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Amor romántico 1
Esperame en el cielo corazón
Si es que te vas primero
Esperame que pronto yo me iré ahí
donde tu estes….
Así dice
este bolero pleno de romanticismo
Recuerdo al
poeta cuando escribe
“Porque
ese cielo azul que todos vemos
ni
es cielo ni es azul.”
Es verdad,
ese cielo azul es como el
romanticismo, cuando se lo quiere
agarrar desaparece. Porque ese azul es vacío que se extiende y expande, que se
abre y constituye infinito. Más allá, estrellas, galaxias que se van alejando
en un cosmos negro de planetas, soles y
cometas. ¿dónde podría esperarte? ¿dónde recostar mi cabeza para soñarte? No
hay amor un más allá dónde esperarte, no hay un arco iris en el que pueda
recostarme hasta que llegues a mí.
Por todo
esto, te quiero en esta tierra de lluvias y azucenas, donde el semáforo rojo no
es amigo del tilo, donde los perros no aúllan a la luna.
No me
esperes, no te esperaré, porque el amor es aquí y ahora o no es. No quiero
soñar con tu mirada, esperar una mañana para que vuelvas a sonreírme, no te
esperaré en el cielo porque no es azul ni es cielo.
Este es
nuestro tema de hoy, el amor romántico. Aclaro, no es el tema el amor, sino una
de sus formas, la romántica.
El
romanticismo ha dejado una huella profunda que salta en novelas, música, películas
y esta grabado en nuestros deseos y por eso anhelamos perdernos en corazones,
escuchar campanas y arrullarnos en brazos siempre tibios, siempre dispuestos,
siempre nuestros. Sobre todo, nuestros, porque para que el amor sea verdadero
tiene que venir con título de propiedad y de entrega total garantida.
Hemos
llenado nuestras casas con sueños románticos, con maternidades y paternidades
maravillosas, creyendo que es el único sentido de la existencia humana, siglos
y siglos de evolución para culminar victoriosamente en nuestro hijito. O quizá,
siendo más sinceros, en nuestra paternidad o maternidad que ese hijo consagra.
Soñamos con
esa cama grande, para dos, en la que luego quedamos atrapados en incomodidades
y frazadas casi compartidas.
Una vez más me parece
necesario aclarar que las cosas y las
relaciones no son naturales en el ser humano, que son resultado de la
interacción social e histórica. Que la familia como la conocemos: mamá, papá,
hijitos, que el cuidado de los niños, que la ancianidad, por nombrar unos pocos
temas, no siempre existieron del modo como hoy las entendemos y conocemos, es
necesario saber que en otros momentos históricos tuvieron otras
características. Lo mismo sucede con lo que llamamos “amor”
Siempre hemos
considerado el amor pasional un fenómeno individual, que acontece en el
interior de cada persona como un proceso ‘mágico’ e ‘inevitable’ llamado enamoramiento que transforma nuestra
vida entera. Lo cierto es que se trata de una construcción social y simbólica
que varía según las culturas y las épocas históricas.
Recordemos
que “amor” es una de esas palabras que son casi imposibles de definir, ¿quién
puede decir qué es el amor? ¿quién lo ha medido alguna vez para conocer su
intensidad o comparar si tal ama más qué cual? Podemos decir que existen tantos tipos de amor
como personas, por eso, todo lo que se pueda decir acerca del amor será siempre
verdadero aunque sea solamente para algunas personas y no para otras. Porque estamos adentrándonos en los sentimientos,
eso que pasa en el interior de la gente y no puede ser visto, no lo capta una
cámara ni se puede medir o pesar, solamente lo conoce quién lo esta sintiendo.
Es en
nuestra sociedad occidental que el llamado “amor” tiene un lugar central en las
relaciones humanas, especialmente en las familiares, pero tengamos en cuenta
que esto no sucede en otras partes del mundo, una vez más, salgamos del centro y aceptemos que en otros
lados las personas se manejan de manera muy diferente.
Nuestro amor es tan grande que nunca termina
Y
esta vida es tan corta y no basta para nuestro idilio
No necesito
amarte para siempre porque solamente puedo sentir ahora, en este momento
únicamente, mañana, pasado, siempre, no puedo saberlo, porque yo cambio, vos
también cambias, todo, absolutamente todo cambia, por eso gocemos hoy esto que
sentimos que el mañana se cuidará a sí mismo.
Es el amor romántico
idealizado como un sentimiento
diferente y superior a las puras necesidades fisiológicas como puede ser el
deseo sexual, el que resalta las emociones y las coloca en primer plano como si
fueran lo único y fundamental. Inútil tarea porque como es ideal nunca coincide
con una persona de carne y hueso.
Tiene símbolos como
una flor, un pétalo prisionero entre las hojas de un libro, una mirada
profunda, un susurro, una caricia o un beso furtivo. También música suave,
violines y aguas apenas iluminadas.
El romance exige misterio y quizá hasta algún obstáculo que
lo engrandezca, es la promesa de la felicidad y el éxtasis, la chispa que
enciende la hoguera de las pasiones.
Por eso el romántico se siente atraído por el héroe, el
genio y la figura excepcional y siente predilección por lo exótico, remoto,
extraño, llegando a lo oculto,
monstruoso, enfermo, deforme y hasta satánico.
Este mercado sentimental constituye una especie de búsqueda
compulsiva del paraíso emocional en el que las ansias de autorrealización y de
felicidad serían cumplidas a través de una única persona gracias a la cual
podemos sentirnos escuchados, apoyados
incondicionalmente, acompañados en la lucha. Imaginamos al amor como una fuente
de felicidad absoluta y de emociones compartidas que amortiguan la soledad. En
pareja las personas se sienten ‘al menos’ acompañadas.
Es parte de esta idealización creer que será para toda la vida,
que es exclusivo (no podré amar a nadie más), incondicional (te amaré pase lo
que pase y te acepto totalmente como sos) e implica un elevado grado de
renuncia (te quiero más que a mi vida, puedo hacer cualquier cosa por vos).
Y todo es para siempre, más allá de la muerte , como dice el
bolero “Y esta vida es tan corta y no basta para
nuestro idilio” y
prometemos lo que no tenemos ni podemos cumplir, y nos exaltamos escuchando
nuestras propias voces, y queremos también oír lo mismo de ella, de él, y así
nos vamos drogando, rogando ser engañados y engañando, todo por amor.
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