martes, 27 de enero de 2015

145 - La Revolución de los claveles

145
La Revolución de los claveles

En Portugal en 1.926 tomó el poder la que fue conocida como dictadura salazarista, por haber sido fundada por Oliveira Salazar, durando hasta 1.974, convirtiéndose en la más prolongada en Europa.
A finales de los 60 el ciclo estaba agotado al mismo tiempo que las colonias portuguesas, Mozambique y Angola, se rebelaban. Mientras otros gobiernos europeos trataban de deshacerse de sus colonias, la dictadura portuguesa dedicó grandes recursos para sostenerlas.  Paralelamente el modelo económico del régimen, basado en la autarquía  y  la exportación de materias primas, acompañado por un débil desarrollo industrial y un fuerte mercantilismo hizo que el país se convirtiera en el más pobre de Europa occidental.
En la división internacional del trabajo del siglo 19, Portugal quedó relegado a ser productor de materia prima y con escasa industrialización. El orden era sostenido por la temida Policía política que tenía métodos copiados de la Gestapo. Si bien el país contaba con colonias en África, estas eran explotadas por los británicos.



En 1973 se organiza el llamado Movimiento de las Fuerzas Armadas, formado por oficiales del ejército que planean realizar una revolución.

Rápidamente se adhieren más miembros del ejército y se acoplan la marina y la aeronáutica. Lo significativo es que al amanecer del mismo día en que comenzó la revolución miles de civiles portugueses ganaron las calles en varias localidades y se mezclaron con los soldados sublevados.
Pasados 20 minutos de la medianoche del 25 de abril de 1974 se escuchó una canción de José Alfonso, llamada “Grandola, vila morena” por Radio Renascença, esa fue la señal de comienzo de la sublevación. Esa, junto a “E Depois do Adeus” de Paulo de Carvalho habían sido elegidas como señales. El autor de Grandola, vila morena dirá que no tuvo conciencia de que su música pasó a la historia hasta transcurridos varios meses. "La cantaban en los momentos de peligro y en los de mayor entusiasmo".

“Grandola, Villa Morena. Tierra de Fraternidad. El pueblo es quien más ordena, dentro de ti, oh ciudad".

"Con la elección de una canción antifascista como contraseña para poner en marcha el golpe, quisimos mostrar al mundo que no se trataba de un golpe al estilo de los chilenos o peruanos", es decir, contrario a las libertades, explicó el teniente coronel Vasco Lourenzo, uno de los promotores de la revolución.



El gobierno del entonces dictador Caetano con todos sus ministros se refugiaron en el cuartel del barrio del Carmo, donde el pueblo los cercó, dándosele un ultimátum para su rendición. La dictadura fascista más longeva de Europa cayó a las 17:45 cuando Caetano firmó la rendición incondicional ante el pueblo en armas, partiendo por vía aérea hacia el exilio en Brasil.

El triunfo de la revolución llevó a Portugal a ser una democracia al tipo occidental y se procedió a la descolonización.

La caída de la dictadura, produjo un ascenso de la lucha de clases, la iniciativa revolucionaria pasó de las fuerzas armadas a la clase trabajadora  que comenzó a organizarse en partidos y sindicatos iniciando un proceso de empoderamiento que ponía en cuestión la validez del capitalismo. Solo seis días después, durante la celebración del Primero de mayo un millón y medio de manifestantes en Lisboa y cientos de miles en las provincias se echaron a la calle reclamando libertad y derechos. Por primera vez soldados y marineros desfilaron con las armas en la mano al lado de los obreros. 
 






Esta revolución no tiene publicidad porque fue una acción proletaria.






