miércoles, 12 de diciembre de 2012

28 - Con nombre de guerra



28
Con nombre de guerra

Hoy seguiré el tema que en nuestro último encuentro comencé, seguiremos hablando de la prostitución, o mejor dicho, de las personas en prostitución.
En estos momentos existe una campaña muy grande y mejor financiada, con muchísimos recursos económicos buscando que la prostitución sea declarada un trabajo más, como cualquier otro.
Permítanme alejarme un poco del tema. Recuerdo que en el 2000 en Buenos Aires donde vivo, aparecieron muchas personas que en su desesperación revolvían la basura, también mujeres y niños esperando frente a los lugares de comida chatarra, a las 5 de la madrugada, que sacaran sus bolsas de residuos para encontrar en ellas el alimento para seguir adelante. Al poco tiempo ya juntaban cartones y diarios, aparecieron los cochecitos de bebé y los changuitos para poder llevar su carga, fue más tarde cuando se convirtieron en carros armados para eso, livianos y con gran capacidad con bolsas para llenar, hoy los podemos ver en la noche porteña, las figuras flacas tirando de ellos, deambulando silenciosos con sus enormes bolsas blancas henchidas,  lentos y silenciosos como veleros.



Los “cartoneros”, así fueron llamados, se convirtieron en algo natural hasta que un día a alguien se le ocurrió cambiar su situación. Como es de esperar hubo publicidad, acto con entrega de diplomas en que se los nombraba “recicladores”. Siguen deslizando sus flacuras sombrías por las calles pero ahora ya no son cirujas ni cartoneros, su estatus ha variado. La miseria parece no haberse enterado, quizá porque no fue invitada al acto y ellos siguen apilando cartones y diarios y alguna cosa útil que van encontrando.
Algo similar es lo que se quiere hacer con las personas en prostitución, llamarlas “trabajadoras sexuales” como si esas fueran palabras mágicas  capaces de cambiar su situación, como si a partir de ser llamadas así ya no tuvieran que esperar a quienes buscan desagotar en un cuerpo ajeno, ya no tuvieran que abrirse, mostrarse disponibles para lo que el señor y su dinero puedan pagar.
Nos dicen que es para el bien de ellas, si queremos que estén mejor démosle trabajo, capacitación, educación, no, como se les da hasta ahora  profilácticos y cursos de cómo no contagiarse de hiv.
También dicen que así pueden tener jubilación y obra social, para eso no es necesario  que haya una ley que las llame trabajadoras,  basta con que se inscriban como cuentapropistas  o monotributistas y así no quedar  registradas como prostitutas.
Para convencernos también dicen que así van a poder defender sus derechos y no necesitar de un proxeneta cuando esto es precisamente lo opuesto. Hay países que hace años ya tienen a la prostitución dentro de la categoría de “trabajo” y la experiencia en ellos muestra lo contrario, las mujeres siguen atadas a los proxenetas  y ahora mucho más porque la ley los protege, y aumentó la trata de personas y la prostitución infantil, a tal punto que algunos, como Holanda, están dando marcha atrás. ¿Recuerdan el famoso barrio rojo de Amsterdam? En las vidrieras de los locales de ese barrio no hay objetos en exhibición sino mujeres, el posible  “cliente” pasa,  mira la mercadería y elige. En este momento este barrio esta siendo desmantelado por el mismo gobierno.
Como les dije en esos países aumentó la prostitución infantil.  Escucho decir también que son cosas diferentes y eso parece obvio, pero no es así, la mayoría, por no decir todas las personas en prostitución  fueron iniciadas apenas ingresadas en la adolescencia, 12, 13 años, a partir de ahí siguieron ese camino. No hay tal separación porque los proxenetas y tratantes las prefieren niñas porque cobran más a los “clientes” y estos las prefieren “jóvenes”, cada vez más niñas. 


La proxeneta. Dirck van Baburen

Si decimos que la prostitución es trabajo abrimos la puerta a que la prostitución infantil también lo sea. Tengamos presente que una organización que tiene que ver con este tema como es la Organización Internacional del Trabajo (OIT) que pertenece a Naciones Unidas,  llama a la prostitución infantil una de las “peores formas de trabajo” , si tal como lo escucharon, y si bien aboga por su desaparición, sea como fuere, la llama “trabajo”. Entonces si aceptamos que la adulta sea trabajo, ¿por qué no podría serlo la infantil si además la misma OIT así la reconoce?

Detrás de todo este movimiento en que se está invirtiendo tanto dinero están los proxenetas y tratantes  que son los más interesados, porque si a las personas en prostitución se las llama trabajadoras, ellos podrán tener locales donde ellas trabajaran y entonces ellos quedarán legalizados, dejarán de ser delincuentes para convertirse en honestos comerciantes.

