lunes, 26 de noviembre de 2012

13 - Dolor



13
Dolor


Si la mitad de mi corazón está aquí, doctor,
la otra mitad está en China,
Nazim Hikmet
en el ejército que desciende hacia el Río Amarillo;
y, luego, todas las mañanas, doctor,
todas las mañanas, al alba,
mi corazón es fusilado en Grecia.
Y después, cuando los prisioneros caen en el sueño,
cuando los últimos pasos se alejan de la enfermería,
mi corazón se va, doctor,
hasta una vieja casa de madera en Estambul.
Además, hace diez años, doctor,
que yo no tengo nada en las manos para ofrecer a mi pueblo;
únicamente una manzana roja.

Es a causa de todo esto, doctor,
y no a causa de la arteriosclerosis
o , de la nicotina y de la prisión,
Nazim Hitmet
por lo que yo tengo esta angina de pecho.

Yo miro la noche a través de los barrotes
y, a pesar de todos los muros que pesan sobre mi corazón
su latido responde al de la estrella más lejana.



Hoy nos acompaña NazimHikmet, poeta, dramaturgo y novelista turco, que por su actividad política estuvo esos 10 años que dice el poema preso. Murió en Moscú en 1963. Recién escuchamos   Angina de pecho.

Esta noche tengo el pecho cerrado, quizá sea alergia o asma o un simple catarro. Tengo el pecho apretado tanto que casi no puedo respirar, quizá sea porque si tomo aire me ponga a llorar.
Esta noche mi cara esta distinta, mis músculos casi duelen y siento el peso de muchos años en ellos, y mis ojos, mis ojos se han empequeñecido y se quieren cerrar para no dejar caer las lágrimas.
Porque esta noche me duelen tantas cosas que quizá no pueda decirlas.
Me duelen una, dos guerras mundiales con millones  como vos o yo, asesinados. Ellos no son héroes, tampoco fueron soldados, sino personas ametralladas, bombardeadas,  entregadas por la codicia.

Mis hombros caen hacia adelante, mi pecho se hunde y  los brazos sin fuerza cuelgan a mis costados ¿cuánto hace que el dolor me andaba buscando? , acercándose de a poco para no asustarme, casi cantándome una canción de cuna para llegar hasta mí en un dulce azulado. Me duele y las lágrimas son mis testigos.

En aquel agosto fueron Hiroshima y Nagasaky ahora llenas de palomas de papel porque aquellas de vida fueron borradas, y con ellas los pequeños amores, rencores, sinsabores y mediocridades de los simples humanos. Solamente unos minutos y una exorbitancia de fuego y humo bastaron. Mientras, a lo lejos, algunos esbozaban una pequeña sonrisa y en casi silencio se felicitaban.

Y miro el firmamento y ya no me reconozco en él, no entiendo que hace ahí, lejano, tintineante como si no pasara nada, como si todo fuera igual.


“Otra voz canta” Daniel Viglietti nos dice

Daniel Viglietti
Por detrás de mi voz
- escucha, escucha -
Otra voz canta.

Viene de atrás, de lejos;
Viene de sepultadas
Bocas, y canta.

Dicen que no están muertos
- escúchalos, escucha -
Mientras se alza la voz
Que los recuerda y canta.

Dicen que ahora viven
En tu mirada.
Sostenlos con tus ojos,
Con tus palabras;
Sostenlos con tu vida
Que no se pierdan,
Que no se caigan.

No son sólo memoria,
Son vida abierta,
Continua y ancha;
Son camino que empieza.

Cantan conmigo,
Conmigo cantan.

Dicen que no están muertos;
Escúchalos, escucha,
Mientras se alza la voz
Que los recuerda y canta.

En mi cabeza camino por los centros clandestinos de detención de los señores de la muerte y no quiero escuchar las voces y los llantos y los amores que allí son torturados. Y a esos señores les deseo lo peor, que pierdan toda justificación, toda santidad, toda la superchería con la que se ennoblecieron y que durante eternidades se vean a sí mismos, únicamente su verdadera cara.

Ellos son insidiosos, se deslizan en nuestras vidas con sus noticias falsas, con sus programas televisivos, con sus arengas y discursos, nos empujan y nos llevan a creer que los alambrados son conquistas, que los desiertos están desiertos, que las guerras siempre son culpa de los otros, que el hambre existe y la enfermedad y tanto dolor inútil porque es así y punto. Los reconocemos porque ellos y ellas son pulcros, andan en coches con chofer y tienen un helicóptero a mano, siempre el pelo en su lugar y las manos muy limpias, sospechosamente limpias….

Ellos levantan estrellas, cruces, lunas, banderas de colores y como el flautista de Hamelín  con ellas hipnotizan y llevan muchedumbres al abismo.  No te confundas, no buscan oro ni poder, no buscan luminarias, con su ropa a medida y  voz  oradora, solo llevan a la muerte.



Mi  pecho se ha vaciado, respiro mejor y quisiera odiarlos y podría hacerlo, pero sería mi perdición, sería como ellos con mi odio santamente justificado y mis balas también bendecidas. 

Y ahora recuerdo que me tengo a mí, que tengo esta voz y este corazón y que están uds en ese lugar de este planeta y que juntos, reconociéndonos en la mirada, podemos más que todas sus mentiras.


Si todavía podemos  perder la mirada en una rosa, si todavía podemos acariciar  con amor, si podemos cantar y sonreír, si sabemos que el mañana está por hacerse y que tenemos un lugar en él, construyamos en paz, la paz. Sepamos que la vida es una y que los cortejos y las insignias y los laureles y las legislaturas y las presidencias y los tribunales no tienen cosquillas, no saben de ternuras, codician nuestro pan y nuestra paz.

La vida es una y en ella estamos, rompamos cadenas  con nuestras risas,  hagamos temblar el cielo con nuestro canto y que él sea solo eso, pura alegría y contento de los que tenemos voz y las manos no tan sospechosamente limpias  porque nosotros sí trabajamos.

El poeta nos da una manzana roja, partámosla, comamos, que nadie quede sin su parte, y sigamos caminando, dando maravillosa y estruendosamente la espalda a tanto monstruo santificado.







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