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Multitudes
“Recuerdos de familia o el
ángel carcelero” – fragmento – Jacques Prévert
“El cura era un hombre con faldas, mirada muy blanca y
largas manos tersas y pálidas: cuando se movían, hacían pensar en pescados que
agonizaran sobre la piedra de un fregadero. Nos leía siempre la misma historia,
la triste y vulgar historia de un hombre de otros tiempos que llevaba un chivo
en el mentón y un cordero sobre los hombros, y que murió clavado sobre dos
maderos de salvación, después de haber llorado mucho por sí mismo, en un
huerto, de noche. Era un hijo de familia, que hablaba siempre de su padre (mi
padre por aquí, mi padre por allá, el Reino de mi padre), y que contaba
historias a los desdichados, los cuales lo escuchaban con admiración, pues
hablaba bien y era instruido.
Desbociaba a los bociosos y, cuando las tormentas tocaban a
su fin, extendía el brazo y la tempestad se apaciguaba.
Curaba a los hidrópicos, les caminaba sobre el vientre
diciendo que caminaba sobre el agua y al agua que les salía del vientre la
transformaba en vino; y para quienes quisieran beberla, decía que era su
sangre.
Jacques Prévert |
espíritu, los que no tratan de
comprender, porque ellos trabajarán
duramente, recibirán patadas en el culo y harán horas suplementarias que
después les serán liquidadas en el reino de mi padre”.
Mientras tanto, les multiplicaba los panes, y los
desdichados que pasaban delante de las carnicerías, al frotar la miga con la
corteza, olvidaban poco a poco el gusto de la carne, el nombre de los mariscos
y no se atrevían ya a hacer el amor.
El día de la pesca milagrosa, una epidemia de urticaria se
abatió sobre la región; de aquellos que se rascaron con violencia dijo que
estaban poseídos por el demonio, pero sanó en el acto a un desgraciado
centurión que se había tragado una espina y eso causó sensación.
Dejaba que los niños fueran a él; de regreso al hogar, esas
criaturas se sometían a la mano paterna que les azotaba duramente la nalga
izquierda y después la derecha, y mientras tanto contaban lastimeramente con
los dedos el tiempo que los separaba del reino en cuestión.
Nuestro hombre arrojaba del Templo a los mercaderes de
cordones para zapatos: nada de escándalos, decía, sobre todo nada de escándalos;
los que hieran con la espada morirán por la espada… los verdugos profesionales
morían de vejez en su lecho, pues nadie tocaba un centavo, todo el mundo
recibía bofetadas, pero él prohibía devolvérselas al César.
Aquello ya no marchaba, cuando hete aquí que un día,
traciona a Judas, uno de sus ayudantes. Extraña historia: alegó saber que Judas
lo señalaría con el dedo a gente que él mismo conocía muy bien desde hacía
mucho tiempo, y, sabedor de que Judas debía traicionarlo, no se lo previno.
En resumen: el pueblo se pone a gritar Barrabás, Barrabás,
mueran los gendarmes, abajo los curas; y, crucificado entre dos rufianes, uno
de ellos delator, exhala el último suspiro; las mujeres se revuelcan por el
suelo, con ayes de dolor, un gallo canta y el trueno hace el ruido de siempre.
Confortablemente instalado sobre su nube de almirante, Dios
padre, de la firma Dios padre hijo Espíritu Santo & Cía, lanza un inmenso
suspiro de satisfacción; inmediatamente dos o tres pequeñas nubes subalternas
estallan con obsequiosidad y Dios padre exclama: “Loado sea yo, bendita mi
santa razón social, bienamado mi hijo en la cruz, mi negocio ya está en
marcha!”.”
Jacques Prévert |
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Comparto con Uds. un artículo que fue publicado en marzo del
2.012, transcurrieron un par de años, los suficientes para ver que la situación
sigue igual, lo que puede considerarse que ha empeorado.
