lunes, 4 de febrero de 2013

43 - Patriarcado 2



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Patriarcado 2




Recordemos que en la última charla comenzamos a ver cómo actúa un sistema global que también es ideológico: el patriarcado.
Dijimos que es un sistema de dominación masculina sobre las mujeres y de producción y reproducción de la especie humana. Pasa por el sometimiento de las mujeres, la represión de la sexualidad femenina y la apropiación de la fuerza del trabajo del grupo dominado.
El varón es el signo por antonomasia, es lo sobresaliente, lo que hegemoniza y nombra, en contraposición, la mujer queda relegada al segundo lugar, a lo oscuro, pasivo, emocional,  menos inteligente, incapaz de pensamiento racional y de tomar decisiones.

La autora australiana Carol Pateman habló de un “contrato sexual” que sería aquel realizado entre los hombres por el cual establecen la propiedad sobre las mujeres. De modo tal que aunque en una sociedad estratificada jerárquicamente como la nuestra haya hombres que tienen más poder que otros, genéricamente, todos tienen más poder que las mujeres. Es un pacto implícito esencial para entender el patriarcado, el género, la subordinación social de las mujeres en cualquier época histórica de predominio masculino.
El contrato sexual es anterior al contrato social que originó la desigualdad en las relaciones de producción determinantes de las clases. Por ello, no importa a qué clase social pertenezca la mujer, siempre se halla en situación de subordinación respecto del hombre. El contrato sexual significa para las mujeres una pérdida muy importante de dominio sobre sí mismas.

Juntamente con la institución del contrato sexual se halla la institución de la heterosexualidad obligatoria. Ello implica tanto para hombres como para mujeres la imposición de una limitación a los contenidos de la  sexualidad, quedando para las mujeres como finalidad la sexualidad reproductiva, modelo que deben conocer, practicar y desear.

El patriarcado para su permanencia se apoya en las instituciones sociales y en los hombres, pues todos estos, aún el más pobre, reciben beneficios económicos, sexuales y psicológicos del sistema patriarcal. 
La dominación económica (la mujer no puede manejar dinero, no accede a lugares de poder,  no puede ser propietaria , es excluida de la herencia, modificado hace muy poco tiempo), física  basada en la fuerza muscular, institucional (sistema legales, morales, y religiosos que apuntalaban la marginación y opresión de la mujer por el hombre) y sexual (virginidad forzosa, procreación obligatoria, heterosexualidad, monogamia, limitación del placer y de las prácticas sexuales) aseguran la reproducción de la especie y la herencia patrilineal al mismo tiempo que el sometimiento de la mujer.




Estructura del patriarcado. Gabriel Alonso. 1998


Nuestra identidad femenina o masculina no están determinadas biológicamente, sino que son una construcción cultural que fuimos incorporando, aprendiendo desde el momento mismo de nuestro nacimiento o aún antes. Las diferencias entre el carácter femenino y el masculino son modeladas en base a estereotipos o códigos de conducta, tienen una base netamente cultural y no biológica.
Una forma de imponer y sostener la hegemonía es mediante los estereotipos, estos han sido creado por los varones en función del papel que se deseaba cumplieran las mujeres y mediante la familia, la escuela, las religiones y los medios en general fueron grabados en la personalidad de las mujeres, creando lo que se denominó “eterno femenino” o ser femenina. Amelia Varcárcel dice esto muy claramente: “Solo quien tiene poder funda sujetos y relatos. Y esto nos retrotrae al tema de la ablación de la memoria…..Las mujeres padecemos, con independencia de cada situación individual, la falta de cualquier memoria colectiva. Lo que nos sobran son hormas y moldes, pero los referentes que hubieran podido servirnos de modelos en el pasado o no se ha tolerado que se constituyan o han sido abolidos.” (“Rebeldes” , Madrid, Plaza y Janes, 2000)
Estos estereotipos se institucionalizan y constituyen modelos a cumplir. Tanto hombres como mujeres si quieren ser aceptados socialmente, adaptarse y subsistir deben esforzarse por alcanzar estas normas. Estos modelos no son cuestionados,  son enseñados como algo “natural” y los aceptamos de ese modo.
Parte de esta estrategia es la división en esfera pública y privada, la primera reservada a los hombres y la segunda a la mujer con el consiguiente reparto de roles. Estos roles también son tomados como parte de la naturaleza, de lo biológico,  por lo tanto, de lo normal.
El feminismo mostró como esferas consideradas “privadas”, como por ejemplo la familia, la pareja, son centros de dominación patriarcal, las relaciones de poder también estructuran la familia y la sexualidad. Lo que ocurre en el orden de lo privado tiene consecuencias en el orden de lo social. Crearon la consigna: “lo personal es político”.

Este es un ejemplo de cómo el poder no se constituye únicamente mediante prohibiciones, las relaciones de poder construyen y determinan realidades no solamente por lo que prohíben sino también por lo que permiten o norman. Es el patriarcado el que ha determinado lo femenino, la sexualidad femenina, no olvidemos que la sexualidad humana no es natural sino que esta controlada socialmente por su institucionalización histórica.
En la historia de las mujeres la imposición del  rol de objeto sexual junto con el de “esposa y madre”, el sometimiento al varón, el papel sumiso, se han convertido en “destino” que ha implicado discriminación, dependencia e insatisfacción.  Al contrario, en la vida de los varones se da prioridad a la autonomía y realización personal.




En general para referirse a estos mecanismos se habla de  “sociedad machista” pero si bien están relacionados, no son sinónimos, el "machismo" es la punta del iceberg de toda una organización social profundamente discriminatoria para con las mujeres que es el patriarcado.  El machismo es
una actitud y una conducta  mientras que el patriarcado es toda la estructura social en la que muy diversos factores se entrelazan y refuerzan mutuamente.

No hay que olvidar que el patriarcado tiene aspectos y consecuencias  negativas para los varones. Para ellos también rigen estereotipos, modelos a los que ajustarse para ser considerados por los demás y ellos mismos sentirse “viriles”.
Al estar inscripto el patriarcado en nuestra subjetividad de varones, aún aquellos que se definan no sexistas, se ven atrapados, muchas veces de manera inconciente,  por esta matriz. Del mismo modo ella condiciona la conducta de las mujeres que sin darse cuenta reproducen y educan en este sistema, proveyendo así a su sostenimiento.
Aún cuando los varones también son afectados,  la diferencia es que resultan beneficiados global y personalmente en el balance de poder.

Hoy hasta acá con este tema, recordemos que queda muchísimo por decir, habría que agregar por ejemplo, la familia como institución cerrada y jerárquica, el amor romántico y las modas como otras tantas formas de condicionamiento.
Esta temática habrá servido si nos sirve para pensar sobre nuestra vida y nosotros mismos viendo como los sistemas sociales, como las ideologías son algo más que ideas, son estrategias que tienen consecuencias y que se actualizan en la vida de todos los días. Por eso, una vez más, repito la consigna feminista
“Lo personal es político”








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