lunes, 21 de enero de 2013

40 - Capitalismo 2



40
Capitalismo 2




Hoy vamos a seguir con el tema de nuestra última charla, la ideología capitalista.


Es importante tener claro que la lógica del sistema es de guerra, la competencia sin cuartel, eliminación del otro, conquista de nuevos mercados,  que no lleva, como se nos vende, a que gane el mejor, sino el más despiadado, el que menos valores cuida, el que cumple con aquello de que el fin justifica los medios, aunque esos medios  sean la destrucción del ecosistema, la corrupción, de la salud de la gente,  la estupidización programada.
Difícilmente una sociedad podrá llegar a un clima de tolerancia, de aceptación y paz cuando esta constituida por elementos violentos y competitivos, codiciosos siempre en búsqueda de crecimiento, de mayor poder y riqueza.
Recordemos que parte de esta estrategia de crecimiento fueron las guerras coloniales de conquista, la rapiña a la riqueza de los pueblos ya sea mediante la corrupción de sus gobiernos como directamente con la intervención militar (tenemos presente la intervención en Irak), el sometimiento comercial mediante reglas propias para presionar y agotar a los países con poco poder, la división entre países productores de materias primas o comida y los industrializados como modo de someter a los primeros.

Dijimos que la doctrina política que ha encabezado la implantación de este sistema económico ha sido el liberalismo económico y clásico  y más cercanamente el neoliberalismo, el que sostiene que la intervención del gobierno debe reducirse a su mínima expresión, limitarse a garantizar la propiedad privada, la defensa de los derechos civiles y políticos, el control de la seguridad interna y externa y eventualmente la implantación de políticas para garantizar el libre  funcionamiento de los mercados, en algunos casos se acepta que el gobierno intervenga en épocas de crisis para que no decaiga la demanda o también cuando aparece alguna deficiencia en el mercado. El éxito de esta política se vio claramente a partir de los 90, en que el gobierno desapareció y se habló de un “estado ausente”. En realidad nunca estuvo ausente, sino que dejó de cuidar a las personas, pero cuando el sistema peligró los gobiernos reaparecieron con su fuerza para salvar a los financieros, a los bancos, a las empresas, estatizando por ejemplo sus deudas. Esto lo vemos en este momento suceder nuevamente en Europa. En este mismo momento, seguramente si cualquiera de nosotros, simple ciudadanos, llama a la policía, tendremos que esperar un largo rato su llegada, pero si alguien rompe el vidrio de un banco en pocos minutos la calle se llenará de varios patrulleros. Un error común de mucha gente que quedó pegada a ideas que le vendieron, es creer que las instituciones están para su preservación, cuando en el capitalismo, son salvaguarda y garantía del capital, no de las personas.




Siempre se dice que el capitalismo descansa sobre reglas del juego claras, sobre la contratación, una vez más “libre”. Lo que no se dice es que estas reglas han sido fijadas por una sola de las partes: los capitalistas. Efectivamente, ellos al tener el poder del dinero son los que ponen las condiciones y las reglas y cuando quieren las modifican. Por ejemplo, en los años 90 decidieron y convirtieron en ley, dejar de lado las conquistas laborales de los trabajadores obtenidas luego de muchos años de lucha.

La teoría podría llegar a convencernos, como cualquier ideología, puesta en palabras puede resultar atrayente, cómo no sentirnos atraídos por temas como progreso, igualdad, justicia, libertad. Ahora, otra cuestión son los resultados, en los que vemos que hasta el momento ha fracasado. Las crisis cada vez más reiteradas, el uso de la violencia para sostener el sistema, la cada días más dispar distribución de la riqueza, la propiedad de la tierra en pocas manos, el hambre y la enfermedad, están mostrando que el resultado es el opuesto al predicado.
Sobre todo porque la tan mentada libertad se halla en función del esquema de poder, cuanto más arriba se está, más posibilidades de elección, cuánto más abajo, menos elección. No solamente de bienes sino también de posibilidades de educación básica, de capacitación laboral, de trabajos bien remunerados, de acceso a la salud, llegando a actividades que ya no pueden ser incluidas dentro de una elección, como son las actividades de sobrevivencia.  Entre robar o no comer, entre la desnutrición de mis hijos o la prostitución, entre vender un riñón o no sobrevivir, no hay opciones, no hay elección, son estrategias de sobrevivencia.
El surgimiento de los excluidos como fenómeno social esta mostrando este fracaso. Son millones de individuos que no tienen ni tendrán acceso al trabajo ni al resto de los derechos, se hallan en la periferia de la sociedad sin posibilidades de desarrollo y ya esta claro que no la tendrán, que sus hijos tampoco.

