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El juguete más viejo
del mundo
No hace mucho la noticia circuló en los medios
casi como una simple referencia, sin ocupar un lugar destacado: “Una
joven de 17 años fue drogada y después violada por cuatro hombres mientras un
quinto filmaba la agresión con su teléfono móvil”. Luego estos jóvenes franceses enviaron esta filmación a los teléfonos celulares de amigos y
parientes de la chica. La noticia continúa: “Cuando la policía detuvo a
los cinco hombres, de entre 25 y 30 años, no comprendían por qué los
arrestaban: «Hay que reírse y divertirse», exclamaron.”
Efectivamente, esto es lo que
ellos adujeron en su defensa. No me cabe dudar acerca de la sinceridad de estos
muchachos, tampoco se puede pensar
que si dijeron esto fue para perjudicarse.
Muy por el contrario, seguramente pensaron
que el simple y humano deseo de divertirse resultaba suficiente exculpación, suficiente
explicación capaz de convocar la
comprensión de sus pares. ¿Cómo no
comprender que unos jóvenes viriles, sanos, seguramente cumplidores de
sus deberes familiares y sociales buscaran algo de diversión?
Quizá estos muchachos pensaron
que no había razón para no tomar aquel
entretenimiento que se cruzaba con ellos en las calles, que estaba
sentada en el mismo café.
Ellos, pese a la distancia,
crecieron en nuestra misma cultura occidental, la que nos acostumbra a ver a la
mujer casi desnuda en las publicidades, la que admite y sostiene los burdeles,
la misma cultura que nos habitúa a que la satisfacción sexual puede conseguirse
por unas monedas. La misma cultura que considera a la mujer como una forma de
entretenimiento.
Seguramente para estos jóvenes
fue un juego, el montaje de un escenario como aquel infantil de policías y
ladrones. Lo divertido fue permitirse ser
el hábil macho cazador que acecha, acorrala a la presa, la somete hasta
el desvalimiento y la viola, y cada uno la viola reforzando la complicidad
entre hombres pares, la filmación es el trofeo. Para ellos no fue otra cosa que
un juego.
Entre mis archivos encontré uno
que habla de una noticia publicada ya hace tiempo en el diario La Voz del
Interior que dio a conocer otro hecho significativo.
Ocurrió en un cuartel militar, en
el Tercer Cuerpo de Ejército. Alguien descubrió que entraban dos mujeres en prostitución, una de ellas
mayor de edad, la otra de 13 años. Las habitaciones del Casino de Suboficiales
del Regimiento 14 de Paracaidistas se convirtieron entonces en el lugar de
placer donde concurrían los militares
para tener relaciones sexuales pagas.
La noticia no causó conmoción y
no pasó de ser una nota gráfica.
Dos personas fueron procesadas
por el delito de facilitación a la prostitución de menores: un sargento primero
y la mujer en prostitución mayor de edad.
El segundo jefe enterado de la
situación ordenó un sumario militar y una vez
identificado a quien había hecho ingresar a la mujer y a la niña, consideró
que se había violado el sistema de seguridad y por eso pidió 30 días de arresto
para el causante.
La misma nota periodística
testifica que el Tribunal se mostró sorprendido “por la falta de guardias e
iluminación en el sector”.
Podemos considerar que sí,
efectivamente, se “violó” la seguridad,
pero viendo la pena que se impuso, seguramente no fue considerada muy
importante esa falta. La tranquilidad pública
no se vio seriamente dañada, las mujeres en prostitución seguramente no
implican ningún peligro. Además, supongo que ahora, para reposo del Tribunal,
el lugar estará más iluminado.
En este momento en que gozamos de
una paz estable, en este enclave militar
hay poco que controlar, que vigilar, los
militares pueden dormir tranquilos. Pero, ¿qué hacer cuando no se
concilia el sueño y no se quiere mirar televisión?
Como un delivery, una llamada telefónica y el servicio es llevado hasta el mismo cuartel, luego, un
tiempo de entretenimiento, de distensión.
