miércoles, 6 de febrero de 2013

45 - Mitos sobre la prostitución 2



45
Mitos sobre la prostitución 2


.- Lo hacen para darle de comer a sus hijos.
Este argumento socialmente construido busca disimular detrás del amor materno la violencia a la que están sometidas las personas, especialmente las mujeres.
Nunca el amor a los hijos debiera ser una causa de prostitución, solamente en sociedades desiguales, patriarcales, donde los padres no cumplen con sus deberes y abandonan a sus hijos al exclusivo cuidado de las mujeres, y donde los gobiernos no asisten a las más débiles, se pueden dar situaciones de este tipo.
En todo caso esta situación jamás puede ser una justificación, al contrario, es indicadora de una sociedad y de un gobierno que abandona y excluye a quienes menos recursos tienen.

.- Son mujeres de vida alegre, vida liviana.
Sería interesante preguntarnos verdaderamente en qué consiste la alegría en esa vida de estar paradas en una esquina, en la ruta, en un burdel, casi sin ropas, esperando a que cualquiera pague la tarifa para penetrarla o hacer con su cuerpo lo que al prostituidor (“cliente”) le satisface.
Podemos también preguntarnos cuál es la alegría en los riesgos a la salud y hasta la propia vida que corren.
Este mito en realidad busca poner una venda sobre los ojos para que no vean el dolor, el sufrimiento, para que no sepan que el promedio de vida de una persona en prostitución es alrededor de los 35 años (travestis, transexuales) a 45 años. Quienes sobreviven terminan casi mendigando o entregándose por menos que una comida.
Si su vida fuera tan alegre, fácil, placentera, sana y plena, ¿por qué tienen que recurrir a las drogas para poder sobrellevarla?


Dos prostitutas


.- La prostitución evita violaciones.
 Esto esconde el prejuicio de que los hombres necesitan de manera imperiosa su satisfacción sexual, que si no pueden “descargar” su sexualidad recurrirán a las violaciones. La sexualidad masculina es vista como necesaria, imperiosa, irrefrenable, poderosa. Todo esto también es un mito.
El violador obtiene su satisfacción en el total sometimiento de su víctima, en el daño que produce, en la humillación y vejación, en el uso del poder hasta el dominio que puede llegar hasta la muerte,  por eso el sexo prostitutario no lo atrae, si bien contiene estos elementos, los tiene en menor medida, y con el pago se disimulan. Este tipo de ejercicio de la violencia no es lo que busca el violador porque ahí la persona ya esta entregada, ya esta lista para ser usada.  El violador no paga, el placer esta en tomar, arrancar, forzar, y no deja nada a cambio, es simple y pura violencia sin disimulos.
El sexo con personas en prostitución y las violaciones son resultado de una raíz común, del menosprecio, la desvaloración de la mujer llegando a la abierta misoginia, es lo opuesto a la sexualidad abierta, libre, satisfactoria y consensuada en un marco de respeto mutuo.
En realidad este mito nos habla de una idea completamente devaluada del hombre y la masculinidad. Es convertir al hombre en un animal incapaz de controlar sus pulsiones a tal punto que puede llegar a violar y matar para satisfacerlas.
No hay ninguna prueba científica que demuestre este extremo.  La abstinencia sexual no necesariamente produce daño o enfermedad y siempre queda el recurso de la masturbación, sin hablar que estamos en una época en que acceder al sexo libre no ofrece mayores dificultades.

.- Les  gustan los hombres y el sexo en demasía.
Difícilmente se puede creer que el deseo o interés sexual que una persona tenga la puede llevar a tener relaciones sexuales sin elección, de manera indiscriminada, con varios hombres diferentes y con cualquiera que pague la tarifa. Para las personas en prostitución el “cliente”  no es una fuente de placer. No aceptan su presencia por deseo sexual sino por interés económico,  el cliente es un negocio.
Nunca hay que olvidar que no existe prostitución sin proxeneta lo que reafirma que el interés primero es el monetario.
Además la mayoría de las personas en prostitución son víctimas de trata de personas, lo que tira abajo cualquier argumento basado en el deseo o el gusto personal.

.- Son expertas en las artes amatorias.
El sexo prostibulario es sumamente pobre, el primer interés es que su prostituidor (“cliente”) eyacule lo antes posible y se vaya.
Las personas en prostitución no hacen nada que sea muy diferente de lo que pueden hacer las que no se hallan en esa situación, la diferencia es que aquí el límite lo impone la paga.

.-Es una actividad que se puede dejar cuando se quiera.
El mito dice que se puede ingresar a la actividad, obtener el dinero que se requiere y luego dejarla para seguir la vida normalmente.
Ya que alguien decida por sí misma ingresar a esta actividad nos tendría que alertar pues aceptar someterse al abuso sexual, aunque fuere por dinero, no es lo común.
Creer en esa posibilidad es creer en la ficción,  la realidad muestra que quien ingresa a la prostitución sufre un daño muchas veces irreparable a su autoestima además de otros daños psicológicos que luego actúan como impedimentos para dejarla. Por otro lado los proxenetas no aceptan perder una de sus fuentes de ingreso.
Ni que hablar de la mayoría de las personas en prostitución que son las que provienen de la trata de personas quienes no tienen ninguna posibilidad de decisión sobre su propia vida, mucho menos de dejar esa actividad.

.- Es libertinaje.
 La prostitución es lo contrario a una conducta sexual libre, aunque esta fuere con muchas personas,  pues lo que se busca no es el placer,  sino que la motivación esta dada por el beneficio económico.

.- La reglamentación de la prostitución protege a las personas en prostitución.
La experiencia de los países que han reglamentado la prostitución demuestra que esto es un mito, que las personas en prostitución continúan tan desprotegidas o más que antes. Digo más porque al ser ahora una actividad reglamentada y considerada “trabajo” ya no pueden acceder a las ayudas asistenciales.
En esos países el mayor porcentaje de personas en prostitución continúan en situación ilegal pues de ese modo evitan pagar impuestos, someterse a revisaciones médicas, y sobre todo quedar fichadas como “prostitutas” o si se prefiere “trabajadoras sexuales”. Por otro lado los proxenetas fomentan este sector en negro para obtener ganancias libres.
Las personas en situación de prostitución son contratadas en los burdeles, que continúan en manos de los proxenetas pues son ellos los que tienen el capital, y las condiciones de estos contratos están fijadas por ellos mismos.
El 98% de las personas en prostitución que provienen de la trata de personas, obviamente, quedan fuera de este supuesto arreglo.
Paralelamente se ha visto un incremento de la persecución policial hacia aquellas que no se hallan reglamentadas o bajo la protección de un proxeneta, o sea que en este sentido, la situación no varía.
A quienes sí se mejora y mucho es a los proxenetas y tratantes porque de criminales pasan a ser “industriales” “comerciantes” y además a través de los prostíbulos pueden lavar su dinero y también el de otros.




.- Legalizar la prostitución es una medida progresista, propia de países desarrollados.
Raramente pueda llamarse progresista una política que concuerda punto por punto con la más tradicional y conservadora acerca de la mujer en general, de la división entre las privadas, buenas, madres y esposas, mujeres de su casa y las otras, las públicas, malas, de cualquiera.
No puede ser progresista una política que en lugar de promover los derechos de quienes están en situación de vulnerabilidad, que en lugar de asistir a quienes realmente lo necesitan, pretenden ayudarlas cambiando el nombre pero dejándolas en igual situación de desamparo.
Suecia, que no se puede decir que sea un país atrasado en cuanto a derechos, ha promovido una ley que es ejemplar, la penalización del prostituidor, “cliente”; Holanda, considerado ícono en la reglamentación de la prostitución, esta dando marcha atrás con esta política, Francia se ha declarado plenamente abolicionista.
Estos países en la práctica vieron que la reglamentación acarrea más consecuencias indeseables a nivel social que beneficios (aumento de la prostitución infantil, de la trata de personas, del tráfico de drogas entre otros).

.- La solución es prohibirla
Las sociedades que practicaron el prohibicionismo  han demostrado que es totalmente ineficaz porque no modifica las condiciones que sostienen a la prostitución. No educa en el sentido de una sexualidad libre y placentera exenta de violencia.
Al mismo tiempo la situación de las personas en prostitución empeora pues son ellas las que son multadas o terminan encarceladas y no los proxenetas o tratantes.

.- Si no existiera oferta no habría demanda o la mujer es la  instigadora.
Esta inscripto en la cultura patriarcal que el hombre debe adueñarse de la sexualidad de la mujer sin tomarla en cuenta.
Es el varón el que necesita reafirmar su poderío o volcar la violencia contenida hacia los más débiles en quienes están en situación de desprotección usando sus genitales como arma de agresión.
La trata de personas existe para nutrir a los burdeles de mujeres y niñas, los burdeles requieren mujeres y niñas para entregar a los prostituidores “clientes”. 


.- Legalizarla es un acto de realismo porque seguirá existiendo a pesar de todo.
Este mito cierra todo debate y acción posibles al dar por acreditado que siempre existirá la prostitución y por lo tanto es inútil todo lo que se haga en contra.
Es la contracara del primero de los mitos que tratamos, el que dice que siempre existió o que es el oficio más viejo del mundo. En ambos casos se niegan los factores sociales que promueven esta actividad y la posibilidad de modificación.
Bajar los brazos ante una práctica abusiva es decretar el cese de la cultura, de los valores y los derechos. De seguir esta práctica de aceptación “realista” también tendríamos que dejar de bregar a favor de la vida y la no violencia.
Aún cuando la prostitución, en este momento, no pueda ser totalmente extirpada, eso no significa que la sociedad no deba establecer políticas públicas encaminadas a disminuir y acotar prácticas que violan los derechos más fundamentales como son la dignidad, la propia integridad y el derecho al desarrollo personal integral.



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