2
Hacer
En nuestros
encuentros anteriores veníamos hablado del pensamiento, que no es otra cosa que
mirar todo lo que nos rodea y
preguntarnos por qué es así, preguntarnos si no podría ser de otra manera, si
podemos hacer algo para mejorar las cosas – aclaración no tan al margen:
siempre podemos hacer algo, no poder es mentira, no existe, es lavado de
cabeza.
Pensar
también es preguntarnos qué podemos hacer y cómo.
Acá no
interesa convertirnos en héroes o heroínas,
en hacer proezas, cambiar, mejorar al mundo. A veces basta con mover
nuestra cama de lugar para tener mejor luz, o pintar una pared, o cambiar el
peinado, otras veces es preguntar o buscar y leer sobre lo que nos interesa, o
tener un pasatiempo que nos entretenga o juntarnos con otros para hacer una
marcha contra alguna injusticia –con esto último ya tendremos más que bastante
¡!!!
Pensar no
es dormirnos en los laureles o en la paz, es intranquilizarnos, es decir: hasta
que no pinte esa pared, hasta que no cese esa injusticia, hasta que no acabe
esta violencia, hasta que ….lo que sea…. no voy a estar tranquilo.
Si ud está
buscando la monotonía, envejecer hasta que la artritis y el Alzheimer la
alcance, y fingir que todo está en paz, quédese tranquila mirando algún
programa de televisión en los que desnudan mujeres, lo festejan y lo llaman
arte.
Cuando
descubrimos eso que queremos modificar, o nos regocijamos con aquello que es de
nuestro agrado, tenemos que hacer algo. En el regocijo, pues, alegrarnos,
atrevernos a disfrutar descaradamente y proponernos volver a lo que nos alegra,
no dejarlo pasar; en lo que hay que cambiar, ahí tenemos que arremangarnos y
comenzar la tarea.
Muchas
veces es acá dónde se nota como nos han mutilado, como nos han quitados brazos
y piernas. Podemos llegar a saber qué no esta funcionando y querer modificarlo,
pero de pronto nos encontramos con la parálisis, con la roca en nuestra cabeza
que nos lleva al sometimiento: no se puede, no lo voy a lograr, no tengo
fuerzas, lo malo es muy poderoso, siempre fue así, siempre será así. Y cuando
esto sucede, nos quedamos mirando por la ventana, la vida comienza a pasar en
otro lado, y nos vamos vaciando de sueños y ganas.
Es en este
punto cuando debemos sobreponernos, tirar esos presagios negativos al inodoro
del fin del mundo apretando el botón del nunca retorno, y aunque sigamos
pensando que el resultado es lejano, comenzar la tarea. Al rato veremos que la
vida retorna, que las ganas vuelven y que ya estamos del otro lado de la
ventana.
Recordemos
que desde muy pequeños nos han trazado un destino, nos han convertido en
“trabajadores”, en “padres o madres”, en “hijos”, en “creyentes” y en mil otras cosas, y cada
una de ellas nos obliga a actuar de determinado modo. Por eso cuando queremos salirnos
de algo de esto, aparecen los demonios para obligarnos a seguir en ese camino.
En lo político sucede otro tanto, nos educaron para ser pasivos, para ser
llevados por otros que “saben” que “pueden” que “tienen con qué”, esos que se
llaman a sí mismos “clase política”. Nos dijeron que son ellos los que saben,
los que se prepararon, los que están dispuestos y que nadie mejor que ellos
para conducirnos. Se dicen nuestros
pastores y a nosotros sus ovejas. Por eso temen cuando nos juntamos algunos y
cuando hacemos sonar cacerolas, o redoblantes, o llevamos pancartas o
levantamos la voz. Temen porque los dormidos pueden despertar y saber que el
rey esta desnudo, que los pastores saben menos que nosotros –sino miren como va
el mundo.
Pensar y
hacer van de la mano, una cosa sin la otra es falsedad, es puro delirio.
Sería bueno
que desde este momento hasta que me vuelvan a escuchar se pregunten a solas,
con tranquilidad y sinceridad, qué están haciendo con su vida, si la están
viviendo lo más entusiastamente que pueden, si están trabajando por algún
sueño, por alguna causa, por algún cambio que no sea solamente una remera nueva
o un celular. Si se permiten pensar que el mundo puede ser mucho mejor si
comenzamos haciendo algo.
