viernes, 7 de diciembre de 2012

24 - Exigid el beso



24
Exigid el beso

Hoy nuevamente vamos a hacer un giro a este caleidoscopio de voces y sonidos.
Daniel Salzano
Hoy quiero compartir con ud el fragmento de un texto que me pareció bellísimo, es de Daniel Salzano y salió publicado hace muy poco tiempo en el diario La Voz.   

El texto se llama   

Emocionate, niño. Tu mamá es emocionante, el velador y los muñecos: Pinocho, Yogui, el gato Félix, Dumbo, Shrek. Son tus amigos, tus primeros amigos, descansan en tu cama, se cubren con tus sábanas, viven en tu pieza y no parpadean nunca para no perderte de vista. Los juguetes son emocionantes. Y los amigos.


Llora todo lo que tengas que llorar. Los hombres lloran. Las mujeres lloran. Los niños lloran. Llora hasta que tengan que llevarte al oftalmólogo.

No dejes de llorar, porque si no las lágrimas se secan, el sarro se convierte en musgo y el musgo está en la base de la requetristeza.

Cosas que producen llanto: algunas canciones, el polvo de los libros, la cortesía de los ciegos, la razón de los locos, el nadador invernal –viejo y obstinado– que espera junto a la pileta vacía del Parque Sarmiento.

Que antes de dormir te den el beso de las buenas noches. Y si no, no.

Cuando aprendas a caminar, practica un balanceo suave y firme, un paso que sutilmente diga “si les gusta bien y si no, que se multipliquen por cero”.

Otra cosa: no elijas el camino más corto sino el más largo. Es una de las pocas maneras que existen para conocer de cerca la aventura. Las aventuras forman una parte decisiva en el alma de los hombres. El alma, como los calzoncillos, tiene cuatro tallas: S, M, L y XL.

Cuando los hombres consiguen transformar la XL en XXL, es que han hecho un hermoso viaje a lo largo de su vida. Es tan decisivo avanzar como intrascendente la llegada.

Para llegar, están los aviones.

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Pero vos todavía no sabés qué son las palabras. Ni adónde van a parar.

Las historias viven en los libros. Y algunas, muy pocas, almacenadas en la memoria de la gente. Dumbo no es Dumbo sino la historia de Dumbo. Vos mismo sos una historia que existe desde mucho tiempo antes que tus viejos se conocieran.

Mirá, estos son los anteojos de mi papá. Con ellos leía el diario. Ahora no los utiliza nadie. Pero siguen conmigo. Eso también es una historia.




Si te acostumbrás a algo, estás liquidado.

Hay que leer, chico. Leer en la cama, en el ómnibus, en la cola del mercado, en el calabozo, en la cancha, en los hoteles y en el colegio. Y, también, cuando se corta la luz.

Alguna vez te darás cuenta de que para leer no hace falta luz. Ni siquiera hacen falta libros. Leer será tu válvula de escape, tu desahogo y tu consuelo.

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Ojalá supieras hablar, chico, para que me dijeras algo, aunque sea una mentira.

Que no te tomen el pelo. Ni te lleven por delante. Nunca. Nadie. Voy a dejarte una frase de Mark Twain para cuando aprendas a leer: “Si tu enemigo es más débil, perdónalo. Si es más fuerte, perdónate”.
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No me daría miedo saber que esta es la última nota que escribo.

Hablar con un niño es, señores, un acto revolucionario.

Chico, no sé exactamente cuándo se celebra tu día, pero sé que anda por aquí cerca. Podés hacer lo que quieras. Hasta cambiarte de nombre.

¿Querés llamarte Polaroid? ¿Gatichaves? ¿Wenceslao?

Aprobado, aprobado, aprobado.

¿Sabés lo que hizo Chaplin? Cambió la fecha de su nacimiento y comenzó a festejar su cumpleaños en Navidad.

Chaplin fue un hombre dos mil años más joven y 15 centímetros más bajo que Cristo. A Chaplin lo trajo el cine y a Cristo lo trajo el viento. Nadie sabe nunca de dónde viene el viento.