Consumismo

Hay una idea que juega un papel muy importante en este esquema y es la del consumo. Acá no estamos hablando del consumo necesario para vivir, vestirnos, tener casa y educación. Se dice “consumo” para no decir consumismo, que es la palabra que más se ajusta. Es aquí dónde se ve con mayor crudeza la ideología deshumanizante que es el capitalismo. Como el fin justifica los medios, se puede apelar a cualquier dispositivo, hasta la más grosera manipulación o el uso sofisticado de la psicología para generar en las personas nuevas ganas que serán vivenciadas como necesidades, como algo imperioso y casi imprescindible para seguir viviendo o al menos para ser feliz. Fíjense que hablo de ganas y no de deseo o necesidad, porque desde el punto de vista psicológico, y en el vivir diario esto lo sabemos, hay notables diferencias.
Las ganas son superficiales, momentáneas, adquirir o no aquello que despierta nuestras ganas no nos cambiará profundamente nuestra vida. Ya cuando hablamos de deseo es algo más profundo porque compromete más nuestra personalidad, nos moviliza más. Las necesidades son aquellas que nos mantienen con vida o hacen un cambio profundo en nuestra calidad de vida. Las ganas pueden quedar insatisfechas y ser al rato olvidadas sin mayor contratiempo, los deseos tienen un arraigo muchísimo más importante, son mucho más estables pudiendo perdurar por años, y su satisfacción o no produce cambios importantes en la persona. Las necesidades no siempre pueden quedar insatisfechas, por ejemplo el hambre, la sed, si no son satisfechas pueden llevar a la muerte. La publicidad, la mercadotecnia, los medios toman estos elementos y hacen ver a las ganas, a veces a los deseos, como necesidades, por eso muchas personas son capaces de sacrificios importantísimos por acceder a algo de lo que se les vende.
Entonces podemos decir que el consumismo se refiere a la acumulación, compra o consumo de bienes y servicios no esenciales.




Para nuestra sociedad la adquisición de bienes se separó de las necesidades o deseos para convertirse en señales, indicadores de estatus, de capacidad económica, de poder. Es por esto que los ricos recurrieron al consumo,  despilfarro y ostentación como manera de impresionar a los demás y de aumentar o demostrar su poderío. La construcción de grandes mansiones, vestir con elegancia exclusiva, con joyas muy caras, autos especiales comenzó a ser la norma. 
Este modelo mediante la publicidad y los medios masivos de difusión dirigido a toda la población fue  inducido las clases inferiores a la par que el ahorro fue desacreditado.

Una de las causas por las que el consumismo prende socialmente es porque la publicidad apela a nuestro temor a la soledad, a quedar excluidos del grupo, a quedar afuera y también al sentimiento de inferioridad: se debe pertenecer, se debe llegar a ser alguien. El coche, la ropa, los perfumes, las marcas, el diploma, la mujer o el hombre o los hijos bonitos y simpáticos e inteligentes, son elementos que valen en cuanto me hacen sobresalir, me distinguen, me dan entidad ante los demás. Como hacen al tener y nunca al ser, al tiempo nos sentimos nuevamente vacíos y debemos recurrir a otros.

La sociedad busca la masificación, todos vestir a la moda, escuchar la música de temporada, el pasito de baile, los boliches de onda, la película ganadora, la dieta, el programa que todos y todas miran, esta masificación genera individuos con una severa incapacidad para conocerse a sí mismos, para reconocerse diferentes, con necesidades y deseos propios y entonces es muy probable que confundan lo externo con lo interno, lo que es inducido con lo propio, llegando a creer que ser alguien, “tener personalidad”, es ser como tal o cual modelo, tal personaje famoso, y un modo de acercarse a ellos es consumir lo que nos proponen, o lo que pensamos que ellos consumen.
Este vivir hacia afuera puede implicar también asumir como propias determinadas ideas que miradas un poco de cerca tienen el mismo valor que el color de ropa que se usa esta temporada, usan las ideas del mismo modo, como pueden ser las ecologistas, los derechos de los animales, los derechos humanos.





El consumismo se ha convertido en el tapa agujeros de muchos de nuestros vacíos, es común escuchar que para una depresión no hay nada mejor que ir de shopping,  gratificarse comprando algo.
Preguntarnos qué nos pasa, pensar para qué queremos tal cosa, a qué llamamos confort, todo esto queda suspendido ante la posibilidad de un nuevo objeto, una nueva persona o sensación.
No es casual que la dependencia sea uno de los factores distintivos de esta época, no solamente depender de personas sino de sustancias, de drogas, del juego, del trabajo, de la computadora, de los celulares, es época de anorexia y bulimia.
Cuando escucho en algún lado hablar de que hay que incentivar el consumo, que hay que alentarlo, suenan mis alertas porque sé que estamos en peligro, que la voracidad de las empresas, de los ricos y poderosos, esta en marcha para crear nuevas ganas, nuevas fantasías para atarnos más a la rueda del capitalismo.
No importa cómo, los créditos bancarios, las hipotecas, las tarjetas de crédito, todo sirve para construir la fantasía y luego, caer en la realidad de las deudas.
El ser humano desaparece, ya no se lo llama ser racional, o espiritual, de persona pasó  a ser consumidor, una especie de pac man, de boca gigantesca que nunca debe satisfacerse. Este mundo de objetos, de formas y colores y sensaciones para todos y todas, de una tecnología asombrosa, engendra personas constantemente insatisfechas, rutinarias y vacías en búsqueda constante del grial, de aquello capaz de darles alegría y vida.










La mayoría de las IMAGENES han sido tomadas desde la web, si algún autor no está de acuerdo en que aparezcan por favor enviar un correo a  alberto.b.ilieff@gmail.com y serán retiradas inmediatamente. Muchas gracias por la comprensión.













No hay comentarios:

Publicar un comentario