lunes, 7 de enero de 2013

36 - Libertad y Límite

36
Libertad y Límite


Adriana Cimino Torres

Quienes han seguido estas columnas quizá piensen que me contradigo, que en algún momento digo que no hay que aceptar limitaciones, que desde el poder de turno nos quieren a todos como copias de un mismo molde, aceptando callados y sumisos que no podemos ser más que esto que ahora somos; en otro momento, como en las últimas charlas, trato de mostrar que los límites son necesarios,  parte de la vida y que sin ellos no hay desarrollo posible. Esta aparente contradicción o confusión es debida a las palabras, y este es un ejemplo de cómo con ellas se pueden crear y descrear mundos, porque mientras que las palabras son las mismas: límites, libertad, creatividad, es  el contexto y la forma como son usadas quienes determinan su sentido.
Recuerden que las palabras muestran como separado y hasta como opuesto lo que en la práctica, en lo concreto, se da conjuntamente. Ya hemos dicho que para hablar de libertad es necesario hablar también de límites, y que todo límite se refiere a un espacio que va más allá de él mismo.


Recuerdo un cuadro de René Magritte, en él se ve claramente y ocupando casi todo el lienzo una pipa, y debajo de esta una inscripción que dice “esto no es una pipa”. Ya decir y entender la palabra “pipa” no es simple porque al ser oída ya en el interior de cada uno provoca una serie de relaciones que escapan a nuestro control y entendimiento, porque cada uno de uds. imaginará la pipa que se le ocurra, desde una inglesa, pasando por holandesas, o las muy pequeñas o las muy grandes y trabajadas o hasta las de agua o cualquier otra que puedan imaginar, incluso podrán pensar no en las de fumar sino en esas que se usan en los laboratorios, y al mismo tiempo, lo registren o no, traerán sentimientos, evocarán experiencias pasadas.
Porque en algún momento se acordó que ese instrumento para fumar sería llamado con este sonido “pipa”, al hablar creemos que todos estamos pensando y sintiendo lo mismo, sin embargo no es así. Y si esto sucede con un objeto, algo que puede ser definido, visto, tocado, cuánto más complejo se hace cuando lo llevamos a los sentimientos en los que no hay un objeto externo como referencia, todo se complica muchísimo más, porque si digo por ejemplo “amor” cada uno imaginará algo o recordará alguna experiencia, o lo asociará con alguna persona, animal, hecho, u objeto como puede ser un oso de peluche, y no habrá modo de comprobar que eso en lo que estamos pensando o sintiendo sea para todos lo mismo, sea eso convinimos en llamar “amor”. Y si esto lo llevamos al pensamiento es todavía más complejo. Creo que este es el motivo por el que a las personas nos cuesta tanto comunicarnos, entendernos, aún cuando hablamos un mismo idioma y usamos las mismas palabras.



Magritte dice “esto no es una pipa”  y es evidente el motivo por el que lo dice, si queremos cargarla de tabaco y fumarla no podremos, es una pintura, pero el chiste esta en que esas palabras tampoco tampoco son o no son ese objeto, aún si dijera “esto es una pipa” esa pintura no lo sería.
Con esto quiero mostrar que si digo libertad o límite o subordinación o poder, o lo que fuere, siempre estoy entre palabras. Ahora, cuando estoy en la realidad todo aparece mezclado, confuso, muchas veces, salvo en casos extremos y muy evidentes, es difícil poder determinar qué es una cosa y qué otra y es ahí donde entra en juego  la interpretación y la posición que cada uno, cada una de nosotros toma ante la vida.


Este es un punto importante porque tenemos siempre que tener muy presente que lo que nos llega a nosotros, hasta nuestros sentidos, que son los medios por los que nos relacionamos con el universo que está más allá de nuestra piel, lo que nos llega son ondas que provocan fenómenos eléctricos que por el sistema nervioso alcanzan nuestro cerebro. Este las recibe y las ordena e interpreta, el cerebro es el gran órgano de interpretación. A tal punto organiza y juega con lo que le llega que es capaz de tapar agujeros, de eliminar detalles, de recomponer otros. También puede hacer que dejemos de percibir algo o compensa falencias en la percepción. Por ejemplo, en algunas enfermedades oculares, el estímulo no puede llegar en su totalidad al cerebro porque el nervio esta lesionado, sin embargo, el cerebro buscando en los recuerdos y de manera analógica puede recomponer o emparchar la parte de la imagen que no llega, hablando sencillo, tapar el agujero que quedaría en la imagen con algo que esta en el cerebro mismo,  y de ese modo no nos daremos cuenta del hueco, y creeremos que estamos viendo el cuadro de manera completa.

