domingo, 3 de febrero de 2013

42 - Patriarcado 1



42
Patriarcado 1


 
Hoy vamos a continuar con las ideologías pero encarándolas desde un sistema fundamental en la constitución de nuestra sociedad y de nosotros mismos, el sistema patriarcal.
El patriarcado es uno de los más antiguos, ha atravesado distintos momentos históricos, imperios, monarquías, feudos, repúblicas, distintas economías y religiones y en todos los casos se ha adaptado, se ha unido a ellas e impuesto sus condiciones. Con esto quiero señalar que es muy anterior al capitalismo y es muy probable que, si no modificamos profundamente nuestras relaciones, logre sobrevivirlo.
Recordemos que en la humanidad, salvo el cuerpo y sus funciones biológicas, poco queda de eso que llamamos “natural”; y  aún el cuerpo mismo y sus funciones han recibido un trato cultural por lo que han adquirido distintas significaciones a lo largo del tiempo.
El patriarcado a partir de la diferencia anatómica entre el cuerpo del macho y el de la hembra,  ha construido todo un aparato que los distingue entre hombre y mujer, masculino-viril  y femenino, asignando a cada uno roles específicos y una jerarquía social bien determinada.



Es debido a esta ideología que aún desde antes de nacer ya aparecemos diferenciados y marcados con un nombre de varón o de mujer, colores también diferenciados así como la ropa, los juguetes. Las fantasías de los padres acerca del recién nacido también son diferentes si tiene pene o vulva. Se podría decir que a partir del momento en que los padres se enteran del tipo de genitales que tiene el aún feto, ya le endosan todo un repertorio de significaciones que lo irán tejiendo desde ese mismo momento y pesarán como una especie de destino del que le será muy difícil sustraerse.
Luego la educación irá controlando, premiando o castigando el cumplimiento de estos roles: cerrá las piernas, los hombres no lloran, sensible como mujer, marimacho, maricón, pollerudo, no subas a los árboles como un varón, ese color es de nena, los cochecitos son para los nenes, etc y etc.
Podríamos hacer un largo listado de las características diferenciadas que se imponen a cada uno de los sexos y que están presentes a lo largo de toda la vida y marcan modelos de actuación. Las personas que por algún motivo no encajan dentro de estas prescripciones pasan a formar parte de los raros, de aquel grupo que es mirado con cuidado y considerado peligroso.

Las líneas que siguen no pretenden ser un trabajo completo sobre el tema, ni siquiera bosquejar los puntos más salientes, sino ilustrar cómo son las instituciones sociales, como actúan las ideologías y como atraviesan toda nuestra vida aún desde nuestro propio interior y nos compelen a sentir, pensar y actuar de maneras determinadas.

¿por qué lo llamamos patriarcado?

Desde la etimología se podría decir que el patriarcado es el “gobierno de los padres”, en este caso “padres” hace referencia únicamente al varón, por eso se entiende como la forma de organización social en la que el varón ejerce la autoridad en todos los ámbitos, asegurándose la transmisión del poder y la herencia por línea masculina.
El sistema patriarcal implica una forma de organización social en que la autoridad recae en el varón. Este es el jefe indiscutible y también el propietario ya sea de las personas (esposa, hijos, esclavos) como de los bienes.
Si bien surge de la idea de pater familias, del padre de la familia que tenía omnímodo poder, incluso de muerte, esta organización sobrepasa este esquema para constituir a la sociedad toda y encarnarse en el estado que no representa al conjunto social, sino al poder de los varones.






Es un sistema de dominación masculina sobre las mujeres y de producción y reproducción de la especie humana. Pasa por el sometimiento de las mujeres, la represión de la sexualidad femenina y la apropiación de la fuerza del trabajo del grupo dominado.

El varón es el signo por antonomasia, es lo sobresaliente, lo que hegemoniza y nombra, en contraposición, la mujer queda relegada al segundo lugar, a lo oscuro, pasivo, emocional,  menos inteligente, incapaz de pensamiento racional y de tomar decisiones.

