domingo, 8 de febrero de 2015

149 - Los seguidores

149
Los seguidores


Cambiando de canales televisivos llego por casualidad a uno en el que están pasando un documental, supongo inglés. Dice que desde que se generalizó el uso de celulares se cuadruplicó el número de peatones accidentados. Eso es debido a que mientras caminan leen los mensajes, o escriben o hablan por teléfono suponiendo que van prestando atención pero no es así. Muchos cruzan las calles sin mirar o mirando sin ver.
Permítanme un paréntesis. Es común escuchar que hay personas que pueden prestar atención a dos cosas al mismo tiempo, o quizá a más. Si bien esto pareciera ser así, no es correcto. Nuestro cerebro se dedica a una cosa por vez. Si estamos haciendo dos o más,   tiene la capacidad de pasar de una a otra a gran velocidad, pero no de prestar atención  a todas en el mismo tiempo, siempre queda un espacio ciego, intermedio. De más está decir que manejada de este modo nuestra atención es sumamente superficial. Una cosa distinta es por ejemplo concentrarme en una lectura mientras suena una música o la radio. En este caso el sonido es un fondo difuso, en el centro está mi lectura.
Quienes operan sus celulares están concentrados en eso, la calle, los peatones, el tránsito, están en el fondo, en un segundo lugar. Pueden volver rápidamente la atención del teléfono a la calle pero ya habrán andado un trecho y si se está manejando un coche,  puede ser de muchos metros.



Volviendo al documental. Se decía esto y se mostraban intentos de enseñar al público a manejarse de otra manera en la vía pública.
Se probó en dividir una vereda en dos sectores, uno para quienes iban activos con sus celulares, y el otro para quienes no. Se destacó a personal identificado con chalecos para que indicara a la gente por dónde debían ir. El público no cumplía con este ordenamiento o lo hacía de mala voluntad porque no quería ser condicionado, que se le ordenara por dónde caminar.
En un segundo momento ya no se les dio ninguna consigna, sino que se puso ahora al personal sin identificación alguna, caminando simulando  hablar o escribir en sus celulares por la senda correspondiente. En esta oportunidad, las personas viendo que esto sucedía, sin necesidad de indicación alguna, comenzaron a caminar por el sector dispuesto para eso.
La conclusión fue que las personas no están dispuestas a recibir órdenes pero sí a seguir a líderes o a hacer lo que ven realizar a otros.
Es en este punto en que me quiero detener.
Este documental me hizo pensar en que quizá esta conducta sea parte de nuestra animalidad gregaria. Seguir a quien va adelante en la manada  asegura que el camino está libre, pues sino ya le hubiera pasado algo al que encabeza.  Entre las ratas se manda a la más vieja a los lugares desconocidos, si ella regresa es porque no hay peligro, si no vuelve,  el ejemplar perdido es el que igualmente no viviría mucho más.  Quienes tienen animales esto lo saben y por eso eligen a la “yegua madrina” por ejemplo, donde ella va, el resto de la caballada seguirá.
No siempre pero atávicamente esto ha dado resultado porque en la inocencia animal no existe aquello de la traición al congénere como un acto conciente, premeditado. Se parte del hecho de que quién va adelante lo hace de manera atenta y buscando su seguridad logra la del grupo.



Esta inocencia no es humana,  siguiendo este dispositivo que quizá hemos heredado, en lugar de asegurarnos, nos ponemos en constante peligro. No tenemos en cuenta que en los humanos, sin negar muchas virtudes,  existe el egoísmo, la incapacidad de empatía, el desprecio por el otro, la traición que hace que nuestros depredadores naturales sean precisamente algunos de nuestros congéneres.
Seguimos a los que se ponen en el frente, a los líderes de todo tipo, confiados en que ellos cuidarán el camino y buscan llevarnos seguros sin darnos cuenta que en gran cantidad de veces son simples depredadores, aquellos mentados lobos disfrazados de ovejas.
No me detendré en ellos, basta repasar un poco la historia, y aún la más reciente, para ver la realidad de estos hechos,  la ligazón de estos cabecillas con la codicia y la muerte.  Mi pregunta hoy se basa en los seguidores, aquellos que repiten lo que ven hacer, que siguen a quien va adelante.
En el ejemplo del documental esto aparece claramente. No fue una decisión razonada, no pensaron en la conveniencia de un ordenamiento de ese tipo en función de su seguridad, solamente hicieron lo mismo que otros.



