domingo, 17 de noviembre de 2013

76 - ¿Lo Necesito? 2

76
¿Lo Necesito? 2

Que simple es eso de “ir de shopping”, salir de compras, entretenerse mirando vidrieras, buscar el color de moda, la línea que se usa esta temporada, y hasta el perrito que será mi mascota, pero no cualquiera, sino ese que hoy se usa. Esto parece casi ridículo de tan inocente, de tan infantil, como quien pretende superar su aburrimiento existencial o su depresión comprándose una camisa o un reloj.




Apenas pequeños detalles, tampoco tan seguido, al fin y al cabo trabajo para eso, por qué no darme un gusto, es para sentirme bien, hacerme un mimo, lo necesito….!!!



Cada ciudadano europeo consume una media de 26 kilos de aparatos de todo tipo: computadoras, teléfonos, televisiones, electrodomésticos en general.




Esto aparentemente tan inocente tiene un enorme impacto en la humanidad y en el medio ambiente. Con cada compra empujamos un poquito hacia abajo a los países empobrecidos. Digo empobrecidos en lugar de pobres porque su actual situación es resultado de siglos de colonialismo, de explotación de sus tierras y personas, de destrucción. Algo que nuestros nietos nos reprocharán cuando les dejemos una tierra desnutrida por la soja, aguas contaminadas, aire con polución, en lugar de bosques tierras desérticas y en lugar de glaciares piedras gastadas.
El cobre, aluminio, hierro, plomo, cobalto, zinc, manganeso, bauxita, cromo, uranio, oro y  diamantes salen del sur del planeta tierra, de nuestra América latina, del África, región que ya da de comer al norte teniendo muchos de sus habitantes desnutridos, y que también dará el agua.

Todo esto crea riqueza y mucha, proporciona buenas condiciones de vida pero no para quienes son sus legítimos dueños, porque en nuestra América y en África hay personas que mueren de hambre.  La población actual del planeta es de aproximadamente 7.200 millones de personas, y se produce alimentos para 12.000 millones ¿entonces? Argentina produce alimentos para 300 millones y sin embargo hay niños desnutridos, nuevamente pregunto ¿qué pasa? Hay algo que no cierra, alguien se queda con una parte importante.
La responsabilidad no es solamente de las empresas, de los gobiernos, sino también nuestra, porque somos las personas comunes las que compramos esos kilos de aparatos, las que dejamos que se sigan cortando árboles, sembrando soja transgénica, instalando minería contaminante, destrozando la tierra buscando petróleo en lugar de probar otras fuentes energéticas.



Lo mismo sucede con las personas, que para este sistema dejan de serlo para convertirse en obreros esclavizados con sus días contados como los mineros que buscan oro con arsénico y cianuro que en cinco años los matará, o convertidos ellos mismos en mercadería como las niñas vendidas por sus familias o directamente robadas para ser llevadas a la prostitución, o los niños soldados de los narcos, o los consumidores que al mismo tiempo venden drogas.

Empresas transnacionales de enorme poder, tanto o más que el de muchos gobiernos, o sus filiales disimuladas como inocentes ongs, e incluso organizaciones como ONUsida que da muchísimo dinero para luchar contra el sida solamente a organizaciones de personas en prostitución que se resignan a seguir en esa vida y además deben autotitularse “ trabajadoras sexuales”-

Mientras los países del sur sigan siendo débiles y dependientes, mientras no puedan decidir por ellos mismos, mientras nosotros, quienes somos la razón y sentido de los países y gobiernos, no veamos la realidad de frente, no veamos que el consumo nos esclaviza, que los gobiernos nos siguen entregando, que nuestro silencio somete, toda esta situación no tendrá fin.

Me han escuchado seguramente decirlo muchas veces, la pobreza no es natural o un accidente, es el resultado de un sistema muy bien organizado y aquellos que se benefician no tienen ninguna intención de cambiarlo. Es inútil seguir esperando, pedir a los poderosos que tomen conciencia es como esperar que una estatua hable.

Pareciera que en nuestra época junto al pensamiento racional que nos ha permitido avances inimaginables especialmente en lo tecnológico, coexistiera otro, arcaico, alejado de la lógica y perteneciente a terrenos linderos a la magia. Para este pensamiento, al que apunta el sistema y se ve con claridad en las publicidades y en las campañas electorales, los objetos tienen casi vida, pueden hacer o hasta superar a los humanos, y en ellos radica nuestra superioridad. Las imágenes y frases son simples, reiteradas una y otra vez, bajo distintas formas y representando a diferentes candidatos u objetos que pretende vendernos, y apuntando a ese pensamiento, diciéndonos una y otra vez que esa persona o esa cosa solucionarán nuestra vida, resolverán nuestros problemas, nos darán brillo a los ojos de los demás.

