72
Mi mente flotante
Pensé que
era uno de esos días en que mi mente parece
flotar apenas balanceada por las horas en una especie de siesta
placentera. Esperé que el despertador biológico sonara pero es inútil, ya hace
varios días que mi cerebro duerme plácidamente y aunque he tratado de
despertarlo, no se da por enterado.
En el mundo
siguen pasando cosas y en mi interior también, pero tengo una especie de
resistencia a encararlas, a darme cuenta que pese a los dioses, los papados,
los reyes, princesas, ministros y presidentes, este planeta nuestro sigue
andando, girando, no tomándome en cuenta, tanto, que no sabe siquiera que existo. E imagino, el mundo gira
y los planetas y el sol, este sol entre tantos otros, y la galaxia también
moviéndose en el vacío entre otras que también giran y van, y así todo, nada está
quieto, solo mi mente en este universo en deslizamiento parece
estarlo.
Por ese
motivo en estos días no tengo nada para decirles, mis temas y arrebatos parecen haberse
perdido, y aunque los busco, y me miro extrañado, y me pregunto ¿qué me estará
pasando?, nada surge.
No les
niego que me siento raro, me pregunto ¿quedaré así para siempre?, sé que no,
aunque la duda persiste.
Hoy estoy
así, incapaz de producción, me cuesta
aceptarme en esta imaginada quietud, tan programado estoy para el movimiento,
para hacer.
Aún desde
este momento estoy con Uds, quise compartirme así, porque esta visita que nos
hacemos se ha vuelto una cita, un encuentro.
Una poesía
entre nosotros:
No sonrías, por favor, tengo heridas
suficientes.
No las toques por favor
Tu dulzura despierta angustias y tristezas en
ellas guardadas.
No alcanza una canción un poema
El torrente explota en el pecho y desborda lo
que nunca pasó
No me toques por favor
Hoy soy un papel muy débil
Sabés que siempre nos estamos despidiendo
Y las piedras no amparan la caída
Y los grillos traicionan
A la noche
El llanto queda
Inconcluso
No pudo tejer una esperanza
Sabemos que
somos seres extraños, y con esto quiero decir que no somos normales, que
ninguna persona lo es. Quizá sea por eso que nos esforzamos tanto en parecerlo,
en que nos vestimos igual, con las formas y colores de moda, con el pelo
correcto y los zapatos adecuados. Quizá sea por eso que nos aterra no estar en
el rebaño y el miedo a que por la diferencia nos dejen solos.
No queremos
mirarnos con detenimiento, con el ojo de quien quiere conocer, porque ahí
también estamos siendo raros, únicos, parecidos pero nunca iguales. Por eso
tampoco nos prestamos atención en los sentimientos, esa vida incomprensible que
también somos. Ahí hay torbellinos y
quietudes, tantas dulzuras como dolores y todos esos sueños, algunos ya
olvidados, otros en paciente espera de que los cumplamos.
Sí,
definitivamente, cada uno de nosotros es un raro, algo que jamás encajará en
los modelos y las formas. Hermanados en
esta humanidad, en este tiempo y espacio que ocupamos y en esta historia que
vamos construyendo, y al mismo tiempo, otros, diferentes y diversos, somos
tanto Caín como Abel, Adán tanto como Eva,
el que busca la aceptación cumpliendo las normas y el que las
transgrede. En eso radica nuestra
dignidad, en eso se juega nuestra libertad, en este no encajar, en esta rareza,
en la posibilidad que todos tenemos de ser la oveja negra o la blanca, según lo
decidamos. Me rectifico, por qué ser la oveja negra “o” la blanca y no ser la
negra “y” la blanca, juntas, mezcladas, Caín y Abel en un abrazo de hermanos no
cumpliendo el ritual de odio que les fue impuesto.
Somos una
ruptura constante, quizá por eso nos hemos colocado en un lugar especial, como
hijos de dios o de extraterrestres, como ajenos a este mundo condicionado. Es
esta nuestra rareza central, saber que en algún punto, escondido entre nuestras
ropas de ciudadanos, padres, vecinos, hijos y trabajadores, somos incondicionados, desatados de todas las
cuerdas con que nos quieren aplacar. Es nuestro punto de arrebato, de soltura,
en el que somos capaces de todo eso que en nuestra vida “normal” nos negamos.
Es el punto del desvelo, cosecharemos
lo que hayamos plantado, rosas o hierros, alas o bajezas. Y no será por
casualidad, por suerte o por haber nacido así. Será por todo lo que hayamos hecho con la vida, por los pensamientos que
buscaron entender, por los sentimientos violentos apaciguados, por la
solidaridad dispuesta, por los engaños en que nos dejamos caer, por
abandonarnos a los designios de algún otro. Nada es casual, nuestros genes no
son un destino.
