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Teoría del shock
Hoy vamos a
hablar de la teoría del shock. Esta sencillamente dice que los desastres
naturales o de otro tipo pueden ser usados por los gobiernos para crear
conmoción social o aprovechar la que espontáneamente surge, para aplicar medidas
que van contra del bienestar general. Algunos
agregan que estos desastres no necesariamente necesitan ocurrir espontáneamente
sino que muchos gobiernos los crean. Dentro de estos últimos podemos contar las
provocaciones que buscan una respuesta de ataque o los autoatentados. Estos
acontecimientos generan en la población y sobre todo cuando esta desinformada, una
sensación de inseguridad y temor que la lleva a centrarse en el tema de qué se
trate, desentendiéndose momentáneamente de otras problemáticas.
Esta
situación es utilizada por los gobiernos para la aplicación de determinadas
medidas, sobre todo económicas, que no mejoran la situación de la población
general sino que, al contrario, la empeoran, con el pretexto de los desastres,
haciendo ver el malestar en aplicarlas pero que no queda otro camino. De
ese modo, de un momento a otro son convertidas en ley. Lo llamativo es que
estas mismas medidas son las que han provocado y siguen causando las grandes
crisis económicas o los mismos desastres que dicen evitar.
La
conmoción social lograda mediante un conflicto internacional, o un supuesto
acto terrorista, o una crisis
económica, una epidemia, huelgas, por poner unos
pocos ejemplos, son suficientes para que los gobiernos como “solución”
inmediatamente recurran al repertorio de medidas neoliberales, favorecedoras
del mercado y de un pequeño grupo de empresas, empresarios y funcionarios
gubernamentales.
No es
apresurado unir este mecanismo de control social con aquello que llamamos
democracia. Es claro que la técnica de shock es una forma de manipulación que
busca el sometimiento al dejar sin resistencia a la población que es
damnificada con las medidas que toman. Desde este punto de vista es lo más
alejado de una acción de fortalecimiento democrática. Un claro ejemplo fue
Latinoamérica en los años 70 cuando las intervenciones militares de derecha
acabaron con muchos gobiernos elegidos por el pueblo, implantaron dictaduras
que impusieron el neoliberalismo económico. Los derechos que habían sido adquiridos,
por ejemplo los laborales, a la libre expresión, y otros, fueron anulados. El
shock representa la imposición a la mayoría de mecanismos que benefician a unos pocos, que concentran
aún más la riqueza y dejan a la población en estado de mayor vulnerabilidad.
Todo esto unido al temor e incertidumbre que se causa; para cuando la gente
reaccione ya estas medidas estarán afirmadas y casi sin posibilidad de vuelta
atrás.
Al mismo
efecto tiende la creación de fantasmas enemigos, hemos conocido varios de ellos:
los rusos, los comunistas, el peligro “amarillo”, los árabes, el terrorismo, el
mundo financiero, los antipatria, y otros. Aquí la cuestión no es negar su
existencia, seguro que toda sociedad tiene amigos y enemigos, grupos atentos a
obtener ganancia a cualquier costo, lo que quiero remarcar es que estos grupos
son usados y agitados en momentos determinados para provocar aquellos
sentimientos en la gente que llevarán mejor al resultado querido, que en estos
casos, es la profundización de la economía depredadora o para ocultar la
corrupción que es la otra cara de la depredación. Si en un espacio cerrado
alguien grita ¡fuego! la resultante será un estado de confusión general, de
entrada en pánico, que hará que la gente
se movilice de manera incoordinada y muchas veces contra su propia
seguridad. Supongamos que no existe tal fuego sino que la alarma fue provocada
para que en el desconcierto un grupo de ladrones provechara el desorden para
robar la caja del comercio, este cuadro
será similar a lo que busco describir.
Si nos
paramos en una esquina mirando fijamente al cielo, al rato tendremos alrededor
a algunas otras personas haciendo lo mismo, los fantasmas elevados desde los gobiernos suelen ser eso,
nos hacen dirigir la atención a un lugar difuso, sin un rostro preciso, o si lo
tiene, tan alejado de nuestra experiencia que igualmente se torna fantasioso.
Recordemos
como otro ejemplo aquella mentira acerca
de las armas químicas de Irak con las que nos dijeron, estarían dispuestos a
destruir Europa y si pudieran al mundo, mentira con la que se justificó su ataque e invasión para
luego, imponer el neoliberalismo económico sostenido por empresas la mayoría de
origen o gerenciamiento occidental.
