125
Negadores
Creo que si
algo nos caracteriza como pueblo es que somos negadores. Vemos venir el agua,
soplar el viento, acercarse rápidamente las nubes tenebrosas, ya está la
tempestad casi sobre nosotros y sin embargo seguimos como si nada de eso existiera.
Quizá en el fondo estamos tan convencidos de que dios es argentino que
suponemos que estamos cubiertos de todo peligro aunque la historia, aún la más
cercana, lo desmienta categóricamente. No solo no estamos cubiertos de todo daño sino que, al
contrario, quedamos totalmente expuestos.
Una cosa
que siempre me llamó la atención es que, al menos en Buenos Aires, los verbos
no se conjugan en futuro sino que se hace una construcción alambicada, un tanto
extraña, para evitar este tiempo verbal. Decimos: voy a salir, en lugar de
saldré, o, voy a escribir en lugar de
escribiré. El verbo siempre queda en infinitivo, salir, escribir, llorar,
gritar, como carente de tiempo, por lo tanto también falto de historia y dentro
de ella, del futuro.
Quizá esta sea
una de las razones por las que nos cuesta tanto prever, tomar en cuenta lo que
se avecina y precavernos de algún modo. Posiblemente esto sea lo que nos lleve
a no poder planificar, a elaborar políticas públicas a cumplirse durante años
venideros, a establecer parámetros para las generaciones siguientes.
Al final,
como no vemos el futuro, terminamos negándolo. Recuerdo aquel cuento del rey
que habiendo sido engañado de que vestía lujosamente, se paseaba por el pueblo
desnudo, la gente así lo veía pero nadie decía nada, no se podía mostrar la
verdad, el engaño era lo indicado. Del mismo modo durante la dictadura militar
se impuso el nefasto “el silencio es
salud”. Nuevamente la orden era no hablar, no decir lo que se veía, la
consigna era negar y negar hasta afirmar que
“los argentinos somos derechos y
humanos” al mismo tiempo que se realizaban monstruosas torturas y un
genocidio que aún duele y sigue esperando justicia. Especie de locura social en
la que las palabras, lo dicho y silenciado, lo gritado, era un delirio, una
repetición automática de sonidos, un relato, que en nada se parecía a los que
se estaba viviendo. El máximo de este relato esquizofrénico fueron las noticias
y comunicados sostenidos hasta último momento, diciendo que Argentina estaba ganando
la guerra por las Malvinas.
Creer que
algo que no se nombra no existe es infantil es como el niño cuando se tapa los
ojos o la cabeza con la sábana para que aquello que lo asusta desaparezca. Es
entendible en un niño, su enorme imaginación, su sentimiento de desprotección y
fragilidad y la posibilidad real de ser dañado sin que él pueda defenderse lo
llevan a sostener ese mecanismo. En un adulto esto es más que peligroso y en un
pueblo puede ser realmente desastroso y afectar a varias generaciones.
Hoy
hablamos y festejamos a los nietos aparecidos, no hablamos de sus padres, de
los que fueron y siguen desaparecidos, mucho menos de los ideales por los que
se pretendió aún borrarlos del recuerdo, tampoco se habla de Julio López,
seguimos negando lo evidente.
Negar nos
deja en situación de debilidad y desprotección y nos conduce a repetir los
errores e invariablemente nos llevará a chocar contra la misma pared una y otra
vez hasta que algún día aceptemos que ahí esta y veamos cómo superarla. Recuerdo
que hace años vi una escultura que me impresionó, el tema era la neurosis, la
imagen mostraba a una mujer –igualmente podría ser un hombre, travesti o trans,
no hay diferencias- chocando infructuosamente contra una pared en su afán de
atravesarla. Esta persona si hubiera mirado hacia otro lado habría visto una
puerta.
Sirva esta
introducción para hablar de un peligro que ya está entre nosotros. Negamos que
venía, aún en discursos se decía y dice que no existe, sin embargo todos
sabemos que está y actúa. Me refiero al crimen organizado.
Desde todos
los organismos internacionales informan que este tipo de criminalidad crece y
de manera imparable a tal punto que se ha hecho aún más poderoso que muchos
estados. Ya es insostenible la designación de un país o un presidente, rey,
papa o imán como responsable. Esa visión busca decididamente engañar. Detrás de
cualquiera de esas figuras existen los realmente poderosos intereses entre los
que se encuentran los del crimen organizado transnacional. A tal punto son
poderosos que ya hace muchos años las Naciones Unidas llamaron la atención y
convocaron a los países a unirse porque se sabe que por separado, cada uno
dentro de sus propias fronteras, queda incapacitado para defenderse. .