Como se
habrán dado cuenta mezclo a propósito dos cosas –o quizá más: pensar y soñar.
Para los académicos, los señores y señoras que saben de estas cosas,
seguramente no es lo mismo, para mí tienen mucho en común.
Los sueños
ponen sal a nuestra vida, le dan ese toque de magia que la realidad diaria y
rutinaria que hemos construido necesita.
Si ud no
esta soñando, si no tiene alguna fantasía de esas que le alegran las horas y
entusiasman, pare ya mismo, ni siquiera me siga escuchando, y póngase a buscar en los cajones de su
mente, o mejor en su alma, aquellos sueños, los deseos, lo que quiso para ud no
importa cuando, si de niña, de joven o hace dos días. Sáquelos de ahí, póngalos
a la luz y pregúntese: ¿por qué no intentarlo?
Desde
siempre se nos ha dicho que los sueños, las fantasías, las imaginaciones, son
algo infantil, algo que debemos dejar en el camino para ser realistas, adultos,
para no andar “volando” o por “las nubes”. Se nos ha obligado a aceptar que la
realidad es un desierto, un valle de lágrimas sin colores ni magia. A lo sumo
se nos permite encontrar algo de fantasía en las religiones. En ellas sí están
autorizados esos personajes de sueños que son invisibles, que tienen poderes
sobrenaturales, que son capaces de volar y hacer milagros.
Guillaume Coté |
Entre
paréntesis, convendría que también pongamos en duda todo esto, también
consideremos si no es otra forma de someternos y aburrirnos para poder atarnos
mejor al yugo de la producción, de trabajar para otros, de ser simples
reproductores.
La fantasía
nos habla en primer lugar de nosotros mismos, de nuestros deseos. Los que
alguna vez hemos intentado hacer una dieta sabemos hasta qué punto podemos
pasarnos el día imaginando comida, extasiándonos con la fantasía de una mesa
estupendamente servida. Sabemos que
estamos enamorados también porque vemos a quien amamos como una especie de ser
de otro planeta, toda belleza, sin defectos. Las fantasías nos hablan de
nuestros deseos.
También nos
dan datos de la realidad que por alguna razón pasamos por alto. Cuando mi
imaginación me dice algo de tal persona que me parece alocado o fuera de lugar,
no lo tiro sino que lo retengo para investigar, y muchas veces he comprobado
que no estaba equivocado.
También es
una fuerza creadora increíble, los científicos, los inventores, los genios,
tienen esta capacidad desarrollada y la usan. Recuerdo que Leonardo da Vinci
imaginó artefactos imposibles para su tiempo, muchos siglos después pudieron
ser logrados, como por ejemplo el submarino o el helicóptero. Esos artefactos
surgieron de su imaginación.
Si miramos
las imágenes del arte o de cualquier
religión, veremos ahí plasmada una imaginación muchas veces desbordante y
alocada mediante la cual se trasmiten contenidos, lo que quieren que
entendamos.
Y este es
un punto muy importante. Por extravagante
que nos parezca nuestra fantasía, nuestra imaginación, siempre contiene
algo, siempre nos indica algo. En nuestra capacidad estará el poder encontrar
lo que dice.
Miro a los
chicos jugar y me recuerdo chico y algo aparece claramente, la imaginación
llenaba todo, solamente movidos por la imaginación y su fuerza podíamos correr
cuadras y cuadras viéndonos sobre un poderoso caballo y persiguiendo a un amigo
ahora convertido en soldado o indio o ladrón. Y parecía que nunca se nos
acababa la energía, y era así porque la imaginación siempre provee nueva fuerza
para otros juegos.
Y una vez
más aparece unido el pensamiento, la imaginación, la fantasía con hacer, porque
jugar también es una forma de hacer. Pareciera que todo lo que somos nos vuelca
al afuera, a la realidad, al otro. Este
hacer es lo que da sentido a nuestra vida.
Les repito
algo que les dije antes: sería bueno que desde este momento hasta que me
vuelvan a escuchar se pregunten a solas, con tranquilidad y sinceridad, qué
están haciendo con su vida, si la están viviendo lo más entusiastamente que
pueden, si están trabajando por algún sueño, por alguna causa, por algún cambio
que no sea solamente una remera nueva o un celular.
Si se
permiten pensar que el mundo puede ser mucho mejor si comenzamos haciendo algo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario