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Putero 1
Recuerdo que hace un tiempo me hicieron una nota radial que se refería
principalmente al cliente de prostitución. Es
común escuchar que cuando se habla de aquellas personas que concurren a
satisfacerse sexualmente en la prostitución sean llamadas de ese modo: “clientes”.
Según la Real Academia de la lengua española, cliente es:
“Persona
que utiliza con asiduidad los servicios de un profesional o empresa”
Es un término general,
muy poco preciso y está referido a un profesional o empresa, no a una actividad
que cualquier persona puede desarrollar, porque, tengamos en claro, los actos
sexuales pueden ser realizados por cualquier persona, siempre y cuando su salud
e integridad física se lo permitan, sin que sea requerido estudio o
capacitación previa.
Para
hablar de este tema prefiero otro término, muy usado en España y muy poco acá,
seguramente porque a muchos varones no les gustará ser llamados así. Me refiero
a “putero”, que la misma Real Academia lo define como:
“Dicho de un hombre: Que mantiene relaciones sexuales con
prostitutas.”
Otra manera de llamarlo es
prostituidor, porque precisamente por su demanda, su presencia activa, promueve
la prostitución. Aunque este término es el más correcto y académico, es el
menos conocido popularmente por eso en este caso prefiero el de putero.
Esta nota
a la que hago referencia se centraba en la figura del putero. Me preguntaron si
podía hablar del tema desde esta perspectiva, dejando de lado a la otra parte,
a la niña, hombre o mujer en situación de prostitución, y así traté de hacerlo.
Colocarse
en ese lugar es un esfuerzo porque los hombres tenemos totalmente naturalizada
la función de la prostitución, hagamos o no uso de ella. Mi perspectiva desde el varón común, es que
todos conocemos que la prostitución esta
siempre en el horizonte de nuestras posibilidades, aún en el caso que por los
motivos que fuere, decidamos no hacer uso.
Cualquier
hombre sabe que existen los prostíbulos, ha visto mujeres o travestis en las
calles, sabe que puede disponer de este, mal llamado servicio, cuando lo desee,
no importando día ni hora, y hasta puede elegir el objeto que terminará por
satisfacerlo.
Hablo del
varón común, de aquel que no ha realizado en sí mismo un trabajo de
autoconocimiento, de toma de conciencia, que nunca se ha interrogado acerca de
sus relaciones con el mundo, y con las
mujeres en general y las que se hallan en prostitución, en especial. Es el que
no se considera machista, y si lo hace, no ve dificultad en ser así.
Para ese varón común no hay conflicto moral, ni
cuestionamiento alguno. La prostitución sería como una prolongación de su
masculinidad, por ende, natural. Nunca
se le ocurre preguntar por qué tiene a su disposición seres humanos para su
placer, ni si eso puede constituir un
acto de violencia, un abuso sexual pago.
No fue
preparado para interrogarse acerca de esto y si llega a hacerlo, la sociedad misma ya tiene las
respuestas adecuadas listas: ellas se prostituyen porque les gusta, porque
quieren, ganan mucho dinero sin esfuerzo, fácilmente, disfrutan, necesitan más
del sexo que las mujeres “de familia”, ya nacieron así. Hasta hay respuestas
más sociológicas, por llamarlas de algún modo: necesitan del dinero para
mantener a sus hijos, viven en la pobreza y con esto se sostienen, alimentan a
toda su familia, lo que convierte al varón en una especie de filántropo que al
pagar su “servicio” lejos de
violentarlas las está ayudando.
sociedad, la prostitución es algo normal,
del mismo modo que existen los cafés, los clubes, deben existir los
prostíbulos.
Tener sexo
pago en muchos casos forma parte de ritos de masculinidad, como pueden ser las
salidas entre amigos, tomar cerveza, ver futbol, y otros. Si bien esto tiene importancia se esta
modificando, incluso tiende a disminuir o sea a ser convertido en una práctica
esporádica, incluso muchas veces vivida con sentimiento de obligatoriedad y malestar.
Más allá
de esto que como dije, es esporádico, existe un grupo de “clientes” prostituidores
estable, constante, para los que tener
sexo de este modo constituye parte de su quehacer habitual.
Es
importante en relación a esto terminar con un mito muy arraigado que supone que
todos los varones concurrimos alguna vez a tener relaciones sexuales pagas. Según
estadísticas el país europeo en el que
más hombres concurren al sexo pago es España que llega al 40%, mientras que en
el resto de Europa la cifra es entre el 11 y el 14%, o sea que la gran mayoría de los hombres,
el 60% en un caso y el 86% en el otro, no frecuenta la prostitución. Incluso en
muchos países, ante el avance de la libertad sexual y el rechazo a la
prostitución, esta cifra está en aumento.
Otro detalle importante es que cada vez menos varones se inician sexualmente
con la prostitución, en muchos sectores el descrédito es cada vez mayor. Esto
me parece valioso que lo tengamos presente y que nos lleve a reflexionar acerca
de lo que es la masculinidad y acerca de las características de ese grupo menor
de hombres que sí pagan por tener sexo y a terminar con el mito de que todos
los hombres vamos de putas.
Ya
adentrándonos en caminos más de la psicología, me parece que no es menor algo
que nos compete a toda la sociedad y que nos afecta muy especialmente a los
varones, la falta de diferenciación
entre lo que es eyaculación y lo que es el orgasmo. En general se tiende a
creer que es lo mismo, cuando son dos fenómenos que pueden ser fácilmente
detectados como diferentes desde la propia experiencia del sujeto.
En el
primer caso el placer se produce por la
descarga, la eliminación de una sensación, es parte de una función corporal; en
el otro interviene toda la personalidad, se produce un cambio profundo en la
psíquis que no es fácil de exponer en palabras, de modo tal que Freud lo definió como “sentimiento oceánico”.
Nuestra
pésima educación sexual nos permite llegar al primer punto, muchos hombres jamás llegan al segundo, y ni siquiera se enteran de eso. Creo que esto
es lo que se vivencia en la sexualidad prostituida. El mito dice que las
personas en prostitución se preparan para brindar placer, se habla de
disfraces, de cumplir fantasías, de hacer cosas que las buenas amas de casa no
harían, cuando en realidad se trata de actos que duran pocos minutos, en
lugares sórdidos o directamente en la vía pública, sin la menor muestra de
erotismo. En general la sexualidad
prostituyente es sumamente pobre y esquemática. Habrá casos en los que se paga
mucho dinero que pueden tener otros aditamentos y lugares más cómodos, pero
fuera de eso, no hay nada nuevo bajo el sol, sigue siendo tan mezquina la vip
como la común.
Algo que
recién comienza a ser explorado es la psicología del putero, la que es
compleja, no es algo lineal que pueda ser dicho en pocas palabras, aquí les comento algunos elementos.
Pensemos
que el prostituidor no se relaciona con una persona pues ello implicaría tomar en cuenta muchos
otros elementos además de los atractivos físicos, como pueden ser los
sentimientos, valores, deseos, relaciones de esa otra persona. El putero no
busca eso, por esa razón le da lo mismo el nombre de quien tiene delante, la
historia de esa persona, su mundo real, lo que busca son cuerpos fragmentados.Traduzco:
lo que lo motiva no es un cuerpo sino partes de él, quizá se sienta atraído por
el “lomo”, o los pechos u otras partes, en otros casos también características
aisladas de personalidad, reales o actuadas,
como puede ser la sumisión, el descaro o cualquier otra.
El
prostituidor está totalmente centrado en sí mismo, sumido en un acto netamente
egoísta en el cual la otra persona no existe, por lo tanto el placer de la
mujer no tiene ningún interés ni es objeto de su atención. Son sus deseos
los únicos que toma en cuenta, su
satisfacción, no espera de su ocasional
pareja sexual una respuesta, compartir el placer, no se toma el menor trabajo
de considerar la situación de esa otra persona, el paga y cree que eso ya le
otorga derecho suficiente y lo exime de cualquier responsabilidad. Penetra,
toca, a quien no lo desea e incluso lo rechaza, pero eso no le importa.
Además de
esto está el clásico deseo de poder, de omnipotencia, porque es el hombre el
que llega, el que elige, el que paga, el que se satisface en ese cuerpo y luego
se va.
La mayoría de las IMAGENES han sido
tomadas desde la web, si algún autor no está de acuerdo en que aparezcan por
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alberto.b.ilieff@gmail.com y serán retiradas inmediatamente. Muchas
gracias por la comprensión.
En este blog las imágenes son afiches,
pinturas, dibujos, no se publican fotografías de las personas en prostitución
para no revictimizarlas; salvo en los casos en que se trate de documentos
históricos.
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