestida de
pebeta, teñida y coqueteando
su desnudez, parecía
un gallo desplumao
mostrando al
compadrear el cuero picoteao
yo que sé cuando no
aguanto más
al verla así rajé,
pa` no llorar.
Y pensar que hace diez
años fue mi locura
que llegué hasta la
traición por su hermosur
que esto que hoy es
un cascajo
fue la dulce metedura
donde yo perdí el honor
que chiflao por su
belleza le quité el pan a la vieja
me hice ruin y
pechador
que quedé si un
amigo, que viví de mala fe
que me tuvo de
rodillas
in moral, hecho un
mendigo cuando se fue.
Nunca soñé que la
vería en un resquiesca in pache
tan cruel como el de
hoy
mire si no es pa´
suicidarse, que por ese cachivache
sea lo que soy
fiera venganza la del
tiempo
que le hace ver de
cerca lo que uno amó
este encuentro me ha
hecho tanto mal
que si lo pienso más
termino envenenao
esta noche me
emborracho bien
me mamo bien mamao
pa` no pensar.
A él le parece un cascajo y le duele haberla
“amado”
¿amado?
La ve flaca, dos cuartos de cogote y una percha en el escote
bajo la nuez.
La ve chueca, vestida como jovencita, teñida y
coqueteando su desnudez.
Le parece un gallo desplumado, una reja oxidada, una pintura
saltada que deja ver el picoteo, los huecos que el daño lastimó.
Y se conduele de sí mismo, no entiende como pudo haber amado
¿amado?, cómo pudo caer tan bajo por la maldad de esa mujer.
Y como antes, recurre a sus amigos, a quienes pueden comprenderlo, porque esto es cosa de
hombres, de varones.
Y les predica su dolor y les promete embriagarse para
escapar de esa visión.
No hay nada fuera del putero, él cree que amó, que lo hizo
por ella, cree que sufre.
No se hace cargo, no es capaz de reconocer en ella su propia
imagen, aquello que él mismo ha creado cada vez que la tocaba, cuando pagaba.
Siempre es él, su amor, su dolor, su tristeza, su visión,
sus ojos volcados irremediablemente hacia un adentro mentiroso en el que se
arma como único protagonista de una novela.
Incapaz de sentir, de entender el dolor y la soledad de esa
mujer que él y otros han construido cuidadosamente con cada acto prostituidor,
con cada humillación, con cada uso y abuso.
Y se revuelca en su propia autoconmiseración “este encuentro me ha hecho tanto mal que si lo pienso más termino envenenado”
Esta noche me emborracho bien, me mamo bien mamado para no
pensar”. No hay nada que pensar, no hay
que pensar porque esta todo como debe ser,
el padre de familia, que la mira desde la distancia, amparado por su
traje de bancario, de oficinista, y ella
ahí, recibiendo el pago que su vida justificadamente le propina.
No hay nada que pensar, todo es como debe ser, como si él no
tuviera nada que ver, como si fuera extraño a esa escena, como si ser putero,
prostituidor, no fuera hacer algo, no fuera golpear en la cara, en el vientre,
no fuera escupir arrojar su semen contra aquel cuerpo, aquellos cuerpos.
Insulto fluido veneno
Ellas son solamente eso, algo que nunca valió la pena, por
eso él siempre volverá a su hogar, a sus hijos a recargarse lo bueno de este mundo.
Sin clientes no hay
prostitución
Sin prostitución no
hay trata
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tomadas desde la web, si algún autor no está de acuerdo en que aparezcan por
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alberto.b.ilieff@gmail.com y serán retiradas inmediatamente. Muchas
gracias por la comprensión.
En este blog las imágenes son afiches,
pinturas, dibujos, no se publican fotografías de las personas en prostitución
para no revictimizarlas; salvo en los casos en que se trate de documentos
históricos.
Se puede disponer de las notas publicadas siempre y
cuando se cite al autor/a y la fuente.
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