miércoles, 18 de junio de 2014

108 - Persuasión Coercitiva

108
PERSUASION COERCITIVA









Muchas veces nos hemos preguntado,  ante una situación en que una persona se veía sumamente perjudicada  ¿por qué no se va? ¿por qué lo tolera?. En general, la costumbre o falta de elementos nos llevaba a respondernos que seguía en esa situación porque le gustaba, porque quería, porque obtenía algún rédito importante.
Del mismo modo otras preguntas: ¿cómo llegó a esa situación? ¿cómo fue capaz de hacer tal cosa? ¿no se da cuenta que eso la daña, la enferma? Y nuevamente las respuestas salían de un fondo de excusas míticas sociales: nació así, le gusta, está enferma, es una desequilibrada, no tiene moral,  solo busca dinero.

Hoy hablaré desde la psicología tratando de explicar como muchas personas son llevadas a aceptar o tomar como propias conductas que atentan contra su propia integridad pudiendo constituir graves daños. En relación a la prostitución, explica una de las formas más comunes de captación y convencimiento.

Partimos del hecho de que el acceso a la prostitución no es lineal ni sencillo. Las niñas y mujeres no llegan a esta situación sin que se den determinadas condiciones. Vestirse para la ocasión, pararse en una ruta,  estar en un burdel, entregarse a cualquier hombre que lo requiera, no son pasos fáciles, exigen algún grado de violencia sobre la persona, cuanto más que se conoce la sanción social que esta actividad conlleva. En todos los casos hallamos la presencia de alguna persona que actuó como captadora. Basada en una relación afectiva preexistente (amigas, familiares, vecinas) o lograda expresamente para este cometido (novios, agencias laborales, agencias de modelos, proxenetas) van induciendo, usando el cariño y la confianza depositada, a aceptar como posible y hasta beneficioso el camino de la prostitución. Logrado este cometido, el paso siguiente será sostener que quien ha ingresado a este mundo permanezca en el mismo. Se debe actuar de modo tal que la persona en prostitución no vea posibilidades de salir de esta situación y además este convencida de que ha sido una decisión propia, tomada racionalmente y con el pleno ejercicio de su voluntad. Para estos resultados se utilizan las técnicas que denominamos persuasión coercitiva. Tengamos presente que la edad promedio de ingreso a la prostitución es aproximadamente de 12-14 años, cuando los cambios corporales y psíquicos llevan a una situación de inestabilidad, la personalidad esta en cambio y formación y la persona es vulnerable a influencias del medio. Esta es una crisis de crecimiento normal pero que puede ser utilizada por otros para influir fuertemente sobre la adolescente.

La persuasión coercitiva comprende una serie de estrategias que tienen por  finalidad  perpetuar el control del maltratador, del tratante o proxeneta, sobre la víctima. Estas estrategias generan un progresivo estado de confusión de emociones, distorsión de pensamientos y paralización que dificultan a la niña/mujer abandonar la relación desigual y violenta que es establecida por el sujeto maltratador hasta llegar a un estado de desocialización.




Los humanos/as establecemos relaciones con quienes nos rodean mediante vínculos, estos son de una intensidad y profundidad variable. Un vínculo significa un tipo de compromiso afectivo que implica un intercambio que necesariamente produce una variación, un cambio en y entre las personas afectadas. En esta variación interviene lo que denominamos persuasión. Este fenómeno no debe ser considerado como patológico o negativo, sino descriptivo respecto a un proceso entre las personas. En nuestras relaciones muchas veces actuamos de manera persuasiva, por ejemplo, cada vez que buscamos convencer a un amigo, un familiar, a que nos acompañe a determinado lugar o que deje de hacer algo. Es parte de nuestro intercambio cultural.

La dificultad comienza cuando al vínculo se le agregan conductas de tipo coercitivo, o sea, cuando se aleja de la participación voluntaria, autónomamente aceptada. En este caso lo que se busca es que la persona actúe de una manera determinada, haga o deje de hacer algo, creando la ilusión de que lo hace por “propia voluntad”, como si ese acto respondiera a un proceso de  libre disposición, pensado y decidido.

Esta técnica implica el uso de fuerza o violencia para obligar a una persona a actuar sin intervención de su libre voluntad.

Mientras que en la simple persuasión una persona busca  convencer a otra, si bien pudiendo apelar a distintos medios para ganar su voluntad  más allá del razonamiento,  la capacidad de pensar lo que se va a hacer, de analizar el propio deseo y conveniencia, no están anuladas, la toma de decisión y acción es realizada en un marco de autonomía. Cuando interviene la coerción estas facultades se ven ampliamente disminuidas, incluso llegando a ser obturadas.

