28
Con nombre de guerra
Hoy seguiré el tema que en
nuestro último encuentro comencé, seguiremos hablando de la prostitución, o
mejor dicho, de las personas en prostitución.
En estos momentos existe una
campaña muy grande y mejor financiada, con muchísimos recursos económicos
buscando que la prostitución sea declarada un trabajo más, como cualquier otro.
Permítanme alejarme un poco del
tema. Recuerdo que en el 2000 en Buenos Aires donde vivo, aparecieron muchas
personas que en su desesperación revolvían la basura, también mujeres y niños
esperando frente a los lugares de comida chatarra, a las 5 de la madrugada, que
sacaran sus bolsas de residuos para encontrar en ellas el alimento para seguir
adelante. Al poco tiempo ya juntaban cartones y diarios, aparecieron los
cochecitos de bebé y los changuitos para poder llevar su carga, fue más tarde
cuando se convirtieron en carros armados para eso, livianos y con gran
capacidad con bolsas para llenar, hoy los podemos ver en la noche porteña, las
figuras flacas tirando de ellos, deambulando silenciosos con sus enormes bolsas
blancas henchidas, lentos y silenciosos
como veleros.
Los “cartoneros”, así fueron
llamados, se convirtieron en algo natural hasta que un día a alguien se le
ocurrió cambiar su situación. Como es de esperar hubo publicidad, acto con
entrega de diplomas en que se los nombraba “recicladores”. Siguen deslizando
sus flacuras sombrías por las calles pero ahora ya no son cirujas ni
cartoneros, su estatus ha variado. La miseria parece no haberse enterado, quizá
porque no fue invitada al acto y ellos siguen apilando cartones y diarios y
alguna cosa útil que van encontrando.
Algo similar es lo que se quiere
hacer con las personas en prostitución, llamarlas “trabajadoras sexuales” como
si esas fueran palabras mágicas capaces
de cambiar su situación, como si a partir de ser llamadas así ya no tuvieran
que esperar a quienes buscan desagotar en un cuerpo ajeno, ya no tuvieran que
abrirse, mostrarse disponibles para lo que el señor y su dinero puedan pagar.
Nos dicen que es para el bien de
ellas, si queremos que estén mejor démosle trabajo, capacitación, educación,
no, como se les da hasta ahora
profilácticos y cursos de cómo no contagiarse de hiv.
También dicen que así pueden
tener jubilación y obra social, para eso no es necesario que haya una ley que las llame trabajadoras, basta con que se inscriban como
cuentapropistas o monotributistas y así no
quedar registradas como prostitutas.
Para convencernos también dicen
que así van a poder defender sus derechos y no necesitar de un proxeneta cuando
esto es precisamente lo opuesto. Hay países que hace años ya tienen a la
prostitución dentro de la categoría de “trabajo” y la experiencia en ellos
muestra lo contrario, las mujeres siguen atadas a los proxenetas y ahora mucho más porque la ley los protege, y
aumentó la trata de personas y la prostitución infantil, a tal punto que
algunos, como Holanda, están dando marcha atrás. ¿Recuerdan el famoso barrio
rojo de Amsterdam? En las vidrieras de los locales de ese barrio no hay objetos
en exhibición sino mujeres, el posible
“cliente” pasa, mira la
mercadería y elige. En este momento este barrio esta siendo desmantelado por el
mismo gobierno.
Como les dije en esos países
aumentó la prostitución infantil.
Escucho decir también que son cosas diferentes y eso parece obvio, pero
no es así, la mayoría, por no decir todas las personas en prostitución fueron iniciadas apenas ingresadas en la
adolescencia, 12, 13 años, a partir de ahí siguieron ese camino. No hay tal
separación porque los proxenetas y tratantes las prefieren niñas porque cobran
más a los “clientes” y estos las prefieren “jóvenes”, cada vez más niñas.
La proxeneta. Dirck van Baburen |
Si decimos que la prostitución es
trabajo abrimos la puerta a que la prostitución infantil también lo sea. Tengamos
presente que una organización que tiene que ver con este tema como es la
Organización Internacional del Trabajo (OIT) que pertenece a Naciones Unidas, llama a la prostitución infantil una de las
“peores formas de trabajo” , si tal como lo escucharon, y si bien aboga por su
desaparición, sea como fuere, la llama “trabajo”. Entonces si aceptamos que la
adulta sea trabajo, ¿por qué no podría serlo la infantil si además la misma OIT
así la reconoce?
Detrás de todo este movimiento en
que se está invirtiendo tanto dinero están los proxenetas y tratantes que son los más interesados, porque si a las
personas en prostitución se las llama trabajadoras, ellos podrán tener locales
donde ellas trabajaran y entonces ellos quedarán legalizados, dejarán de ser
delincuentes para convertirse en honestos comerciantes.