Me
impresionó tan vivamente esto que les contaré, sucedido en el 2001, en plena
crisis, que hasta hoy lo recuerdo con fidelidad. Estaban ocurriendo los saqueos
muy lejos del barrio en que vivo. Era una zona bastante tranquila y alejada de
la conflictividad. Las calles desiertas, pasa un hombre vendedor de plumeros con
su mercancía a cuestas y viendo a un vecino en la puerta le dice que tenga
cuidado, que se encierre, porque venían desde las villas a saquear las casas.
Dijo esto y siguió su camino. De más está decir que nunca vinieron los mentados
malones y la calle siguió tan tranquila como entonces. Siempre me pregunté: si
el peligro era real ¿qué hacía este señor caminando vendiendo plumeros? ¿por
qué él no se había refugiado? Seguramente esta es otra de las formas de
provocar shock.
El ideólogo
neoliberal Milton Friedman lo decía con claridad:
“Solo
una crisis -real o percibida- da lugar a un cambio verdadero. Cuando esa crisis
tiene lugar, las acciones que se llevan a cabo dependen de las ideas que flotan
en el ambiente. Creo que ésa ha de ser nuestra función básica: desarrollar
alternativas a las políticas existentes, para mantenerlas vivas y activas hasta
que lo políticamente imposible se vuelva políticamente inevitable”.
Creo que
aquí está la clave, al decir de Friedman: “que lo políticamente imposible se vuelva políticamente inevitable” Lo que posibilita que esto suceda no es un
hecho mágico, no existen conjuros para este logro, sino que se apela a los
métodos que se tienen a mano, y en general se reiteran, para la manipulación
social. Es obvio que todo esto no
podría lograrse sin la necesaria participación de los medios de comunicación
masiva porque ellos son proveedores e indicadores de ideas, son los que
sostienen simbólicamente la ideología gobernante y la propagan como si fuera
una verdad indiscutible. Son ellos los que mediante noticias, encabezados,
interpretaciones de causas y efectos, búsqueda de culpables, reportajes y hasta
humoradas van inoculando las ideas que luego orientarán el cambio o sostendrán
el status quo según los poderosos quieran.
Recordemos como en los años 90 su papel fue fundamental para la profundización
de las políticas neoliberales o en la actualidad para justificar invasiones a
países, guerras, genocidios, o encubrir epidemias, hambre, desastres
humanitarios. Pese a lo que siempre se dice, los medios no están para informar,
para aportar datos con los cuales cada uno de nosotros elaborará su propia idea
acerca de un hecho, sino para darnos en
bandeja lo que el poder quiere que tengamos en cuenta. Esto no se restringe
únicamente a los sistemas totalitarios, se halla presente en cualquiera porque
ellos son la voz del poder, de la superestructura que da un andamiaje simbólico
que sostiene y justifica determinadas acciones. Incluso puede algún medio jugar a oponerse a un sector del poder, y eso
es así, y no debe confundirnos, porque
está representando a otro.
Recuerdo
algo que en estas columnas reitero, las palabras tienen una especie de magia,
son capaces de crear mundos, como ellas mismas son ilusión, son sonidos
cargados de significado pero en esencia tan vacíos como el ruido de un tren o
el que hace el agua al correr, tienen esa capacidad de dar forma en nuestras
mentes a otras tantas ilusiones que podrán cautivarnos y como el flautista de
Hamelín llevarnos hacia dónde quieren que vayamos.
La teoría
del shock nos cuenta esto, cómo se nos mantiene en estado de preocupación, en
estado es estrés, llevando nuestra atención a un problema o cuestión que tanto
puede ser real como creada o exagerada y que los medios propagarán para que no nos demos cuenta de aquello que
en realidad se está haciendo. Puede ser un terremoto, la delincuencia, una
epidemia, los homicidios, la huelga de maestros, la vida “secreta” de un
mediático, o el mundial de fútbol o de lo que fuere, o incluso una crisis
económica, todo puede ser usado mientras las tierras son vendidas, la minería a
cielo abierto, los productos transgénicos, los agrotóxicos, la corrupción y los
corruptos, la exclusión de los pueblos originarios, el narcotráfico, siguen muy
tranquilos haciendo su rentable negocio.
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