De modo tal que la persona “persuadida”, “convencida”  asume creencias y valores,  o hace cosas que previamente pudieron haber rechazado sin  saber cómo llegaron a ese punto, o incluso creyendo que lo hacen por propia voluntad y deseo.
Tengamos presente que este modelo tiene como antecedentes el llamado “lavado de cerebro”.


Se distingue de otras formas de aprendizaje benignas sociales o de  la persuasión pacífica en función de  las condiciones en que se produce  y por las técnicas de manipulación medioambiental   e interpersonal que tienen como finalidad  suprimir conductas particulares y  entrenar o fijar otras.


Es una serie de estrategias deliberadas que una persona o un grupo de personas ejerce sobre otras para  determinar sus actividades o conductas, para alcanzar un objetivo. En principio estas estrategias están destinadas a conferir y mantener al agresor en una situación de control y poder y a la víctima en otra de sometimiento.  La persona sobre la que se ejecuta esta presión es ajena a esta finalidad. Es  una presión intensa sobre el sujeto para  limitar su libertad de elección, en vista al fin que se busca obtener. La fuerza puede ser de cualquier tipo,  física, psíquica o social, directa o indirecta, expresa o amenazante.

Una parte de estas técnicas consiste en crear una situación de aislamiento, la víctima es alejada de la familia y de su entorno, el corte abrupto de la persona en relación a sus afectos, su entorno social y recursos propios. Esto crea en la persona la sensación de soledad, de no tener a quién comunicar sus sentimientos y pensamientos, salvo a la persuasora quien aparece, de este modo, como único referente y “continente”, convirtiéndose en la “familia”, la mejor amiga. Logrado esto se sella la ruptura.

Este aislamiento cumple con dos objetivos, el primero de ellos es dejar a la víctima sin soportes creando de ese modo una dependencia importante de su maltratador/a; el otro, consiste en manipular la información que le llega a quien se pretende someter. Aquel que controla la información que llega a nuestros sentidos, controla lo que podemos pensar y  hacer. Usualmente lo que se busca manipular son nuestros sentimientos. Cuando sentimos miedo, amor u odio, nuestro razonamiento se distorsiona  y nuestra capacidad para pensar racionalmente disminuye. El manipulador lo sabe y  "juega" con la información buscando controlar emocionalmente de la forma que sirva a sus planes. Una vez logrado esto, las personas caen bajo control.

Las técnicas para lograr el control no son muy difíciles ni son tan complicadas. Solo es necesario carecer de culpa,  de  empatía  genuina  -en los casos de uso de violencia no explícita,  se usará una empatía fingida-  y  emplear las técnicas en manera sistemática. En trabajo conjunto con sujetos que tienen la misma finalidad se  puede aumentar considerablemente la capacidad para manejar a otros.




Se cumple de este modo un paso muy importante el que se ve también en las situaciones de trata de personas, se produce un corte brutal en la historia de la víctima. El escenario físico cambia, ya no está en su casa familiar, incluso puede hallarse en otro barrio o ciudad; se rompe afectivamente con quienes hasta ayer fueron sus referentes, puede ser que viva en la misma casa de el o la persuasora y que dependa económicamente, todo esto lleva a un fuerte sentimiento de vulnerabilidad y constante estrés.

A partir de este momento lo que hasta entonces podían ser sugerencias, comentarios, se convierten en presiones cada vez con mayor carga de violencia y extorsiones no veladas: “te doy casa y comida tenés que colaborar trayendo dinero”, y la forma de traerlo es la prostitución.

Lo que vemos desarrollar desde el comienzo mismo es una situación de desigualdad, la que se va acentuando a medida en que las técnicas son aplicadas y la persona pierde sus referentes tanto exteriores como interiores. El persuasor desde el comienzo mismo es el dueño de la relación, el que va manejando los tiempos y las características mediante una manipulación estudiada y con un objetivo claro. La víctima no se percata de esta manipulación ni de lo que en última instancia se pretende de ella, si sucediera eso, quedaría en evidencia el engaño y la finalidad se malograría.






La mayoría de las IMAGENES han sido tomadas desde la web, si algún autor no está de acuerdo en que aparezcan por favor enviar un correo a  alberto.b.ilieff@gmail.com y serán retiradas inmediatamente. Muchas gracias por la comprensión.

En este blog las imágenes son afiches, pinturas, dibujos, no se publican fotografías de las personas en prostitución para no revictimizarlas; salvo en los casos en que se trate de documentos históricos.

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