Ese signo que aparece al final de la frase anterior (.) se llama punto. Punto y aparte. Tenelo en cuenta para el día que aprendas a escribir: Cabral clavó un clavo, ¿qué clavo clavó Cabral?

Semidormido como estás, te parecés a una bolsa de harina.

¡Llenate de júbilo, niño!

Pronto aparecerán los primeros obstáculos, bebé. La puerta, por ejemplo. Está cerrada, indiferente. ¡Ábrete puerta! Es inútil. La puerta no da señales de haberte escuchado.

Oh, niño, ese puntazo que te hace doler el corazón se llama sufrimiento. Te crecerá el bigote y seguirás sufriendo. Las mujeres comentarán el encanto de tus húmedos bigotes y seguirás sufriendo. Por fin se te caerá el bigote, pero seguirás sufriendo. Si has comprendido lo que acabo de decir, escupí el chupete.

Tomá vitaminas, no respires debajo del agua, no jodas con las abejas…..comete esa manzana, cepillate los dientes, dormí la siesta, no cruces la calle con semáforo rojo, hacete hincha de Talleres, poné la música más baja, no hablés con la boca llena, limpiá la bicicleta,

recuerda lo hermoso que eres, lo mucho que te queremos y que después de la primera muerte ya no hay otra.

¿Hiciste pipí?

Es lo que me decían a mí cuando era niño.

Oh, naturalmente que te dirán que las cosas están bien como están y que nada tiene que cambiar, porque así lo quiere Dios.

Macanas. El Sol no es el centro de la creación. El centro de la creación sos vos. Podrías, si quisieras, inventar una palabra nueva cada día. Por ejemplo, la palabra “chemenesky”.

Algún día se publicará un diccionario con todos tus inventos y será una revelación.

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El siguiente texto es de Alberto Ilieff, que vengo a ser yo:

Camino entre  las paredes vacías, lejanas,  gritando desde el fondo desgarrado por tu silencio. Agito mi voz que golpea contra las paredes y revota en ecos que me perforan y repiten mi soledad.
Llegaste y rompiste los diques. Y el “no debemos”  prolongaba cada dulzura, cada ternura revestida de deseo.
Habito tu olor que rompe los tiempos y me vuelve por ráfagas eterno.
Tu piel y la mía es el horizonte ganado, el agua clara de vida y ya no sé si te recuerdo o sos yo mismo con otro nombre y otra forma, con ojos negros y sonrisa brillante.
Recorren ahora mi piel temblores que la estremecen en pequeños terremotos y pierdo la mirada en nubes adormecedoras. Y me acaricio, amante amado, desplegando nuevamente en mi cuerpo tu presencia.


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Sobre la Vida, así se llama este poema de Nazin Hikmet

No es chacota la vida.
La tomarás en serio,
Como la hace la ardilla, por ejemplo,
Nazin Hikmet
Sin esperar ayuda ni de aquí ni de allá.
Tu más serio quehacer será vivir.

No es chacota la vida.
La tomarás en serio,
Pero tan en serio
Que, puesto contra un muro, por ejemplo,
Con las manos atadas,
O en un laboratorio,
De guardapolvo blanco y con grandes anteojos,
Tú morirás para que vivan los hombres,
Aún aquellos hombres
Cuyo rostro ni siquiera conoces.
Y morirás sabiendo, ya sin ninguna duda,
Que nada es más hermoso, más cierto que la vida.

La tomarás en serio,
Pero a tal punto en serio,
Que a los setenta años, por ejemplo,
Plantarás olivares,
No para que les queden a tus hijos,
Sino porque, aunque temas a la muerte,
Ya no creerás en ella,
Puesto que en tu balanza
La vida habrá pesado mucho más.





La mayoría de las IMAGENES han sido tomadas desde la web, si algún autor no está de acuerdo en que aparezcan por favor enviar un correo a  alberto.b.ilieff@gmail.com y serán retiradas inmediatamente. Muchas gracias por la comprensión.
 



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