En esa
desnudez nada carece de razón, todo lo que en ella aparece es lo que hemos
logrado. Es como en ese relato que quizá conozcan, El retrato de Dorian Gray, en el un joven hermoso logra que la
edad y los desastres que comete se vayan registrando en el retrato que se hizo
pintar mientras que él mismo sigue con su aspecto exterior sin ningún cambio.
Esta juventud y belleza es su sociabilidad, la cara que da al mundo y con la
que obtiene éxito, la otra, la que se halla en el cuadro, es la que realmente
ha logrado.
Quizá también por esto no queremos ver nuestra desnudez,
mirarnos tal como somos, y preferimos quedarnos con los roles de padre,
hermano, trabajador, artista, creyente.
Creyentes de nuestras
propias creaciones, de nuestras mentiras y telas de araña, atrapados con la
eterna esperanza de que alguien nos libre, que alguien con suficiente amor
pueda mirarnos más allá de nuestras ropas y aceptarnos. Alguien que pueda hacer
eso que
por miedo o vanidad no queremos hacer con nosotros mismos.
Walt
Whitman escribió este poema que tituló “No te detengas”
No dejes
que termine el día sin haber crecido un poco,
sin haber
sido feliz, sin haber aumentado tus sueños.
No te
dejes vencer por el desaliento.
No
permitas que nadie te quite el derecho a expresarte,
que es
casi un deber.
No
abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario.
No dejes
de creer que las palabras y las poesías
sí pueden
cambiar el mundo.
Pase lo
que pase nuestra esencia está intacta.
Somos
seres llenos de pasión.
La vida
es desierto y oasis.
Nos
derriba, nos lastima,
nos
enseña,
nos
convierte en protagonistas
de
nuestra propia historia.
Aunque el
viento sople en contra,
la
poderosa obra continúa:
Tu puedes
aportar una estrofa.
No dejes
nunca de soñar,
porque en
sueños es libre el hombre.
No caigas
en el peor de los errores:
el
silencio.
La
mayoría vive en un silencio espantoso.
No te
resignes.
Huye.
"Emito
mis alaridos por los techos de este mundo",
dice el
poeta.
Valora la
belleza de las cosas simples.
Se puede
hacer bella poesía sobre pequeñas cosas,
pero no
podemos remar en contra de nosotros mismos.
Eso
transforma la vida en un infierno.
Disfruta
del pánico que te provoca
tener la
vida por delante.
Vívela
intensamente,
sin
mediocridad.
Piensa
que en ti está el futuro
y encara
la tarea con orgullo y sin miedo.
Aprende
de quienes puedan enseñarte.
Las
experiencias de quienes nos precedieron
de
nuestros "poetas muertos",
te ayudan
a caminar por la vida
La
sociedad de hoy somos nosotros:
Los
"poetas vivos".
No
permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas ...
Recuerdo el título de un libro que siempre me pareció
hermoso y cargado de sentido: “No empujes el río, porque fluye solo” y
enseguida lo asocié a aquella enseñanza que dice que para que el agua fluya
libremente, solamente es necesario quitar las piedras de su camino. De lo que
hoy hablo y creo que desde el mismo
comienzo de este espacio, es de estas piedras, de estas cosas que tenemos vaya
a saber por qué motivo, pero acá están, interrumpiendo nuestro flujo, creando
barreras, miedos, vergüenzas, culpas.
Son ellas las que no nos dejan ver en nuestra totalidad y
llegar a ese punto incondicionado del que les hablé hace un rato, ese punto en
que indudablemente somos nosotros y dónde no nos importa qué opinan los demás.
Somos libres y no nos atrevemos a descubrirlo. Esta libertad
es gratuita, esta ahí para que la
tomemos, pero antes, sí es necesario sacar las piedras, las paredes que la
tapan, los prejuicios y acusaciones, las culpas y los dedos que señalan. Es
necesario darnos este trabajo, este esfuerzo de dejar atrás todas estas
telarañas que supimos construir.
La mayoría de las IMAGENES han sido
tomadas desde la web, si algún autor no está de acuerdo en que aparezcan por
favor enviar un correo a
alberto.b.ilieff@gmail.com y serán retiradas inmediatamente. Muchas
gracias por la comprensión.
Se puede disponer de las notas publicadas
siempre y cuando se cite al autor/a y la fuente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario