martes, 19 de noviembre de 2013

77 - Soy moral ¿y qué?

77
Soy moral ¿y qué?

Hace muchos años escuché hablar de la ley del péndulo pero no me dediqué a averiguar siquiera si existe, por lo que no sé si tiene algún valor científico. De todos modos me sirve para explicarme algunas cosas. Esa ley dice que una sociedad, con el correr del tiempo,  de un extremo pasa al opuesto, y así sucesivamente, hasta que poco a poco se va centrando. Realmente es una explicación simplista. Podría preguntarme quién define lo que es un polo y cuál es el centro, o si el centro no será un nuevo polo. De todos modos, como no escribiré ningún libro ni ninguna tesis al respecto me conformo con que me sirva para el tema de hoy.


La sociedad occidental pareciera haber estado en uno de los polos durante la edad media, para luego ir deslizándose, perdiendo rigidez, modificando conceptos, abriendo otras posibilidades, hasta llegar a nuestra época que bien podría estar muy cerca o ser ella misma el polo opuesto. Estoy hablando de la moral. Desde la estrictez de la edad media que llevaba hasta la muerte a quien no cumplía determinadas normas (claro, siempre y cuando no estuviera en el poder) hasta este momento en que se pretende dejar de lado absolutamente todo lo que esté relacionado con la moral.

No pierdo de vista que estos cambios han sido producidos por las modificaciones en la sociedad que trajo el capitalismo, hasta llegar a este tiempo declaradamente neoliberal. Las ideas morales surgen de la práctica capitalista como un modo de afianzarlo y sostenerlo dándole una pátina de cierta legalidad.

En la edad media la moral era establecida por la iglesia católica en íntima unión con el poder feudal o monárquico, de ahí que infringir la norma implicaba también una sanción terrena, no solamente la maldición del infierno. A partir del Renacimiento las cosas van cambiando, los factores de poder se van modificando, la burguesía asciende, la moral entra en rápido cambio. La idea de dios va perdiendo su lugar central lo que implica que la sociedad paulatinamente se va reformulando de manera laica, proceso que en nuestro país todavía no ha llegado a completarse, lo que se demuestra en la puja para que definitivamente se imparta educación sexual en todos los niveles escolares, se quiten signos religiosos de los edificios públicos,  se cumpla con la voluntad popular en relación a la despenalización del aborto.

Si en aquel momento lo central era la idea del dios cristiano y su poder era la iglesia católica, con estas modificaciones se podría pensar que lo central hubiese pasado a ser la persona humana,  un verdadero humanismo, pero no es así, lo medular pasó a ser el capital y su poder el financiero.

El combate entre don Carnaval y doña Cuaresma. Pieter Brueghel el Viejo. 1559

El neoliberalismo muestra claramente este punto: el capital debe reproducirse, acumularse, el fin justifica los medios, el mercado lo es todo, no debe haber restricción para la libre circulación de bienes y finanzas, todo puede justificarse en el marco de un contrato entre iguales, la sociedad es producto de un contrato de este estilo al que alguien le puso por nombre el “contrato social”, el valor primero es la libertad (aclaración: se trata de la libertad del mercado, del tránsito de bienes, no de las personas. La libertad de estas está supeditada a las necesidades del mercado), “todo tiene un precio” o sea que puede ser comprado y vendido, todo, incluso los humanos, es mercadería y en definitiva todo vale porque “negocios son negocios”.

Obviamente, en este cuadro que he expuesto sumariamente la  moral no tiene ninguna cabida, al menos la moral humanista por no hablar de la religiosa. Para gran parte del pensamiento actual hablar de moral es decir malas palabras, quien se atreva a hacerlo es inmediatamente acusado de ser un religioso fundamentalista o alguien atacado de una grave melancolía.

Este no es el único tema tabú, también lo son los llamados grandes relatos, las ideas que pretenden presentarse como “verdades”, los pensamientos que buscan ser abarcativos, las ideologías, pues estas han sido declaradas muertas, la objetividad también ha desaparecido.

Recuerdo en relación a esto acerca de qué es lo verdadero, el encuentro del Jesús cristiano con Poncio Pilatos, 


La torre de Babel. Pieter Brueghel el Viejo. 1563


Jesús decía: la verdad los hará libres. 
Yo soy el camino, la verdad y la vida

Pilato  pregunta: ¿qué es la verdad?


Si no hay una verdad, si nada puede ser tenido como único e indubitable, tampoco hay principios que sean valederos en todo el mundo y para todas las personas.


