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Renacer la ilusión
Se acercó
un amigo y me dijo: “me siento un tonto, tuve ideales, quise educar, preparar a
la gente para una mejor vida, siempre creí que se podían hacer cosas para que
todos pudiéramos vivir mejor, y ahora que veo como los otros obtienen
posiciones, tiran abajo todo, pienso que me he equivocado” Su cara mostraba la
tristeza que le causaba pensar esto.
Sentí
dolor, por él, por mí.
Mientras él
hablaba por mi mente pasaban imágenes de mi juventud, de mis deseos y fantasías
y también me sentí como él ¿derrotado? ¿ es esa la palabra? Quizá sí.
Pero al
instante mi fuerza reapareció y me dije, le dije: “no soy un tonto ni lo fui,
tuve y tengo ideales y no permitiré que me los arrebaten”.
Si no
creyera en la posibilidad de crear, si no creyera que las manos pueden dar
forma a un mundo mejor, o quizá, siendo menos pretencioso, no a un mundo, pero
sí a las relaciones de quienes están a mi alrededor, de quienes, como uds, me
escuchan, de quienes nos cruzamos en la calle o en una oficina.
Si no
creyera que al final todos despertaremos de esta ignorancia que es el egoísmo.
Si no
creyera que somos capaces de grandeza, de levantarnos del letargo social y del
aburrimiento cotidiano y ponernos a hacer, aunque sea, el jardín, palabras
alentadoras, sueños realizables y también irrealizables, caminatas lunares,
algo, lo que fuere que nos llene el corazón.
Si no
creyera en todo esto desaparecería el encanto, la magia de la ilusión que lleva
a dar forma a la materia, y mi vida caería en el sinsentido de la simple
supervivencia.
Porque no
tener sueños es sobrevivir, es tirar del carro sin saber para qué, ni por qué,
simplemente tirar esperando que los hijos crezcan, que vengan los nietos, la
jubilación y la muerte.
Están
soplando malos vientos en el mundo humano, y que de rebote, también dañan al
planeta. Están soplando vientos de violencia, deshumanos, que buscan lastimar
lo vivo, lo sensible.
El aire
esta enrarecido, escasea el oxígeno y se entabla la distancia desconfiada, se
construye al enemigo, al “anti” esto, anti aquello. Nos parapetamos en el miedo
y el rencor, la hermandad se deteriora.
Son malos
vientos los que ya no permiten cantar al hermano sol, a la hermana luna, porque
la madre tierra está siendo apaleada.
Es
necesario exorcizar a la primavera,
tener únicamente sueños en colores, ¡nunca más en blanco y negro! ,
poner música a las miradas para que las cacerolas vuelvan a ser solamente eso,
para que la violencia quede fuera de nuestra mente, para que la fuerza no
decaiga y cada día despertemos para hacer algo, no importa qué, algo para
cambiar para transformar el plomo en oro, para poner esperanza y una meta hacia
la que caminar.
No
solamente es posible, es necesario, es vital comenzar a hacerlo ya.
Y veremos
como el sueño pesado desaparece como una niebla que no debió estar.
Aquella
canción decía: “no nos moverán” “no pasarán” Ahora decimos ¡sí nos moveremos! ,
caminaremos, cantaremos, bailaremos, construiremos, saldremos al espacio y a
nuestro tiempo, no nos detendrán, no nos detendrán.
Recuerdo en este momento lo que dijo un pensador que se
llamó Spinoza: Los políticos son seres impotentes que utilizan la tristeza de
la gente para gobernar. Frase muy fuerte y muy llena de verdad. Sí, es
necesario sentir una gran impotencia para dedicar toda una vida a la búsqueda
del poder sobre los demás, para encumbrarse y poder mirar desde arriba y dar
órdenes y exigir obediencia. Y no es que estas personas sepan más que los otros
o tengan valores morales más altos, con ver cómo anda el mundo tenemos la
respuesta. Ellos, para justificar ese afán de poder y para convencernos de que
es otra cosa diferente, que no es un deseo desbocado de poder sino, por
ejemplo, de “servicio”, por amor a la
gente, a la patria o a lo que sea, se llenan de justificaciones y fingen tener
planes, proyectos, y que harán esto o aquello, o que tienen las llaves para
abrir las puertas del cielo o comunicación directa con el mismo dios.
Spinoza dijo algo más que esto de la impotencia, dijo:
utilizan la tristeza de la gente para gobernar. La tristeza nos tira, hace que
nuestros músculos caigan, que la sonrisa se borre, que la energía se vaya muy
hacia adentro, la tristeza nos quita el apetito. Ella es muy buena para
aquietarnos y ponernos más reflexivos, más lentos y profundos. También, aunque
sea por unos momentos, borra el futuro. A la gente entristecida le cuesta
hacer, buscar un cambio, criticar, ¡están tristes!
Por el contrario, la
alegría es apertura, expansión, ella nos brota sonrisas y brillos en las
miradas, nos despierta la energía en el cuerpo, abre todos los poros y queremos
comunicarnos, queremos salir, compartir y hacer. Solamente avanzamos
decididamente hacia el futuro cuando lo vemos con alegría. Por eso los
gobernantes buscan la tristeza, el temor, de su pueblo como otra forma de
tenerlos quietos, silenciosos, apagados.
Y esto que digo acerca de la alegría también vale para todas
las personas con las que nos topamos y
para todas las tareas. Las
personas que son positivas son las que nos despiertan, las que nos alegran, las
que nos ayudan a conectarnos con nuestra energía y fortaleza. Cualquier tarea
que también nos ponga en ese lugar positivo, que nos haga conectarnos con
nuestro interior, con lo que somos, que despierte nuestro interés y curiosidad,
nuestros deseos de hacer esto o aquello, todas ellas son positivas. En la
medida en que nos acerquemos a estas y alejemos de las otras, cambiará el modo
en que miramos, en que nos movemos, cómo sentimos y nos expresamos, en
definitiva, andaremos más livianos y sueltos.
Si existiera un dios ese sería únicamente de alegría y
energía creadora, y si existiera un demonio sería fácil de reconocer, sería el
que nos aburre, nos entristece y deprime, o nos hace criticones, peleadores,
buscadores de enemigos y contendientes.
Esta es la única vida que tenemos, sepamos elegir y
construir nuestra alegría. La alegría como la libertad, como el amor, no son
regalos, no hay reyes magos que los dejen al pie de nuestra cama. Todos los
días debemos elegir ese camino, debemos optar por la alegría, por el amor y
también por la libertad, todos los días, a cada momento, debemos dejar de lado todo
aquello que nos separa de ellas, claro, es un trabajo, es un esfuerzo que con
el tiempo se vuelve costumbre.
Esta es la única vida que tenemos y en cada momento se juega
una elección a favor nuestro o en contra nuestra.
El estribillo de la canción que hoy escuchamos dice: “Un
cuerpo sin alma no puede cantar”, “un cuerpo sin alma no tiene más futuro que
morir” . Pongamos un alma a nuestro
cuerpo, cantemos, busquemos la alegría y el amor, logremos libertad, miremos
con la esperanza puesta en la acción, y con todo esto, sigamos adelante.
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