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Exigid el beso
Hoy nuevamente vamos a hacer un giro a este caleidoscopio de
voces y sonidos.
Daniel Salzano |
Hoy quiero compartir con ud el fragmento de un texto que me
pareció bellísimo, es de Daniel Salzano y salió publicado hace muy poco tiempo
en el diario La Voz.
El texto se
llama
Emocionate, niño. Tu mamá es emocionante, el velador y
los muñecos: Pinocho, Yogui, el gato Félix, Dumbo, Shrek. Son tus amigos, tus
primeros amigos, descansan en tu cama, se cubren con tus sábanas, viven en tu
pieza y no parpadean nunca para no perderte de vista. Los juguetes son
emocionantes. Y los amigos.
Llora todo lo que tengas que llorar. Los hombres lloran.
Las mujeres lloran. Los niños lloran. Llora hasta que tengan que llevarte al
oftalmólogo.
No dejes de llorar, porque si no las lágrimas se secan,
el sarro se convierte en musgo y el musgo está en la base de la requetristeza.
Cosas que producen llanto: algunas canciones, el polvo de
los libros, la cortesía de los ciegos, la razón de los locos, el nadador
invernal –viejo y obstinado– que espera junto a la pileta vacía del Parque
Sarmiento.
Que antes de dormir te den el beso de las buenas noches.
Y si no, no.
Cuando aprendas a caminar, practica un balanceo suave y
firme, un paso que sutilmente diga “si les gusta bien y si no, que se
multipliquen por cero”.
Otra cosa: no elijas el camino más corto sino el más
largo. Es una de las pocas maneras que existen para conocer de cerca la
aventura. Las aventuras forman una parte decisiva en el alma de los hombres. El
alma, como los calzoncillos, tiene cuatro tallas: S, M, L y XL.
Cuando los hombres consiguen transformar la XL en XXL, es
que han hecho un hermoso viaje a lo largo de su vida. Es tan decisivo avanzar
como intrascendente la llegada.
Para llegar, están los aviones.
……………………………………………………..
Pero vos todavía no sabés qué son las palabras. Ni adónde
van a parar.
Las historias viven en los libros. Y algunas, muy pocas, almacenadas
en la memoria de la gente. Dumbo no es Dumbo sino la historia de Dumbo. Vos
mismo sos una historia que existe desde mucho tiempo antes que tus viejos se
conocieran.
Mirá, estos son los anteojos de mi papá. Con ellos leía
el diario. Ahora no los utiliza nadie. Pero siguen conmigo. Eso también es una
historia.
Si te acostumbrás a algo, estás liquidado.
Hay que leer, chico. Leer en la cama, en el ómnibus, en
la cola del mercado, en el calabozo, en la cancha, en los hoteles y en el
colegio. Y, también, cuando se corta la luz.
Alguna vez te darás cuenta de que para leer no hace falta
luz. Ni siquiera hacen falta libros. Leer será tu válvula de escape, tu
desahogo y tu consuelo.
……………………………………
Ojalá supieras hablar, chico, para que me dijeras algo,
aunque sea una mentira.
Que no te tomen el pelo. Ni te lleven por delante. Nunca.
Nadie. Voy a dejarte una frase de Mark Twain para cuando aprendas a leer: “Si
tu enemigo es más débil, perdónalo. Si es más fuerte, perdónate”.
………
No me daría miedo saber que esta es la última nota que
escribo.
Hablar con un niño es, señores, un acto revolucionario.
Chico, no sé exactamente cuándo se celebra tu día, pero
sé que anda por aquí cerca. Podés hacer lo que quieras. Hasta cambiarte de
nombre.
¿Querés llamarte Polaroid? ¿Gatichaves? ¿Wenceslao?
Aprobado, aprobado, aprobado.
¿Sabés lo que hizo Chaplin? Cambió la fecha de su
nacimiento y comenzó a festejar su cumpleaños en Navidad.