Como decía, actualmente muchos reniegan de lo moral, incluso usan como descalificación o hasta una manera de insultar el decirle a otro que es moral o moralista. De ese modo pretenden colocarse ellas mismas en un lugar  por fuera del planteo ético, como si ese punto pudiera existir. Salvo que seamos psicópatas, trastorno psicológico que dentro de sus características tiene la amoralidad, o sea que la persona carece de todo principio moral. Los conoce, sabe muy bien lo que socialmente está establecido como bueno o malo y las consecuencias que le puede traer no acatarlos, reconoce el daño que puede hacer una conducta determinada a otra persona o grupo, pero para él nada de eso tiene valor, no usa este conocimiento para determinar su actividad. Cumplirá las normas vigentes para moverse con tranquilidad en la sociedad y las violará todas veces que lo crea  necesario para obtener sus fines personales. Salvo que seamos una persona con estas características, los restantes tenemos moral, es parte constitutiva de nuestra subjetividad,  toda conducta refleja de alguna manera nuestros principios y es imposible que no lo haga. De ahí que suponer que se puede hablar desde una postura no moral es totalmente falso. Quienes dicen esto y acusan a otros de morales o moralistas, simplemente lo que tratan de hacer es ocultar su propio pensamiento, seguramente porque suponen que de ser conocido no será aceptado y su maniobra no tendrá éxito.

Para poder comprender adecuadamente este tema de los valores  es necesario incluir la idea de diversidad. Muchas veces decimos que tal o cual persona es inmoral cuando actúa de determinada manera. Si bien puede serlo, puede ser un psicópata, lo más probable es que digamos eso porque piensa y actúa de manera diferente a como lo haríamos nosotros, no nos damos cuenta que tiene principios diferentes a los nuestros, incluso pueden ser antagónicos. Si estamos muy identificados con nuestra moral, si no estamos abiertos a comprender que existen otros valores o a veces son los mismos pero interpretados de diferente manera, es hasta probable que nos enojemos mucho con esa persona, hasta podemos tomarlo como algo personal y sentirnos atacados y responder violentamente.

A lo que apunto es a mostrar que siempre se actúa desde una posición moral, y que eso no está mal, que eso no es enfermo, sino precisamente es parte de la integridad de nuestra humanidad, de ser coherentes entre lo que sentimos, pensamos y hacemos.  Acusar a alguien de moral o moralista es precisamente ser fundamentalista, es creer que hay un único y verdadero modo de pensar, que quien lo hace de otro manera debe ser desacreditado y eliminado de la discusión mediante la calificación de su palabra para que no sea escuchada. Del mismo modo sucede  cuando se tacha a alguien de “loco” pretendiendo que a partir de ese momento todo lo que diga sea tomado como una locura, o sea, no tomado en cuenta.

Decir por ejemplo: Derechos Humanos, es hacer una definición moral porque ellos son una base ética para el desarrollo del mundo. Su enunciado básico es el de la “dignidad”, aquello que diferencia a la humanidad del resto del universo, de la creación,  aquello que da cuenta de esa distancia infinita.  Libertad e igualdad son valores que surgen directamente de ese principio. Es en base a estos Derechos Humanos que pueden determinarse conductas antisociales, como los delitos de lesa humanidad y pueden marcarse derroteros, metas, muchas veces lejanas pero que indican el camino a seguir para una calidad de vida más plena.


Mural de Vera Zanetti

En esto es en lo que veo la acción de la ley del péndulo. Desde aquel momento regido por la moral eclesiástica, el péndulo osciló y ahora está en un punto casi antagónico. Gran parte de la resistencia a reconocer una moral tiene que ver con  poner un límite, establecer un alejamiento de la presión religiosa que trata de imponer sus principios. Incluso por esto mismo se trata de hacer una diferencia entre moral, que representaría ideas religiosas, y ética, que estaría significando otras laicas. El error consiste en identificar los valores con una determinada religión.

Esta superficialidad establece pautas rígidas que nos privan de poder analizar y tomar lo mejor de cada postura. No necesariamente toda idea por provenir de una fuente religiosa es negativa como no toda idea laica es positiva para la convivencia y desarrollo humano. Los Derechos Humanos son un ejemplo de esto, donde conviven principios de diferente extracción y que se consideran válidos para toda la humanidad más allá de sus creencias.

La dignidad del ser humano, que en términos muy simples y recortados puedo resumir en que significa que nadie puede ser usado para ningún fin ajeno a él mismo, que no estamos en el planeta para servir a otros,  que no estamos en función de un estado, de un gobierno, de una empresa, de un país, que nuestra integridad física, psíquica y social son parte de esa dignidad y que por lo tanto no pueden ser violadas. La igualdad no tiene ninguna condición, todos somos iguales desde el momento de nacer humanos por lo tanto nuestro derecho a la libertad surge de esta igualdad. Si todos estamos en el mismo nivel, nadie puede restringirme. 
Claro que  es muy teórico, todavía estamos muy lejos de poder llegar a hacer de esto nuestra vida diaria,  es necesario que nos levantemos, que reconozcamos nuestros derechos, que los hagamos cumplir, que impidamos las violencias de todo tipo que representan la ley del más fuerte por la que se anulan  la igualdad y la libertad.

Aceptar nuestra moral  y la de todos como distintas pinceladas de este cuadro colorido que es la humanidad es un paso necesario para comenzar este camino.



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