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¿Lo Necesito? 2
Que simple es eso de “ir de
shopping”, salir de compras, entretenerse mirando vidrieras, buscar el color de
moda, la línea que se usa esta temporada, y hasta el perrito que será mi
mascota, pero no cualquiera, sino ese que hoy se usa. Esto parece casi ridículo
de tan inocente, de tan infantil, como quien pretende superar su aburrimiento
existencial o su depresión comprándose una camisa o un reloj.
Apenas pequeños detalles, tampoco tan seguido, al fin y al cabo trabajo
para eso, por qué no darme un gusto, es para sentirme bien, hacerme un mimo, lo
necesito….!!!
Cada
ciudadano europeo consume una media de 26 kilos de aparatos de todo tipo:
computadoras, teléfonos, televisiones, electrodomésticos en general.
Esto
aparentemente tan inocente tiene un enorme impacto en la humanidad y en el
medio ambiente. Con cada compra empujamos un poquito hacia abajo a los países
empobrecidos. Digo empobrecidos en lugar de pobres porque su actual situación
es resultado de siglos de colonialismo, de explotación de sus tierras y
personas, de destrucción. Algo que nuestros nietos nos reprocharán cuando les
dejemos una tierra desnutrida por la soja, aguas contaminadas, aire con
polución, en lugar de bosques tierras desérticas y en lugar de glaciares
piedras gastadas.
El cobre,
aluminio, hierro, plomo, cobalto, zinc, manganeso, bauxita, cromo, uranio, oro
y diamantes salen del sur del planeta
tierra, de nuestra América latina, del África, región que ya da de comer al
norte teniendo muchos de sus habitantes desnutridos, y que también dará el
agua.
Todo esto
crea riqueza y mucha, proporciona buenas condiciones de vida pero no para
quienes son sus legítimos dueños, porque en nuestra América y en África hay
personas que mueren de hambre. La
población actual del planeta es de aproximadamente 7.200 millones de personas,
y se produce alimentos para 12.000 millones ¿entonces? Argentina produce
alimentos para 300 millones y sin embargo hay niños desnutridos, nuevamente
pregunto ¿qué pasa? Hay algo que no cierra, alguien se queda con una parte
importante.
La
responsabilidad no es solamente de las empresas, de los gobiernos, sino también
nuestra, porque somos las personas comunes las que compramos esos kilos de
aparatos, las que dejamos que se sigan cortando árboles, sembrando soja
transgénica, instalando minería contaminante, destrozando la tierra buscando
petróleo en lugar de probar otras fuentes energéticas.
Lo mismo
sucede con las personas, que para este sistema dejan de serlo para convertirse
en obreros esclavizados con sus días contados como los mineros que buscan oro
con arsénico y cianuro que en cinco años los matará, o convertidos ellos mismos
en mercadería como las niñas vendidas por sus familias o directamente robadas
para ser llevadas a la prostitución, o los niños soldados de los narcos, o los
consumidores que al mismo tiempo venden drogas.
Empresas
transnacionales de enorme poder, tanto o más que el de muchos gobiernos, o sus
filiales disimuladas como inocentes ongs, e incluso organizaciones como ONUsida
que da muchísimo dinero para luchar contra el sida solamente a organizaciones
de personas en prostitución que se resignan a seguir en esa vida y además deben
autotitularse “ trabajadoras sexuales”-
Mientras los
países del sur sigan siendo débiles y dependientes, mientras no puedan decidir
por ellos mismos, mientras nosotros, quienes somos la razón y sentido de los
países y gobiernos, no veamos la realidad de frente, no veamos que el consumo
nos esclaviza, que los gobiernos nos siguen entregando, que nuestro silencio
somete, toda esta situación no tendrá fin.
Me han escuchado seguramente decirlo muchas veces, la
pobreza no es natural o un accidente, es el resultado de un sistema muy bien
organizado y aquellos que se benefician no tienen ninguna intención de
cambiarlo. Es inútil seguir esperando, pedir a los poderosos que tomen
conciencia es como esperar que una estatua hable.
Pareciera
que en nuestra época junto al pensamiento racional que nos ha permitido avances
inimaginables especialmente en lo tecnológico, coexistiera otro, arcaico,
alejado de la lógica y perteneciente a terrenos linderos a la magia. Para este
pensamiento, al que apunta el sistema y se ve con claridad en las publicidades
y en las campañas electorales, los objetos tienen casi vida, pueden hacer o
hasta superar a los humanos, y en ellos radica nuestra superioridad. Las
imágenes y frases son simples, reiteradas una y otra vez, bajo distintas formas
y representando a diferentes candidatos u objetos que pretende vendernos, y
apuntando a ese pensamiento, diciéndonos una y otra vez que esa persona o esa
cosa solucionarán nuestra vida, resolverán nuestros problemas, nos darán brillo
a los ojos de los demás.