Tengamos en cuenta que ya en
Argentina hasta 1935 aproximadamente se implementó la práctica reglamentarista
o sea el estado intervino regulando la práctica y los burdeles como si fuera un
trabajo más. La reglamentación fue dejada de lado y se pasó a la prohibición de
los burdeles en 1936. En aquel entonces se experimentó el total fracaso de
estas medidas, sobre todo porque no evitaban los males que se suponía
desaparecerían al convertir la prostitución en un trabajo regulado. Recordemos
que por esa época, en 1927, un
periodista francés llamado Albert London estuvo investigando en nuestro país y
publicó un libro al que le puso el mismo
título de como era conocida en el mundo la ruta de la trata de personas que
eran traídas desde Europa hacia Argentina, el libro se llamó “El camino a
Buenos Aires”. Este título de por sí esta demostrando la importancia de este
delito en nuestro país. No solamente la reglamentación no contuvo a la
prostitución ni a la trata de personas sino que tampoco sirvió para evitar las
enfermedades que buscaba prevenir ya que, como era de esperar, los proxenetas
pagaban para obtener los certificados de salud.
Muchas veces me dicen que algunas
mujeres quieren seguir en esa situación y que entonces habría que respetar su
resolución. Estoy de acuerdo con eso, la libertad de quienes quieren elegir un
camino para sí mismos es respetable, pero no es de eso que estoy hablando,
veamos si con un ejemplo podemos tener más clara la situación.
Las madamas. Jorge Frías |
Hace no mucho tiempo cuando un
marido, padre, hermano, novio, le pegaba a una mujer, aunque se supiera, se
guardaba silencio porque era considerada una situación familiar, privada, y
valía aquello de que los trapos sucios se levan en casa, o es en casa donde se
esconden bajo la cama. Con el progreso de la conciencia social se llegó a
entender que no son problemas individuales, personales, cuestión de suerte por
el hombre que te tocó, sino temas sociales porque son actos de violencia y la
violencia nunca es individual o cuestión personal. Es así como la violencia
intrafamiliar pasó de ser algo privado a ser público. Tan en así que en la
ciudad de Buenos Aires cuando un familiar o un vecino son testigos de un suceso
de este tipo pueden llamar a un teléfono e inmediatamente concurre al lugar de
los hechos una brigada especializada, con policía y todo. Quizá la mujer no
quiera o no pueda salir de esa situación, de todos modos, al ser un acto de
violencia autoriza al estado a intervenir. Tengamos presente que cuando se esta
en un vínculo violento el hombre no lo reconoce como tal o lo justifica y a la
mujer es muy probable que le suceda otro tanto, por lo que la violencia debe
ser declarada, denunciada desde fuera de ese vínculo. Lo mismo sucede con la
prostitución. Puede ser que las personas que están en prostitución no registren
esa violencia o que aún sabiéndola prefieran seguir en ella. Ese ejercicio de
su libertad no debe condicionarnos a los demás, no por eso estamos obligados a
callar la violencia, a no denunciarla y lo que sería mucho más perverso a decir
que no existe y llamarla trabajo, si eso sucede, nosotros como personas y como
sociedad pasamos a ser cómplices y encubridores de esa violencia. Tampoco que
ellas quieran seguir en prostitución debe ser una imposición para que el estado
legalice y autorice una práctica violenta. Justamente el estado esta creado y
sostenido para protegernos de la violencia, no para justificarla, ampararla y
además cobrarle impuestos convirtiéndose en un estado proxeneta.
La libertad de otros, en este caso de las personas en prostitución, no
debe condicionar ni impedir el uso de la nuestra.
Es momento que nos preguntemos
qué tipo de sociedad es esta en la que algunas personas para sobrevivir tiene
que dejar hacer en sus orificios lo que otra persona, porque tiene el poder del
dinero, quiera hacerle. Esto es responsabilidad de todos, de los hombres que no
“vamos de putas” pero sin embargo guardamos silencio y consentimos que otros lo
hagan, también de quienes sí pagan para disfrutar de su propia sexualidad sin importarles que ese
cuerpo que eligieron como si fuera solamente
carne es una persona que siente y piensa, también es responsabilidad de
las mujeres que tienen la posibilidad de no hallarse en esa situación pero que
también la aceptan sin darse cuenta que si una sola mujer es usada, denigrada,
todas lo son.
No es posible la igualdad en
ninguna sociedad en la que haya personas que se hallen en situación de
sometimiento y sin otras posibilidades. Porque la prostitución es fruto de la
pobreza y la exclusión en todas sus
formas, no solamente económica, sino también educativa, laboral, de la vulneración
de los derechos básicos y del desinterés de todos.
La mayoría de las IMAGENES han sido
tomadas desde la web, si algún autor no está de acuerdo en que aparezcan por
favor enviar un correo a
alberto.b.ilieff@gmail.com y serán retiradas inmediatamente. Muchas
gracias por la comprensión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario