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PERSUASION COERCITIVA
Muchas veces
nos hemos preguntado, ante una situación
en que una persona se veía sumamente perjudicada ¿por qué no se va? ¿por qué lo tolera?. En
general, la costumbre o falta de elementos nos llevaba a respondernos que
seguía en esa situación porque le gustaba, porque quería, porque obtenía algún
rédito importante.
Del mismo modo
otras preguntas: ¿cómo llegó a esa situación? ¿cómo fue capaz de hacer tal
cosa? ¿no se da cuenta que eso la daña, la enferma? Y nuevamente las respuestas
salían de un fondo de excusas míticas sociales: nació así, le gusta, está
enferma, es una desequilibrada, no tiene moral,
solo busca dinero.
Hoy hablaré
desde la psicología tratando de explicar como muchas personas son llevadas a aceptar o tomar como
propias conductas que atentan contra su propia integridad pudiendo constituir
graves daños. En relación a la prostitución, explica una de las formas más
comunes de captación y convencimiento.
Partimos
del hecho de que el acceso a la prostitución no es lineal ni sencillo. Las
niñas y mujeres no llegan a esta situación sin que se den determinadas condiciones.
Vestirse para la ocasión, pararse en una ruta,
estar en un burdel, entregarse a cualquier hombre que lo requiera, no
son pasos fáciles, exigen algún grado de violencia sobre la persona, cuanto más
que se conoce la sanción social que esta actividad conlleva. En todos los casos
hallamos la presencia de alguna persona que actuó como captadora. Basada en una
relación afectiva preexistente (amigas, familiares, vecinas) o lograda
expresamente para este cometido (novios, agencias laborales, agencias de
modelos, proxenetas) van induciendo, usando el cariño y la confianza
depositada, a aceptar como posible y hasta beneficioso el camino de la
prostitución. Logrado este cometido, el paso siguiente será sostener que quien
ha ingresado a este mundo permanezca en el mismo. Se debe actuar de modo tal
que la persona en prostitución no vea posibilidades de salir de esta situación
y además este convencida de que ha sido una decisión propia, tomada
racionalmente y con el pleno ejercicio de su voluntad. Para estos resultados se
utilizan las técnicas que denominamos persuasión coercitiva. Tengamos presente
que la edad promedio de ingreso a la prostitución es aproximadamente de 12-14
años, cuando los cambios corporales y psíquicos llevan a una situación de
inestabilidad, la personalidad esta en cambio y formación y la persona es
vulnerable a influencias del medio. Esta es una crisis de crecimiento normal
pero que puede ser utilizada por otros para influir fuertemente sobre la
adolescente.
La
persuasión coercitiva comprende una serie de estrategias que tienen por finalidad
perpetuar el control del maltratador, del tratante o proxeneta, sobre la
víctima. Estas estrategias generan un progresivo estado de confusión de
emociones, distorsión de pensamientos y paralización que dificultan a la niña/mujer
abandonar la relación desigual y violenta que es establecida por el sujeto
maltratador hasta llegar a un estado de desocialización.
Los
humanos/as establecemos relaciones con quienes nos rodean mediante vínculos, estos
son de una intensidad y profundidad variable. Un vínculo significa un tipo de
compromiso afectivo que implica un intercambio que necesariamente produce una
variación, un cambio en y entre las personas afectadas. En esta variación
interviene lo que denominamos persuasión. Este fenómeno no debe ser considerado
como patológico o negativo, sino descriptivo respecto a un proceso entre las
personas. En nuestras relaciones muchas veces actuamos de manera persuasiva,
por ejemplo, cada vez que buscamos convencer a un amigo, un familiar, a que nos
acompañe a determinado lugar o que deje de hacer algo. Es parte de nuestro
intercambio cultural.
La
dificultad comienza cuando al vínculo se le agregan conductas de tipo
coercitivo, o sea, cuando se aleja de la participación voluntaria,
autónomamente aceptada. En este caso lo que se busca es que la persona actúe de
una manera determinada, haga o deje de hacer algo, creando la ilusión de que lo
hace por “propia voluntad”, como si ese acto respondiera a un proceso de libre disposición, pensado y decidido.
Esta
técnica implica el uso de fuerza o violencia para obligar a una persona a
actuar sin intervención de su libre voluntad.
Mientras
que en la simple persuasión una persona busca
convencer a otra, si bien pudiendo apelar a distintos medios para ganar
su voluntad más allá del razonamiento, la capacidad de pensar lo que se va a hacer,
de analizar el propio deseo y conveniencia, no están anuladas, la toma de
decisión y acción es realizada en un marco de autonomía. Cuando interviene la
coerción estas facultades se ven ampliamente disminuidas, incluso llegando a
ser obturadas.
De
modo tal que la persona “persuadida”, “convencida” asume creencias y valores, o hace cosas que previamente pudieron haber
rechazado sin saber cómo llegaron a ese
punto, o incluso creyendo que lo hacen por propia voluntad y deseo.
Tengamos
presente que este modelo tiene como antecedentes el llamado “lavado de
cerebro”.
Se
distingue de otras formas de aprendizaje benignas sociales o de la persuasión pacífica en función de las condiciones en que se produce y por las técnicas de manipulación
medioambiental e interpersonal que
tienen como finalidad suprimir conductas
particulares y entrenar o fijar otras.
Es
una serie de estrategias deliberadas que una persona o un grupo de personas
ejerce sobre otras para determinar sus
actividades o conductas, para alcanzar un objetivo. En principio estas
estrategias están destinadas a conferir y mantener al agresor en una situación
de control y poder y a la víctima en otra de sometimiento. La persona sobre la que se ejecuta esta
presión es ajena a esta finalidad. Es
una presión intensa sobre el sujeto para
limitar su libertad de elección, en vista al fin que se busca obtener.
La fuerza puede ser de cualquier tipo,
física, psíquica o social, directa o indirecta, expresa o amenazante.
Una
parte de estas técnicas consiste en crear una situación de aislamiento, la víctima
es alejada de la familia y de su entorno, el corte abrupto de la persona en
relación a sus afectos, su entorno social y recursos propios. Esto crea en la
persona la sensación de soledad, de no tener a quién comunicar sus sentimientos
y pensamientos, salvo a la persuasora quien aparece, de este modo, como único
referente y “continente”, convirtiéndose en la “familia”, la mejor amiga.
Logrado esto se sella la ruptura.
Este
aislamiento cumple con dos objetivos, el primero de ellos es dejar a la víctima
sin soportes creando de ese modo una dependencia importante de su
maltratador/a; el otro, consiste en manipular la información que le llega a
quien se pretende someter. Aquel que controla la información que llega a
nuestros sentidos, controla lo que podemos pensar y hacer. Usualmente lo que se busca manipular
son nuestros sentimientos. Cuando sentimos miedo, amor u odio, nuestro
razonamiento se distorsiona y nuestra
capacidad para pensar racionalmente disminuye. El manipulador lo sabe y "juega" con la información buscando
controlar emocionalmente de la forma que sirva a sus planes. Una vez logrado
esto, las personas caen bajo control.
Las
técnicas para lograr el control no son muy difíciles ni son tan complicadas.
Solo es necesario carecer de culpa, de empatía
genuina -en los casos de uso de
violencia no explícita, se usará una
empatía fingida- y emplear las técnicas en manera sistemática.
En trabajo conjunto con sujetos que tienen la misma finalidad se puede aumentar considerablemente la capacidad
para manejar a otros.
Se
cumple de este modo un paso muy importante el que se ve también en las
situaciones de trata de personas, se produce un corte brutal en la historia de
la víctima. El escenario físico cambia, ya no está en su casa familiar, incluso
puede hallarse en otro barrio o ciudad; se rompe afectivamente con quienes
hasta ayer fueron sus referentes, puede ser que viva en la misma casa de el o
la persuasora y que dependa económicamente, todo esto lleva a un fuerte
sentimiento de vulnerabilidad y constante estrés.
A
partir de este momento lo que hasta entonces podían ser sugerencias,
comentarios, se convierten en presiones cada vez con mayor carga de violencia y
extorsiones no veladas: “te doy casa y comida tenés que colaborar trayendo
dinero”, y la forma de traerlo es la prostitución.
Lo que vemos
desarrollar desde el comienzo mismo es una situación de desigualdad, la que se
va acentuando a medida en que las técnicas son aplicadas y la persona pierde
sus referentes tanto exteriores como interiores. El persuasor desde el comienzo
mismo es el dueño de la relación, el que va manejando los tiempos y las
características mediante una manipulación estudiada y con un objetivo claro. La
víctima no se percata de esta manipulación ni de lo que en última instancia se
pretende de ella, si sucediera eso, quedaría en evidencia el engaño y la
finalidad se malograría.
La mayoría de las IMAGENES han sido
tomadas desde la web, si algún autor no está de acuerdo en que aparezcan por
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alberto.b.ilieff@gmail.com y serán retiradas inmediatamente. Muchas
gracias por la comprensión.
En este blog las imágenes son afiches,
pinturas, dibujos, no se publican fotografías de las personas en prostitución
para no revictimizarlas; salvo en los casos en que se trate de documentos
históricos.
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cuando se cite al autor/a y la fuente.
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