Se llama multitudes y aquí se los dejo
Multitudes *
Cada año la población mundial urbana agrega 60 millones de
personas. La gente se hacina y las ciudades estallan especialmente en Asia y
Africa. Dejan el campo para apilarse y compartir el hambre. De a pellizcos,
como pan.
El 60% de los 60 millones que engordan todos los años la
panza de las ciudades, son niños.
Cerca de un tercio de la población urbana del mundo vive en
tugurios. En Africa son dos tercios. Unos 1.400 millones vivirán entre chapas,
cartones, lonas y puentes en 2020.
En el tercer trimestre de 2011 Coca Cola celebró una
ganancia neta de 2.220 millones de dólares. Sus ingresos subieron un 45%:
12.250 millones de dólares en ese trimestre. Todo -casi todo- va mejor.
Casi 8 millones de niños murieron en 2010 antes de cumplir 5
años. Los arrebataron de los ocasos y las alboradas la neumonía, la diarrea y
las complicaciones durante el parto.
En 2011, el mexicano Carlos Slim se consagró en el pináculo
de la riqueza del mundo. Acumuló 74 mil millones de dólares. Bill Gates es el
segundo. El ideólogo de las ventanitas aún no sabe qué hacer con 56 mil
millones.
Todos los años el aire contaminado en el interior de las
viviendas mata a dos millones de niños menores de cinco años. La vida urbana
también envenena a los niños cuando salen a la calle.
La Fiat brindó en 2011 por un balance dorado: 1700 millones
de euros de ganancia en el año.
El agua insalubre, el saneamiento deficiente y las
condiciones de vida inhumanas le roban al mundo 1.200.000 niños que mueren de
diarrea.
Dos bancos son las empresas más poderosas del planeta. El
norteamericano JP Morgan Chase. Y el inglés HSBC Holdings.
Un grupo de niños negros sacude las hilachas de una pelota
en un suburbio de Ruanda. Dos pibes escriben basta en un paredón de Florencio
Varela.
La vida sigue insistiendo en los sumideros del mundo.
Amanece en los desagües y en los albañales del planeta. La vida es terca y no
la pueden.
Las mayorías despertarán un día. Y saldrán en multitud de
escalofrío a recuperar la historia.
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Intento de descripción
de una cena de máscaras en París,
Francia – fragmentos
- Jacques Prévert
“El sol brilla para todo el mundo, no brilla en las
prisiones, no brilla para los que trabajan en las minas, los que descaman el
pescado.
Los que comen carne podrida.
Los que fabrican horquillas para el pelo.
Los que soplan las botellas que otros beberán.
Los que pasan las vacaciones en las fábricas.
Los que ordeñan las
vacas y no beben la leche.
Los que no son anestesiados en el consultorio del
dentista.
Los que fabrican en los sótanos las
lapiceras con las que otros escribirán al aire
libre que todo marcha a las mil maravillas.
Los que tienen demasiado que decir para poder
decirlo.
Los que tienen trabajo.
Los que no lo tienen.
Los que lo buscan.
Los que no lo buscan.
Los que dan de beber a los caballos.
Los que tienen casi semanalmente su pan de cada día.
Los que en invierno se cobijan en las iglesias.
Los que el sacristán manda a
cobijarse a la calle.
Los que se estancan.
Los que querrían comer
para vivir.
Los que son comprometidos, los que son despedidos,
los que son ascendidos, los que son disminuidos, los que son manoseados, los
que son investigados, los que son apaleados.
Los que son prontuariados.
Los que se eligen al azar y son fusilados.
Los que no saben comportarse en ningún lugar
del mundo.
Los que jamás vieron
el mar.
Los que huelen a lino porque trabajan el lino.
Los que no tienen agua corriente.
Los que envejecen más rápidamente
que los otros.
Los que se mueren de aburrimiento los domingos por
la tarde.
Porque ven llegar el lunes,
Y el martes y el miércoles y el jueves y el
viernes,
Y el sábado.
Y la tarde del domingo.
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