Las organizaciones delictivas rápidamente se adecuaron al esquema neoliberal de
libre tránsito entre países. Al mismo tiempo el liberalismo vio en ellas un
aliado para sus negocios pues al fin y al cabo, el objetivo de ambos es el
mismo, el rédito económico.
Seguir negando lo evidente nos vuelve inoperantes y en
muchos casos cómplices. Hoy es posible hallar
células de la mafia rusa, la
japonesa yakuza, las mexicanas como los zetas o templarios, en nuestro país y
en toda Latinoamérica.
Aquello que conocimos como cárteles, esos grupos armados
jerárquicamente han dado paso a otros
que tienden a crear redes transnacionales en las que la autoridad y toma
de decisiones no está concentrada en una única persona.
Estos grupos también han diversificado sus negocios saliendo
del esquema único del tráfico de drogas, los han dirigido a todo aquello que
produzca dinero y de la manera más rápida, por ejemplo: extorsión, secuestros,
piratería, trata y tráfico de personas, minería ilegal, lavado de dinero y
prostitución. Para esto se basan en el
control de un territorio determinado, expandiendo los negocios en función de la
dinámica económica del territorio que controlan. Si en ese terreno hay demanda de drogas, habrá drogas, si se busca
traficantes ellos lo serán, si la demanda es de prostitutas, ellos también
tendrán ese negocio. No solamente lo tendrán, también lo promoverán y actuarán
sobre los gobiernos para quitar las barreras que les impidan o limiten las
ganancias.
Hablar de estos grupos es también hablar de relaciones
complejas infiltradas en toda la
sociedad, hay áreas grises entre lo
legal y lo ilegal, hombres de negocios, banqueros y funcionarios gubernamentales de todos los
niveles que proporcionan información y contribuyen a los negocios de la red.
Casi a diario las noticias nos habla del propietario de un
supermercado chino asesinado por la mafia. En pleno centro de Buenos Aires, en
el norte del gran Buenos Aires, en Rosario, los sicarios actúan con total
tranquilidad. Nada de esto es nuevo. Las organizaciones criminales se han
establecido en Argentina por el alto nivel de vida y la infraestructura.
Rosario, Buenos Aires y Córdoba se han convertido en los puntos centrales.
Se hallan infiltradas en todos los niveles de la sociedad y
desde ahí buscan legitimar su accionar ahora delictivo.
Por la incidencia de estas organizaciones la trata de
personas-prostitución crece en el mundo y está llegando a superar al tráfico de
drogas. Las mismas rutas y contactos gubernamentales que eran usados para las
drogas ahora son utilizadas para las personas. Una de las causas es que el
consumo de las sustancias importadas ha caído pues ahora en cada región es
posible la fabricación de drogas sintéticas y ya no se requieren tanto las de cultivo. La incorporación de las
mujeres como mercadería suple el descenso de aquellas ganancias.
El burdel. Carlo Jean Jacques |
No es nuevo en nuestra historia, recordemos que ya en el
siglo pasado Albert Londres publicó “El camino a Buenos Aires” que reseñaba la trata de “blancas” hacia nuestro
país, lo que era sabido mundialmente.
También podemos hablar de la Zwi Migdal, organización criminal
ampliamente conocida que llegó a tener sucursales en varias ciudades.
Para estos grupos criminales es importante la reglamentación
de la prostitución pues de ese modo podrían montar abierta y libremente locales
y ellos mismos tener así cubierta su fachada
ya convertidos en “industriales o comerciantes honestos” y lo que es más importante, de ese modo
tendrían una forma poco costosa y riesgosa de lavar dinero.
Ahora lo que esta de moda es “debatir” con esta palabra se
nos miente pues lo que se busca es que neguemos lo malsano de una actividad,
sea esta las semillas transgénicas, los agrotóxicos, la minería contaminante,
la violencia, la prostitución infantil, la violencia de la prostitución, el
creciente consumo de drogas, la acción del narcotráfico.
Recordemos que el silencio NO es salud.
La mayoría de las IMAGENES han sido
tomadas desde la web, si algún autor no está de acuerdo en que aparezcan por
favor enviar un correo a
alberto.b.ilieff@gmail.com y serán retiradas inmediatamente. Muchas
gracias por la comprensión.
Se puede disponer de las notas publicadas siempre y
cuando se cite al autor/a y la fuente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario