miércoles, 28 de noviembre de 2012

15 - Budismo 2



15
Budismo 2


Recuerdan que en el último micro estuvimos hablando del budismo, de esa forma de vida laica, sin dioses ni milagros ni cielos o infiernos.  Vimos la primera de sus nobles verdades, la de que toda la vida es sufrimiento porque en ella hay dolor, enfermedad, decrecimiento y porque todo  es impermanente, nada es definitivo ni eterno, ni siquiera completo, total.  Tener presente eso es valorar nuestra vida, nuestra fragilidad, saber que somos este momento y no hay otro.
Hoy vamos a seguir con este tema, pero desde ya les aclaro que de la cuarta noble verdad, la del sendero que conduce a la cesación del sufrimiento no vamos a hablar porque ya es más técnica y este no es un curso de budismo, sino que solamente lo usamos como excusa para pensar otras posibilidades de vida.
Sigamos viendo dos nobles verdades más:

2. LA NOBLE VERDAD DEL ORIGEN DEL SUFRIMIENTO 

Buda dice
“Es el deseo que produce nuevos renacimientos, que acompañado con placer y pasión  encuentra siempre nuevo deleite, ahora aquí, ahora allí. Es decir, el deseo  por los placeres sensuales, el deseo por la existencia y el deseo por la noexistencia.”

La segunda noble verdad es el deseo. 
El deseo de acuerdo al  budismo es una fuerza tremenda que tiene la potencialidad de  atarnos a esta rueda del cambio, es el que nos impulsa a buscar algo, a conseguirlo, disfrutarlo un tiempo para después comenzar a olvidarlo hasta que aparece otro deseo y así unos tras otro o varios al mismo tiempo.
Estos deseos son los que nos impulsan a las acciones, y cada acción necesariamente implica una reacción, una consecuencia. Y cuando llegan las consecuencias despiertan nuevos deseos y así sigue la rueda girando.
El deseo, a su vez,  está  condicionado por la sensación (agradable, desagradable o neutral). Cuando  es agradable deseamos poseerla, cuando es desagradable deseamos alejarla. Como queremos mantener las sensaciones agradables, nos apegamos a las personas u objetos que nos permiten sentir esas sensaciones.
El deseo nos lleva a apegarnos y el apego a sufrir porque cuando estamos apegados a algo o a alguien y lo perdemos, sufrimos. El sufrimiento no es debido a la pérdida sino al apego que  teníamos. Pensemos acerca de los  miles de seres humanos que mueren diariamente, para nosotros son intrascendentes, no sentimos sufrimiento por la pérdida de ellos. Sin embargo, cuando uno de ellos está ligado afectivamente a nosotros y desaparece, sufrimos. 

El deseo. Kraser


En nuestra época  todo esta organizado para llevar al deseo a su máxima expresión.
Constantemente las publicidades, las modas, nos viven empujando al deseo. Ya no es solamente vestirnos, sino de determinada manera, con los colores y los modelos actuales, con las marcas que  nos imponen. Así como hablamos de la indumentaria también podemos hablar de las comidas, de los coches, hasta de las plantas para nuestras macetas o jardines. 
El deseo también nos impulsa a la búsqueda del cuerpo ideal tanto a hombres como a mujeres, por eso la anorexia y la bulimia son enfermedades de nuestro tiempo.

El consumismo actual no es otra cosa que el deseo constante, enloquecido, insatisfecho siempre, puesto en marcha para enriquecer a algunos,  los que seguramente también están siendo llevados por su propio deseo de riqueza y posesión.
Me llama la atención los jóvenes y sus facebooks cómo se sienten contentos si tienen 100, 200 “amigos”, igual que en las series estadounidenses cuando hablan de “popularidad”.  Ser popular es tener montones de “amigos” ser reconocido, invitado, ser divertido, gracioso, ser buscado. Pero cuando prestamos atención a la calidad de esas amistades, a la profundidad, vemos que son simples contactos superficiales en los que lo importante es no estar solo, porque asusta, porque cada vez menos sabemos estar con nosotros mismos. Esto también es consumismo.


Nuestra sociedad neoliberal está basada en el consumo, o sea, en el deseo, o sea en la insatisfacción. ¿Por qué digo esto? Por qué el deseo nunca se satisface, o solo momentáneamente y luego necesariamente sobreviene nuevamente la insatisfacción. Tenemos hambre, comemos, pero a las horas volveremos a tener hambre, y así con todo. Y esto debemos llevarlo también a nuestra familia, a nuestras amistades, a nuestro cuerpo, y a todo lo que nos rodea.  Esta también es la base de otro de los males de este momento, las adicciones que no son otra cosa que consumo, insatisfacción  y más consumo.



¿Es malo desear?  Nada es bueno ni malo, las cosas son y nada más. El deseo es parte de nuestra vida, es lo que nos impulsa, es lo que nos lleva a ir más allá, es parte del amor, del sexo, de la amistad, de las profesiones y las artes, en todo lo que nos rodea esta el deseo presente. En la planta que busca la luz, en el gato que se acuesta al sol.  Nuestros hijos y las grandes obras partieron de un deseo y también los sueños y los planes y hasta ese mundo mejor para el que estamos trabajando.
El deseo que aplicado a la vida nos alienta y nutre,  pero cuando es desenfocado por esta sociedad que se alimenta de nuestra fuerza, lo volcamos a los objetos, y así terminamos teniendo muchísimo más de lo que necesitamos, pero insatisfechos, somos ricos que siempre tenemos hambre.
Esto no es casual, también esta instrumentado desde el poder, porque mientras nos preocupemos por tanta cosa superflua, mientras nuestra mente este dedicada a eso, no estaremos atentos a la calidad de nuestra vida, al mundo que nos rodea, nuestros sentidos se empobrecerán y  creeremos que toda esta mediocridad es vivir. No nos ocuparemos de reclamar nuestros derechos, de exigir, de ocupar nuestro lugar, a lo sumo nos preocuparemos por un nuevo objeto.


La tercera noble verdad es la DE LA CESACIÓN DEL SUFRIMIENTO
Buda dice:
“Es la total extinción y cesación de ese mismo  deseo, su abandono, su descarte,  liberarse del mismo, su no dependencia.”

Esta noble verdad también se denomina Nibbana, término para el que no existe traducción.
Dijimos que el deseo es el que nos empuja a la búsqueda, a la insatisfacción, al apego que nos lleva a temer y sufrir. El sufrimiento termina si nos alejamos del deseo.
¿cómo alejarnos? Sabiendo que en el deseo no se nos juega la vida ni la felicidad ni la totalidad de nada, que cualquier deseo es pasajero. Que no hay felicidad, dolor, duelo ni nada que sea total y para siempre.
Nos liberamos sabiendo que podemos elegir entre los deseos  y que podemos dejar muchos en el camino. Cuando hacemos eso pasa algo maravilloso, en lugar de deprimirnos nos sentimos liberados, más sueltos, menos exigidos.


Llegar a esto no es gratuito, primero tenemos que aprender a pensar por nosotros mismos, a librarnos de los hilos que nos manejan porque todos nos van a empujar de nuevo al deseo, nos mirarán con cara rara y hasta nos sentiremos raros.
No olvidemos que todo esta organizado para llenarnos de cosas innecesarias, para que cada día tengamos más deseos, para pensar que la felicidad esta en tal o cual cosa o persona.
Esto también tiene que ver con el éxito como meta, como otro objeto a poseer. Creemos que seremos felices si tenemos lo que la sociedad consumista nos vende incluido éxito y no medimos los esfuerzos o lo que tenemos que dejar en el camino para lograrlo. Ahora sabemos que aunque lleguemos será efímero. Ni bien lo tengamos entre manos ya comenzará a desaparecer y  empezará nuestro miedo a que se pierda.
El apego nos dice que no somos nosotros los amos de nuestras vidas, sino que somos poseídos por esos objetos, esas felicidades, los éxitos, los placeres, los sexos  en la medida en que esperamos de ellos más de lo que pueden darnos, en la medida en que queremos retenerlos y poder guardarlos para siempre.
Así como un día nace y termina, todo, absolutamente todo sigue el mismo ciclo.












La mayoría de las IMAGENES han sido tomadas desde la web, si algún autor no está de acuerdo en que aparezcan por favor enviar un correo a  alberto.b.ilieff@gmail.com y serán retiradas inmediatamente. Muchas gracias por la comprensión.

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