La contracara de esto, es que las personas parecen comenzar a depender de los objetos, en muchos casos la autoestima depende de la marca del coche o de la ropa que se tiene, del valor del celular, del nombre del colegio o universidad pago. Las cosas y especialmente el dinero se convierten así en objetos mágicos, capaces de abrir o cerrar puertas. Sobre todo el dinero en el capitalismo es el falo, el poder, lo que permite que se pueda hacer algo, incluso someter a otras personas, usar el cuerpo de otro para obtener algún beneficio, comenzando por el sexual.
Pareciera que esos objetos que esos candidatos tienen un enorme poder de seducción, que nos llaman, que nos convocan a que las compremos o votemos. Entramos a un mundo encantado en el que se ven formas y colores luminosos y se oculta que son inanimados, que nada pueden, que su supuesta atracción está dada por las condiciones de pseudo necesidad que nos fueron creadas, por las promesas de felicidad y completud rápida y al alcance de cualquier tarjeta de crédito. De este modo perdemos nuestro señorío, dejamos de ser amos para ser nosotros mismos objetos, billeteras andantes a las que tentar para que depositen sus preciados billetes.



En muchos comercios lo que se compra, no importa que sea  algo tan pequeño que quepa en una mano y quizá de escaso valor, lo ponen en grandes bolsas de cartón o papel, de colores fuertes, con la marca bien notoria de modo tal que vamos por la calle, por el mundo, haciendo saber que somos compradores, que hemos logrado acercarnos al cielo y arrancarle un pedazo que llevamos en esa bolsa.


La historia del rey Midas parece un anticipo de lo que será el capitalismo. Midas era una persona rica, pero también codiciosa, no le alcanzaba su fortuna y deseaba más. Por haber cuidado al tutor de Dionisios, este dios le ofrece el don que Midas pida, así fue que le concedió que todo lo que tocara se convertiría en oro.
En el camino de regreso a su palacio, Midas rompió una pequeña rama de un árbol, y de inmediato esta se convirtió en oro, tomó algunas piedras y sucedió lo mismo. Ya en su palacio tocó pilares y columnas,  los muebles y vió que todo se convertía en oro ¡!!

Midas ante Baco. Poussin


Pasada la primera emoción tuvo sed y hambre y 
pidió su comida, pero grande fue su frustración 
pues al tocarla esta también se volvía metal.

Cuando su pequeña corriendo llegó a abrazarlo y ella también se volvió estatua de oro, su frustración se convirtió en profundo dolor.





Resumiendo la historia, Midas le pide a Dionisio lo libere de este supuesto don, a lo que accede el dios.
La escena de esta historia que me parece significativa  es esa cuando es tocado por su hija y esta se convierte en estatua de oro. Es representativa de lo que vengo diciendo. Ya no es posible estar en contacto con lo humano, con lo sensible, las relaciones de afecto desaparecen, todo se convierte en objeto, todo pasa a  ser mercancía y a tener un valor. 

El castigo de Midas. Clerck













Acá podemos hacer un cruce con el patriarcado. El varón accede a un precio alto como mercadería adquiriendo sobre todo poder económico, luego pueden venir títulos, cargos, pero si se tiene el oro esto otro no es tan importante, mientras que la mujer adquiere mayor precio mediante su sometimiento y docilidad, y teniendo el cuerpo que se vende esta temporada. El mayor ejemplo es el de la prostitución donde la persona desaparece por completo, es solamente una mercadería, un objeto para ser usado mediante un precio. Es aquí donde la objetivación es más clara, pues lo que se paga, lo que se compra no es un mueble, una información, un alimento, es el uso de esa persona para la satisfacción del mal llamado cliente. Por eso la prostitución queda afuera de la explotación a la que todo trabajador es sometido, porque aquí no hay fuerza de trabajo que se venda. A tal punto la persona es eliminada del horizonte comercial que muchas personas en prostitución y quienes no lo están también, hablan del “cuerpo”, el argumento es que con su cuerpo pueden hacer lo que quieren, como si se dijera que con esta silla en que estoy sentado puedo hacer lo que se me venga en gana porque es de mi propiedad. No hay dudas que se trata al cuerpo como un objeto, como una silla, y como si nada tuviera que ver con las personas. 

Partimos de algo que parece tan inocente como comprar lo superfluo para deslizarnos en el consumismo, que termina siendo como aquellas trampas en las que el dulce es la carnada que atrapa a la víctima.





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