La
contracara de esto, es que las personas parecen comenzar a depender de los
objetos, en muchos casos la autoestima depende de la marca del coche o de la
ropa que se tiene, del valor del celular, del nombre del colegio o universidad
pago. Las cosas y especialmente el dinero se convierten así en objetos mágicos,
capaces de abrir o cerrar puertas. Sobre todo el dinero en el capitalismo es el
falo, el poder, lo que permite que se pueda hacer algo, incluso someter a otras
personas, usar el cuerpo de otro para obtener algún beneficio, comenzando por
el sexual.
Pareciera
que esos objetos que esos candidatos tienen un enorme poder de seducción, que
nos llaman, que nos convocan a que las compremos o votemos. Entramos a un mundo
encantado en el que se ven formas y colores luminosos y se oculta que son
inanimados, que nada pueden, que su supuesta atracción está dada por las
condiciones de pseudo necesidad que nos fueron creadas, por las promesas de
felicidad y completud rápida y al alcance de cualquier tarjeta de crédito. De
este modo perdemos nuestro señorío, dejamos de ser amos para ser nosotros
mismos objetos, billeteras andantes a las que tentar para que depositen sus
preciados billetes.
En muchos
comercios lo que se compra, no importa que sea
algo tan pequeño que quepa en una mano y quizá de escaso valor, lo ponen
en grandes bolsas de cartón o papel, de colores fuertes, con la marca bien
notoria de modo tal que vamos por la calle, por el mundo, haciendo saber que
somos compradores, que hemos logrado acercarnos al cielo y arrancarle un pedazo
que llevamos en esa bolsa.
La historia
del rey Midas parece un anticipo de lo que será el capitalismo. Midas era una
persona rica, pero también codiciosa, no le alcanzaba su fortuna y deseaba más.
Por haber cuidado al tutor de Dionisios, este dios le ofrece el don que Midas
pida, así fue que le concedió que todo lo que tocara se convertiría en oro.
En el camino de regreso a su palacio, Midas rompió una
pequeña rama de un árbol, y de inmediato esta se convirtió en oro, tomó algunas
piedras y sucedió lo mismo. Ya en su palacio tocó pilares y columnas, los muebles y vió que todo se convertía en
oro ¡!!
Midas ante Baco. Poussin |
Pasada la primera emoción tuvo sed y hambre y
pidió su
comida, pero grande fue su frustración
pues al tocarla esta también se volvía
metal.
Cuando su pequeña corriendo llegó a abrazarlo y ella también
se volvió estatua de oro, su frustración se convirtió en profundo dolor.
Resumiendo la historia, Midas le pide a Dionisio lo libere
de este supuesto don, a lo que accede el dios.
La escena de esta historia que me parece significativa es esa cuando es tocado por su hija y esta se
convierte en estatua de oro. Es representativa de lo que vengo diciendo. Ya no
es posible estar en contacto con lo humano, con lo sensible, las relaciones de
afecto desaparecen, todo se convierte en objeto, todo pasa a ser mercancía y a tener un valor.
El castigo de Midas. Clerck |
Acá podemos
hacer un cruce con el patriarcado. El varón accede a un precio alto como
mercadería adquiriendo sobre todo poder económico, luego pueden venir títulos,
cargos, pero si se tiene el oro esto otro no es tan importante, mientras que la
mujer adquiere mayor precio mediante su sometimiento y docilidad, y teniendo el
cuerpo que se vende esta temporada. El mayor ejemplo es el de la prostitución
donde la persona desaparece por completo, es solamente una mercadería, un
objeto para ser usado mediante un precio. Es aquí donde la objetivación es más
clara, pues lo que se paga, lo que se compra no es un mueble, una información,
un alimento, es el uso de esa persona para la satisfacción del mal llamado
cliente. Por eso la prostitución queda afuera de la explotación a la que todo
trabajador es sometido, porque aquí no hay fuerza de trabajo que se venda. A
tal punto la persona es eliminada del horizonte comercial que muchas personas
en prostitución y quienes no lo están también, hablan del “cuerpo”, el argumento
es que con su cuerpo pueden hacer lo que quieren, como si se dijera que con
esta silla en que estoy sentado puedo hacer lo que se me venga en gana porque
es de mi propiedad. No hay dudas que se trata al cuerpo como un objeto, como
una silla, y como si nada tuviera que ver con las personas.
Partimos de algo que parece tan inocente como comprar lo
superfluo para deslizarnos en el consumismo, que termina siendo como aquellas
trampas en las que el dulce es la carnada que atrapa a la víctima.
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