Chaplin fue un hombre dos mil años más joven y 15
centímetros más bajo que Cristo. A Chaplin lo trajo el cine y a Cristo lo trajo
el viento. Nadie sabe nunca de dónde viene el viento.
Ese signo que aparece al final de la frase anterior (.)
se llama punto. Punto y aparte. Tenelo en cuenta para el día que aprendas a
escribir: Cabral clavó un clavo, ¿qué clavo clavó Cabral?
Semidormido como estás, te parecés a una bolsa de harina.
¡Llenate de júbilo, niño!
Pronto aparecerán los primeros obstáculos, bebé. La
puerta, por ejemplo. Está cerrada, indiferente. ¡Ábrete puerta! Es inútil. La
puerta no da señales de haberte escuchado.
Oh, niño, ese puntazo que te hace doler el corazón se
llama sufrimiento. Te crecerá el bigote y seguirás sufriendo. Las mujeres
comentarán el encanto de tus húmedos bigotes y seguirás sufriendo. Por fin se te
caerá el bigote, pero seguirás sufriendo. Si has comprendido lo que acabo de
decir, escupí el chupete.
Tomá vitaminas, no respires debajo del agua, no jodas con
las abejas…..comete esa manzana, cepillate los dientes, dormí la siesta, no
cruces la calle con semáforo rojo, hacete hincha de Talleres, poné la música
más baja, no hablés con la boca llena, limpiá la bicicleta,
recuerda lo hermoso que eres, lo mucho que te queremos y
que después de la primera muerte ya no hay otra.
¿Hiciste pipí?
Es lo que me decían a mí cuando era niño.
Oh, naturalmente que te dirán que las cosas están bien
como están y que nada tiene que cambiar, porque así lo quiere Dios.
Macanas. El Sol no es el centro de la creación. El centro
de la creación sos vos. Podrías, si quisieras, inventar una palabra nueva cada
día. Por ejemplo, la palabra “chemenesky”.
Algún día se publicará un diccionario con todos tus
inventos y será una revelación.
………………………………….
Camino entre las
paredes vacías, lejanas, gritando desde
el fondo desgarrado por tu silencio. Agito mi voz que golpea contra las paredes
y revota en ecos que me perforan y repiten mi soledad.
Llegaste y rompiste los diques. Y el “no debemos” prolongaba cada dulzura, cada ternura
revestida de deseo.
Habito tu olor que rompe los tiempos y me vuelve por
ráfagas eterno.
Tu piel y la mía es el horizonte ganado, el agua clara de
vida y ya no sé si te recuerdo o sos yo mismo con otro nombre y otra forma, con
ojos negros y sonrisa brillante.
Recorren ahora mi piel temblores que la estremecen en
pequeños terremotos y pierdo la mirada en nubes adormecedoras. Y me acaricio,
amante amado, desplegando nuevamente en mi cuerpo tu presencia.
...........................................
Sobre la Vida, así se llama este poema de Nazin
Hikmet
No es chacota la vida.
La tomarás en serio,
Como la hace la ardilla, por ejemplo,
Nazin Hikmet |
Sin esperar ayuda ni de aquí ni de allá.
Tu más serio quehacer será vivir.
No es chacota la vida.
La tomarás en serio,
Pero tan en serio
Que, puesto contra un muro, por ejemplo,
Con las manos atadas,
O en un laboratorio,
De guardapolvo blanco y con grandes anteojos,
Tú morirás para que vivan los hombres,
Aún aquellos hombres
Cuyo rostro ni siquiera conoces.
Y morirás sabiendo, ya sin ninguna duda,
Que nada es más hermoso, más cierto que la vida.
La tomarás en serio,
Pero a tal punto en serio,
Que a los setenta años, por ejemplo,
Plantarás olivares,
No para que les queden a tus hijos,
Sino porque, aunque temas a la muerte,
Ya no creerás en ella,
Puesto que en tu balanza
La vida habrá pesado mucho más.
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