Se formó un gobierno provisional denominado Frente Popular, en el que estaban presentes tanto los partidos obreros, algunos sectores del mundo empresarial y miembros del Movimiento de las Fuerzas Armadas.
Desde el primer momento, las fuerzas contrarrevolucionarias con el apoyo de la OTAN intentaron poner fin al proceso revolucionario, se producen fugas de capitales y boicot económico.
Durante las primeras semanas se suceden huelgas y manifestaciones, las reivindicaciones laborales en muchos casos terminaron por ejercer el control obrero sobre las fábricas, en los barrios surgió el organismo autogestionario Poder Popular, encargado de repartir viviendas, poner en marcha centros culturales y deportivos, proveer de comida a los vecinos. En el ejercito desapareció la disciplina y las ordenes pasaron a ser votadas en asambleas de soldados, apareció el SUV, Soldados Unidos Venceremos organización de soldados para frenar cualquier intento contrarrevolucionario, se comienza a repatriar las tropas destinadas en África, se creó una sección de las fuerzas armadas  para prevención de posibles operaciones contrarrevolucionarias.
El 2 de mayo la Junta de Salvación Nacional hace un llamamiento a la población para que se respeten “las jerarquías”, sin que el pueblo hiciera el menor eco, el 11 de mayo se emite un nuevo llamamiento en el que se condena las ocupaciones de viviendas, fábricas y fincas rusticas. Pero el día 19 debido a la presión popular la Junta de Salvación Nacional se ve obligada a legalizar dichas ocupaciones.  El 10 de diciembre del 1974 los jornaleros portugueses bajo el lema “liquidación de los latifundios, la tierra para quien la trabaja” ocupan de manera definitiva la primera finca, Monte Outeiro de 775 hectáreas, seguirían las ocupaciones de las fincas Donas Marias y Corte Condeça.



La historia sigue pero me detengo aquí, lo que sigue es parte de los juegos de traiciones en que tuvo importante participación el Partido Comunista Portugués. Quiero resaltar que no hace tantos años, a partir de un proceso revolucionarios orientado por el pueblo, se llegó a crear una situación de verdadero cambio social. No fue un simple parche, el logro de algunas libertades sino que se inició un proceso de transformación profunda. De haber tenido el proletariado una orientación más decidida, una organización revolucionaria sostenida,  el resultado habría sido muy otro al conocido. La derecha debió esperar hasta los años 90 para lograr imponerse.


“Ellas hicieron huelgas de brazos caídos 
Ellas lucharon en casa para ir al sindicato y a la junta.
 

Ellas gritaban a la vecina que era fascista.
 
Ellas subieron a pedir un igual salario y guarderías y cantinas.
 
Ellas fueron para la calle encarnadas.
 
Ellas fueron a pedir una carretera de alquitrán y cañerías de agua
 
Ellas gritaban mucho.
 
Ellas llenaron las calles de claveles
 
Ellas dijeron a la madre y a la suegra que eso era de antes.
 
Ellas trajeron aliento y sopa a los cuartales y a la calle”

“Ellas fueron para las puertas con los hijos en brazos. 
Ellas oyeron hablar de un gran cambio que iba a entrar en las casas.
 
Ellas lloraban en los puertos agarradas a los hijos que venían de la guerra.
 
Ellas lloraban al ver al padre guerrear con el hijo.
 
Ellas tenían miedo y estaban y no estaban.
 
Ellas aprendieron a mover los libros de cuentas y arreglar las granjas abandonadas.
 
Ellas doblaron en cuatro un papel que llevaba dentro una cruz laboriosa.
 
Ellas se sentaban a hablar en una mesa para ver cómo podían estar sin los patrones.
Ellas levantaban el brazo en las grandes asambleas
 
Ellas cosían las banderas y bordaban hoces y martillos con hilo amarillo"
“Ellas dijeron a la madre, sosténgame ahí a los chavales, señora, que la gente va en camioneta a Lisboa para para decirles cómo es. 
Ellas vinieron de los arrabales, con el fuego en la cabeza, a ocupar una parte cerrada de la casa.
 
Ellas tendieron la ropa cantando, con las armas que tenemos en la mano.
 
