lunes, 11 de noviembre de 2013

73 - Una mariposa que nace al amanecer


73
Una mariposa que nace al amanecer

¿Cómo será el mundo para una mariposa que nace al amanecer y muere al anochecer?
Toda su vida pasa en escasas horas. Desde que sale del capullo y despliega sus alas, los primeros vuelos, el apareo, la ovulación y la muerte.




Supongo que para ella ese será un tiempo muy largo, lleno de muchas experiencias.



Su mundo estará limitado por esas horas y por su capacidad de vuelo. Si nació un soleado día de verano, creerá que siempre hay calor en la tierra, que no existe otra cosa que el sol de modo tal que si pudiera pensar no podría concebir la noche porque antes que esta llegue ella estará muerta. Lo mismo si surgiera un día nublado, con lluvia, para ella el universo sería opaco y con gotas cayendo sobre su cuerpo y pesándole el vuelo.

Quizá alguna que gustara de la filosofía y la ciencia ficción y pretendiendo que en su corta vida pudiera pensar y elaborar teorías, podría imaginar la existencia de lo opuesto a la luz del día, pero no sabría cómo llamarla porque no tendría palabras, como tampoco llamaría día al día, porque no podría distinguirlo. Y la teoría que elaborara y la ficción que creara quedarían por siempre incomprobadas, pues ella jamás llegará a la noche. Y es muy poco probable que en término tan corto de vida pudiera trasmitir sus ideas a otras mariposas y si pudiera hacerlo estas tampoco podrían verificarlas pues la muerte las toparía al atardecer.



Así de relativa es la visión que los mortales tenemos del mundo. Nosotros, humanos, hemos logrado crear la palabra y con ella sí podemos trasmitir nuestras ideas y otros podrán hacerse cargo de su comprobación aún cuando ya no estemos en este planeta ni en ningún otro. Pero eso no quita que nuestra primera aproximación a lo que ahí esta, fuera de nuestra piel, y aún dentro de ella, sea como la de la mariposa, totalmente subjetiva, centrada en nuestro exclusivo punto de vista personal a partir de nuestra pequeña historia.

La visión que tenemos del mundo nos ha sido dada con el idioma, con el cariño o descuido de nuestros padres, con la mejor o peor alimentación, con los brazos que nos dieron seguridad o temor.  Estas experiencias nos han quedado marcadas en el cuerpo, en las células, en la mirada.

Con la palabra nuestros padres nos han dado también una forma de organizar los estímulos que nos llegan, de recortarlos, por ejemplo poder separar la mesa de la silla y del piso,  verlos con discontinuidad y relativa independencia, y también poderles poner un nombre, llamarlos.

Para los antiguos el nombre era una pieza fundamental, a tal punto que en algunas culturas el nombre de la persona no era conocido por nadie, solamente por esa persona, porque se suponía que quien conoce el verdadero nombre de alguien, tiene dominio, poder sobre ese alguien.

Recuerdo el mito bíblico de la creación en que dios le da el poder a Adán de ponerle nombre a todas las cosas, o sea que le dio señorío, lo puso por sobre ellas. Por eso mismo el nombre de dios es desconocido, se lo llama dios pero ese no es su nombre “de pila”, es el modo como lo conocemos.

Pensar en palabras es una forma de organizarnos, de darnos seguridad y  creer que dominamos. Por eso la importancia de “tener la palabra” “dar la palabra” “tener la última palabra” y en la señal de la cruz católica cuando se dice: “en nombre del Padre etc etc”. Una vez más aparece la palabra “padre” para no decir el nombre.

La palabra es sonido y el sonido ha estado con nosotros desde que fuimos apenas células reproduciéndose. Sonido licuado en el vientre de nuestra madre, luego raro y atronador seguramente al nacer, y nuestro propio sonido, ese que sale de la boca. Adán nombra en voz alta, el trueno que asusta, el estallido que nos alarma, la voz materna que nos cantó y el latido de su corazón, los salmos de la iglesia, los cuencos sonoros tibetanos, los instrumentos musicales, las notas y sus significaciones. Existe todo el mundo lleno de sonidos, ondas que constantemente llegan a nuestro cuerpo y las percibimos con toda nuestra piel y carne, no solamente con los oídos.

La música, el modo de entonar la voz, de decir las palabras es netamente cultural, su organización es cultura, pero el sonido en sí mismo es libertad, andar por el aire en todas las direcciones.

Cuando el dolor se puede hablar comienza a calmarse, cuando lo horroroso puede describirse puede ser compartido y entendido, necesitamos contar nuestras pesadillas porque al hacerlo tomamos conciencia de que son un sueño.
Homenaje a la música. Armando Barrios

Por todo esto es tan peligroso el silencio. Existe uno que es el de la tranquilidad, el del sosiego, cuando no es necesario decir nada, cuando la comunión pasa por otro lado, por la mirada, por la piel, por un sentimiento de unidad, cuando no es necesario explicar nada. Es también el de la partida cuando todo está cumplido y ya nada vale decir.

El silencio peligroso es aquel del que mira para otro lado o agacha la cabeza, es ese cargado de miles de imágenes pero sobre el que pende una espada una amenaza, que ni siquiera es silencio sino la palabra impedida, la voz prohibida.
Es el silencio del cuento del rey sin ropas, que muy satisfecho desfilaba por las calles sin que nadie se atreviera a decir que iba desnudo, solamente un niño pudo hacerlo y con eso rompió la mentira. Son las palabras de los cuentos cargadas de poder como el “ábrete Sésamo” de Alí Babá, o la todopoderosa “abracadabra” o el “amén” de las oraciones.
Qué pudo saber esa mariposa de todo esto si su vida transcurrió en unas pocas horas, quizá tan pocas como nuestros escasos años. Nosotros podemos saberlo porque con los sonidos, y las palabras y la letra, nos damos y otros tomarán la posta y así, generación tras generación se va construyendo.
Por eso es importante que todos tengamos disponibilidad de palabras, que el pueblo tenga posibilidad de pensamiento para que pueda librarse de las cadenas del silencio impuesto, y pueda ir construyendo su propio camino hacia la liberación.  


La historia griega de Prometeo.

Gonden Prometeo. Rockefeller Center. N. York
Prometeo era un titán, o sea era un dios poderoso. Era muy diestro en astucias y engaños y no temía a otros dioses como tampoco al gran Zeus. Era honrado por ser un benefactor de la humanidad.  Fue el que creó el sacrificio a partir de un ardid por el que engañó a Zeus haciendo que este se quedara con los huesos de la víctima y las personas con la carne. Por este engaño el gran dios castigó a los hombres privándolos del fuego. Prometeo se remontó al cielo y robó el fuego y se lo entregó nuevamente a la humanidad. Zeus entonces lo castigó encadenándolo a una roca en una montaña y haciendo que un águila le devorase el hígado. Siendo Prometeo inmortal, el hígado se reconstituía haciendo que este castigo fuera eterno.
Prometeo  representa la cultura, porque fue  el amansamiento del fuego lo que permitió a la humanidad dar en primer importante paso. Por eso es símbolo del hogar, del calor que protege, del valor, de la luz. En la iconografía cristiana el fuego representa al Espíritu Santo, una de las personalidades de Dios, y se dice que cuando descendió sobre los apóstoles y María luego de la muerte y ascensión al cielo de Jesús, apareció como fuego sobre sus cabezas. El fuego es también indicador de inteligencia, de tener “luces”, de la sabiduría.
Por todo esto es símbolo de la palabra porque esta también puede encender, arrebatar, consumir. La palabra como el fuego, como el sonido, puede expandirse, meterse en recovecos, atravesar el mundo, despertar conciencias, traer ideas y abrir los ojos. Es la portadora del conocimiento, del pensamiento, del saber.
Buscando en internet imágenes de Prometeo de pronto encontré que la gran mayoría lo muestran atado, con el águila devorando su hígado, muy pocas nos lo dan victorioso, con el fuego entre sus manos. Pareciera que nos quisieran dejar un mensaje claro: no te atrevas con los poderosos, no búsques beneficiar al que menos tiene y necesita, el castigo llegará a aquellos que se enfrentan a los dioses, a las autoridades, y será un castigo enorme y eterno. Es otra cara de aquellas frases que nos dicen que pensar o saber  trae problemas, conflictúa, que es mejor la ignorancia y la simple felicidad.

Prometeo lleva el fuego a la humanidad. Heinrich Fueger. 1.817
Los artistas lo retratan sufriente, derrotado sufriendo las consecuencias y de este modo ocultan las causas, ocultan su gloria que fue cuidar a la humanidad, darnos la luz, el fuego del entendimiento y del calor. Y también ocultan que hay otra causa primera, la existencia de Zeus, encarnación de los poderosos que guardan para sí los bienes, que no quieren entregarlos, que se separan de la humanidad para vivir en sus cielos de barrios protegidos, o departamentos de un millón de dólares, que como nuevos dioses no transitan las veredas sino vuelan en sus aviones y helicópteros, son esos que no quieren que  la humanidad coma del árbol del conocimiento y si lo hace, es expulsada del paraíso, se les aplica el castigo.
Estas imágenes de Prometeo encadenado son parte de las estrategias de poder, son  amenazas pintadas o esculpidas, puestas ahí eternamente para silenciar, para quitar la palabra y el sonido, para acallar las ideas, son indicadores de la oscuridad.


Prometeo. Julio Ferra 




Lo opuesto es “tomar el cielo por asalto”, es la tarea prometeica de avanzar sobre lo prohibido, sobre lo quitado y arrancarlo nuevamente para la humanidad.

Ante el humillado  acallado, ante el necesitado que golpea puertas y suplica, que pide ayuda en las sacristías, en los templos, en las municipalidades y ministerios, se levanta Prometeo. Pero esta vez no es un dios, no es un ser mitológico inmortal, esta vez somos nosotros con nuestra fragilidad y mortalidad, con este cuerpo que dañan los golpes y las balas, por eso ya no es la toma del cielo por parte de un dios, del individuo,  en esta oportunidad todos somos necesarios.

Es aquello de la Canción con Todos, de Tejada Gómez y César Isella  cuando dice:

Todas las voces, todas
Todas las manos, todas
Toda la sangre puede
Ser canción en el viento.

¡Canta conmigo, canta
Hermano americano
Libera tu esperanza
Con un grito en la voz!
 
Prometeo. Marcos Gama








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