Tengamos en cuenta que ya en Argentina hasta 1935 aproximadamente se implementó la práctica reglamentarista o sea el estado intervino regulando la práctica y los burdeles como si fuera un trabajo más. La reglamentación fue dejada de lado y se pasó a la prohibición de los burdeles en 1936. En aquel entonces se experimentó el total fracaso de estas medidas, sobre todo porque no evitaban los males que se suponía desaparecerían al convertir la prostitución en un trabajo regulado. Recordemos que por esa época, en 1927,  un periodista francés llamado Albert London estuvo investigando en nuestro país y publicó un libro  al que le puso el mismo título de como era conocida en el mundo la ruta de la trata de personas que eran traídas desde Europa hacia Argentina, el libro se llamó “El camino a Buenos Aires”. Este título de por sí esta demostrando la importancia de este delito en nuestro país. No solamente la reglamentación no contuvo a la prostitución ni a la trata de personas sino que tampoco sirvió para evitar las enfermedades que buscaba prevenir ya que, como era de esperar, los proxenetas pagaban para obtener los certificados de salud.

Muchas veces me dicen que algunas mujeres quieren seguir en esa situación y que entonces habría que respetar su resolución. Estoy de acuerdo con eso, la libertad de quienes quieren elegir un camino para sí mismos es respetable, pero no es de eso que estoy hablando, veamos si con un ejemplo podemos tener más clara la situación.

Las madamas. Jorge Frías

Hace no mucho tiempo cuando un marido, padre, hermano, novio, le pegaba a una mujer, aunque se supiera, se guardaba silencio porque era considerada una situación familiar, privada, y valía aquello de que los trapos sucios se levan en casa, o es en casa donde se esconden bajo la cama. Con el progreso de la conciencia social se llegó a entender que no son problemas individuales, personales, cuestión de suerte por el hombre que te tocó, sino temas sociales porque son actos de violencia y la violencia nunca es individual o cuestión personal. Es así como la violencia intrafamiliar pasó de ser algo privado a ser público. Tan en así que en la ciudad de Buenos Aires cuando un familiar o un vecino son testigos de un suceso de este tipo pueden llamar a un teléfono e inmediatamente concurre al lugar de los hechos una brigada especializada, con policía y todo. Quizá la mujer no quiera o no pueda salir de esa situación, de todos modos, al ser un acto de violencia autoriza al estado a intervenir. Tengamos presente que cuando se esta en un vínculo violento el hombre no lo reconoce como tal o lo justifica y a la mujer es muy probable que le suceda otro tanto, por lo que la violencia debe ser declarada, denunciada desde fuera de ese vínculo. Lo mismo sucede con la prostitución. Puede ser que las personas que están en prostitución no registren esa violencia o que aún sabiéndola prefieran seguir en ella. Ese ejercicio de su libertad no debe condicionarnos a los demás, no por eso estamos obligados a callar la violencia, a no denunciarla y lo que sería mucho más perverso a decir que no existe y llamarla trabajo, si eso sucede, nosotros como personas y como sociedad pasamos a ser cómplices y encubridores de esa violencia. Tampoco que ellas quieran seguir en prostitución debe ser una imposición para que el estado legalice y autorice una práctica violenta. Justamente el estado esta creado y sostenido para protegernos de la violencia, no para justificarla, ampararla y además cobrarle impuestos convirtiéndose en un estado proxeneta.
  La libertad de otros, en este caso de las personas en prostitución, no debe condicionar ni impedir el uso de la nuestra.




Es momento que nos preguntemos qué tipo de sociedad es esta en la que algunas personas para sobrevivir tiene que dejar hacer en sus orificios lo que otra persona, porque tiene el poder del dinero, quiera hacerle. Esto es responsabilidad de todos, de los hombres que no “vamos de putas” pero sin embargo guardamos silencio y consentimos que otros lo hagan, también de quienes sí pagan para disfrutar de  su propia sexualidad sin importarles que ese cuerpo que eligieron como si fuera solamente  carne es una persona que siente y piensa, también es responsabilidad de las mujeres que tienen la posibilidad de no hallarse en esa situación pero que también la aceptan sin darse cuenta que si una sola mujer es usada, denigrada, todas lo son.
No es posible la igualdad en ninguna sociedad en la que haya personas que se hallen en situación de sometimiento y sin otras posibilidades. Porque la prostitución es fruto de la pobreza  y la exclusión en todas sus formas, no solamente económica, sino también educativa, laboral, de la vulneración de los derechos básicos y del desinterés de todos.





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