Ellas trataron de tú a las personas con estudios y a otros hombres.
 
Ellas iban y no sabían para donde, pero iban.
 
Ellas encienden el fuego.
 
Ellas cortan el pan y calientan el café frío.
 
Son ellas quienes despiertan por la mañana a las bestias, a los hombres y a los hijos adormecidos”
 

Maria Velho da Costa (1976)


Celeste Caeiro era una camarera que regresaba a su casa cargada de flores  que habían quedado de un banquete que se había suspendido por la revuelta militar. En su camino un soldado que estaba en un tanque de guerra le pidió un cigarrillo, y como ella no lo tuviera, le entregó un clavel. El soldado lo puso en su cañón como símbolo de que no deseaba disparar contra el pueblo. Sus compañeros repitieron el gesto en sus fusiles,  hubo una confraternización entre el pueblo trabajador y los militares, por eso fue conocida por esta acción como la Revolución de los claveles.
 
Celeste Caeiro


Durante  el gobierno dictatorial las mujeres habían sido las víctimas más silenciadas, la exclusión en las decisiones y el sometimiento que las amordazaba  se reflejaba en lo cotidiano en los matrimonios forzados y en la cuestión de la honra.

Fue una mujer, Clarisse Guerra quien leyó en Radio Club Portugués, a las 14:30 uno de los comunicados del Movimiento de las Fuerzas Armadas (MFA) que daba cuenta de los objetivos conquistados.

Las mujeres salieron a la calle y tomaron la palabra para expresar su opinión. Era la primera vez que muchas hablaban en público. Empezaron a estar presente en la vida política. Esta revolución les permitió que accedieran por primera vez al voto. Y no solamente esto, pudieron y se ganaron salir de sus casas en las que estaban recluidas y trabajar  por un sueldo.

Aunque su vida previa a la revolución era puertas adentro, su presencia en el movimiento político clandestino fue muy importante, la historia oficial no da cuenta de ellas. El objetivo del movimiento era obtener la libertad, las reivindicaciones feministas por igualdad de oportunidades y derechos llegó después impulsadas por el aprendizaje que hicieron las mujeres en esta etapa en que descubrieron que podían actuar y decir “no”.





María Teresa Horta, María Velho da Costa y María Isabel Barreno, conocidas como las  ‘tres Marías’, son las autoras del libro “Nuevas cartas portuguesas” que fue publicado en abril de 1972, dos años antes de la Revolución.
Era una obra claramente antifascista y  en fuerte oposición a los valores femeninos que imponía el régimen: las tareas domésticas y el cuidado de los hijos; trabajar en un comercio, abrir una cuenta bancaria o salir del país era imposible sin la autorización de un hombre. 
 Las  “Tres Marías” hablaban de su cuerpo, de los placeres y sufrimientos de las relaciones con los hombres.  Obviamente este libro fue prohibido por la dictadura y las autoras  acusadas  de pornografía,  obscenidad, ultraje a la moral pública y  abuso de la libertad de prensa.



María Teresa Horta  dice:
“Nos atrevimos. Nosotras, mujeres, osamos a hablar de sexualidad de una forma clara. Y aún más, hablamos de la guerra de África. Eso era una afrenta doble”

La Revolución interrumpió el juicio y las tres fueron absueltas. Fue el inicio de profundas alteraciones en la vida cotidiana de muchas mujeres: el divorcio, la igualdad formal  con los hombres en todos los ámbitos de la vida, la fijación de un salario mínimo nacional, la carrera de magistratura judicial, el ministerio público, el funcionariado de justicia o la diplomacia, se abolió el derecho que tenían los maridos para abrir la correspondencia de sus esposas.


Las mujeres libres del yugo  no se amedrentaron sino que siguieron su avance, ocuparon empresas, ocuparon edificios en los que hacían trabajos de alfabetización,  generaron iniciativas de autogestión. 






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