martes, 25 de diciembre de 2012

32 - Esperar es la condena



32
Esperar es la condena

Para algunas personas la cultura, la civilización, es la capacidad de llamar a las viejas cosas con nombres nuevos, cambiar aquellas denominaciones que suenan mal por otras que deben ser neutras, cuanto más neutras mejor, así no indican realmente lo que se halla por detrás. Miles de años de esfuerzo y creación para terminar en un juego de manipulación.

Las palabras crean mundos, las palabras son un acto de creación por eso, también pueden crear ilusiones.
Es así como con este maravilloso poder que tenemos los humanos, se llegó a llamar a las invasiones de un país por otro, “guerras preventivas”,  es así como la tortura pasó a ser  “sistema de recolección de pruebas”, los pederastas dicen que sienten “amor por los niños”, los países empobrecidos fueron llamados del “tercer mundo” o ahora son “países emergentes”,  es así como hasta las peores acciones se purifican si son incluidas dentro de las palabras “derechos humanos”. Ya no hay muertos inocentes, mujeres, hombres, niños, por misiles o bombas, u hospitales bombardeados, ahora son solamente “daños colaterales” 


Pareciera que nuestra época se especializa en estas conversiones, en estas operaciones de vestir monas, de maquillar la realidad para no tener que cuestionarnos, para no tener que cambiarla.
Millones invertidos en terminar con el hambre del mundo, y el hambre sigue, millones en terminar con enfermedades y en nuestro país, y esto que digo vale para todos los países del mundo aunque las enfermedades sean otras,  el chagas, el dengue, la tuberculosis no se han enterado, millones en combatir al HIV/sida y las personas siguen infectándose, campañas educativas que no combaten el analfabetismo, campañas para llamar “trabajo sexual” pretendiendo con eso crear la ilusión de que entonces la prostitución habrá dejado de existir. Cuando hablamos de una sociedad hipócrita  nos referimos a esto, y más que hipócrita, en muchos casos cómplice o ejecutora de lo mismo que pretende supuestamente combatir, porque ese dinero existe, ese dinero circula pero no para los fines propuestos, termina en otros lugares, en otros bolsillos.


Mafalda . Quino

Y esto no es solamente responsabilidad de los gobiernos, de las empresas que a través de sus “donaciones” descuentan impuestos, sino también de muchas organizaciones, oenesges creadas precisamente para esto, para recaudar dinero. En este momento tengo presente una muy conocida que ha recibido varios millones de dólares para combatir el hiv/sida y lo que menos hace es eso, sus directoras hace tiempo que no saben lo que es trabajar. Es esta misma gente las que aparecen en los diarios, las que son reporteadas y hablan y dicen cosas y convencen, y son ellas mismas las que van cambiando los nombres.

Difícil época la nuestra en la que el premio Nobel de la Paz se le da a quien crea guerras e invasiones, en que la minería a cielo abierto, los contaminantes, los agrotóxicos, el consumismo, la competitividad, el uso y abuso de los otros, son consideradas herramientas del progreso.
Hemos llegado a un punto en el que el hambre podría ser erradicado del mundo, se procesan suficientes alimentos para lograr esto, en que muchísimas enfermedades podrían eliminarse porque existen los medios para lograrlo, en que la educación sexual podría ser universal, entre otras cosas. No es así porque no conviene al sistema, porque entonces la riqueza y el poder tendrían que distribuirse de otro modo. No interesa cambiar nada de esto, por eso los gobiernos siguen pagando las fraudulentas deudas externas, siguen rescatando a los bancos y no a la gente, siguen favoreciendo el tráfico y venta de drogas,  por eso la trata de personas aumenta, por eso se quiere convertir a una violencia como es la prostitución en trabajo, por eso ya no se habla más de que la tierra es de quien la trabaja porque ahora es de las grandes empresas, por eso son bienvenidos los depredadores del ambiente porque dan ganancia ahora, pagan ahora, sostienen campañas políticas ahora, y mañana, dentro de años cuando el agua este contaminada, cuando el suelo ya no produzca, cuando el sol dañe y el aire enferme, cuando  todo esté herido, no importa, que otros se hagan cargo.


Hace poco tiempo fui invitado a un congreso en el que conocí a muchísimas personas que trabajan silenciosamente, muy silenciosamente, en los lugares más inhóspitos y abandonados. Me sorprendió la humildad de esta gente y la honestidad del trabajo que realizan. No son ellas las que salen ni saldrán en los medios, no reciben premios, no serán intendentes ni diputados porque no son parte de un partido político y no les interesan los cargos. Si el mundo todavía continúa, si no llegamos a la autodestrucción, si hay esperanzas, es por toda esta gente que en lo bajo y profundo pone su esfuerzo y dedicación. A esto llamo “amor”, a esto llamo construcción, es esto lo que sostiene. 


Noche estrellada. Vincent Van Gogh. 1889

 No son personajes, ni cargos, ni salen por  televisión y tampoco les interesa, lo suyo no es el vedetismo. Uno que está haciendo una gramática porque el idioma de un pueblo originario se está perdiendo, otro que se ha dado la hostil tarea de asistir a las niñas que son prostituidas en una villa miseria de Buenos Aires sabiendo que sino es la violencia de la prostitución será el paco que las matará de todas formas, profesionales que asisten a las mujeres en prostitución por el daño psicológico importante que sufren, otras que siembran y sostienen pequeñas huertas orgánicas enseñando de ese modo a cuidar el planeta y a sí mismo y alguna logró rescatar así a alguien de la drogadependencia, las que van a leer cuentos a niños hospitalizados, en definitiva, miles de seres humanos que han llegado realmente a lo más alto de la cultura, de la civilización, que es la capacidad de sentir empatía, de sentir el sufrimiento del otro y hacer algo por eso. Son los héroes y heroínas que lograron unir el saber con el sentimiento, porque esto es aquello de “obras son amores”, esto es amor.

No puedo saber el destino que tendrá el universo, este pequeño mundo que habitamos, tampoco qué pasará en mi vida, cuando llegará mi muerte, todo eso está en el misterio,  los ojos son incapaces de verlo porque todavía no existe, pero hay algo que sí controlo, que sí puedo ver, que si puedo orientar, es lo que en este momento hago o dejo de hacer. El pasado ya huyó, el futuro no es mío, el presente es mi reino, condicionado por mil situaciones, es verdad, pero aún sigue siendo mío, siempre tengo posibilidades para hacer algo.



 Porque todo fluye, se suma a una corriente que nunca se detiene, cada gota es una pequeñez y todas juntas forman un mar, así como el agua no puede ser detenida, siempre buscará el punto más bajo, la vida continúa y no sabemos hacia qué destino, sí podemos integrarnos a esta maravilla trabajando hacia el bien de los demás, y esto no es cambiando de nombre a lo aberrante, llamando de manera linda a la violencia y al dolor. Podemos ser partícipes de la creación y la vida o de la muerte y destrucción, nos guste o no, la elección pasa por esos términos y en eso nos vamos jugando el presente y armando el futuro.

Por qué creer que las cosas podrían ser de otro modo, por qué pensar que algún otro tiene la posibilidad de cambiarlas, por qué ser creyentes cuando podemos ser creadores. Esperar es la condena.







La mayoría de las IMAGENES han sido tomadas desde la web, si algún autor no está de acuerdo en que aparezcan por favor enviar un correo a  alberto.b.ilieff@gmail.com y serán retiradas inmediatamente. Muchas gracias por la comprensión.
 






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