Si bien lentamente, en los últimos tiempos, sobre todo con la aparición del feminismo, muchas de las características se han ido modificando, eso no significa que el patriarcado este perdiendo lugar, sino que se ha flexibilizado y adaptado a las nuevas ideas.
Algunas de sus características tradicionales han sido la falta de  independencia económica de las mujeres, la división del trabajo, haciendo que estas carguen con todo el trabajo no remunerado (crianza,  cuidado de enfermos o familiares mayores,  la casa,  la familia, etc.), y cuando realizan trabajos remunerados  lo hacen por menos dinero que los hombres y en tareas de “bajo perfil”,  especialmente de cuidado o asistenciales y en puestos de escasa responsabilidad y poder de decisión. También es conocido el “techo de cristal” que simplemente significa un tope al ascenso laboral, académico o social de la mujer, independientemente de su capacidad o condición personal.

En la sociedad pre-patriarcal las mujeres aportaban en igualdad con los hombres  los alimentos y productos necesarios a los colectivos humanos, participaban con los hombres en la caza o la agricultura itinerante, o sea que se hallaban en situación de paridad.
Se  puede conjeturar que el patriarcado tuvo su origen con el sedentarismo de la humanidad, cuando se inicia la agricultura. Esto implicó  movimientos expansivos por el logro de nuevas tierras para el cultivo y  la división sexual del trabajo en la que la fuerza física, mayor en los hombres, prevaleció sobre la de las mujeres.
Asimismo, es en esos momentos que en se logra un excedente de producción  y su posterior acumulación. Este excedente es tomado por algunos que lo definen como propiedad privada, apareciendo así la desigualdad económica.  Según F. Engels  “la preponderancia del hombre en el matrimonio es consecuencia, sencillamente, de su preponderancia económica” (“El origen de la familia, la Propiedad Privada y el Estado”).  Es entonces cuando la mujer comienza a ser propiedad privada de los hombres, primero del padre, que la dará en matrimonio a quién él crea conveniente siguiendo criterios económicos y de alianzas, y luego del esposo. Paralelamente es el momento de surgimiento de la prostitución, de aquellas mujeres que no son ingresadas a la propiedad privada matrimonial sino que quedan en el espacio público para uso público. La prostitución no puede ser separada históricamente del patriarcado en cuanto sometimiento de la mujer y surgimiento de la propiedad privada y también  en cuanto diferenciación de espacios y bienes. La prostitución es claro indicador de la propiedad privada, marca a los varones como aquellos que tienen los bienes, los que pueden pagar, por lo tanto los que se han apropiado del excedente.

Con la Revolución Francesa esto no es modificado, las mujeres son consideradas personas subordinadas cuya principal misión era procurar la reproducción física de la especie. 








Con la Revolución Industrial  inmensas masas de mujeres son sometidas a largas jornadas laborales y salarios muy inferiores a los de sus compañeros.

En la modernidad el poder de vida y muerte pasa de manos del pater familias al estado, que como gran padre organiza la sociedad en base al sometimiento de los ciudadanos a ese estado y al mismo tiempo garantiza la sujeción de las mujeres no solamente al estado sino también al padre, al marido y a los varones en general.

De este modo la sociedad aparece dividida no solamente en clases sociales basadas en las relaciones de producción sino también de género. Por esto se podría decir que las mujeres, más allá de la clase social a la que pertenezcan,  comparten una posición común de clase social de género pues su producción es apropiada  por los hombres. 




En el patriarcado las diferencias sexuales son tomadas y convertidas en  categorías sociales divididas de manera jerárquica, implicando relaciones de dominio, por lo que necesariamente ya estamos en el plano político. Decir que es político no significa que es externo, cada uno/a de nosotros/as esta construido por estas relaciones y sin darnos cuenta pensamos, sentimos y actuamos en función de ellas.

Al instituirse como modo jerárquico de poder, el patriarcal  se fue extendiendo más allá de la opresión de las mujeres también hacia otros sujetos como las niñas y niños, la juventud o aquellos grupos que por clase social, orientación sexual, origen étnico, preferencia religiosa o política, son minoritarios o diferentes al grupo dominante.
En esto coincide con el capitalismo y su diferenciación en clases sociales con el consabido sometimiento de las inferiores por las superiores. El capital como el patriarcado tienen una flexibilidad tal que les permite ir adaptándose a los cambios que uno y otro sistema van sufriendo. La relación entre ambos hace que sea imposible hablar de un capitalismo puro o de un patriarcado puro, ya que los dos coexisten y se apoyan mutuamente.








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