Todo esto apunta a que entendamos que cuando decimos “pipa” o cualquier otra cosa, no estamos haciendo algo sencillo sino sumamente complejo y que no siempre está reflejando la realidad, es más, posiblemente muy pocas veces,  porque no sabemos cómo es ese universo que esta fuera de nuestra piel, bueno, tampoco conocemos el que tenemos hacia dentro de la piel.

Recuerdo ahora una serie de imágenes que tienen mucho que ver con este tema  y están relacionadas a una teoría que se dedicó a estudiar cómo percibimos y elaboró algunas leyes, es la teoría de la gestalt. Esas imágenes, que supongo que todos hemos visto alguna vez, son las que juegan con el sentido y la visión, la más conocida es la de dos rostros de perfil enfrentados y con un espacio entre ambos. Según se observe la figura pueden verse ambas caras o en ese espacio entre las dos, una copa. El dibujo no cambia, lo que se modifica es el punto de vista del observador y también el sentido que le quiere dar a lo percibido. Si ponen en un buscador de internet la palabra “gestalt” pueden llegar a muchas de estas imágenes.



Al sonido, a las  palabras, agregamos ahora la vista, y podríamos seguir con el resto de los sentidos y en todos hallaremos lo mismo.
No dudamos de lo que percibimos, lo pensamos tan claro y definido que no tenemos problemas en decir “yo mismo lo escuché” o “lo vi con mis propios ojos”. En realidad eso que nos llega es confuso, con una cantidad importante de caos, de ambigüedad, algo así como una mezcla informe a la que el cerebro pone una organización, una forma.

En nuestra percepción el cuerpo y  la mente, nuestros principios y valores, cómo me paro en la vida y ante los otros, mi educación, la concepción del mundo, tienen un papel fundamental. Estamos unidos a todo lo que nos rodea y del mismo modo que esa realidad externa nos condiciona y nos da forma, nos limita al mismo tiempo que nos proyecta, nosotros también la formamos,  le ponemos límites, nombres, la condicionamos, la facilitamos o destruimos. Por eso no somos simples observadores o visitantes en este planeta, sino que todo el tiempo lo estamos formando y en esta tarea lo que llamamos límites-libertad tienen un papel central porque en este trabajo de dar forma,  dónde, cómo y cuándo  ponemos los límites es primordial.



Salvador Dalí



Y volviendo al tema que hoy nos convoca, les propongo apostar un poco más fuerte en esta cuestión de las palabras y las cosas, en este juego entre lo blanco y lo negro, y es pensar en la siguiente paradoja, que no se me ocurrió a mí y que en otra charla supongo que retomaré, es la siguiente: qué pasaría si yo decidiendo libremente, de manera cuerda y sin ningún tipo de coacción o violencia, decido venderme y convertirme de ese modo en esclavo. Tengamos en cuenta que en esto no hay un paso atrás, que luego no puedo decir “me aburrí y ahora vuelvo a ser un hombre libre” porque tal cosa es imposible para un esclavo, ni tampoco hacer uso de mi dinero, del que cobré por mi propia venta, porque al ser un esclavo, vuelve a manos de quien ahora es mi dueño. Acá aparece claramente que toda libertad implica límites porque de otro modo terminaría destruyéndose a sí misma. El primero es este, que en nombre de la libertad no puedo renunciar a ella. Este es un principio básico de derechos humanos:  son irrenunciables, por el hecho de haber nacido humanos todos tenemos estos derechos, no importa nuestra condición, y no podemos renunciar a ellos.
De este modo también se cuida que quienes están en estado de vulnerabilidad no sean presa de quienes tienen más poder, sino sería fácil buscar a alguien que padece hambre y comprarle su libertad, o en algunos casos, comprarle por ejemplo un órgano, o someterla de algún modo, y luego decir que no hay delito ni siquiera mala intención porque esa persona voluntariamente decidió  venderse  o aceptó ser esclavizada o sometida de cualquier otra forma, decir que consintió con eso o que renunció a su derecho eximiría de responsabilidad al esclavista. Espero que con esto quede más claro que decir “libertad” ya implica un límite, un punto del que no se puede pasar porque ya no hay retorno y destruye lo que se quiere proteger.

Para respetar tu libertad tengo que limitar la mía
No vale decirte que porque soy libre puedo hacer lo que quiero con vos, conmigo mismo, con el universo.
El límite es el principio de la ética.


 
Adriana Cimino Torres


La mayoría de las IMAGENES han sido tomadas desde la web, si algún autor no está de acuerdo en que aparezcan por favor enviar un correo a  alberto.b.ilieff@gmail.com y serán retiradas inmediatamente. Muchas gracias por la comprensión.
 





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