El militar fue sancionado con 30
días de arresto, casi un símbolo, ¿para qué más? ¿por qué más? Al fin y al cabo
los militares también son hombres que necesitan “reírse y divertirse”.
En otro diario, en el suplemento
de espectáculos, en la columna dedicada a notas simpáticas o llamativas de la
farándula, se publicó un dialogo que se dio en un programa de televisión.
Lo interesante de esta nota no es
solamente lo que los personajes dicen sino
el tratamiento que el periodista hace del hecho, su presentación como
anécdota divertida donde el acento esta en lo poco “fino” del locutor.
Más allá de la falta de elegancia
del comentario al periodista no le llama
la atención lo que en realidad ambos están diciendo.
Dicho en un programa televisivo,
publicado en un diario de circulación nacional, previamente sometido a la
lectura de editores y redactores, y luego al público, pareciera no haber
despertado la atención de nadie, y quizá
este bien eso, quizá es bueno que las cosas sean así y continúen siendo así.
Aquí va parte de la nota en cuestión:
Consejo de dos locos graciosos (o algo así).
A la consigna ¿qué promesa harías para que
Argentina gane el Mundial?, uno respondió:
“Prometo no encarar más a mi cuñada todos los fines de semana, borracho”.
“¡Me encantó!”, celebró la animadora, antes de
darle el siguiente consejo a la cuñada:
“Dejate, una vez, dale el gusto”.
E intervino el locutor:
“Una vez
y ya está; total, como decía un amigo mío, después te lavás y listo”.
“Dejate...dejate....dejate” las palabras
resuenan, son pedido, orden, destino. Deja-te, dejate a ti misma, enajénate,
olvidate y entregate al deseo del otro, a su placer.
¿No tendría que ser halagador el acoso, la
persecución, el deseo despierto en ese hombre, en todos los hombres?
Obviamente para ambos locutores es el deseo del
macho el que determina, el que fija los límites, el de ella no importa. Por qué
pensar en su interioridad, en sus sentimientos... ¿los tiene?.
No cuenta eso, la mujer es pura corporeidad,
exterioridad. Todo después se repara, se soluciona: “te lavás y listo”, pues
nuevamente aquí también lo
importante es “reírse y
divertirse”.
Al fin y al cabo, la mujer es el
juguete más viejo del mundo.
Las lecciones se repiten, es
necesario que toda niña, que toda mujer sepa que su destino es de servicio, de
aplicación al sostenimiento y cuidado de los varones.
Princesas, siempre princesas, no
más que princesas, nunca reinas, nunca dueñas del poder, de sí mismas, siempre
condenadas a ser dependientes.
Madre-sierva paño-de
lágrimas-enfermera-contenedora.
Esposa-sierva-paño de
lágrimas-enfermera-madre de los hijos del varón.
Y también
La alegría juguetona dócil a la
mano del varón que se divierte entre las sábanas con su cuerpo dispuesto y
gimiente, necesariamente gimiente para no ser rechazada por frígida, para
sostener la virilidad.
Al fin y al cabo esa es tu
función: “te lavás y listo”, nada ha pasado en tu vida, en tus sentimientos,
has sido creada para que el hombre “no este solo”, “Dejate, una vez, dale el gusto”
En la misma plaza la estatua a la madre y
alrededor de ella, la mujer prostituida. No son polos opuestos sino la
expresión del destino de la mujer en el patriarcado, en el machismo.
El putero paga para divertirse, para pasarlo
bien, para relajarse, ¿por qué no hacerlo? Ha trabajado como corresponde, a
atendido a su mujer, a su novia, estará con sus hijos, él cumple como debe,
gana su dinero ¿por qué no pasar un buen rato? Ellas están ahí para eso, para
que él, buen hombre, padre de familia, pueda divertirse un rato.
La mayoría de las IMAGENES han sido
tomadas desde la web, si algún autor no está de acuerdo en que aparezcan por
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gracias por la comprensión.
En este blog las imágenes son afiches,
pinturas, dibujos, no se publican fotografías de las personas en prostitución
para no revictimizarlas; salvo en los casos en que se trate de documentos
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cuando se cite al autor/a y la fuente.
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