Son seguidores. Pueden serlo tanto de un partido político, 
de una religión,  de cualquier líder. Todos tienen en común que sus decisiones están enganchadas a las de quién va adelante y si hilamos fino, veremos que en realidad ellos no deciden porque no interviene el pensamiento, solamente siguen, repiten, gritan o lloran de acuerdo a lo que se les dice.
Quizá sí, hubo una decisión antigua, la de abandonar el libre albedrío y someterse a la voluntad ajena.


En ellos se ve la parte infantil que no ha sido dejada atrás. En la infancia depender de la orientación de los mayores, padres, hermanos, era necesario para la socialización, para aprender el cuidado de sí mismo, para incorporar la palabra y las conductas, pero a medida que vamos creciendo nos vamos independizando y creando nuestras propias ideas y así hacemos nuestro camino. En los seguidores esto no está, siguen atados a un papá, a una mamá, no se juegan por sí mismos.  Se sostienen por la fe. La fe, la creencia en algo superior que tanto puede ser el líder, la iglesia, la religión, el partido, pertenece a lo irracional y no completamente socializado, por eso fácilmente llegan al fanatismo de creerse dueños de la verdad única y definitiva, a la intransigencia que los conduce a la muerte del propio espíritu y a veces a la de quienes no comulgan con ellos, a la hoguera.

La irracionalidad de los seguidores, de los militantes, los convierte en intolerantes, porque están exentos de dudas, y si las tienen solamente las confiesan en voz baja, entre ellos o con el líder o su representante que se las “aclarará” debidamente. Por esto mismo la fe no puede evolucionar porque solamente la duda es capaz de buscar pruebas, de desechar lo erróneo, de ir hacia nuevas propuestas, es el motor del cambio.

Todos conocemos a alguien “militante”  de un partido político y podemos ver sin mucho esfuerzo como un día gritan una consigna y al otro la opuesta, sin transición, y sin que al parecer se den cuenta de la contradicción. Vemos que son capaces de apoyar decisiones que aún van contra ellos mismos, o eslóganes carentes de toda lógica y vacíos.



En otras charlas hemos visto como el actual sistema social no está basado en la razón, aunque pregone que es así. No hay nada lógica en el capitalismo, en las religiones, en los partidos políticos, en el patriarcado, solamente creencias, basta ver los resultados obtenidos para darnos cuenta. Es la fe, creer en el sistema lo que lo sostiene. Sabemos del terror que tienen los políticos al descreimiento de la gente porque tienen bien en claro que eso precipitará todo, por eso gastan nuestro dinero no en obras que nos beneficien sino en encuestas “de imagen”. Es el miedo ante el niño que pude gritar a todo el mundo que el rey está desnudo.  Por eso es muy importante para que todo siga mantener a las personas en el infantilismo, en la creencia en que todo esto es lo mejor que se ha podido y podrá conseguir, que fuera de esto es el caos.


Es la gran mentira, el seguidor que se aferra a su infancia y busca desesperadamente que alguien haga de papá o mamá, y el líder aterrado de perder su lugar, sus privilegios,  miedo a que se desarme la falsedad sobre la que todo está construido. De ambos lados ponen todo su esfuerzo por mantener esta nefasta ilusión y si no alcanza con eso, esta la violencia desenmascarada, esa que está presente y sin ocultar para quien quiere verla, en estos sistemas.






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